
Capítulo 48- Sospechas mortales
Capítulo 48
Sospechas mortales
"Debemos desconfiar unos de otros.
Es nuestra única defensa contra la traición"
Tennessee Williams
¡Otro capítulo suave! ¡Ya se viene el choque con la realidad!
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ISAAC
Voy con Isabella echada en el hombro, mientras canta como pajarito borracho, me encanta verla tranquila, sin prisas, sin odio, sin venganza porque es un alma buena bajo toda la ira, el único problema es que esta no es nuestra vida, tenemos enemigos encima, unos poderosos en el mundo, quienes nos esperan para una confrontación, aunque estoy a punto de proponerle renunciar a nuestro trabajo, traer a Isaff y hacer nuestra vida en este pueblo hermoso, aunque le diré mañana, hoy no se acordará después. En el camino me encuentro con Tera de nuevo e Isabella quiere bajarse, pero no la dejo, ella sólo le dice "Ni lo mires"
Esa posesividad me gusta, sólo en ella, ninguna otra mujer puede declararme suyo ni hacerme escenas de celos, porque Isabella es quien me posee en cuerpo y alma. Cuando llegamos a la habitación la pongo bajo sus pies, antes de ponerle seguro a la puerta, entonces me empieza a bailar, pero no le seguiré el juego, está demasiado ebria como para saber qué coño hace, mañana borrará caset, lo puedo jurar, allí trato de sacarle el vestido, pero el condenado parece soldado en su cuerpo, por ello busco alguna cremallera, pero no veo nada.
—¡Estoy como la chupitos! —exclama haciéndome reír, poque esa es famosa por sus borracheras.
—La chupitos se queda pendeja al lado tuyo ahora.
—¿Por qué siempre crees que estoy muy borracha y me llevas del lugar donde estemos?
—Porque estás muy borracha y eres terca como mula...
Entonces se empieza a reír y correr de un lado al otro, no puedo mentir, sus travesuras de borracha me hacen gracia, incluso se suba a la cama para saltar como le encantaba hacer de niña, la persigo para desnudarla y cambiarla a algo más cómodo, pero me lo pone difícil. Por fin luego de un rato la acorralo contra una pared, para hablarle cerquita.
—Si no me dices donde está el cierre, le voy a romper las costuras —advierto con toda la intención de hacerlo, hace calor, pero no quiero encender el aire acondicionado, ese clima tan frío me da rinitis—. Tú decides, cerecita.
—¡Es un diseño exclusivo, ni se te ocurra o dormirás en el lobby del hotel! —replica en una pataleta adorable—. es una cremallera invisible por el costado —se queja con un puchero, entonces la reviso con más detalle hasta encontrarla, de verdad está bien oculta, entonces por fin le retiro el vestido, pero no me espero lo que hay debajo... tiene lencería provocativa, negra con los ligueros que tanto me gustan.
—Esto no es justo —trato de no mirarla, mientras busco su ropa para dormir—. Te pusiste eso para provocarme, pero te emborrachaste —viene hacia mí, entonces me pasa las manos por la espalda y yo que ando más caliente que antorcha de los juegos olímpico queriendo recuperar el tiempo perdido—. Sabes que no te lo haría tan borracha.
—¿Por qué no? —me da la vuelta para desabotonar mi camisa—. Cuando cruzamos esa puerta prometiste hacerme el amor todas las noches.
—Sí, pero no dije nada de hacértelo borracha —me defiendo, pero está difícil, está en ligeros y un top con encaje—. Vamos, no me hagas esto.
—¿Qué tienes? —me saca la camisa roja vino tinto, la brisa corre para mover el velo por la entrada del balcón—. ¿No te gusta mi lencería?
—Me encanta, potra salvaje —hablo sobre sus labios al ella llevar mis manos a su trasero—. Lo que no me gusta es tu estado, siento como si me aprovechara de ti.
—Entonces me aproveché bastante de ti cuando jóvenes, venías borrachito y lo hacíamos ¿ya lo olvidaste? —me besa restregándose contra mi cuerpo que poco a poco empieza a ceder.
—Jamás olvidaría ni un minuto contigo —susurro cuando nos separamos—. Venga, Isa, métete en esa pijama y durmamos, mañana con tus cinco sentidos te haré el amor cuantas veces quieras.
Quiere replicar, pero empieza a verse más mareada y da pasos atrás y así sale corriendo al baño, la sigo de inmediato y la encuentro arrodillada sobre el inodoro vomitando hasta su primera papilla de bebé, entonces sólo puedo ayudarla sosteniéndole el cabello para no ensuciarlo, no tarda en sacar todo el tequila y se pone en pie desorientada, por eso la llevo al lavabo para que se cepille los dientes y la sostengo en todo momento para evitar su caída, cuando ha terminado se deja llevar a la cama, ha quedado desconectada casi.
Allí puedo manejarla mejor, entonces le quito la lencería que me hubiera encantado verla en otras condiciones, porque está muy sexy, más en su cuerpo, pero en este momento, en ese estado, no me provoca porque está indefensa, me juré nunca hacerle el amor cuando ella no pudiera darme permiso luego de enterarme de una noticia de una pareja a quien el novio se aprovechó de ella, mientras estaba drogada por él, eso fue en mi adolescencia, pero aún mantengo la promesa. Ni a ella o cualquier otra.
Saco los ligueros, el top, en fin, todo para vestirla con su pijama, una blusa basic de tiras negra y un shorcito amarillo, parece una maldita abeja, pero se ve adorable, entonces la meto entre el edredón para darle un beso en la frente y dejarla lista para dormir, ella no tarda en hacerlo porque está mal. Pronto yo hago lo mismo, al final sí enciendo el aire acondicionado por el calor, por ello me siento más fresco cuando al fin me meto a dormir.
Horas más tarde el sonido del teléfono me despierta, son las ocho de la mañana, por ello me incorporo en la cama, el aire funcionó hasta cierta hora porque lo programé, por ello ya sólo queda un poco de frío, tomo el móvil para contestar, es Samir mi contador, lleva el control de mis finanzas, pero la verdad no quiero hablar con él ahora, por eso le pongo un texto en donde prometo comunicarme luego por FaceTime, allí giro a ver a Isabella, está profunda como nunca, apenas se ha movido desde anoche.
Me pongo en pie para ducharme y cambiarme, voy a buscarle algo para la resaca, entonces cuando salgo listo, ella ni se ha percatado de nada, esa rasca le debe durar todo el día, salgo por la puerta dejándola bien cerrada, no quiero correr peligro, bajo las escaleras porque odio el ascensor, pero para subir con el desayuno debo usarlo. Salgo directo al restaurante en donde pido un desayuno para mí, mientras reviso mi teléfono con todo lo represado de trabajo, nadie sabe en realidad la carga sobre mis hombros más allá de la milicia.
Tengo que firmar papeles e ir a reuniones virtuales, estoy hasta las pelotas de la virtualidad, pero mientras deba moverme por el mundo con los traslados, no tengo opciones, además de que mis negocios no son en sólo en América, sino Europa también, aunque en los últimos meses he incursionado en destinos turísticos como Tailandia. No le he dicho a nadie en realidad, ni a mi madre o hermana mi situación financiera real, no sé porqué, sólo lo he mantenido en secreto, no por desconfianza, es que quiero estar del todo asegurado antes.
O bueno, ellas saben de cierta parte de los negocios, pero no de todas.
He abarcado un gran sector con la cadena hotelera, además tengo la mano metida tanto en petróleo como en recursos renovables, en fin, de verdad me volví loco al invertir en tantas cosas a sabiendas de que era una ruleta rusa, pero gracias a mi suerte todo salió bien, hoy en día son mi mayor fuerte de ingresos y no es por presumir, pero mensualmente es una locura... hablo con el encargado de los pozos de petróleo en África, él tiene un horario distinto, pero nos coordinamos a la perfección, es una videollamada, por eso lo veo con un casco blanco con la maquinaría en funcionamiento a su espalda.
Me informa sobre algunos retrasos en la extracción de este mes, pero nada que no se pueda arreglar con tiempo y trabajo, entonces termina de darme informes para cerrar la llamada, casi de inmediato abro otra con la construcción de un nuevo hotel en una isla del mediterráneo, está casi listo, pero aún faltan algunos detalles, no había podido poner atención, por eso lo dejé en manos de una asistente que me manda informes semanalmente.
Cuando acabo todo, pido desayuno para llevarle a Isabella, y en lo que está listo voy al spa para sacarle una cita, debe relajarse, entonces se la dejo para las doce treinta. Una vez la comida está lista, lo ponen en una bandeja con la que subo apenas está listo, lleva un omelett de jamón y queso con jugo de naranja, café y agua con un efervescente a un lado, entonces me encamino hacia allí y me encuentro con una empleada quien se ofrece mandar a alguien para llevarlo, pero no acepto, yo mismo lo haré. Pronto estoy arriba y paso a la habitación para llamarla.
—Cerecita —beso su mejilla—. Despierta, es medio día...
Comienza a desperezarse viéndose con mucha resaca, se aprieta las sienes y tapa sus ojos de la luz, casi nunca la he visto tan borracha, me cuesta imaginarla adicta al alcohol, pero pasó, no debería beber si estuvo así, pero quiso hacerlo, me aseguró estar bien con ello. Le pongo el desayuno en la cama, aunque no sé qué tanto apetito tenga con ese guayabo apoteósico, me mira con los ojos hinchados y se sonríe.
—¿Qué pasó ayer? Me vas a malacostumbrar trayéndome el desayuno a la cama diario —pregunta al incorporarse y le paso la bebida con el Alka Seltzer para bajarle un poco los síntomas del alcohol.
—¿No recuerdas que te pusiste hasta el cepillo? Te traje como bulto de papas en mi hombro y puedes acostumbrarte, lo haré siempre que pueda, aunque con las prisas en casa, quién sabe si podré.
—No recuerdo nada después de... de... no sé —bufo incrédulo con diversión, no tiene sólo una laguna, ha borrado la cinta por completo—. Estábamos en la fiesta, hablábamos con Antonio sobre la milicia, bailamos y luego... luego me pediste que dejara los anticonceptivos y ya, no recuerdo más... ¡Espera! ¿quieres otro hijo? —se ve alarmada.
—Relájate, sólo fue una idea —la tranquilizo dándole un golpecito en la punta de la nariz—. Además, no sabía qué tan ebria estabas, de haberlo sabido no digo nada.
—A ver, no es por no querer, es sólo que me parece rápido, volvimos hace dos días.
—¿Sabes qué? olvídalo, no importa —trato de tranquilizarla—. Así como la vez anterior, si debe llegar, quedarás embarazada.
