
Capítulo 47- Una locura de amor
Capítulo 47
Una locura de amor
"Eres mía, mía, mía, no te hagas
La loca eso muy bien ya lo sabías"
Romeo Santos
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N/A: Este capítulo se sale un poco del tinte de suspenso/acción, pero es necesario ¡disfruten!
RAPHAEL
Las luces se encienden por fin, estuvimos treinta minutos en oscuridad, al parecer un corto en el sector, por eso estuvimos sumidos en oscuridad completa, sólo iluminados por los flashes de los teléfonos, un empleado vino en una carrera para contarme que el generador falló también, pero el técnico estaba en labor, aunque tardó todo este tiempo. Todo está decorado con flores, aunque tuve que limitar los gastos en todo, no es que esté muy bien en lo económico, el divorcio con mi ex esposa me costó esta vida y la otra, quedé en la cuerda floja, por eso debí escoger cosas al alcance, ya me recuperaré después, lo importante es tener mi matrimonio porque de verdad la amo, pude llegar a su vida de mala manera, pero no me esperé terminar tan enamorado.
Aunque me siento mal de no haberle dicho, debí hacerlo y llegar con ella este día como un hombre sin cargas, pero tuve miedo de su abandono por haberla traicionado, se lo diré cuando estemos en la luna de miel, tranquilos, casados y en calma. Miro a todas partes ansioso por verla entrar con su vestido, también de módico costo, pero hermoso, le dio gusto a mi madre con el estilo y aunque no la he visto, lucirá hermosa, lo sé, ella es bellísima en cualquier cosa.
Me rinden informes de fuera, no hay noticia de Isaac, ni en la base ni aquí, ese debe estar poniéndose hasta atrás de alcohol porque no pudo impedir la boda, aunque este puto apagón me suena a él, pero nadie lo ha visto o eso me han dicho, lo mandé a buscar en específico, pero no aparece ni debajo de las piedras, es como si se lo hubiera tragado la puta tierra, aunque bueno, es una gente entrenado para no ser visto. Estoy en el altar hecho en el salón del hotel con los invitados sentados impacientes, miro el reloj como ellos, pero pasan los minutos y no hay noticia de Isabella, por ello la mando a buscar.
—¿Y la novia? —pregunta el sacerdote—. Estamos retrasados por cuarenta minutos.
—Ya viene, padre, deme unos minutos más —pido con vergüenza, entonces pasan otros quince minutos, pero jamás me imaginé lo que me diría Salas, mi jefe de seguridad.
—General... la Brigadier Fox no está —dice de primero entre dientes cabeceándome para alejarnos más hacia un lado.
—¡¿Cómo que no está?! —replico alarmado, Isabella tiene muchos enemigos, Volkov entre ellos «No debí dejarla sin escolta» me lamento en mi mente, aunque eso no me sirve ahora
—No aparece por ninguna parte y las malditas cámaras de seguridad están desconectadas, nadie lo había notado por el apagón, no le habíamos dicho, pero desde el apagón estamos buscándola.
—Su habitación, no la matrimonial, donde ella se cambió...
—Señor, cuando le digo que no está es porque hicimos un barrido de seguridad, revisamos este hotel desde la primera hasta la última planta y ella no aparece ni por las jodidas alcantarillas —comenta él aún entre dientes, nadie puede oírlo, no por ahora.
—Su chip rastreador, llama a la sala de control y...
—Está desconectado y le han puesto un código de cuatro dígitos para poder ponerlo en línea de nuevo, esto es obra de un ingeniero militar muy capacitado en la materia, infiltró el sistema Praetor para esto, pero no hay registro de una intromisión externa.
Me quedo desubicado por unos momentos, mientras pienso y entre más lo hago, más me suena a Falcon, estaba muy callado y muy tranquilo como para estar perdiendo a la mujer de su vida, debí pensarlo antes, pero no lo vi posible, puse guardia tras él y aquí ¿por qué pensaría eso? Me creí invulnerable, ahora me arrepiento. Mi madre pregunta qué sucede, pero no digo nada porque no sé, Mónica, mi hermana menor, trata de seguirme, pero no se lo permito, dejo a un escolta con ella para evitar ello, entonces vamos a la habitación donde ella se cambió de ropa.
