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EL HOMBRE DEL BAR

Soy una chica de 20 años, actualmente estoy en una relación... ¡Aburrida! con Andy desde hace dos años. Me considerado una mujer muy curiosa y estoy transitando en una edad dónde estoy disfrutando los placeres de tener novio, pero mi caso es completamente distinto ya que mi novio es un poco aburrido. Nunca quiere llevarme a sitios nocturnos, sitios que mis amigas me han contado que uno la pasa espectacular. Me cuentan que hay chicos de todas partes y una se libera a más no poder. Una noche estamos sentados en el sofá de mi sala viendo Tv, quise dar la oportunidad de reivindicarse y de hacerle cambiar de parecer y le propuse que me llevara a un bar para divertirnos.

—¡Oye! Andi, ¿Por qué está noche no me llevas al bar dónde van mis amigas? — le pregunté.

Sin despegar sus ojos de la pantalla de TV y tal cual como un zombi me respondió, —No, para que, prefiero quedarme en casa, aquí estamos tranquilos— viernes en la noche y qué tú novio te salga con esa respuesta, es un bajón muy heavy y si tienes 20 años, es la muerte lenta.

Mi novio tenía la costumbre de venir a mi casa, llevarme a la parte trasera donde mi papá estacionaba el carro, levantarme la falda y me hacia el amor rápidamente sin dejarme disfrutar nada, eso era lo más "arriesgado" que él podía hacer y cada vez que teníamos sexo quedaba con una insatisfacción a gran escala que me preguntaba, —¿Hasta cuándo vas a aguantar esto Fernanda? — decía. —¿Qué necesidad de esto?

A mis recién cumplidos 20 años fantaseaba con un hombre que me acariciara, me tomara en sus brazos y me hiciera el amor de una manera especial, que me hiciera llegar a mis límites más perversos. Y bueno, esa fantasía obviamente no la iba a cumplir Andy, así que tenía que cambiar esa realidad y esa misma noche decidí salir sola, decidí a buscar nuevas aventuras a ver que encontraba.

Me describo físicamente con una chica de piel blanca, cabello liso largo, un tamaño promedio, ni muy alta ni muy baja mis senos eran algo grandes, pero se compensaba con el tamaño de mi trasero. Me puse un pantalón pegado con cuadros blancos y negros, un top negro con el brasier del mismo color en mis pies coloqué unos zapatos de taco alto y finalmente me puse encima una chaqueta de tela blue jeans con las mismas tonalidades del pantalón. Cuando terminé de arreglarme, me topé con mi hermano que me pregunto a cuántos hombres iba a levantar esa noche. No hice caso de su sarcasmo, pero en mi interior estaba inquieta por lo que pudiera pasar esa noche.

Luego tomé un taxi que me llevó al centro de la ciudad, al bajarme me di cuenta de la gran cantidad de carros, motos y locales abiertos. Entre a un bar al azar y en la entrada tenía un letrero enorme, se podía ver a las parejas conversando y otras bailando muy pegadas, pero cómo yo venía sola decidí ir directo a la barra y pedí al bartender que me sirviera una cerveza, un chico como de unos 27 años se me acercó y se paró al lado. —¡Oye! Quieres bailar— me preguntó. Volteé mi mirada y lo ví de arriba a abajo, no me pareció mal y accedí a su pregunta. Fuimos a la pista y bailamos como tres canciones seguidas, el ambiente se fue tornando más caliente y el chico se me pegaba más de la cuenta haciendo que mis senos se apretarán más hacia su pecho. No tuve mayor contacto con él, la verdad no sentía ninguna química y lo dejé pasar, baile con tres hombres más, algunos de ellos mareados y lo que conseguía era que me dijeran cosas obscenas, lo cual, me hacían sentir incómoda.

Nuevamente volví a la barra para pedir otro tragó, el ambiente estaba a media luz, por lo menos desde dónde me encontraba, el lugar era muy excitante estaba tan feliz que dejé pasar la idea de encontrar compañía me preguntaba cómo había perdido tanto tiempo con el egoísta de Andi, que al parecer solo pensaba era en él; es más, a veces llegaba a dudar de la sexualidad de mi novio. Pensé que esa noche le seguiría siendo fiel, hasta que un HOMBRE de aproximadamente 34 años se me acercó y me invitó a bailar, con unas cuantas cervezas en mi cabeza estaba dispuesta a todo, me sentía audaz, con una sensación de libertad impresionante así que acepte. El hombre me llevó a la pista y bailamos muy pegados, la música ayudaba al ambiente, me dejaba acariciar por él. En un momento acercó su cabeza a mi oído y metió su lengua, eso hizo que me mordiera el labio interior y sentir un leve cosquilleo,

—¿Quieres descubrir lo que es gozar de verdad? — me susurró con su verga entre mis piernas. Está acción llamó poderosamente mi atención y me pregunté si él podría hacer que yo descubriera sensaciones, que siempre había soñado, sin pensarlo y decidida dije que sí, estaba más que dispuesta, a continuación él tomó mi mano derecha y avanzamos con dirección a los baños, no voy a negar la incertidumbre y el miedo que estaba empezando a crecer desde el fondo de mi ser, le pregunté hacia dónde íbamos y se paró en seco y me arrinconó contra la pared, el hecho me estremeció y lo miré fijamente a sus ojos con mi respiración detenida, puso su dedo índice en mi boca, —Calla y sígueme, tranquila— me dijo con una voz gruesa muy sensual, seguimos caminando y llegamos al baño de hombres, en el sitio había algunas chicas y vi a una de ellas arrodillada, chupándosela a un tipo, estaba súper asombrada, otras personas que estaban en el baño actuaban como si fuera lo más normal, ¡Claro! Por eso no prestaron mucha atención al verme entrar.