—¿Aún piensas en eso? —pregunta al beber el analgésico un poco nostálgica—. Yo sí...
—Claro, era un pequeño Falcon Fox —le acaricio la mejilla—. Me pregunto a quién se hubiera parecido.
—A Isaff de seguro, no tiene por donde más, ambos somos rubios —me contesta con una mirada de ternura, la tengo cuando pienso en el bebé que perdimos, aunque también se nota triste—. Ya llegarán más adelante, primero casémonos, ¿para cuándo lo tienes planeado?
—Un mes pasadito —explico, pero eso no la sorprende ante lo rápido, después de todo aceptó casarse en dos semanas con Raphael, yo le doy más tiempo, aunque espero se pase rápido, quiero hacerla una Falcon pronto; sin embargo, me arrepiento de haberle dicho "Señora Falcon" a Valkyria en el pasado, ese título sólo es de mi cerecita—. Te saqué una cita en el spa, mi amor, para que te baje esta resaca.
—¿Y tú qué harás mientras tanto? No te puedo quitar el ojo de encima —comenta con una expresión chistosa—. Te caen como chulos, malditas aves de rapiña.
—Voy a la piscina y haré unas videollamadas, tengo que arreglar un par de asuntos, apresúrate, la cita es en media hora. Además, no te preocupes por eso, no tengo ojos para otra mujer, mi amor, nos ha costado sangre y lágrimas estar juntos, no lo jodería jamás —beso su frente, mientras come alegre, aunque aún luce un poco mareada. Pronto termina para meterse a la ducha y tiendo la cama, no soporto verla sin hacerlo.
La oigo cantar en la ducha muy feliz y yo lo estoy también por verla tan relajada, tan tranquila, pero pronto debemos regresar sin poder hacer nada más a nuestra vida de sangre, balas y lágrimas, aunque ahora tenemos algo que nos hace más fuerte: nuestro amor. Sale en toalla para dejarla caer y vestirse con un short negro y una blusa básica de tiras roja, recoge su cabello en una cola de caballo, así como zapatos de tacón corrido para ambos salir de la mano. La llevo hasta el spa y le doy un beso antes de irme a la piscina para relajarme un poco. Llego a una mesa con una sombrilla de sol en el medio para pedir una piña colada a una de las meseras que pasa.
Hay pocas personas por el sol candente, estoy del lado izquierdo de la piscina con el edificio al otro lado derecho, a los lados alojamientos tipo casa y la zona del spa a mi espalda, me relajo en tanto espero mi bebida, mientras veo a todos ir y venir, con un clima cálido perfecto.
Saco mi teléfono para hablar con Kayla, esa chica es un ángel caído del cielo, nos ha ayudado con Isaff como si fuera una madre y por eso es recompensada con todo lo que podemos darle, hago una videollamada para ver a Isaff, pero está enfadado, ha sacado mi mal genio, dice que mami y papi se han ido de vacaciones sin él y que no nos hablará hasta volver, lo veo al fondo cruzado de brazos con un puchero y por mucho que le prometo traerlo la próxima vez, no quiere ni mirarme.
Está furioso y eso me saca una sonrisa, Kayla trata de nuevo, pero el niño sale corriendo y se mete en su cuarto. Me despido al negar con la cabeza y hago un par de llamadas a mi madre, pero eso me deja preocupado, en mi ausencia Stacey se ha vuelto más loca, ante cualquier cosa explota super nerviosa, no sabe qué decir cuando se le pregunta algo sobre ese tan novio extraño, la escuchó susurra "Tu madre no me dejará en paz, Nick" entonces de ahí dedujo que se llama Nicolás, pero ya no me gusta eso.
Tanto misterio me suena muy mal, Stacey jamás se había comportado así, es obvio que con los años quiera su espacio y se le ha dado, Kyle, Eduardo, nunca le pusimos problema, pero esto es otra cosa, su tapado es fuerte, de eso no tengo duda alguna, hasta teorizo que puede ser un criminal, pero ella no caería por uno de esos, tiene principios, sabe lo que está bien o mal, aunque bueno, por experiencia propia sé cómo te ciega el amor, por Isabella soy capaz de volverme un puto criminal si es necesario y si Stacey es como yo, no será fácil romper ese vínculo.
En todo caso, debo hablar con ella muy seriamente, todo esto tiene muy preocupada a mamá y ella ya tiene suficientes problemas como para estar con esta incertidumbre. Hablamos un tiempo, me cuenta de más cosas extrañas como sus llamadas secretas, como sale del trabajo a una hora, pero llega a casa a una muy distinta, en fin, mil comportamientos extraños nuevos en ella, en fin, le pido no preocuparse, yo lo resolveré en cuanto llegue, si debo seguirla a sus citas lo haré.
Cuelgo la llamada y le marco a Mike, en medio de esta locura no he podido hablar sobre cómo se ha sentido luego de su estado en el hospital, pero me dice que se siente muy bien, poco a poco ha recuperado su vida con terapias y exámenes constantes, pero todo ha salido muy bien, ya podrá volver a trabajar en pocos días, porque está vuelto loco por hacerlo, jamás ha sido de los que se queda sentado sin hacer nada, pero lo aliento a leer, Nos ayuda a sacar el estrés, es profunda y nos enseña aunque sea una sola cosa con sus páginas.
Me cuenta sobre la propuesta de matrimonio a Renata, quiere adelantarlo todo, aunque me comenta sobre sus sospechas sobre Lucio.
—Estás paranoico, Mike, ellos no se involucrarían —trato de calmarlo, aunque mienta, y no importa, Lucio por desgracia se ha ido, nos dejó un agujero a todos, la verdad, pero pasó y no voy a dejarlo arruinar su relación.
—Es extraño, Isaac, te lo juro, ella ha llorado esta vida y la otra, en la noche susurra su nombre cuando habla dormida, encima se despierta aterrada como si fuera una pesadilla, eso no es normal —replica poniéndomela difícil, Renata se ha dejado muy en evidencia—. Cuando murió pasó la primera semana sin comer, casi se muere, hasta se desmayó por descompensación, luego parecía fantasma, sí, trabajaba, hablaba, pero todo como un maldito ente depresivo.
—¿Y por qué te importa? desgraciadamente Lucio ya no está, ¿qué más da? Si pasó, es parte de algo antes y...
—Necesito saber qué clase de mujer es Renata, porque si se atrevió dormir con el padre de su mejor amiga pasando por encima de Marina que ha sido una madre para ella, no estoy seguro de querer casarme con alguien así.
«Mierda ¿cómo lo convenceré?»
—Mike yo no vi nada extraño y...
—¡Tú estabas en Colombia, claro que no viste nada! —grita sin dejarme acabar—. pero Isabella debió ver algo, eso, eso, pregúntale o pásamela.
—¿Estás loco? No te la voy a pasar, acaba de perder a Lucio ¿y tú le vas a preguntar si él se acostaba con su mejor amiga? ¿has perdido la cabeza? —espeto incrédulo por su idea, hasta me hago centro de miradas porque salió un poco agresivo.
—¿Entonces qué hago? ¿y si me caso con ella y resulta cierto? ¡Se folló al padre de su amiga! —brama con desesperación poniéndome en una situación terrible, él es mi mejor amigo, no quiero mentirle, pero tampoco arruinaría su relación por algo que, a mi modo de ver, es pasado y debería pisarse, a menos que ellos hubieran retomado su relación, aunque no lo creo, por eso me propongo llamar a Renata apenas cuelgue.
—¡Cálmate! —bramo en alto—. Nadie hizo nada, son conjeturas tuyas, Michael, ¿llorar? ¿pesadillas? Tal vez quería mucho a Lucio, pero como figura paterna, no como hombre.
—No sé, jamás la vi tan cercana como para reaccionar así, es más, se comportaba extraño cuando él llegaba, lo evitaba como si fuera a descubrirla...
—Mike, bájale a las revoluciones, no seas paranoico, Renata no ha hecho nada raro, métetelo en la cabeza ¿sí?, alguno los hubiera visto ya. Respira, tómate un té, no sé, sal a tomar aire, embútete media botella de tequila, cualquier cosa menos maquinar sobre ellos —miento con descaro, pero no tengo opciones, tampoco puedo preguntarle a Isabella porque sería revelárselo a ella, ni a mi madre porque se lo contaría a Marina, mejor dicho, estoy jodido por los cuatro costados—. No te des mala vida por eso, Mike, no vas a dañar una relación tan hermosa como la tuya por una sospecha tonta, si quieres pedirle matrimonio adelante, ella es una buena mujer, excepcional, no encontrarás otra igual... piénsalo, aquí no pasa nada, pero puede pasar si enciendes una flama que se convertirá en un incendio. Déjalo por la paz.
—Tú sabes algo, te conozco, dejas la posibilidad abierta, la cubres ¡Y te dices ser mi mejor amigo!
—¡El maldito golpe en la cabeza te dejó más pendejo que de costumbre! —me quejo molesto—. Haz lo que se te dé la maldita gana, pero ojo, no llames ni le cuentes nada a Isabella de tu sospecha idiota de Renata, o vamos a tener problemas tú y yo y sabes lo que significa eso, ¡Yo no sé ni mierda, Michael!
—¿Y por qué reaccionas así? —pregunta con precisión, me conoce muy bien el cabrón—. Lo sabes y no quieres decirme, pero lo averiguaré, ya verás y cuando compruebe que me has traicionado nuestra amistad terminará.
—¡Bien! ¡Haz lo que se te de la puta gana, pero a mi mujer no la llamas a hacerle preguntas imbéciles de su padre muerto o te muelo golpes! —cuelgo la llamada furioso, aunque es algo hipócrita, a decir verdad, él tiene todo el derecho a ponerse así, estaría peor en realidad, pero no voy a dañar mi relación por un secreto de otros, aunque sé cómo se pondrá Isabella si se llega a enterar, podría joder todo el matrimonio, entonces llamo a Renata.
—¿Qué pasa Fuckboy? —pregunta con un tono bajo, no con su alegría de siempre—. ¿Algún problema?
—¿No puedo llamar a mi amiga?
—Tú no, al menos no en luna de miel, algo quieres ¿qué sucede?
—Llamó Mike, lo sabe todo lo de Lucio y sólo pude negárselo, ¿Por qué eres tan evidente? —pregunto más tranquilo, aunque sigo enojado.
—Lo siento por no ser un bloque de hielo del ártico como tú —dice entre dientes—. Yo amaba a Lucio, lo sabes, él me dejó, pero el sentimiento nunca murió... no vayas a pensar que estábamos juntos otra vez.