La habitación está vacía, ni ella, ni el vestido, si se hubiera ido por voluntad propia no lo haría con eso tan pomposo ¿o sí? empiezo a pensar la posibilidad de un secuestro forzoso, no sólo Volkov estaba tras ella, Karenina Petrova también le sigue los pasos y que se haya desaparecido así me tiene en vilo, se hubiera ido con ropa normal, aunque todo es posible, voy a la ventana a ver si veo algo sospechoso, pero no hay nada fuera de lo habitual, veo el frente pues esta da hacia allí, sólo están mis guardias, de pronto veo algo tirado en el suelo a un lado de la cama.
Me agacho a recogerlo y mis sospechas se confirman, es la identificación de un gimnasio a nombre de Isaac Falcon, ese maldito estuvo aquí, este apagón, la desactivación, el código del chip, todo es obra suya, Ramiro tiene razón, es un ingeniero militar, pero yo tenía detrás de él un equipo.
—Comunícame con Sánchez, ¡Ya mismo! —espeto a Teodoro con un grito, entonces saca su teléfono para hacer la llamada y pasármela—. Sánchez ¿dónde demonios están?
—Fuera del gimnasio, encontramos al Brigadier Falcon, pero no ha salido.
—¡¿Qué no ha salido?! ¡¿te has quedado ciego, maldita sea?! —estrello el teléfono contra un espejo en la habitación destrozándolo—. Quiero efectivos en la casa de Isabella ahora mismo.
—General...
—¡Es una orden, no una sugerencia! —bramo con ira y todos corren, jamás soy así, pero estoy indignado, ese par deben estar en su casa y si debo traerla a las malas lo haré, no me dejará en el altar—. ¿Qué pasa?
—Ya mandamos agentes a su casa, todo el apagón me sonaba sospechoso, señor, por eso mandé a revisarla, pero no hay nada en su casa, ni tampoco en la del Brigadier Falcon, han desaparecido de la faz de la tierra —me explica sin poder verme la cara—. No está en ninguna parte.
—Quiero que revisen los aeropuertos, no pudo salir del país sin papelería.
—A menos que haya sido en un vuelo privado...
—Igual debieron notificar, quiero registros ¡ya mismo! —espeto, allí algunos salen a correr hablándole a los demás por el comunicador para darles mi orden, entonces salgo de la habitación con ira, esta rezuma de mi cuerpo, por ahora es sólo eso, pero pronto si ella no aparece será depresión.
Regreso al salón para quedarme sólo viéndolo todo, los invitados, mi familia, los preparativos, el banquete, todo por nada.
—¿Qué sucede hijo? ¿Dónde está Isabella? —pregunta mi madre, al caminar hacia aquí.
—Esa maldita cobarde se fue ¿no? —pregunta Mónica con agresividad, estoy fuera del salón con todos los invitados preguntándose qué pasa, pero no sé qué hacer, estoy bloqueado, jamás pensé en esta posibilidad, no la creí capaz de hacer esto—. Por eso todo este supuesto retraso.
—Cállate, Mónica, por Dios —espeta mamá con molestia—. Isabella debe sentirse mal, ¿no hijito?
—No, mamá, lo siento —comienzo, ella será la primera en saberlo—. Isabella se fue, aún no sé si sola o con su novio de toda la vida.
—¿El novio de toda su vida? ¿qué significa eso? —replica Mónica indignada—. ¿Acaso te engañó?
—No creo... él ha sido el amor de su vida, pero aún no sé si están juntos —trato de cubrirla con mi hermana cuando sí lo sé, se han marchado juntos como un par de cobardes.
—Lo vi en su mirada ¡A él esperaba! —exclama como si cayera en cuenta de algo, por ello le pido explicarse—. Cuando llegamos aquí mirada a todas partes, me dijo que porque quería comprobar todo, pero yo no lo le creí, estaba esperándolo, sabría que vendría.
—Eso no puede ser —me niego a creerlo, una cosa es que él haya aparecido de improviso para llevársela, pero otra es que estuviera planeado por ambos—. Isabella...
—¿Isabella qué? ¿no es capaz? Pues abre los ojos ¡Te han dejado plantado! Ella no aparecerá, hermano, resígnate —brama con furia—. Dile a los invitados que esto se cancela, no te ilusiones.
