HABITACIÓN 509
—¡Hola! ¿Qué tal? Buenos días, tengo una reservación a nombre de Roxana Rodríguez— le dije al chico que me atendió entregándole mi CI.
—Efectivamente Sra. Rodríguez, una doble durante dos semanas con todo incluido, ¿No? — Mientras el chico me hablaba, mi atención se fue hacia al lado cuándo un hombre súper bello apareció en la recepción. Era alto, moreno, con los ojos azules y un cuerpo espectacular. "¡Ay! Por Dios me muero", pensé.
—Aquí tiene su pulsera con todo incluido y el horario del restaurante. Además de su tarjeta— Mientras me iba poniendo la pulsera, el moreno pedía la tarjeta de su habitación.
—La 506 si es tan amable— dijo con voz ronca. El recepcionista le da la tarjeta.
— La suya es la 509 señora, ¿Necesita ayuda con las maletas? — preguntó el chico,
— No gracias, puedo con ellas— me dirijo al ascensor y entré con mi vecino de piso. Mientras subíamos no podía dejar de mirar al suelo temiendo a que me cachara mirándolo, es que era imposible no verlo. Al llegar al piso obviamente mis maletas eran una carga y que por " feminista" no quise ayuda cuando la necesitaba.
—Disculpa, ¿Necesitas ayuda con las maletas? — me dijo mientras yo hacía malabares con mi bolso para salir del ascensor.
—¡Ay! Creo que siempre sí— lo vi a su cara con gracia, —Gracias, no me vendría mal una mano— le dije en el momento que cogió la maleta más grande. Al sentir el roce de su mano con la mía, noté cómo un escalofrío recorría todo mi cuerpo. "Este hombre pega corriente" pensé.
Después de caminar unos cuantos pasos llegamos a la habitación, abrí la puerta y dejó la maleta dentro mientras yo le daba las gracias, cuando se fue empecé a mirar toda mi habitación, abrí las cortinas para que entrará algo de luz y comencé a
sacar las cosas de la maleta para prepararme y bajar a la piscina para tomar el sol un rato.
Cuando llegué afortunadamente había pocas personas y las que habían estaban aisladas lo que me daba libertad de elegir cualquier hamaca, después de instalarme decidí meterme en la piscina para salir al rato y tumbarme a leer. Sentí que alguien estaba a mi alrededor y cuando levanté mi vista, vi a mi vecino de habitación.
—¡Disculpa! ¿Está ocupada esta hamaca? — me preguntó señalando la que estaba al lado.
—No, no, para nada puedes tomarla— dije sacando mis cosas he intentando que no se me notara los nervios que tenía.
—Gracias— dijo con una sonrisa, —¿Te importa si me quedo aquí? — esos ojos azules se clavaron en mis ojos para después quitarse la franela y ver ese torso desnudo, musculoso y apetecible, haciendo que quisiera recorrerlo con mis delicadas manos.
—¡Claro, quédate! Por mí no hay problema— respondí clavando la mirada ahora en mi libro, estaba muy emocionada y no quería que se me notará.
—Ok. Muchas gracias, por cierto, me llamo Daniel, un placer— dijo con una sonrisa tendiéndome su mano.
—Encantada, soy Roxana— le conteste a su saludo.
—Me he dado cuenta que vienes con todo incluido, ¿Estás sola? —
Dude un poco en responder su pregunta dado a que no soy de intimar con extraños, pero su voz y su vibra eran tan liviana que me dio cierta confianza.
—Sí, tenía tiempo sin tomar vacaciones y decidí ya este año agarrarlas y conseguí este hotel a un precio bastante accesible. Y tú, ¿También vienes solo? - le dije mientras empezaba a ponerme crema por todo el cuerpo.
—Pues entonces somos porque también tome vacaciones e Igualdad ando solo— dijo sin quitar la mirada de mis manos, me di cuenta que recorrían todo mi cuerpo a la vez que me iba poniendo crema. —¿A qué te dedicas? — preguntó.
—Soy profesora de Educación Física infantil. ¿Y tú? —
—Qué bien. Soy fisioterapeuta, así que si gustas el día que quieras te puedo dar un masaje, ya sabes en qué habitación estoy— capte cierta picardía en su tono de voz. Y la verdad es que no lo pensé dos veces y aproveché la oportunidad, —Pues ahora mismo estaría necesitando uno en mi espalda. ¿Me pondrías el protector solar, por favor? — El chico sonrió un poco y accediendo a mi pedido y rápidamente me estaba colocando la crema.