—Pues parece —acuso, aunque le creo—. Mira Renata, no sé cómo lo harás, pero debes convencerlo de que está equivocado, él no puede decirle a Isabella, le mentí a Mike pensando en no dañar tu relación, y no voy a dejarlos romper la mía, sólo callé por el cariño que les tengo, pero si esto se pone peor, no te cubriré.
—Siento todo esto, Isaac, que debas cargar con esto, pero te agradezco mucho, no quiero perderlo por un error de mi pasado.
—Sé cuidadosa, elimina la evidencia, toda Renata, él jamás debe enterarse, no quiero que lo lastimes.
—Tranquilo, lo haré, no descubrirá nada, no te preocupes —murmura con la voz baja, se siente más triste—. Salúdame a Isa, su teléfono está desconectado ¿no?
—Sí, por seguridad, Raphael no puede encontrarnos todavía, ¿qué ha pasado en la base?
—El chisme se regó, el General ha quedado como un cornudo apoteósico, él está irritable, grita a todo el mundo, sobre todo a los técnicos por no poder deshacer lo que hiciste con los chips de rastreo, nadie ha podido hacerlo —explica con más ánimo, veo pasar a Tera por el otro lado de la piscina, quien me guiña un ojo con descaro, aunque sólo la veo con desagrado—. Por toda la base se rumora que Isabella lo engañaba contigo.
—Pues chisme no es, lo engañó varias veces conmigo...
—Sí, pero ha quedado como la villana, la que dejó plantado al gran General amoroso y protector, puede que a ti no te importe cómo quedes, pero a ella sí.
—¿Y por qué? no debería hacerlo, a la mierda el mundo, primero nosotros ¿o no?
—Definitivamente ya sé porqué te dicen animal de monte, atrabancado.
—La solución es decirle a todos la clase de rata traicionera asquerosa y mentirosa que es, déjalo en mis manos, la imagen de Isabella la limpio yo o dejo de llamarme Isaac Falcon —me sonrío con malicia porque empiezo a maquinar cómo me quitaré esa piedra del zapato, me importan dos pelotas y media si dejo a Valkyria como mala en el camino.
—Sí claro y ¿qué harás? No tienes pruebas más allá de una grabación.
—Una grabación donde discuten sobre alias escorpión ¿lo olvidas? Me llevo a Raphael y a Volkov por los cuernos.
—Son Generales, Isaac, no te metas en eso... —susurra, pero escucho a Mike en el fondo, la llama furioso, no sé dónde están, pero debe colgar de inmediato.
Me quedo preocupado, a decir verdad, Mike no es violento con ella, pero está enfurecido y así cualquiera comete una locura, sobre todo un militar entrenado. Me veo tentado a llamarlo para detener lo que sea que planeé hacer, pero cuando intento hacerlo me sale buzón de mensaje «Este cabrón desgraciado me bloqueó» aunque tiene razón, pudo percibir mi mentira y está indignado, pero ¿qué puedo hacer yo? Nada, es un problema de pareja, no me meto en eso, como no me gustaría que se metieran en la mía.
Esta situación está grave, pero de pronto me acuerdo de esa noche en el restaurante donde ese maldito hijo de puta se presentó como un admirador de Renata, ¿y si ella cae? Me pregunto, aunque bueno, sí Mike se ha decidido a no perdonarle esto, no le importará en lo más mínimo, ese tiene el orgullo más grande que el mío y eso ya es decir bastante. Trato de llamar a Renata, pero me desvía la llamada cuando suena dos veces, me cuelga, en pocas palabras.
En eso me entra una llamada de Marina quien pregunta por Isabella y cómo va todo, esa mujer es un roble, ha estado frene a todo esto sin flaquear, recuerdo que era la que me acompañaba a ver a Isa al psiquiátrico, porque no la dejó sola ni un solo día, aun era agente activa, pero hacía de todo por ir a verla, entonces yo me unía a ella pues no me dejaban entrar solo porque necesitaba un adulto conmigo, ella aceptaba encantada y me decía que Isabella reaccionaba bien a mi presencia, pero como siempre, Theodore lo arruinó todo.
En una pelea con mi padre me metí y alcancé a empujarlo, me golpeó con un bofetón que me dejó en el suelo, me pateó; sin embargo, lo más doloroso fue que me revocó el permiso para ir a ver a Isabella, eso sí me jodió ¿el golpe? Nada, eso no me molestó en comparación con no poder verla a ella y acompañarla en su momento más duro. Desde eso empecé a retener un profundo odio por mi padre, mucho más fuente que antes, eso sólo se acrecentó con el maltrato y su forma de jodernos la vida, por eso terminé odiándolo como a nadie más.
Marina me cuenta algunas cosas, como que todo esta revolucionado en la base, justo como me contó Renata, es el chisme del momento entre todos, Raphael está loco, todo el mundo lo mira con pesar e incluso fue a donde estaba ella a reclamarle por lo que había hecho su hija conmigo, le exigió nuestra ubicación, pero nadie sabía a dónde nos dirigíamos, ni siquiera ella, es mejor así, nadie debía hacerlo por seguridad. Luego se le sale decirme que Fabián está histérico, al parecer no ha superado a Isabella.
El muy cabrón se niega a aceptar nuestro amor, como el mismo Raphael, pero los entiendo, superarla es difícil, por no decir que imposible, es más permanente que un tatuaje en el alma y allí es complicado sacarlo, no hay forma de hacerlo jamás, yo lo sé bien, pude pasar todo estos años enojado, pero la verdad es sólo una: jamás pude superarla y no creo poder. Fabián ha bebido de nuevo y su nueva esposa no sabe qué es de ese hombre gentil que conoció, pasa lo mismo que con Isabella, pronto será un monstruo como lo fue antes y esa mujer será su próxima víctima.
Me causa pesar un poco, no me gusta ver a las mujeres pasar por el maltrato, mi madre fue víctima de eso también, por eso verlo en otras es como revivir mi vida viéndola moreteada, con sangre, con hematomas, en fin, como Theodore la dejaba. Pronto termina todo lo que tiene para decirme y me pide saludar a Isabella, está muy feliz por nosotros y eso me alegra a mí, sé que nunca fui el favorito para ella por mi historial con las mujeres, pero ahora aceptó porque sabe como amo a su hija y que podría faltarle a otra, menos a ella.
Cuelgo para caminar a una tumbona y así relajarme con el sol, pero alguien me tapa la luz un momento, por eso abro los ojos.
—¿Y eso? No tenías argolla ayer —pregunta la tal Tera al ser quien trae la piña colada, espero que Isabella no la vea, no quiero que se ensucie las manos, pero debe estar en medio de sus tratamientos faciales—. Ahora sí.
—Ayer íbamos a la reserva natural, no quería perderlo, obviamente —me excuso sin siquiera agradecerle, esa sólo vino a coquetear otra vez, se le nota por cómo me mira y enrolla su cabello rubio—. ¿Algo más?
—No, en realidad.
—¿Entonces qué haces que no te vas? —replico con mal genio, no quiero problemas con mi potra salvaje—. ¿Debo llamar a tu madre?
—¡No! me enviará a contar latas de nuevo —se queja como niña berrinchuda, eso de que tiene veinte no se lo creo.
—Entonces aléjate de mí, estoy ocupado y la verdad no me interesa hablar contigo —espeto como una cuchilla afilada—. ¿Y bien?
—Sólo respóndeme algo —insiste haciéndome bufar molesto —. ¿Qué le ves? Digo, ya tiene como cuarenta.
—Tiene treinta y dos, tenemos la misma edad y le veo que llevamos dieciocho años, además de que parece una diosa venida del cielo mismo, una modelo, es hermosa ¿no has notado como la miran los hombres? —respondo con la verdad—. Vete, no quiero problemas.
—¿Dieciocho años? No lo creo... tendrían que haber empezado...
—A nuestros catorce años, sí, que inteligente eres —espeto cansado ya—. ¿Qué haces aquí todavía? No importa cuánto lo intentes, podrías pasearte sin ropa frente a mí y no me causarías nada. Ahora vete por ahí, no sé, sirve más tragos.
Su ira se nota en la mirada, es atractiva, puede estar acostumbrada a conseguir lo que quiere, incluso hombres, pero no dice nada, solo rabea con las mejillas enrojecidas para marcharse rechazada, eso me da tanta gracia que sonrío, puedo parecer un patán con las mujeres frente a toda la piscina, pero ¿Cuándo no lo he sido?,
—¿Dónde se consigue uno fiel como tú? —bromea Briggitte al llegar, ha escuchado todo, viene en vestido de baño rojo con un pareo y así sí se le nota el embarazo, su cabello rizado se ensortija con rebeldía y hace contraste con su piel blanca y ojos verdes—. Esa muchachita también le hace ojitos a mi esposo, el problema es que él le devuelve el gesto.
—No creo, él parece adorarte —le contesto extrañado de sus palabras, entonces pone la toalla en la tumbona más cercana a la mesa para acomodarse de medio lado—. Eres su esposa.
—Lo sé, pero es muy ojo alegre, Antonio podría serme infiel, Nunca le ha dicho a una mujer guapa como esa muchacha algo como lo que acabas de decir, eres tan diferente.
—No soy tan bueno, Briggitte, he sido mujeriego, pero jamás cuando estoy con ella.
—No entiendo, acabas de decir que llevan dieciocho años —pregunta extrañada, entonces le cuento la verdad, nuestro amor contrariado, su matrimonio, nuestra relación hace dos años, nuestro hijo y mi falso matrimonio con Valkyria y la locura que estuvo a punto de cometer Isabella, no sé porqué me siento tan cómodo con ella, pero le cuento todo.
—Vaya, que impresión, como han luchado juntos —comenta con una sonrisa—. Me gustaría una persona así conmigo.
—Estoy seguro de que Antonio lo haría.
—No, en una ocasión tomé maletas para irme de la casa por unos mensajes raros en su teléfono, ¿y crees que fue por mí? Ni una llamada, como si estuviera a la espera de una excusa para dejarme... sólo me comuniqué con él porque del disgusto tuve problemas con mi primer bebé, pero de no ser por eso, no me hubiera buscado —se lamenta con una mirada de nostalgia, aunque también de dolor, es tan dulce que no encuentro el porqué fallarle; sin embargo, no puedo juzgar sin saberlo—. Creo que está harto de mí, pero no quiere dejar al niño.
—No me dio esa impresión, ¿estás segura?
—No puedo estarlo, no me ha dicho nada, pero eso creo con firmeza —responde y suelta una lágrima—. Sólo desearía que me dijera la verdad, prefiero su abandono que su lástima.