No sé qué hacer, estoy en shock, aunque dentro de todo me lo merezco, quise traerla a punta de mentiras y claro, Isaac jamás lo hubiera permitido, debí saberlo, debí ponerle los ojos encima, pero confié en ella. Llamo a Salas para preguntarle si hay noticias, pero no, no se sabe nada por ninguna parte, como dijo, se desaparecieron de la faz de la tierra sin más, entonces lo decido, Mónica tiene razón, si ella quisiera volver ya lo hubiera hecho, por ello me paro en el altar con el micrófono del sacerdote para hablarles, me quiero morir de la vergüenza, explico que todo se cancela y pido perdón por hacerlos venir.
La conmoción es clara, nadie entiende qué pasa, pero no doy explicaciones, sólo me retiro con mi guardia y le encargo a Mónica hablar con los prestadores de servicios, quienes deben estar esperándonos. Me siento derrotado, un nudo se atasca en mi garganta y sólo puedo preguntarme cómo fui tan confiado si sabía cómo Falcon ama a Isabella y cómo sería capaz de matar a cualquiera por ella, llevársela es fácil al lado de eso, aunque todo viene porque no la creí capaz de hacerme esto, nunca, ni en el más retorcido escenario, pero ya lo veo claro, más después de escuchar a Mónica de la forma en que Isabella esperaba algo.
Me meto en la camioneta con dirección a la base, quiero llegar pronto, lo voy a buscar a su casa ya mismo, en alguna parte debe estar, en el camino sólo puedo pensar en ella, en como la amor y como la vida me ha cobrado mis mentiras, pero yo cambié, de verdad la adoro como ninguna antes, es mi querubín, mi diosa, mi amor, es todo en mi vida junto a mis hijos, aunque vine el karma por mí, él me ha hecho perderla por haberle mentido, no lo dudo para nada, esto es una consecuencia.
Isabella se ha ido con su amor de siempre para hacerme pasar lo peor del mundo, para enterrarme el puñal en el pecho matándome sin más. Atravesamos la carretera con rapidez, me gustaría aparecerme como mago porque entre más pasan los minutos, más caigo en depresión porque perder a mi hermosa mujer no es fácil, ella es de esas que sólo aparecen una vez en la vida, lo sé, no podré tener una igual de nuevo y eso duele aun más porque hace más mella.
«Isabella es la mujer de mi vida y parece que la he perdido» Pienso con un suspiro, el conductor me mira por el retrovisor para preguntarme si estoy bien, pero no respondo, sólo miro por la ventanilla sin ver en realidad, sólo pienso en ella, en poder encontrarla porque sé que si me ve de frente podré convencerla y no importa, pagaré de nuevo todo para nuestro matrimonio. Estoy en eso cuando me llama Volkov, está histérico como es costumbre, desapareció un General más, aunque no sé qué tanto podrá hacer Isabella si está igual de perdida.
Me pregunta cómo fue el matrimonio, porque él quiere sacar provecho de eso con su plan maquiavélico, según él, al vivir con Isabella puedo revisar sus cosas cuando no esté, puedo seguirla en sus salidas extrañas y demás, pero no lo haré, se lo he dicho claro y alto; sin embargo, cree poder manipularme, pero no se lo permitiré, cuando recupere a Isabella se lo contaré todo para ser libre y así podamos emprender contra él juntos.
Cuando llegamos por fin ordeno ir hacia la zona residencial, en donde ubico la casa de Valkyria con Isaac, entonces me bajo antes de que si quiera se detenga por completo, así Salas con dos escoltas más lo hacen también para seguirme al edificio y subimos al segundo piso, donde toco como si quisiera tumbar la puerta.
—¡¿Qué sucede?! —exclama Valkyria al abrir—. ¡¿Qué le pasa?!
—¡¿Dónde está tu marido?! —le grito apenas abre, ella se sorprende y entro como tromba marina en su apartamento seguido de Salas quien lleva una pistola en la mano para revisar el lugar.
—¿De qué habla, General? —pregunta con temor, aunque no creo que sepa nada.
—Cuando hablé con él iba para el gimnasio... lo llamé para hablar de Nate y dijo eso, ¿pasó algo?
—¡Pues no fue a ningún gimnasio, fue a mi boda y se llevó a mi novia con él! —grito cuando el niño sale asustado por los gritos—. ¿Quieres callar a ese niño? Me duele la cabeza, maldita sea.