Seguidamente ya me encantaba besando a mi acompañante en unos de los cubículos y con la puerta abierta, me sentía tan expuesta, pero a la vez me excitaba la idea del exhibicionismo. Su lengua se confundía con la mía, mientras me agarraba mis senos por encima de mi top, luego me quitó el top con todo y sujetador, quedando mis tetas al aire, de vez en cuando veía hacia afuera tenía el temor de que alguien conocido me encontrara aquí, pero decidí concentrarme y disfrutar del momento que yo tanto ansiaba vivir. Sentí como sus manos apartó mis pantaletas hacia un costado para un introducir dos dedos en mi vagina.

—¡Uff! Ya estás mojada, qué rico— me dijo con un tono de excitación y es que ya estaba en mi punto máximo. Siguió metiendo sus dedos y en un momento me volteo hacia la pared, haciendo que apoyará mis manos en ella. Se arrodilló y me quitó mi ropa interior, procediendo a chuparme mi trasero, después se detuvo un momento para sacar un condón y colocárselo en su gran y grueso pene, así que me preparé para recibir la penetración, sentí que la cabeza tocaba mi entrada para después entrar lentamente.

—¡Ahh! Si, que rico... Me encanta— dije, estaba experimentando una verdadera cogida, de pronto sentí una explosión en mi interior la sensación es indescriptible, un orgasmo único y delicioso nunca había experimentado algo igual.

Rápidamente él saco su verga y se vino escandalosamente y yo quería sentir otra vez lo mismo, así que arrodille y empecé a mamarle su miembro, para que volviera a estar erecto y duro. Mi excitación estaba en su nivel más alto solo pensaba en coger, se la mame hasta que se puso dura como un tronco otra vez. —¿Así que quieres más?, me preguntó. —Si— Le contesté y me ayudó a incorporarme, mientras esperaba nuevamente se puso otro condón para volverme a coger duro, mis tetas se movían de un lado a otro, por la fuerza de sus embestidas, y cuando mis ojos estaban blancos por el placer que estaba sintiendo, escuché una voz claramente conocida que dijo, —Fernanda—

Mi amante no me soltaba, así que abrí mis ojos para saber de quién era esa voz y cuándo fijé la vista a la puerta era mi novio. —Puta de mierda— dijo y él que me tenía cogiendo le dijo con su voz entrecortada, —Si quieres gozar a esta puta entra de una vez— A pesar de la furia que se le veía a Andi en sus ojos entró donde estábamos y se quedó mirándonos un rato, mientras mi amante me embestía sin cesar. No sé qué estaría pasando por la cabeza de mi novio, me intrigaba y a la vez me daba miedo, pero baje mi mirada y note que su pene se le estaba parado seguramente por la escena que veía, así que extendí mi mano —Ven— dije —Acércate— él llegó hasta dónde estaba y le baje la bragueta del pantalón, sacando su pene y empecé a hacerle sexo oral. Para después sentir como el hombre del bar se estremecía por su intensa corrida depositando su semen en mis tetas.

Acto seguido y casado por las descargas de mi amante de turno, le dijo a mi novio que ya había acabado y que me disfrutará si quería, para así dejarnos solos. Le pedí a Andi que me cogiera por detrás estaba todavía muy excitada y para mi sorpresa mi novio me abrazó posesivamente y me dio vuelta, la furia que sentía en su agarré lejos de asustarme me excitó más de la cuenta, puso su pene en mi entrada y sentí como me la enterró completo, respire profundo para empezar a coger a la que creía su novia mansita,

—No creí que fueras tan perversa— me dijo, un leve sonrisa se dejó asomar en mis labios,

—Ni yo— dije —Puedo ser tu puta todo lo que quieras Andi.

Saque su pene de mi trasero y empecé a mamársela arrodillada, hasta que eyaculo en mi cara.

Pasados dos meses de aquel hecho en el bar, la relación con Andi ha mejorado en niveles inimaginables, realmente nos llevamos muy bien en el plano sexual y la idea que podría ser gay quedaba descartada. Quizás lo que Andi necesito fue ver que yo podría estar con quién quisiera y que si él no me daba placer lo buscaría por mis propios medios. Y aún qué si había mejorado la relación, ¡A veces me doy unas escapadas para verme con el hombre del bar! 


                                                                           ***FIN DEL RELATO***

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