—No digas eso, habla con él, es lo que he aprendido con tantos años con Bella, hablar, ser sincero así haya errores o problemas, la comunicación es vital para una pareja —aconsejo, aunque no debería meterme en eso—. Cuéntale cómo te sientes y...
—¿Cómo se siente quién? —pregunta Antonio, estábamos tan concentrados que no lo vimos cerca—. ¿Qué hay, Isaac? ¿dónde dejaste a Isabella?
—En el spa, tiene resaca —cuento al beber de la piña colada, él se nota un poco distante, creo que tiene celos por la forma en como nos mira, en especial a mí, por eso le aclaro de inmediato—. Aquí no pasa nada, ¿eh? Sólo nos encontramos aquí.
—Yo no he dicho nada —se defiende extrañado.
—Brother, conozco esa mirada y ese tono de voz —explico con una sonrisa—. La tengo con Isabella porque soy posesivo con ella, no debería admitirlo, mientras me sonrío, pero así es.
—¿Posesivo como de violento? —pregunta él con otra actitud más amable.
—¡No, para nada! Preferiría morir antes de ponerle la mano encima o gritarle horrible por celos, pero sí me gusta marcarla como mía y no con chupetones —aclaro, mientras bebo más—. Con gestos, palabras, sobre todo cuando me la miran de más.
—Pues debe pasar seguido, Isabella es hermosa —comenta él sentándose en la tumbona donde está Briggitte—. En todo en realidad.
—Uno se acostumbra, pero siempre tiene cuidado. De verdad no te preocupes, aquí no hay nada, soy fiel a Isabella... tengo que dejarlos, debo asistir a una reunión virtual.
—Oye si te incomodó lo siento mucho, son celos de esposo —Antonio trata de disculparse, pero saco mi móvil y le enseño el evento en el calendario de Google.
—De verdad, mira, es hoy a la una treinta, faltan diez minutos —me sonrío para calmarlo—. Si quieres nos vemos en el restaurante a las ocho, y cenamos juntos los cuatro.
—¡Sí! —dice animado—. ¿Cierto, bebé?
—Sí, claro —responde ella feliz—. Suerte en la reunión.
Me despido para ir a la habitación, tomaré la reunión en el PC, Isabella aún debe tardar, me llama para enviarle almuerzo porque está hambrienta y lo hago, me comunico con recepción, lo piso e igual el mío por servicio a la habitación. No tardan mucho en llegar, así como el de ella, entonces empieza la reunión, pero como soy el jefe me vale cinco comer, mientras escucho e intervengo. Esto es todo por el hotel en el que pienso casarme con Isabella, la isla Ko Samet en Tailandia, es hermosa, playas cristalinas, arena clara y claro, mi hotel en donde hay casas privadas, las torres de habitaciones, cuatro piscinas, cabañas sobre el mar, en fin.
Todo está planeado de forma literal, Isabella tendrá un ictus cuando sepa cuanto valdrá nuestro matrimonio.
Me comentan sobre la afluencia enorme de turistas, pues hay habitaciones con precios accesibles, entonces eso atrae a muchas personas, las comodidades de un hotel cinco estrellas, con secciones asequibles para quienes no tienen tanto dinero, fue un de las primeras cosas que quise implementar, el tener varios precios desde la suite más costosa y de lujo a una habitación sencilla en los pisos bajos, pues así se dividen, entre más sube, más caro es el alojamiento, con esa estrategia se ha hecho muy popular entre los turistas.
Al principio el arquitecto preguntó qué carajos hacía con semejante idea, hoy en día me felicita, las vueltas de la vida. de esa manera tengo todo resuelto, o al menos la primera mitad, he pagado a los proveedores aun cuando no hemos escogido fecha, sólo me piden avisarles con mínimo tres semanas de anticipación, pero tendrán más, no podemos tan pronto por mucho que queramos, para que todo salga bien, debemos planearlo con calma. Me concentro en la reunión donde me dan cifras de dinero, esas mismas las envían a mi teléfono para poder verlas de cerca yo mismo.
Allí veo una curva de crecimiento marcada con respecto a otros alojamientos en la misma isla, entonces reviso todo, mientras como y escucho, entonces me comentan sobre algunos daños en habitaciones y me piden autorización para empezar los arreglos, por supuesto se lo doy, pero le recuerdo al administrador, quien está en la llamada, que puede hacer cosas en el hotel por mejorar sin tener que llamarme a cada rato, sólo debe pasarme informes o, mejor dicho, a mi asistente quien me lo pasa a mí luego de estudiarlos.
Les cuento entonces mi intención de tener mi boda ahí, entonces me felicitan y se ponen a mi servicio, por ello le cuento los planes y empiezan a sugerir lugares del hotel donde se pueda hacer la ceremonia, pero aun debo consultarlo con ella, por eso pido que me envíen fotos para mostrare y así decidir. Pronto no hay nada más para decir, debido a eso termina la reunión y nos despedimos, allí termino mi comida justo cuando me entra la videollamada de Samir, por eso aparto los platos vacíos y le contesto para saludarnos, pero casi de inmediato empezamos a hablar de mi dinero.
—Isaac, esto es una millonada —se queja él, aunque ni caso le hago—. Cada semana son miles de dólares, ¿Cuántas veces te vas a casar?
—¿Y qué? ¿no puedo pagarlo? —me encojo de hombros con una sonrisa. el aire acondicionado mantiene el lugar frío y me apoyo en la silla.
—Puedes pagarlo cien veces seguidas, pero es demasiado para un matrimonio, nunca en mi vida de contador había visto una boda tan costosa en uno de mis clientes —sigue quejándose cuando siento la mano de Isabella en mi hombro, ha entrado sigilosa para sorprenderme—. Oh, hola, ¿Es ella?
—Sí, Samir, te presento a Isabella, mi mujer —ella se sienta en mis piernas al saludar, aunque se ve rara—. Mi amor, Samir, mi contador.
—Hola, mucho gusto... ¿Hay algún problema? ¿si Isaac paga esto quedará con problemas de dinero? —pregunta directo, escuchó todo.
—¿Problemas de dinero? Este cabrón desquiciado tiene cuatro vidas resueltas, podría dejar de trabajar ahora y vivir como rey del mundo el resto de su pedante existencia y eso que no ha cerrado dos negocios pendientes.
—No te preocupes por eso, lo que sucede es que, como todo contador, Samir piensa sólo en los números —explico acariciándole la mejilla con el dorso de mis dedos—. Tendrás una boda de ensueño.
—Pero igual no es necesario tirar la casa por la ventana... —trata de decir al mirarme, su rostro libre de maquillaje me encanta y me hace besarle la mejilla suave.
—Sí es necesario, por... —intento meterme, pero me calla.
—¿Cuánto ha invertido en esto, Samir, dime la verdad? —pide ella con preocupación sin dejarme terminar.
—No le vayas a decir, Samir, o vamos a tener problemas —bromeo al señalarlo por la cámara con una sonrisa, puede darle un no sé qué a esta mujer.
—Si no me dices tendrás problemas conmigo —replica ella al taparme la boca con delicadeza, pero no me deja hablar más—. ¿Y bien?
—Lo siento, Falcon, temo más la furia de una mujer, además, ella sí parece razonable —se burla él—. Estamos rozando los dos millones de dólares, eso sin contar el precio del anillo de compromiso.
—¡¿Dos millones de qué?! —se pone en pie en un alarido agudo, pero eso sólo me da un ataque de risa—. ¡¿Qué vas a servir en la boda?! ¡¿cuánto durará?! ¡¿cuántas novias tienes?! ¡Has perdido la cabeza!
—Y aún no se ha contemplado la otra mitad —Samir canta como cacatúa mojada—. Hazlo entrar en razón.
—Espera... ¿Cuánto costó el anillo? —pregunta de nuevo ella.
—Es un solitario de 15 quilates, con incrustaciones de rubíes y zafiros valorado en un millón y medio de dólares diseñado por Lorraine Schwartz (1)* —acusa Samir y ella se queda con la boca abierta de manera literal.
—¡¿Me haces usar millón y medio de dólares sin advertirme?! —exclama histérica, pero me hace mucha gracia la verdad.
—Samir, hablamos después, tengo que apagar este fuego que tú encendiste —me carcajeo al despedirme para cerrar el portátil—. Cálmate, no seas tan potra salvaje.
—¿Yo potra salvaje? ¡Tú animal de monte! ¿dos millones de dólares? ¿millón y medio en un anillo? —exclama poniéndose más histérica con cada palabra, aunque a mí sólo me hace mucha gracia—. ¡Deja de reírte y explícame!
—¿Qué quieres que te explique? ¿qué quiero casarme contigo tirando mi casa por la ventana? ¿qué quiero que recuerdes ese día como el más especial? —trato de convencerla acercándome al tomarla por la cintura—. Eres lo mejor de mi vida, quiero hacerlo.
—¡¿Gastarás cinco millones de dólares en un día?! ¡¿sabes cuantas vidas de trabajo es eso?!
—En una semana en realidad, haremos una verdadera fiesta —explico dándole un beso en la mejilla porque corre su boca.
—Me parece una exageración, ¿una semana? ¿me viste cara de novia hindú? A nadie en casa le darán permiso para... —la miro con travesura—. ¿Involucraste a Sigmund en esto con más permisos? ¡estás loco! Qué vergüenza con él.
—¿Por qué? es tu padrino en la milicia, además él solito preguntó, yo sólo acepté, además ahí estará.
—Quiero que me expliques en este momento qué tienes en mente, en qué carajos te has gastado dos putos millones de dólares, quién más sabía de esto y todo lo que tengas que decirme —exige, entonces vuelvo a abrir el portátil para mostrarle todo alzándole las manos en señal de rendición, allí le muestro el lugar, isla Ko Samet en donde hay paisajes naturales como le encantan a ella, los arreglos de paredes de rosas, el diseño de cristalería carísima de la decoración, los adornos colgantes, las esculturas de hielo detalladas, los grupos de música, las bebidas alcohólicas e igual más cosas, eso es sólo el resumen, todo eso más el traslado de todo hasta allí.
—Has pedido la cabeza, Falcon, estás de psiquiátrico, ¡Necesitas medicación! —dice cuando ha terminado de ver la lista de preparativos, bastante larga, por cierto—. ¿E ibas a perder dos millones de dólares si yo me casaba con Raphael?
—Si quieres que sea honesto, jamás te iba a dejar hacerlo —me confieso con descarado—. Ese General no sabe qué clase de jugador de ajedrez tenía como rival. Yo dije que fueras feliz con él para bajar tu guardia, pero había treinta hombres armados fuera para secuestrarte a las malas.