—Con todo respeto, General, usted entró a las malas a mi casa y asustó a mi hijo, no tengo que callarlo... —ella lo toma y lo lleva de vuelta a una habitación, para salir de nuevo en algunos momentos—. no se desquite con él, que no le haya servido para nuestra jugada, no es su culpa.
—No sé en qué momento se fue todo a la mierda, Isaac debía seguir pensando que Nathaniel era su hijo biológico —bramo con furia, todo este plan se vino debajo de pronto, cuando Volkov se enteró hace dos años del embarazo de Valkyria, le pidió meterse con Isaac para hacerle creer que era el padre y separarlo de Isabella, porque viene urdiendo este plan desde que ella lo desafió hace dos años, todo se empeoró cuando se dio cuenta de que ella tenía en su poder las grabaciones de las masacres, quería desaparecerla del mapa, pero no podía sin ser sospechoso, por eso maquinó todo esto, primero debía dejarla sin su apoyo más grande: Isaac Falcon.
—¡¿Y qué culpa tengo yo?! Él solito fue a hacer una prueba de ADN, no pude falsearla como la otra, fue un golpe inesperado, cuando quise ver, abrió la prueba... además Christian no ayuda, desde que se enteró no me deja en paz, quiere tener sus derechos con el niño y si los consigue, Isaac se alejará más de mí.
—¡Ya se alejó de ti! —grito al caminar de un lado al otro como león enjaulado—. Todo el plan se vino abajo hace tiempo... Salas, fuera de aquí, necesito privacidad y no fuera del apartamento, fuera del edificio —Ramiro se muestra dudoso, pero obedece.
—Raph, esto no puede seguir así —espeta al estar solos, mientras se acerca—. Isabella e Isaac no pueden estar juntos.
Como un verdadero idiota me metí con esta chiquilla cuando me enteré de que el padre de Isaff era Isaac y como me habían mentido por semanas, el único problema es que me encantó la condenada y no pude dejarla, más me gustaba saber a Falcon engañado, aunque luego me vine a enterar de su matrimonio abierto; sin embargo, igual me sentía en igualdad de condiciones, él me había mentido, yo me acostaba con su esposa, aunque eso me hace más culpable aún de querer casarme con mentiras.
—¿Y me lo dices a mí? —digo cuando se pega a mi pecho, no puedo mentir, le he tomado cariño, pero sólo eso—. Pero ya no podemos hacer nada.
—La verdad tú también echaste el plan por la borda, te enamoraste del objetivo —me reclama cuando va al mueble donde tiene las bebidas alcohólicas y me sirve un whiskey doble—. Debías investigarla hasta hacerla caer, ella es una asesina a sangre fría, ha matado a tus amigos y ahora te tendrá en la mira, de eso no dudes.
—No es capaz...
—¿Qué no es capaz? Estuviste ahí, en la escena del último crimen, sabes con exactitud de lo que la Vípera Carmesí es capaz. Te destrozará, Raphael, ten cuidado —comenta con preocupación, hemos formado una especie de relación amorosa, pero no iba a pasar de algo casual; sin embargo, jamás he podido hacerlo, una mujer siempre es importante para mí, más ella, que es tan jovencita, porque me escaché, si Isabella con treinta y dos era joven para mí, Valkyria con dieciocho menos que yo, lo es más—. Esa mujer es una víbora peligrosa. ¿qué haremos ahora? ¿dónde los buscaremos? Isaac no se librará tan fácil de mí, soy su esposa ante Dios y ante la Ley, no me dejará porque sí.
—Eso espero, no le des el divorcio, eso me asegurará una oportunidad con Isabella.
—¿Por qué todos pierden la cabeza por esa mujer? —se queja incrédula sirviéndose un shot de tequila para bebérselo de tajo—. Isaac, Christian, Kaan Karaman, tú, ¡No le veo nada del otro mundo!
—No es físico, Val, es su fuerza interior, su bondad, además sí es hermosa, parece un angelito ¿y qué carajo quieres decir con Kaan Karaman? ¿qué tiene que ver con esto? —pregunto sin entender nada.
