Cortar los adornos es la mejor distracción.
Tararear viejas canciones se ha vuelto nuestra conexión.
A veces te gusta mirar mientras voy detrás.
Parece como si estuviéramos atados de manos
y en lugar de soltarnos,
de las cadenas nos enamoramos.

Los expertos podrían detectar la enfermedad,
pero yo abandoné la terapia
y prometí no volver jamás.
Tú, en cambio, fuiste curado.
Quizás a todos engañamos
y hoy lo estamos pagando.

Me quemé con la pistola de silicón
al escucharte hablar y voltear en tu dirección.
Me socorriste, como si fueras experto en quemaduras leves.
Sin embargo, eres un fracasado que día a día muere.

Me corté con el cúter al pasarlo sobre el cartón
mientras se reabrían las fisuras de mi corazón.
Entonces la sangre salpicó la pared que tenía delante.
En la vida no éramos más que un par de farsantes.

Decorar no es uno de mis dones.
Y ahí estabas tú,
abriendo los cajones.

Sonreír no es de mis virtudes.
Y ahí estábamos los dos,
sonriendo ante las multitudes.

Me equivoqué.
Nunca hubo una distracción,
sólo fue una fofa simulación.
Lo único real somos tú y yo.