—¿Y la guardia de Raphael? ¿ibas a hacer un tiroteo en plena boda? ¡Había niños, nuestro hijo entre ellos ¿estás loco?
—Sí, estoy loco, no iba a dejar que mi mujer se casara con ese tipo —exclamo encogiéndome de hombros—. Y yo no dije que estaban armados con armas de fuego, eso iba a ser el festival de los dardos tranquilizantes, iba a dejar a todos durmiendo tres días seguidos. Primero Salas su jefe de seguridad, luego los demás, igual sólo eran seis.
—¿Y si fallaban?
—El sacerdote no iba a casarlos en realidad —presumo y eso lo deja aún más anonadada—. Hice una muy jugosa donación a su iglesia... por un millón de dólares cualquiera de deja comprar la consciencia.
—Eres un... —empieza aun como en shock
—Hijo de puta enamorado perdidamente de ti, sí, mil veces lo haría —comento al atraerla hacia mi cuerpo, pero no se deja—. No sé qué demonios te sorprende, reina, te dije que no te iba a dejar casa con ese, ¿o no? por eso tenía plan todo el alfabeto.
—¿Cómo te enteraste de quién nos casaría?
—Cuando busqué en su oficina en busca de pruebas, vi una carpeta con los recibos y todo lo necesario, allí vi un papel de la iglesia, después de eso fue sencillo —de pronto me mira con una sonrisa y niega con la cabeza—. Aunque estaba bastante seguro de que no me ibas a dejar ir.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunta al acercarse de nuevo, ya parece resignada a la idea de que estoy desquiciado por ella—. Me mentiste, ¿es eso? Ese discurso era falso.
—No, mujer, todo lo que dije era verdad, mi amor, cada palabra salió del corazón, pero las dije ahí para hacerte recapacitar, te hice ver nuestro amor en un segundo, ¿o no? —asiente con la cabeza ante mis palabras—. Ese era el objetivo, te conozco, Isabella Fox, no me ibas a dejar salir de esa habitación.
—Fue psicología inversa, Isaac —murmura, aunque no molesta, parece más bien sorprendida—. No te conocía esas estrategias.
—Soy un ajedrecista, Isabella, siempre lo he sido, más aún si se trata de recuperar a la mujer que amo y todo el gasto de la boda, lo hago con gusto, con orgullo, te daré lo que un día soñaste —murmuro con una sonrisa tierna—. Me contaba de tus anhelos de casarse en una playa exótica con cristalería, temática de espejos y esculturas de hielo, veías los programas como "Vestido de novia" donde tu favorita era Pnina Tornai, los vestidos corte sirena con pedrería y escote de corazón, querías niña de las flores, un hijo que llevara los anillos...
—No creí que te acordaras de eso, es increíble —comenta mirándome con ternura también—. Entiendo que me quieras dar lo mejor, pero ¿Tienes idea de cuánto dinero ...?
—No olvidaría tus sueños y no tengo idea de nada, mi amor, sólo quiero casarme contigo así me quede en la quiebra.
—Al parecer no te quedarás en la quiebra —me reclama indignada—. ¿Alguna razón en especial para ocultarme tu liquidez? ¡Eres millonario! ¿por qué te sigues matando en la milicia de esa manera? Todo por un sueldo miserable al lado de tus otros negocios.
—Me gusta mi trabajo, es lo único que puedo decir —admito atrayéndola por la cintura, ahí me deja—. Y no hay ninguna razón, sólo llevamos dos días de luna de miel, mis finanzas no son mi prioridad. Vamos, deja de refunfuñar ya, quiero darte lo mejor.
—Para mí lo mejor eres tú y nuestro hijo, podría ir al juzgado y ya...
—Para el juzgado están mujeres como Valkyria, tú estás en otras ligas.
—Pero hiciste toda tu parafernalia por la iglesia, no por el juzgado —refunfuña echándomelo en cara—. Disfrutaste mucho hacerme sufrir, Isaac.
—Lo siento, Isa, no sé cómo pedirte perdón, porque el villano fui yo, quise hacerlo apropósito con toda la intención de hacerte daño y no te merezco, de verdad, pero te amo como nadie más —confieso porque es verdad, yo no debería querer su perdón porque no lo merezco para nada, pero lucharé por ella—. Te sacrificaste por mí, pusiste mi vida por encima de tus sentimientos y eso jamás podré pagarlo, no habrá perdón alguno para pedírtelo el resto de mi vida.
—También te hice daño.
—No, fuiste obligada a hacerme daño, en cambio yo lo hice porque quería, fue consciente, tú sólo buscaste lo peor que podrías hacer para alejarme y mantenerme a salvo, son cosas distintas —apoyo mi frente en la suya—. Quien no tiene perdón de Dios soy yo.
—Deberíamos empezar de cero y ya —me besa lento como me gusta, ella lo sabe—. ¿Sí? dejemos el pasado atrás, hemos hecho una locura de amor, hagamos que valga la pena.
—Está bien, desde cero, nada ha pasado aquí —jugueteo con ella abrazándola por la cintura y alzándola para dar vueltas.
—Tengo una duda... ¿Cuánto gastaste en tu supuesto matrimonio con el alacrán pelinegro? —pregunta cuando la dejo sobre sus pies para darle besos en la mejilla.
—Cincuenta mil dólares y me dolieron porque ni siquiera me casé, fue pura actuación —admito echándole mechones de cabello hacia atrás—. Contigo puedo quedarme en la calle, pero pago tu sueño porque lo pago, ¿está bien?
—Me gustaría decir que te odio a ver si le bajas a las revoluciones —apoya su frente en mi pecho—. Pero no, te amo mucho por querer esto para mí, por recordar mis palabras sobre lo que quería para mi boda, por no permitir que me casara con un desgraciado.
—Y todos nuestros cercanos van bien vestidos, el cabrón de Álvaro sólo sabe pedir y pedir dinero para tu vestido, Dios, que los cristales de swarovski, las perlas, que el encaje francés, que el corsé de no sé dónde y como si fuera poco, el de mamá, Stacey, Renata, Mike, en fin, incluso el de él, ¡Me lo ha cobrado! ya me vio cara de banco —me quejo, pero en broma, no me importa en lo absoluto, me río de mis propias palabras—. Sólo espero que mi madre llegue a nuestra boda, está en las últimas.
—Ya verás que sí, no te desanimes, ¿has hablado con ella?
—Hace un rato, pero la vi bien, esto parece haberle devuelto la vida, está muy emocionada... pero no es la única.
—¿De qué hablas?
—Tu padre Thomas, quiere entregarte en el altar —cuento y eso la vuelve a sorprender.
—Él no puede, todos lo sabrían y no es conveniente para su imagen, ¿por qué lo involucraste en esto? —se queja con algo de molestia, es más preocupación, de seguro por su padre—. Ha luchado mucho por ese sueño, como para...
—Yo no lo involucré, corazón, cuando le conté a Marco para que me prestara su jet, me preguntó si tenía algo planeado, allí le conté todo... hace un rato mientras estabas en el spa Thomas me llamó en persona para decirme eso, ha decidido que ya no le importa, quiere mostrar lo orgulloso que está de su primogénita, a quien tanto ama —los ojos se le llenan de lágrimas y parece no saber qué decir, por eso acuno una de sus mejillas con mi mano—. Supongo que puedes decirle que no vaya, aunque no sé qué tanto caso te hará.
—¿Cómo le voy a decir a Thomas que no? me creyó muerta veintidós años, trató de suicidarse cuando me creyó así, pero me preocupa ¿y su imagen? ¿qué dirá la gente de él? Creerá que no me reconoció apropósito
—No le importa, sólo le importas tú.
—Es un bello, pero no deja de preocuparme, si me veo salpicada por Volkov en lo que sea, él lo estará.
—¿Quieres llamarlo? Usa mi teléfono, no hay problema con eso —ofrezco al sacarlo de mi bolsillo y allí le confío el PIN de desbloqueo, de cualquier manera, no tengo nada para ocultar.
Acepta de inmediato y llamo al número que él me dio, es su personal, me lo confió para estar al pendiente de ella, entonces la mirada se le ilumina cuando le contestan, allí la dejo hablar a solas, trato de salir, pero ella me hace señas de que no, entonces me quedo en la habitación, me siento en la cama para tomar el Ipad y buscar el diario en línea, hoy no he leído noticias, siempre lo hago para mantenerme informado, ahí puedo ver que detuvieron un envío de drogas de los Petrova y Nikolai parece estar implicado en el movimiento ilegal del dinero.
Los narcos no pueden hacer transacciones oficiales por tantos millones sin declarar de dónde viene, por eso deben moverla en electrodomésticos, pitufos, o en envíos como si fuera droga, en los últimos tiempos, hemos detectado que Kaan Karaman pasa dinero con viajeros igual como si fueran mulas, en lugar de cocaína o heroína los carga con dinero, una parte escondida y la otra en efectivo con papeles falsos para justificarlo, ese no se queda de brazos cruzados, usa todo tipo de envíos, en drogas o dinero que le funcione, espero ansioso el día que Isabella lo capture, así será un enemigo menos para ella.
Sin embargo, me pregunto si es él quien la respalda en toda su venganza, tendría sentido porque ya había tenido un primer contacto con él cuando consiguió la cura de la Quimera 18, ese hombre es omnipotente y omnipresente, parece Dios en presencia y el diablo en acciones el muy desgraciado, además estaba enviciado por Isabella desde Afganistán cuando empezó a llamarla para hablarle, en más de una ocasión vi su expresión facial coqueta, mientras ella hablaba con él, pero me convencí de que eran mi celos, ahora me pregunto si era cierto.
«¿Y si Isabella hizo un trato con el Lucifer turco?» me pregunto, mientras finjo leer las noticias, pero mi mente está en otra parte, Karaman podría darle respaldo total, ese operativo de la noche de la mascarada no viene de alguien cualquiera, el tal Danny de tierno tiene el nombre, porque se ve como un verdadero lugarteniente de un mafioso, la forma en como hablaba de él, "El patrón", el "Dice que lo llame en exactamente quince minutos" como si debiera tener cuidado al llamar, además la artista que nos maquilló, nos dejó como de Hollywood.
Además de todo las camionetas, un convoy completo con los últimos modelos de la Lexus negras, iguales... iguales a las que estaban fuera de la casa del operativo en Las Vegas, cuando la casa estaba cableada y el muy maldito me gritó "¿Dónde dejó a mi querida brigadier?" todo empieza a tomar sentido en mi cabeza, por eso no pueden atraparla, si ha hecho pactos con Kaan, ese puto loco esquizofrénico es capaz de cualquier cosa, después de todo, ya le había propuesto una sociedad en Afganistán.