—¡Wow! Cómo se nota que es tu profesión— dije extasiada, sus manos eran realmente suaves, — Yo también los doy, pero no tengo el título de masajista— le dije en cuanto terminó.
—¡Ah, Bueno! ¿Entonces cuando podríamos agendar una cita? — dijo
Al ponerme boca arriba vi que todavía no se había levantado de la hamaca y sin darme cuenta lo tuve a tres centímetros de mí, cosa que alteraba mis sentidos.
—¿Qué haces esta noche? — preguntó mientras acariciaba con dos dedos mi cuello. Estaba nerviosa pero no quería que lo notará.
—Pues en realidad ir a cenar y después a dormir. ¿Por qué, tienes alguna idea mejor? — le dije sin quitar la mirada mientras recorría con mis manos su pecho desnudo.
—Y qué tal si todo eso lo hacemos juntos. ¿Te parece? — dijo mientras iban bajando sus dedos por mi escote.
—Excelente— respondí mientras iba bajando mi mano hasta sus partes, notando algo duro por ahí abajo.
—Pero creo que haga falta esperar hasta la noche para hacer ciertas cosas— En ese momento con la mano que tenía libre, cogió mi barbilla y acercándola hasta él empezó a besarme. No podíamos parar, nuestras bocas estaba en total sincronía, él estaba metiendo más su mano por mi escote hasta llegar a mi seno, tomando una de sus manos la acerqué a mi entrepierna para que pudiera notar lo mojada que estaba, mientras que con mi otra mano empezaba a desabrocharle su traje de baño y a tocar la punta del pene,
—Vamos a la habitación Roxana, porque de seguir aquí te voy a coger aquí mismo— acto seguido nos levantamos y empezamos a recoger nuestras pertenencias, le di mi bolso para que el chico pudiera tapar su erección, —risas— y nos fuimos a la recepción, pedimos las llaves de nuestras habitaciones. Cuando llegamos al ascensor, no había nadie esperándolo, así que cuando entramos, me llevó hacia el espejo y poniéndome de cara a él para poder mirar lo que hacíamos, me quitó el pantalón y empezó a meterme los dedos sin parar mientras yo iba soltando pequeños gemidos a la vez que notaba cómo le iba llenando su mano con mi corrida.
Llegamos al piso, empezamos a caminar hacia mi habitación ya que era la más cercana que había, sin dejar de besarnos. Abrí la puerta y la cerró con violencia, me arrancó, literalmente el trikini y me puso contra la pared volviendo a meter sus dedos sin parar, sentía que estaba en presencia de otro orgasmo mientras con su lengua me recorría todo el cuerpo hasta ponerse de rodillas y llegar a mi entrepierna.
—¡Uff! Qué rica estás Rox— me dijo con voz excitada, —¿Te gusta Daniel? — le dije con mis manos en su cabeza. Separando mi ingle con los dedos y volviendo a meterlos, empezó a lamerme todo el clítoris sin parar de moverlos dentro de mí hasta que no pude más y me corrí con un grito brutal. Sin darme mucho tiempo a estabilizarme él se incorporó y lo tomé de la mano para llevarlo hasta la habitación lo senté en la cama y quitándole los pantalones, me puse de rodillas y empecé a chuparle su miembro sin parar, —¡Oh! Qué dura la tienes papi— le dije, mientras él me agarraba el cabello cada vez con más fuerzas. Cuando estaba a punto de correrse, me separó, se levantó y empezó a subirse su traje de baño.
—¿A dónde vas?, si todavía no hemos terminado...— le dije sorprendida por su acción, levantándome yo también.
—Tranquila, ahora vengo que voy a mi habitación a buscar una cosa— me dijo dándome un beso y pasando la mano por mi entrepierna, —No te preocupes que esto apenas está empezando— abrió la puerta y desapareció de la habitación para dejarme encendida, "Dios siento que voy a explotar", pensé.
No pasaron más de cinco minutos cuando estaban tocando la puerta y como sabía quién era él no molesté en colocarme nada para tapar mi desnudez. Abrí y lo tomé de los pantalones lo acerqué a mí y cerrando la puerta de la habitación de una patada, le empecé a bajar los pantalones sin dejar de besarle mientras caminábamos hacia la cama. Lo senté y seguí chupándole el pene mientras miraba cómo estaba a punto de correrse en mi boca. En ese momento, me volvió a apartar, sacó de un bolsillo un preservativo y se lo puso, me senté encima con las piernas alrededor de su cintura y empezamos a coger, agarraba su ancha espalda y noté como un orgasmo se estaba formando desde la planta de los pies a la vez que él me separaba un poco para comerme mis senos mientras yo seguía saltando y gritando ya que estaba experimentado en ansiado orgasmo, corriéndome como nunca. En ese momento, Daniel empezó a gemir fuerte, mientras iba contrayendo su cara de placer con una corrida maravillosa.