—Raphael ¿jamás te has preguntado cómo esa mujer mata y queda impune? ¿cómo se mueve sin ser detectada? ¿por qué sus lugares del crimen están limpios y jamás se encuentran pistas, ni una pisada, saliva, un cabello, lo que sea, eso necesita poder, uno que ella no tiene sola.
—¿Y Karaman qué tiene que ver?
—¡Despierta Raphael Larsson! Isabella Fox ha hecho un trato con la mafia —espeta con la ira de verme como pendejo—. He llamado a un amigo, ya sabes, de la red Sayyid, me dijo que Karaman tiene una protegida a quien defiende contra todo el mundo, por eso Karenina Petrova salió de La Triada, porque se empecinaba en matarla, pero Kaan la defiende. Además, un día la vio, me dio la descripción física de ella, ojos avellana, pelo rojo, cuerpo curvilíneo, alrededor de 1.60 de estatura ¡Es ella!
—Eso no es posible, Valkyria, Isabella no...
—¿Isabella no qué? es la asesina de la flor, mutila, cercena, deshumaniza a sus víctimas, un trato con un mafioso sería fácil, piénsalo, alguien le cubre la retaguardia, alguien con un poderío inmenso —continúa convenciéndome aun más, porque a veces la descubría, mientras hablaba por teléfono en secreto, en una conversación pude escuchar "Trabajos" y "Estamos juntos en esto", pero por alguna extraña razón, creí que era Isaac—. Kaan encaja en el perfil.
—¿Y dónde está Kaan Karaman? A ese hombre lo persigue medio mundo, el otro medio quiere matarlo —replico aun uniendo cabos—. ¿Cómo luce? ¿quién es? En un interrogatorio dijiste que era guapo.
—No lo sé, Raph, jamás lo vi en persona, fue un farol, nunca me permitió hacerlo, sólo había llamadas entre nosotros, recuerdo el acento marcado, nada más, pero sospecho de Marco Benavente, el asesor del presidente, creo que ahora es secretario de estado, de pronto se hicieron amigos hace dos años porque sí.
—Eso es por su relación con el presidente —explico porque eso no puede ser así—. Debe serlo, Isabella hace amigos incondicionales rápido.
—¿Cual relación? ¿de qué carajo hablas?
—¿Volkov jamás te lo contó? —comento al beber del whiskey de nuevo, ella niega con la cabeza confundida—. El padre biológico de Isabella es Thomas Deveraux, el presidente de los Estados Unidos. Carmen su madre tuvo una misión en La Triada en los años 80s, pero se enamoró de Thomas sin quererlo, pronto quedó en embarazo, pero la descubrieron, salió con Vladimir su esposo, quien le perdonó eso y cuidó a Isa como una hija biológica, pero no es su padre, ella es una Deveraux, un linaje fuerte y poderoso.
—¡¿Qué cosa?! ¡Esa perra tiene todo y no se lo merece! —grita al tirar cosas de una estantería con furia, sigue con algunos adornos de la mesa de centro y quiere arrasar con el comedor en su ataque, pero la tomo por las muñecas fuerte para detenerla.
—¡Contrólate, Valkyria! —espeto reteniéndola—. ¡No dejes que te afecte tanto, sé fría como lo has sido hasta ahora!
—No, no, esa maldita tiene cada cosa que todas desearían, hombres tras ella enamorados hasta el tuétano, Isaac capaz de matar por ella, un padrino en la milicia, un papá presidente, un aliado mafioso capaz de incendiar el mundo, ¡es una hija de perra!
—Ya lo sé, cálmate, esto no sirve de nada, luego tendrás que limpiarlo todo, pequeña tonta.
—Suéltame, no haré nada más —replica, allí la suelto—. Tengo que tumbarla de su maldito altar donde la tienen todos.
—No le harás nada o tendrás problemas conmigo, yo la amo a pesar de todo... déjalo en mis manos, la convenceré de regresar conmigo.
Acepta y de lo contenta que queda me besa, así todo escala y terminamos en su habitación para tener sexo una vez más... ¿en qué acabará todo esto?
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Costa Rica
Provincia de Alajuela, Guatuso
HORAS DESPUÉS
ISABELLA
El resplandor del día se cuela por el velo de la cortina abierta, me incorporo y tapo mi desnudez adormilada con la sábana, me siento en otro mundo, un nirvana se apodera de mí, como si flotara entre las nubes lista para ser otra persona, para ser feliz. Isaac no está, hicimos el amor delicioso cuando llegamos aquí, incluso los de la otra habitación se quejaron del ruido; sin embargo y como es costumbre, a él le importo cero...