Pienso y pienso en la posibilidad, mientras ella habla por completo ajena a mis maquinaciones, pero todo se me va de la mente cuando veo algo que me deja la boca seca...
"Reabren investigación de la muerte de la gobernadora Browning en Las Vegas, Nevada. Nuevas pistas apuntan a un militar aún activo, por ello serán sometidos a interrogatorios francotiradores que entren en el perfil del asesino"
El corazón se me acelera como un puto tren bala a toda velocidad, hasta siento un poco de mareo y empiezo a sudar frío.
—¿Qué sucede? —pregunta Isabella, ha terminado de hablar y yo no lo noté, por eso me mira sorprendida—. ¿Es tu madre? ¿se puso mal?
—¿Mi madre?
—Sí, te ves pálido, pareces una vela, ¿malas noticias de casa?
—No, no —bloqueo el iPad con rapidez, ella no se puede enterar, no todavía, dañaría todo su ánimo—. Todo bien, leía noticias, ya sabes, muerte, sangre, balas, la ira de Dios...
—Eso es normal en nuestro mundo, ¿por qué te pones así? —indaga al entregarme el teléfono—. Hay algo más, ¿Valkyria? ¿hizo algo?
—Nada hasta ahora, pero no debe tardar... no me des atención, estoy algo... sensible, preocupado —murmuro en un intento de tranquilizarla, pero no me cree, es evidente; sin embargo, no dice nada.
—Está bien, confío en ti —acuerda con una sonrisa—. oye, tengo preguntas... Si tienes tanto dinero ¿por qué no has comprado tu jet que tuviste que pedirlo prestado?
—¿Para qué? puedo viajar gratis por los aviones militares en los traslados, y en los aviones comerciales viajo en primera clase, tener un avión sería pagar impuestos de más y no, gracias, ya me quitan un maldito riñón, no les voy a dar lo dos, además el costo de mantenimiento y el de cada viaje sí es una pérdida de dinero en mí, que sólo viajo en vacaciones, si debo trabajar, por el CPOA, tal vez luego, la siguiente pregunta.
—¿Quiénes saben de esto a parte de Samir? —se sienta en la cama, por ello alejo el iPad de su alcance de forma disimulada, no puede abrirlo y leerlo.
—Sólo él y tú... mi madre y Stacey conocen cierta parte, pero no toda, no sé, sólo he evitado decirlo, pero no por nada malo, sólo que no sé, tal vez se filtra información, eso me hace persona de interés.
—Ellas no dirían nada, estoy segura.
—Lo sé, no es por eso, pero entre menos sepan, más a salvo están —le sonrío, aunque aún estoy nervioso, no sé si se nota, pero da igual, no dice más—. ¿Tienes más preguntas?
—Sí, ¿por qué me miras así?
—Porque hay otra cosa —trato de desviar contándole otra cosa distinta—. No te pongas loca, pero...
—¡¿Qué hiciste ahora, Isaac Falcon?!
—Si me pasa algo, eres mi heredera principal, todos los millones, propiedades y negocios quedarán a tu nombre, aunque hay instrucciones para darle parte a Stacey, Nate y mamá si todavía está con nosotros y a Isaff le queda el 40% de todo, o sea...
—¡¿Qué?! —explota aterrada sin dejarme acabar—. ¿Por qué hiciste eso? ¡Yo no quiero tu dinero, yo te quiero a ti!
—Ya lo sé, pero tengo que dejarte asegurada, a mi familia y a mis hijos —
—Pues será mejor que no te dejes matar, porque voy hasta el puto infierno a sacarte.
—¿Y por qué no al cielo? Si soy un alma bondadosa —digo con diversión, pero ella me mira con los ojos entrecerrados—. Dono a caridades todos los santos meses, más de los que puedes imaginar.
—¡Porque no tienes perdón de Dios! tú y yo nos vamos directito al infierno en un vuelo sin escalas.
—Ay como hablas de mí, eso me ofende —digo con falsa indignación, pero con una sonrisa.
—Cría fama y acuéstate a dormir —farfulla cruzada de brazos.
—Cuando volvamos te explicaré todo sobre mis negocio e inversiones, debes estar enterada.
—No sé, Isaac, a mí me interesas tú, si faltas nada tendría sentido —comenta al acariciarme la cara, entonces tomo su mano y le beso el dorso.
—Lo sé, pero serás mi esposa y es lo correcto —respondo al guiñarle un ojo y entrelazar mi mano con la suya—. Y no, antes de que preguntes, jamás le dije nada a Valkyria, de nada, ella vivía feliz con el dinero, ni se interesó en saber de dónde carajo venía, debe estar pensando que el sueldo de Brigadier alcanza para tanto.
—Pobre ilusa —se burla con buen ánimo—. Y yo no dije nada.
—Pero lo pensaste, tratas de compararte con ella, pero no lo hagas, no tienen punto de comparación, eres la reina, ella es la plebeya...
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Horas después estamos en el restaurante del hotel, esperamos a Briggitte y Antonio, luego de nuestra conversación, le conté las sospechas de ella sobre él, de su relación, Isabella tampoco lo puede creer, ellos se ven muy felices, aunque ambos sabemos que las apariencias engañan siempre. Pedimos una entrada de comer pues los esperaremos para pedir la cena, pero sí pedimos vino tinto escogido por Isabella, hablamos sobre Stacey, ahí le cuento todo sobre su extraña actitud, aunque ella no parece sorprendida.
Le pregunto si sospecha de alguien, aunque lo niega, sólo dice estar procesándolo, bebemos de la copa, pero pronto son las ocho y media, pero ellos no aparecen, por eso nos impacientamos un poco; sin embargo, decidimos esperar un poco, algo los debe retrasar, debido a eso tenemos tiempo para hablar, todo está bien hasta que ella llega a un tema incómodo.
—Mi amor, Christian tiene derecho sobre Nate, también fue una víctima de Valkyria —tuerzo la boca porque sé que tiene razón—. Porque lo dejes tener contacto con Nate no dejará de ser tu hijo.
—Christian quiere ponerle su apellido.
—¿Y? apenas es normal, es su hijo y quiere responder por él —aboga de nuevo, pero ya me va sacando el mal genio.
—¡¿Tienes algún problema con Nate?! —espeto molesto—. No lo vas a desaparecer de mi vida.
—No quiero desaparecerlo, yo no tengo problemas con que tengas otro hijo, mucho menos con el bebé, pero quiero hacerte ver que Christian tiene el derecho de ponerle su apellido, piénsalo un poco...
—No tengo nada que pensar, si me vas a amar es con Nate incluido, ¿entiendes? —replico al ponerme en pie y ella también lo hace; no obstante, trata de mantener la calma.
—¿Qué tiene que ver nuestra relación con él? ¡Yo no tengo problemas con Nate! Sólo quiero que consideres lo de alejar al bebé de Christian, tiene un problema, Chris...
—No me interesa qué problema tiene, Isabella, es mi hijo y no dejará de serlo.
—¡No va a dejar de serlo! No seas tan cerrado, búnker blindado, abre los ojos y déjame explicarte lo que tiene Chris...
—¡No me interesa! —replico con mal genio—. Nathaniel es mi hijo y un papá recién aparecido no lo cambiará.
—Nadie te lo quitará, mi vida —trata de tocarme, pero me quito, somos el centro de miradas otra vez, para no variar—. Sólo déjalo verlo, estar con él, puedes hablar lo del apellido, todo es posible...
—¡No me interesa y no te metas en esto!
—¡Bien, entonces jódete! —grita molesta, entonces espero que se quite el anillo porque ella actúa así, impulsiva como yo, pero no lo hace, sólo se va hacia la piscina enfadada, pero yo tengo razón, Nate ha crecido como mi hijo, ¿quién carajos podría quitármelo?
Suspiro y voy tras ella a la habitación minutos después, traté de darle espacio, pero eso jamás me ha funcionado con ella, por eso subo rápido para calmarla porque sí he sido rudo con ella y quiero pedirle perdón, pero no está, hasta reviso bajo la cama, por eso la busco en todo el puto hotel y no aparece, nadie la vio, dejó su teléfono en la mesa, aunque ese aparato desconectado sirve para tres cosas: nada, nada y nada, entonces debe estar por ahí escondida para sacarme la rabia como una niña chiquita, por eso le sigo el juego y me voy al bar del hotel donde pido whiskey en las rocas, uno tras otro justo cuando llega Tera de nuevo.
—¿Qué sucedió? Vi cómo te gritó —dice al pasar la mano por mi brazo tatuado, pero me corro como siempre.
—No es de tu incumbencia, largo, este lugar es muy grande, ve a otra silla —gruño como perro con rabia—. O piérdete, nadie te extrañará.
—¿Siempre eres tan grosero con las personas?
—Sí, tengo fama de patán con quienes me tocan las pelotas —espeto entre dientes con ganas de quitármela de encima de forma mala, pero tampoco la maltrataré—. Vete o me voy yo, pero te aseguro que te acuso con tu madre.
—Yo sólo te veo muy solo y...
—Dame la botella, chico, hay mucha gente aquí —le pido al chico y me entrega el whiskey casi entero, le dejo el dinero y le pido subir hielo a la habitación.
Allí regreso dándole tragos a la botella por el pico como todo un alcohólico borracho en camino a su casa luego de estar pedo tres días seguidos, hasta llegar y echarme en un sillón de la habitación, al ser suite, tiene dos ambientes, una pequeña sala y la habitación al lado izquierdo, pero tardo más en dejarme caer, que en pensar en algo... no debería, pero no me puedo aguantar, por eso voy a la maleta de Isabella como un chismoso de mucho cuidado.
Reviso sus cosas, está mal, lo sé, pero el alcohol me pone loco por saber si es Kaan Karaman su padrino en el crimen, cosa que la verdad no me gusta para nada, él no, no quien está obsesionado con ella y la desea porque eso pasa, ese hombre la desea como mujer, estoy seguro, ese cabrón quiere con mi mujer, pero no se lo voy a permitir... «¿Y si ya pasó? ¿y si Isabella se acostó con Karaman?» me pregunto y tan sólo eso basta para detonar una bomba en mi interior.
Sé que ella siguió con su vida sexual como yo mismo lo hice, pero ese es diferente, ese hijo de puta no pudo tocarla o me explotará la cabeza en mil pedazos junto con mi corazón, no sé qué pueda pasar si mis pensamientos bizarros se vuelven realidad, tal vez lo mate, aunque debe tener toda la seguridad del mundo, moriría intentándolo, pero las ganas no se van, podría retorcerle el pescuezo por meterse con ella a cambio de ayudarla, porque ese debió ser el acuerdo ¿o no? sexo por protección, ella jamás se acostaría con un mafioso por voluntad propia.