—¡Verga, uff qué rico me acabó de correr Rox! — expresó en el momento que me separaba de él y se levantaba para quitarse el preservativo y tirarlo!
Cuando regresó, me cogió y me tumbó encima de la cama lamiéndome sin parar los pechos y pasando la mano por mi entrepierna. —¡Dios! Me fascinan tus senos Rox. Después quiero correrme encima de ellas— dijo besándolas.
—No empecemos de nuevo— le contesté entre risas, —Sí no, a ver quién tiene fuerzas para esta noche. ¿Vamos a comer? Me estoy muriendo del hambre— dije intentando levantarme, pero él volvió a coger mis pechos y pasar su lengua por encima de ellos.
—Dani, después las tendrás todas para ti, pero vamos a comer por favor, ¿Si? —
—Yo lo que quiero es comerte a ti, Rox— me dijo metiéndome los dedos y moviéndolos con sutileza...Hasta que los sacó y dijo —Esta bien, me voy a mi habitación a vestirme y después vengo para ir a comer ¿Ok? —
—¡Uff! Gracias a Dios. Pensé que no me ibas dejar ir a comer— le dije riéndome y dándole un beso mientras él cogía su bañador, —Me voy a meter una pequeña ducha para refrescarme. No tardes mucho por fa—
Dure lo justo y necesario en la ducha, me dio tiempo de arreglar el desastre que habíamos dejado en mi habitación, me cambie, me coloque un traje corto de tiras, un tanga y me los puse sin sujetador. A los 5 minutos tocaron a la puerta y ahí estaba Dani, apoyado en el marco de la puerta, con un pantalón corto y una blusa pegadita que hacía que se marcaran más los músculos. Al verme, me llevó contra la pared de la habitación, cerrando la puerta, y sin dejar de besarme, me agarró las nalgas y levantándome el vestido, empezó a apartarme el tanga para poder meterme los dedos.
—Daniel contrólate por favor— le dije, —Vámonos que se nos van a cerrar el restaurante— contesté entre jadeos. —Después venimos y seguimos, pero por favor vamos—
—¡Um!..Y ¿Qué te parece la idea de pedir que nos suban la comida a la habitación y así no tenemos que bajar para seguir donde lo dejamos?— me susurraba al oído mientras no quitaba su mano de mi entrepierna.
—¿Se puede hacer eso, o hay que pagar? —le dije metiendo mi mano por dentro del pantalón y gimiendo mientras él seguía moviendo los dedos dentro de mí.
—Tranqui, lo hice ayer y no hay que pagar nada porque tengo la opción de que me lo suban a mi habitación, pero si les llamo y les digo que estoy aquí no creo que tenga problemas en que me lo traigan a esta habita...— me dijo mientras me llevaba hasta la cama y me tumbaba encima de ella. - ¿Qué quieres comer?
En lo poco que había conocido a Daniel me había demostrado ser un hombre excesivamente fogoso en la cama y eso me encantaba porque despertaba la mujer en mí, una mujer que sentía caliente con cada beso, caricia que este hombre me daba. Estas vacaciones iban a ser toda una aventura.... De eso estaba segura. Después de preguntarme qué quería comer tomó el teléfono y marcó al servicio de habitaciones, mientras que con la otra no dejaba de mover los dedos dentro de mí.
— Hola soy el ocupante de la habitación 506, Daniel Quintana. Quería pedir el servicio de habitaciones. ¿Pueden traérmelo a la 509, ¿Por favor?..Perfecto, pues quiero pizza Margarita grande y para beber dos coca - colas— dijo mirándome para ver si daba mi aprobación. - ¿En 20 minutos? Ok, otra cosita, ¿Pueden llamar antes de subir, por si no estamos en la habitación? Gracias—
Se dio la vuelta y se agachó hacia mis pies y fue subiendo poquito a poco hasta llegar a mi vestido para quitándomelo despacito. Cuando terminó, empezó a besarme y bajar su lengua por todo mi cuello hasta llegar a mis pechos, mientras que bajaba las manos por mi cuerpo hasta llegar al tanga y quitármelo con suavidad. Separándome las piernas, empezó a meterme los dedos despacito, haciendo que tuviera un orgasmo en ese momento. No paraba de mover la mano dentro de mí mientras que con su lengua recorría todo mi pecho. En ese momento sonó el teléfono. Llamaban desde recepción para decir que iban a subir la comida.