—Isaac, el teléfono suena —dije en medio de gemidos, tenía las uñas clavadas en su nuca, mientras embestía enfebrecido de deseo puro, entonces estiró la mano hacia la mesa de noche donde está el fijo de la habitación, por eso se detuvo un momento.
—¡¿Qué pasa?! —espetó con un gruñido y alcancé a escuchar por el volumen.
—Señor, hay una queja de ruido de...
—Dígale a quien sea que llamó que le estoy haciendo el amor a mi mujer y no voy a dejar de hacerlo —gritó al tirar el teléfono de vuelta a su lugar para continuar su labor.
—Isaac...
—¿Isaac qué? ¿quieres que me detenga por los vecinos? ¿eso quieres? —susurró cuando aumentó su ritmo, al atrapar mis muñecas contra la cama y claramente le dije que no...
Llamo su nombre hacia el baño, pero no hay respuesta, no lo veo, la cama es de cuatro pilotes con velo recogida en cada una de estas y el techo es de cristal triangular polarizado pues es la mejor habitación en el último piso, estamos en un alojamiento de cuatro estrellas en un pintoresco pueblo; sin embargo, aún no sé qué buscamos en realidad, lo que sí es seguro es que estamos perdidos del mundo, entonces me pongo su camisa con mis bragas y un short de mi maleta, para salir a buscarlo cuando la puerta se abre, es él quien viene con una bandeja de desayuno con mi favorito, tostadas francesas con tomate, café y jugo de naranja.
—Mi amor —saluda para dejarla en la cama—. Me ganaste, quería sorprenderte.
—Lo hiciste —le doy un beso, él parece duchado y perfumado con una camisa manga corta ajustada a su cuerpo marcado, eso deja ver sus tatuajes en el brazo—. ¿A qué hora te despertaste?
—No hace mucho, pero te vi profunda, no quise despertarte —me besa en la mejilla.
—Bueno, alguien me dejó exhausta, lo hicimos dos veces —bromeo para sentarme frente a la bandeja y empezar a comer, entonces él abre la puerta de cristal del pequeño balconcito para dejar pasar la brisa fresca—. Ven, come conmigo.
—Ya comí en el restaurante del hotel mientras esperaba que te cocinaran esto —me besa la frente, pero lo conozco, no le gusta comer, pero no puede ser así, por eso lo miro incrédula—. Es enserio, comí huevos, pan, café y me tomé la glucosa, todo está bien.
—¿De verdad? No quiero que te me descompenses —le acaricio la cara con suavidad.
—De verdad... come, quiero que salgamos a dar una vuelta, me han dicho que el pueblo es hermoso —me anima para comer y así lo hago, mientras me cuenta sobre el plan de hoy cuando acabo con todo en el plato y los vasos, iremos primero porque dice que luego hacia las dos de la tarde iremos a un parque natural, entonces me pide poner ropa fresca por el clima tropical, me decanto por eso con un short de mezclilla, traje de baño pues me lo pide y una camisa sin mangas, al final unos zapatos de tacón corrido de playa, con una parte de los dedos de los pies visibles.
Dejo todo preparado sobre la cama, mientras él hace unas llamadas, me deslizo en la ducha casi sin creer todo esto, lo que hemos hecho, la apuesta por nuestro amor, todo es imposible, por eso me pellizco incluso para ver si despierto, pero obviamente no duermo, he escapado con el amor de mi vida sin más, eso me pone feliz porque por fin hemos decidido darle prioridad a esto, a nuestra relación. Me lavo el pelo, mientras fantaseo con el regreso cuando le digamos a nuestro hijo que mami y papi están juntos, que su dibujito se hará realidad.
Aunque en medio de toda esta felicidad temo, le hicimos daño a Raphael y eso se paga, aún cuando llegó para hacerme daño, nadie merece la humillación de esa manera porque él sí se enamoró, me quiso en el altar de forma genuina, ahora debe odiarme con todas sus fuerzas; no obstante, no puede hacer nada, nunca le confié nada comprometedor, jamás hablé de nada así, la confianza no me llagaba hasta allí, por eso no tiene nada, pero el karma existe.