Mil cosas vienen a mi mente, todas sobre Isabella con Kaan, es como un carrusel aterrados de suposiciones absurdas «¿Y si son pareja? ¿y si me ha visto la cara? Todo esto no es de gratis, debe tener alguna relación con él» de pronto las cosas tienen aún más sentido, el asesinato de Macabeo, del otro tipo que estaba con el fiscal, del prometido de la hermana de Pedraza, todos son enemigos de Kaan Karaman, no puede ser coincidencia, a todos fueron asesinados por un francotirador con mucha experiencia, justo como Isabella.
Todo empieza a marearme con impresiones, conversaciones, posibilidades, cosas que encajan a la perfección, de ser cierto ella estaría trabajando para la mafia como una mercenaria. Debería estar furioso por mi moral, pero si ya le acepto matar a los Generales, ¿qué más da otros corruptos? Pero no lo estoy porque los saque del camino, sino por la mentira, si trabaja para la mafia debería decirme, saber a qué me atengo, si se metió en la cama con Karaman también debería decirme; no obstante, lo mantiene en secreto
Trato de entrar en su teléfono como un verdadero enfermo celoso, pero no me ha dado su PIN y no quiero bloquearlo, no tengo mis instrumentos aquí para entrar y clonarlo; no obstante, dudo mucho que si tiene algo, lo halle en su teléfono personal, debe tener uno secundario, aunque no lo veo por ninguna parte, lo más probable es que lo haya dejado en casa con las prisas.
«Kaan e Isabella... Kaan e Isabella... Kaan e Isabella...»
Me repito como un puto ciclo incierto porque no deja de ser una teoría, una con mucho, mucho peso y algunas cosas que pueden ser pruebas, pero nada es seguro, por eso fumo y bebo como una chimenea alcohólica sólo llenándome de teorías locas para tratar de justificar todo este operativo para cubrirle los pasos, cualquier cosa menos imaginarla con él... ¡Imaginarla en su cama!
Todo empeora porque no la veo regresar, hasta empiezo a preguntarme si la secuestraron porque una rabieta no le había durado tanto, al menos no cuando estamos lejos de casa donde se puede ir a mil lugares, aquí no conoce nada ni a nadie, no puede ir a muchos sitios. Entonces, ya la ira se transforma en preocupación por su seguridad, Karenina está cada vez más cerca y Volkov, aunque aún está internado porque aún alega que ella es el diablo y no está lejos de la realidad.
Isabella puede ser el diablo, uno pelirrojo curvilíneo con ojos que te llevan a tu perdición, él ha caído en su juego y sólo es el principio, de seguro tiene planeado cosas horribles, más por quitarle a Lucio, puede haber puesto la mirada en algún miembro de su familia ya. Pasan las horas sin noticias de ella, no llega, no llama, no sé si estoy más molesto o enojado, el caso es que es una mezcla de todo y estoy a punto de tirarme por el puto balcón, por ello no duermo ni siquiera diez jodidos minutos. Como a las siete de la mañana me cabeceo cansado cuando escucho el bip de la cerradura abierta por la tarjeta.
—¿Dónde demonios estabas? —gruño apenas cruza la puerta—. Te esperé toda la maldita noche.
—¿Te importa? —replica al caminar hacia la toalla extendida para tomarla y meterse en el baño, aunque no trae el anillo y eso me da malas noticias.
—Eres mi mujer, claro que me importa, ¡estaba preocupado! Tienes tres enemigos ahí fuera—exclamo furioso, ni una llamada pudo hacerme—. ¡¿Dónde estabas, maldita sea?! —me atravieso en su paso a la ducha.
«No quiero preguntarle si estaba con otro porque debo confiar en ella»
—¿Cuáles tres enemigos? ¿se te olvidó contar? ¡Petrova y Volkov! —replica con sarcasmo.
—¿Y Kaan Karaman qué? ese es un puto loco esquizofrénico obsesionado contigo —espeto con celos, aun me arden esas llamaditas, más ahora con mis pensamientos, aunque no me gusta cómo me mira; o mejor dicho, cómo no me mira, desvía los ojos dándome la espalda como si ocultara algo, eso sólo empeora mis sospechas.
—Déjame en paz, te importa más un apellido que yo, no me jodas ahora —trata de salir del paso, pero ya me deja sembrada la semilla de la duda, esto no me gusta, quiero pensar que si Kaan Karaman es su aliado, me lo diría con honestidad, yo lo he sido con ella, abierto, sin tapados, sin secretos y debería corresponderme ¿o no?
—¿Dónde está el anillo? ¿quieres decirme algo quitándotelo? —gruño de nuevo.
—Yo no soy como tú, no soy impulsiva, no voy a desbaratar un matrimonio por una pelea... me lo quité porque en la sala de procedimientos de urgencias no permiten joyas.
—¿Urgencias? ¿qué te pasó? —exclamo, ya no estoy enojado, estoy preocupado, por eso la reviso por todas partes.
—A mi nada, Briggitte por otro lado, tuvo una hemorragia, me la encontré cuando venía a la habitación para alejarme de ti, porque Antonio al parecer sí es un puto como tú y las gallinas y va detrás de otra falda.
—¿Algún día vas a superar eso? Soy fiel por ti, po...
—No tienes que decirlo, lo sé, pero es cierto, corrías con cuanta falda te pasaba por el frente ¿o no es verdad?
—Sí, sí, está bien, ¿cómo está ella? ¿cómo estás tan segura de que es infiel? —replico porque no tiene sentido, apenas los conocemos, eso es un prejuicio—. ¿No puede estar en otro lado?
—¡Claro! ¡Entre hombres se tapan con la misma cobija! —grita con furia «¿Para qué hablé? ,mierda»—. ¡Ahora justifícalo! ¡Putos, putos como las gallinas!
Cuando se da la vuelta me sonrío tratando de aguantar la carcajada porque sólo lo empeoraré la situación. Se mete a bañar histérica, mientras refunfuña sobre los infieles, aunque yo no sé qué demonios tengo que ver ahí, en ese entierro yo no tengo vela, pero está que no se aguanta ni ella misma, sólo habla y habla como loro mojado hasta salir en toalla aún enojada como nunca.
—¿Ya te calmaste? ¿por qué me quieres culpar por los errores de otros? No más eso me faltaba —espeto cuando la veo ponerse la ropa interior tapándose con la toalla como con pudor—. ¿Por qué haces eso? Conozco cada palmo de tu cuerpo, Cerecita.
—Porque estás caliente a cada rato y ahora no tengo tiempo —comenta, mientras se viste con un jean, un crop top negro con azul turquí y sus botines de taco negros—. Y no te culpo de los errores de otros, pero no defiendas a quien se fue detrás de una mujer, mientras su esposa casi pierde su bebé... me voy.
—¿Te vas? ¡acabas de llegar! —contrapunto incrédulo—. ¿Cómo está Briggitte? ¿se puede hacer algo? Yo te acompaño.
—¿Me acompañas? Apestas a alcohólico fumador.
—¡Pues me baño y ya está! Espérame, supongo que hay que pagar algo, no la tienen de gratis —mi ofrecimiento parece mitigar un poco la ira en su mirada—. No tardo más de cinco minutos... ¿dónde está el anillo? No me digas que lo dejaste en garantía porque te echo por el balcón —trato de bromear, pero no le hace gracia por la mueca de su boca de ja ja ja, entonces camina hacia el pantalón que se quitó para sacar del bolsillo la joya y ponérselo de vuelta.
—Sólo te espero para que pagues —refunfuña con los brazos cruzados—. Vamos, apúrate, están a la espera de una tarjeta de crédito, o puedes dármela y quedarte aquí.
—Tómala si quieres, llévate todas las tarjetas, puedes gastar hasta mi último dólar y dejarme en la quiebra total, pero quiero ir contigo, a mí también me preocupa —trato de calmarla, aunque aún luce furiosa.
—¡En la quiebra tu abuelita! no puedo ni siquiera imaginar cuanto tienes en el banco, si eres capaz de gastar cinco millones y medio de dólares en un matrimonio, no quiero imaginarme.
—El doble de dos millones es cuatro... —bromeo al entrar al baño.
—¡Tienes que contar esta cosa carísima que tengo en el dedo! —chilla, mientras me río en la ducha donde me apresuro para sacarme el olor a whiskey y cigarrillo—. ¿De verdad Lucio te alcahueteó esto?
—Sí, aunque casi se desmaya cuando supo el precio, se puso pálido —admito al enjabonarme, ella está fuera de la ducha esperándome—. ¿Isabella? ¿te fuiste? —pregunto de repente pues no me replica—. ¿qué voy a hacer con esta potra salvaje?
Hablo solo cuando salgo, pero me la encuentro mirándome el culo; sin embargo, se da la vuelta muy digna hasta sacarme una sonrisa, pero no digo nada, estoy como los capturados, todo lo que diga puede ser usado en mi contra. Me cambio por un pantalón jean azul oscuro y una camiseta negra, pongo zapatos del mismo color y me peino con gel. Una vez listo le extiendo la mano para sujetar la suya, ella duda, pero la toma, entonces salimos, aunque esto no se ha arreglado. En el camino nos encontramos con Antonio, quien parece rebotar de borracho y nos pareció buen hombre.
—Isabella, ¿has visto a mi mujer? —pregunta calmado con la lengua enredada, pero Isabella explota.
—¡En el hospital, hijo de perra! ¡Casi pierde a su bebé porque tú te fuiste con otra!
—¿Cuál otra? Estaba celebrando su embarazo en el bar del hotel, acabamos de enterarnos hace dos días —me dice y miro a Isabella en plan ¿Ya ves? Lo juzgaste, ella desvía la mirada para no tener contacto visual—. Sé que debí avisarle, pero me emborraché, ¿cómo que lo perdió?
—No lo perdió, tuvo una amenaza de aborto —admite ella con vergüenza—. Lo siento, no debí decirte así... ve a la habitación y báñate, íbamos al hospital, te esperaremos.
Eso parece bajarle la borrachera de tajo.
—Tú ni digas nada —me advierte ella, pero me sonrío alzándole la manos.
—Yo no he dicho nada...
—Pero lo piensas —me echa en cara con una mirada dura, aunque me hace gracia, entonces la atraigo por la cintura para esconder mi rostro en la curvatura de su cuello.
—Así que soy más puto que las gallinas —repito dándole besitos allí—. Esa no me la sabía.