— ¡Ay! Dios, no puedo salir así Rox— me dijo Dani mientras colocaba su mano entre su entrepierna ya que tenía una clara erección, —Ponte algo de ropa y atiende tu por fa...— finalizó.
Me puse el vestido, y mientras esperaba a que llegara la comida, lo tumbé en la cama mientras me ponía sentada encima suya y empezaba a moverme sutilmente sobre su miembro, —¡Oh! Dios Daniel, la tienes bien dura— le dije. Cuando me iba a levantar para ir a su pantalón tocaron la puerta y dejándole un agarrón a su pene me separé de él y fui a abrir la puerta.
—Aquí tiene la comida— me dijo el camarero.
Daniel al percatarse que ya el carrito con nuestra comida estaba en la sala, se levantó, se quitó los pantalones y se sentó en una de las sillas, mientras yo iba poniendo las cosas encima de la mesa. Cuando terminé, me cogió por la cintura y me sentó encima de él. Empezamos a comer pizza, mientras notaba cómo su erección quería salir de su bóxer, sentí como la mano de Dani iba subiendo por mi interior de mis muslos hasta que llegó a mi vagina. Separó un poco mis piernas para tener un mejor acceso y mover sus dedos con facilidad, su acción nuevamente me estaba poniendo a tope mientras yo dejaba la pizza a un lado, le quitaba el bóxer y me colocaba bien sentada encima de él, entre movimientos circulares de mis caderas sentida su miembro tocando mi trasero él me tomaba con fuerzas de mis caderas para fijar el ritmo que le estaba haciendo entrar en un estado mayor de excitación.
—Por favor Rox agarra mi pantalón y saca un condón— me dijo mientras me tocaba el clítoris con su mano.
Me levanté lo tomé y luego lo coloque en la mesa antes de ponérselo, me puse de rodillas delante de él y empecé a hacer sexo oral sin parar, oyendo sus gemidos cada vez más fuertes, hasta que me separó de él, y apoyándome en la mesa, rápidamente se puso el condón y me rozaba la punta en la entrada de mi trasero, —Mételo Dani, necesito sentirte dentro— dije en una visible desesperación fue entonces cuando empezamos a cogernos de manera bestial, agarrada la mesa mientras él me embestida llevando un ritmo acelerado e intenso, metiéndomela cada vez más fuerte, tomaba mis senos y los masajeaba la otra mano que le quedaba libre estaba en entre mis labios vaginales, sentía que en cualquier momento me iba a correr, —Así Dani, así... dale más duró papi, reviéntame— dije con mi excitación al máximo.
—Si mami, te gusta así— besaba mi oreja, —Vamos Rox córrete para mí— Eso fue lo último que escuche hasta que llegó un orgasmo increíble manchando el preservativo.
—¿Qué haces? — dijo Daniel asombrado al ver que me levantaba.
—Te vas a correr a gusto— le dije poniéndome de rodillas, quitándole el preservativo y poniendo mis pechos alrededor de su pene, —Eso no es lo que tu querías— le dije empecé a moverlas con fuerza mientras se masturbaba muy cerca de mis pechos y sin dejar de mirarlo a los ojos, vi cómo poco a poco estaba empezando a correrse.
—¡Aaaaaaah me muero! — me dijo en el momento en que su corrida entraba por mi boca y manchaba mis pechos.
—Te ha gustado por lo que veo ¿eh? — dije riendo mientras él regulaba su respiración y yo iba al baño a bañarme. De repente noté cómo estaba detrás de mí en el baño, me dio la vuelta y empezó a besarme, mientras me levantaba, me ponía las piernas alrededor de su cintura y me llevaba a la cama donde me tumbó. —Ok Dani, ¡Basta! Ahora a descansar por favor, que como sigamos así no vamos a poder caminar— le expresé en tono de mando.
—Rox, ¿Te puedo decir algo? — me dijo mientras se acomodaba a mi lado.
—Dime— contesté.
—Este ha sido el mejor polvo que he echado en mi vida— me miro a los ojos, Dani tenía unos ojos muy expresivos, tiene esa mirada cristalina como llenas de verdad.