—¿Necesitas ayuda? —se ríe Isaac al entrar en la cabina, eso corta mis pensamientos, entonces su cuerpo caliente choca por detrás del mío.
—¿Para bañarme? ¿de cuantos años me crees? —sigo su juego al sentir su toque en mis caderas desde su posición.
—Sí, quedaste mal enjabonada —desliza sus manos por mi abdomen directo a tomar mis pechos, mientras besa mi cuello, allí siento su erección en mi trasero, está duro como piedra, por eso me giro para tomar su falo con mi mano y moverla de arriba abajo sacándole gruñidos altos, mientras él hace lo mismo conmigo, nos damos placer en medio de besos apasionado, con la otra mano le sujeto el pelo para halarlo de ahí y no permito que se separe de mi boca, bajo el chorro de agua hasta alcanzar el orgasmo casi al mismo tiempo—. Salgamos o nos quedaremos todo el día haciéndolo.
Sigo su idea cuando terminamos de bañarnos, entonces salgo en toalla como él quien se pone pronto el bóxer y va a mi lado para apretarme una nalga divertido, mientras me peino con una peineta entre mis cosas, aunque me cuesta un poco por el largo, él me pasa la ropa con el traje de baño, es uno de diseño top rojo de triángulos alargados con tiras al cuello para sostenerlo, este combina con mi pelo a la perfección, entonces me visto por completo, pero no me pongo maquillaje, hace demasiado calor, no quiero que se empiece a correr viéndose mal, además de la piquiña.
Cuando estoy casi lista salgo del baño y oigo sonar el celular de Isaac tirado en la cama, él si lo ha dejado en línea, yo lo he desconectado, pero no me espero a quien llama.
—¿Quién es, amor? —pregunta él, viene del balcón mientras apaga un cigarrillo en la barandilla, entonces lo detallo lleva una pantaloneta negra con una camisa del mismo color ajustada al cuerpo, por eso puedo ver cada curvatura y me quedo viéndolo encantada porque mi hombre está más bueno que el pan recién horneado—. Ehh, Isabella, ¿quién es?
—Tu ex mujer —digo al caer en la realidad de nuevo donde rabeo por esa llamada.
—Nehh, déjalo que suene —espeta tranquilo para agacharse a ayudarme con los zapatos, pero yo le digo que conteste—. ¿Estás segura?
—Tal vez es algo de Nate, estaba enfermito ¿no? —le respondo con calma, ella me revuelve la bilis, pero es cierto, el niño estaba con otra gripa, él luego de dudarlo algunos momentos se decide, aunque la llamada se ha terminado; sin embargo, vuelve a sonar como una intensa, allí él abre la llamada, aunque pone el altavoz solo, no le dije nada.
—¡¿Es cierto que te fuiste con ella?! —chilla Valkyria en un alarido apenas se abre la llamada—. ¡No lo puedo creer! Dime que es mentira, mi amor, yo te lo perdonaré... regresa a nuestro hogar, Nate te extraña, ha preguntado por papi.
—Es cierto, me escapé con el amor de mi vida y no volveremos en algunos días —replica él con firmeza y eso me emociona, aunque no debería extrañarme, ya lo ha hecho todo por mí siempre, me siento a un lado de él al pendiente de qué dice el alacrán.
—¡No, Isaac, con ella no! —grita como si la acuchillaran con fuerza—. El General Absoluto los sancionará por faltar, yo misma le diré que...
—Sigmund fue quien nos autorizó, ve con él si quieres, pero te vas a topar con pared —espeta Isaac con fastidio y me pregunto si es cierto, no me había parado a pensar en eso, pero tiene sentido, ¿cómo nos vendríamos sin permiso a faltar? Sería motivo de suspensión o algo peor—. ¿Qué quieres?
—Quería comprobarlo, te has ido con ella y... y... me has hecho daño —lloriquea al tartamudear—. ¡Nate está enfermo!