—Pues... pues... lo eras, conmigo no, eso es cierto, pero con Valkyria jmm, a esa mujer no le alcanza la cabeza para todos los cachos que le pusiste —replica pasándome los brazos por el cuello, ya cedió, se dio cuenta de su error, al menos conmigo—. Y antes de eso, luego de...
—De que te casaras con Fabián dejándome con el corazón roto —replico con ardor en la garganta, aun me duele pensar en eso—. En mi defensa, trataba de encontrarte en otras mujeres y no pude —replico l sacar mi rostro.
—Te hubieras quedado buscando...
—Lo sé, como tú no hay dos, Dios te hizo y botó el molde después, para bien o para mal —mis palabras la hacen reír por fin—. ¿Por qué llegaste tan furiosa conmigo?
—Briggitte estaba mal, sangraba demasiado, fue horrible y sólo pude acordarme de nuestro hijo, cuando ella me dijo que era por otra mujer, no sé, me enfurecí...
—Ya, embarájala ahora, ¿Yo qué vela tengo en el entierro?
—Solidaridad de género...
Sólo tuerce la boca, aunque ya no está molesta, sólo esperamos a Antonio; sin embargo, no puedo evitar imaginarla en los brazos de Karaman, me da de todo y ella lo nota, me pregunta si tengo algo porque entro en tensión por todo el cuerpo, sobre todo la mandíbula, ese gesto es típico en mí cuando estoy muy enfadado, Isabella lo sabe a la perfección, por eso insiste.
—Isabella, si yo te preguntara con quien estuviste durante nuestra separación ¿me contestarías? —pregunto al no poder retenerme, realidad me importa más eso a que tenga pacto con ese hombre, a larga es mejor, si la protege pues bienvenido, pero no la toca.
—¿Por... por qué me preguntas eso? —tartamudea como así nunca, se ha puesto nerviosa—. Dijimos que empezaríamos de cero ¿o no? qué importa eso, yo no te he preguntado nada de tus aventuras porque de seguro ni te acuerdas de cuantas fueron, ¿por qué quieres...?
—Quiero saberlo, Isabella, sé que estuviste con Christian, ¿quién más?
—Un Brigadier del CEPI —admite derrotada como si quisiera ahorrarse la pelea—. Tenía esposa e hijos y yo no sabía, por eso terminó.
—¿Sólo ellos?
—¿Por qué me preguntas eso? Estás muy raro, Isaac.
—¿Te acostaste con Kaan Karaman? —suelto porque ella lo dijo, soy impulsivo, no puedo aguantarme porque sencillamente no miento y no me gustan las mentiras tampoco.
—¿Por qué me preguntas por él? —chilla al dar dos pasos hacia atrás viéndose algo asustada.
—El único mafioso con quien tenías comunicación era él, quien estaba obsesionado contigo, todas las camionetas, los de limpieza, los planes, las maquillistas, eso no viene de ti, viene de alguien más poderoso... ¿Te pidió sexo a cambio de ayuda?
—Chicos, estoy listo —llega Antonio, se ve más despejado que antes y por eso ella le pide perdón de nuevo para cambiar el tema, mientras bajamos las escaleras apresurados contándole lo sucedido, fue una hemorragia vaginal y estuvo de suerte que no perdió al bebé en eso, por esa razón no puede moverse mucho y le hicieron algo, no sé qué con exactitud, por eso estaban en la sala de procedimientos.
—No te preocupes por eso, yo también estaría furioso en tu lugar... Briggitte está celosa de todo últimamente, no sé, jamás le he sido infiel, sí, soy algo frío, pero no es por otra mujer, así soy yo —explica y lo puedo entenderlo, a decir verdad, Isabella también es muy celosa conmigo, es una fiera sin cadenas si alguna quiere algo más, la tal Tera se salvó porque seguro la vio como yo, muy pequeña.
—No debí meterme en eso —dice ella con pesar, mientras esperamos el trasporte que pedimos en la recepción—. Estaba furiosa con Isaac y luego pasó esto, sólo lo mezclé todo, porque ella está convencida de que estás con otra mujer, pero no debí.
—De verdad tranquila, no pasa nada, entiendo tu molestia, al contrario, gracias por cuidarla así a pesar de que la conoces hace poco —comenta cuando llega el trasporte y subimos a este para ir al hospital cercano, y por fin nos cuenta qué sucedió, ella iba en camino a la habitación cuando Briggitte salió del ascensor, tenía las piernas con gotas de sangre y como ella llevaba todas sus cosas en un bolso, se fueron sin decirle a nadie por la prisa.
Aunque Isabella pidió que, si yo preguntaba, me dijeran que no la habían visto, una potra salvaje en toda la regla. Le cuenta qué procedimiento le hicieron y que debe quedarse al menos cinco días hospitalizada por amenaza de aborto, debe estar quieta por completo esos días, pero detuvieron la atención porque no hay como pagar, por eso Isabella volvió por su tarjeta, pero yo lo haré, no hay problema con eso.
Llegamos luego de un trayecto inquieto y entramos por urgencias, él va a toda velocidad hacia donde Isabella le indica, mientras yo busco la oficina para pagar directo, esto es un momento íntimo, no deberíamos estar aquí, sobre todo con mi genio, ese nerviosismo de Isabella cuando le pregunté por Kaan no me gusta nada, es una maldita mala noticia, por eso paso todo el tiempo serio, maquinándome formas de descubrirla en su mentira aunque aún no haya dicho una, porque ni alcanzó a contestar, pero lo veo en sus ojos, como si brillara de una forma diferente.
En todo caso, ya tendré tiempo de hacerlo, la dejaré confiarse, ya me dio parte de la verdad con su forma de reaccionar.
Cuando he dejado todo bien, pongo mi contacto por si se necesita más dinero, que no los molesten a ellos, ya tienen suficiente. Allí vamos a visitarla y los encontramos en pleno romance, se han reconciliado y me alegra. Por eso no tardamos mucho en irnos para darles privacidad, pero les dejo mi número por si algo, un hospitalizado siempre requiere cosas de pronto y ellos no tiene liquidez en este país, yo porque tengo cuentas internacionales.
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Hemos vuelto luego de algunas horas y estamos en la habitación, el aire acondicionado está encendido, así como el ambientador de maracuyá. Briggitte quedó en una habitación con todo lo necesario pago para su comodidad, por eso vinimos más tranquilos para cenar aquí mismo entre besitos y caricias, ahora ella lee una revista de moda de novias, estaba en la recepción del hotel y quiso echarle un ojo. Yo me siento en una mesa del ambiente de la sala con mi computador para abrirlo y ver las dichosas cámaras.
—¿No será que Valkyria desconectó las cámaras? Si hace eso, de seguro las quitó.
—Ella jamás se enteró de que las puse, son cámaras espía, pequeñas y fáciles de ocultar y como ella ni se molestaba en hacer el aseo de la casa no lo notó.
—¿Cómo que no hacía el aseo?
—¿Qué debo explicar de eso? No levantaba ni un plumero, podría romperse un maldito hueso —me quejo, aunque en realidad para eso le pagaba una empleada—. Como sea, no me importó en verdad, mientras estuviera pendiente de los niños bastaba para mí.
—Te prometo que no seré así y...
—Sí a ella le pagaba una empleada a ti te pago una agencia completa —la callo con un beso.
—¡Te encanta malgastar el dinero! ¿sabes por qué aún tengo el fideicomiso de mis padres? ¡porque cuidé el dinero y porque Lucio reinvirtió! Tu eres una máquina para malgastar dólares.
—Me he jodido por hacerlo, por ganar cada centavo ¿no puedo gastarlo? —bromeo cuando se separa para ir al balcón y encender un cigarrillo, la brisa nocturna corre por dentro de la habitación refrescándonos.
—Una cosa es gastar, otra malgastar ¿Cuánto pierdes al mes con todos tu caprichos?
—No tanto como lo que gano, eso es seguro —enciendo el portátil con calma—. ¿Y qué? ¿me ves cara de tacaño, mi amor?
—De loco es que te veo cara —responde al darle una calada al cigarrillo—. Cinco millones, ¡Cinco millones de dólares! ¿sabes cuanto debería trabajar para tener eso? —murmura, aunque parece más para ella que para mí.
—Pero no sé de qué te quejas, potra salvaje, tus padres te dejaron veinte millones de dólares, que tú no los toques no es problema mío. Si hubieras decidido hacer negocios como los míos, habrías quintuplicado la inversión en pocos años, pero no, la niña quería ser militar...
—¡Para toda la vida, animal, no para una boda! y tú también, ¿por qué sigues en el trabajo expuesto a que te maten? ¿por qué andas sin escolta por ahí?
—No tengo nada que hacer, literalmente —comento y su ceja alzada como en un tic me da risa—. Me aburro mucho. Además, me gusta perseguir a los criminales, lo sabes, liberar rehenes es mi parte favorita...
—Eres un desquiciado, no hay otra palabra para describirte... yo sólo te advierto que no vas a pasar de los cuatro millones y yo pagaré la otra mitad...
—¡¿Estás loca?! —salto con una carcajada—. ¿Sabes cuantas vidas de trabajo son dos millones de dólares? —bromeo y ella me lanza un cojín, mientras me parto de la risa al recibir el golpe. Allí entro a la App de las cámaras y empiezo a ver los últimos días.
—JA JA JA —me hace una mueca, allí se da la vuelta, y me rio de nuevo, pero cuando abro llego en las grabaciones a tres días; es decir, el día de la fallida boda en la noche, la boca se me queda seca.
—¿Qué demonios es esto? —espeto desconcertado, ella voltea extrañada porque soy duro en mi tono, dista del que usé dos segundos antes, entonces Isabella entiende que el problema está en el portátil y allí lo ve porque le he puesto pausa.
—¿Valkyria y Raphael? —responde con una mirada desorientada—. No puede ser cierto, Raphael no...
—¡Lo estás viendo! Y eso no es todo —desconecto los audífonos para dejarla escuchar al retroceder, poco a poco la expresión en su cara se vuelve más agresiva e incrédula como si la noticia la hubiera trastocado, sobre todo cuando llega la parte donde confiesan que, en el plan de Nate, él estuvo involucrado, lo supo todo el tiempo, mientras trataba de convencer a Isabella de que yo no la amaba por tener un hijo con otra.
Creo que un par de hijos de perra acaban de entrar en la lista de la Vípera Carmesí...
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(1)* Lorraine Schwartz es una diseñadora estadounidense de alta joyería a medida. Ha diseñado joyas para una gran cantidad de celebridades femeninas famosas, incluidas Beyoncé, Blake Lively y Kim Kardashian
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