—Así que gracias— me dio un beso tierno en el borde de mis labios.
—Y si, no te preocupes que yo por lo menos voy a terminar de comer la pizza y a dormir un rato— dijo mientras yo me iba quedando dormida.
Después de dormir un par de horas plácidamente, noté una lengua que bajaba por todo mi cuerpo, hasta llegar a mi entrepierna, por un momento creí pensar que estaba teniendo un sueño erótico, sentía cómo unos dedos entraban dentro de mí. Al abrir los ojos, lo vi con una sonrisa macabra mirándome mientras hacía que tuviera un orgasmo enseguida. "Dios que manera de despertar" pensé.
—Daniel, ¿pero ¿quién eres tú? El diablo— le dije mientras mis pulsaciones se estabilizaban.
Cuando terminó, nos levantamos, se puso un preservativo, y de mutuo acuerdo, nos fuimos a la ducha. Con una pastilla de jabón de esas que siempre hay en los hoteles, empezó a recorrerme todo el cuerpo despacito, como si estuviera dándome un masaje, sin dejar de besarme. Me sentó en un pequeño escalón que había en la bañera, y poniéndose de rodillas, empezó a meterme el jabón en la entrepierna, haciendo que en ese momento nuevamente me corriera. Para el momento ya había perdido la cuenta de cuantos orgasmos había tenido con este hombre solo en un parte de horas de nos estábamos cogiendo. Hacer sexo con Dani era como estar en una orgía ¡Uff! Lo se suena exagerado, pero era real, era como si me estuviesen cogiendo tres hombres a la vez... pero que poder tan grande tenía este demonio en la cama que me hacía visitar gustosamente el infierno sexual.
—¡Umm! Quieres sexo...pues te voy a dar grandes cantidades y nunca te vas a olvidar de mi Daniel Quintana— salió una voz ardiente y prendida en deseo.
Sentándome encima de él, cogí su pene fibroso, me lo metí y empecé a cogérmelo, ¡Sí! ¡Ahora me lo estaba cogiendo yo! agarrada a su espalda y pasando mis pechos por su torso desnudo y mojado mientras no parábamos de besarnos. Me corrí con un grito casi animal. En ese momento me separó de él y poniéndonos de pie, colocó mis piernas alrededor de su cintura y empezó a cogerme él a mí, mientras me iba comiendo los pechos y metiendo mordisquitos cada vez más fuertes a la vez que iba cogiéndome cada vez más rápido, hasta que metiéndome tal mordisco que me hizo daño, empezó a correrse.
—Ohhhh siiii... ahhhh— gritaba. Hasta que colocó su cabeza entre mi cuello y estabilizó su respiración.
—¡Oh! Rox perdona si te hice mucho daño, pero es que no me pude contener—me dijo mientras iba saliendo de la bañera y tiraba el preservativo a la basura junto con los otros dos. Me abrazaba y me daba besos.
—No te preocupes, que tampoco fue tanto— le dije mientras me iba secando. —Solo que cuando vengan a limpiar la habitación pensarán que no hemos parado de coger— me reía de la situación. Creo que en mi vida había tenido tanto sexo en solo horas.
—Bueno mami, mentira nos es y lo que todavía queda de aquí a que vengan a limpiar— tragué grueso cuando lo dijo mientras se acercaba a mí y me besaba.
—¿Ah sí? — le dije arqueando las cejas, —¿y qué te hace pensar que voy a tener ganas de seguir?
— No te preocupes, que lo mismo que me pasa a mí, te pasa a ti— me dijo con toda su seguridad. —Ambos nos tenemos ganas desde que nos vimos en recepción— tomó sus cosas para irse, me dio un beso y me dijo, —Me voy a ir un rato a mi habitación ¿Ok? Te paso a buscar dentro de dos horas para ir a cenar, a tomar algo, y acostarnos juntos ¿Si?, o por lo menos ése era el plan que teníamos en la piscina— me dijo mientras se iba vistiendo.
—Perfecto, por mí no hay problema, aprovecharé para mirar mi correo y hacer un par de cositas— dije dándole un beso mientras él se iba hacia la puerta.
Quedándome sola en la habitación no podía creer todo lo que había pasado. Sin duda Daniel me estaba dando el mejor sexo, éste sólo ha sido el inicio de 15 días llenos de sexo salvaje en la habitación 509.
***FIN DEL RELATO***
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