—Nate está bien, he hablado con la Teniente de la guardería, no tiene nada, la enferma eres tú al tratar de manipularme con él —suelta con ira, eso me hace pensar en las palabras de Marina en la clínica sobre el Munchausen por poder, «¿Será capaz? Se lo advertiré a Isaac» pienso con indignación, si eso le hace a un bebé ¿qué le puede hacer a un adulto? De nuevo, las palabras de Laura sobre que es una infiltrada me llegan a la cabeza y creo a ese alacrán pelinegro capaz de las dos, sobre todo para manipular a Isaac quien lo da todo por los niños, por eso se aprovecha de él, aunque ahora debe sentirse vulnerable, por eso el tono de angustia.
No obstante, puede tratarse de una muy buena actuación, no me extrañaría, es una Sayyid después de todo, la sangre que le corre es malvada. Valkyria insiste en que él no le puede hacer eso, tartamudea, extiende las palabras y ya me suena raro, parece no saber qué decir para seguir, pero eso no le dura mucho.
—Vuelve, por favor, tienes un compromiso conmigo, soy tu esposa —exclama indignada—. Esa mujer sólo es tu amante de turno.
—Ay Valkyria Sayyid, no tienes idea de nada con respecto a nuestro matrimonio y respétala, a ella la amo, jamás podré olvidarla, jamás te igualarás a ella, ninguna en realidad, es mi mujer y tú no eres nada a su lado... por cierto, dile al General que no logrará encontrarnos, este número no se puede rastrear.
—¿De qué General... hablas?
—No soy idiota, quieres extender la llamada para cumplir con el tiempo de búsqueda, debe haber un agente con un equipo rastreándome, pero nos podemos quedar una hora y nunca me encontrarán —Isaac se carcajea con descaro—. ¿Hola? ¿Raphael? No te escondas tras una mujer.
—¡Devuélveme a mi mujer, hijo de perra! —efectivamente se escucha la voz de él—. No sabes qué te haré, tráela, tenemos un matrimonio que hacer.
—Oiga, General, ¿consume psicotrópicos? Desde el momento en que Isabella tomó mi mano y escapó del hotel está conmigo de nuevo, eso no cambiará —presume Isaac y me siento mal porque me gusta escucharlo herido como estuve yo por su traición—. Cuando volvamos no quiero verte cerca de ella, ¿entendiste? Tengo una grabación donde Volkov y tú revelan todo, si me haces algo o a mi mujer, correrá de mano en mano.
—Si es cierto que la tienes ¿por qué no la muestras sin más? —replica luego de unos momentos en todo nervioso—. ¡No tienes nada! Isa... Isa sé que escuchas, no hagas esto, aún estás a tiempo, regresa por favor —Isaac me pasa el teléfono, pero niego con la cabeza.
—No quiere hablar contigo —presume Falcon con malicia—. No la obligaré y ya me aburrí de esta conversación, adiós, me voy con mi mujer a nuestra luna de miel.
Tira la llamada con altanería muy orgulloso, entonces desvío la mirada para darle la espalda.
—¿Qué pasa? ¿qué tienes? —pregunta al guardarse el móvil en el bolsillo, y yo le enseñaré una lección.
—Tiene razón... voy a volver, es mi lugar, el tuyo con tu familia. No debimos hacer esto —tomo la maleta y todo cuando la cierro con el ceño fruncido, camino hacia la puerta, aunque no logro mantenerme.
Su expresión herida me duele a mí.
—¿Estás loca? ¿eso es tu amor por mí? Una puta conversación y adiós ¿sí? —espeta indignado, mientras se aleja hacia el balcón para sacar otro cigarrillo, se ve enfadado, pero sobre todo herido, enciende el tabaco con una cara de querer joder a todo el mundo en su camino—. ¿Eso es todo? ¡pues no te hubieras escapado conmigo y ya! No dejarme creer que podíamos ser...
—Un poco sí, estoy loquita —me sonrío justo cuando se gira, se ve destruido, pero de a poco se ve aliviado.
—Estás bromeando —niego coqueta con la cabeza cuando viene hacia mí para apoyar su frente en la mía—. Maldita sea, potra salvaje, casi me da un infarto, no juegues con eso.
—Te lo mereces un poco, tampoco está bien restregarle en la cara a él esto —le paso los brazos por el cuello.
—¿Quieres que te recuerde para qué se acercó a ti? —refunfuña al darle una calada al cigarrillo, se ve como un bad boy con sus tatuajes a la vista—. Volkov lo envió, reina, si no se hubiera enamorado, te hubiera jodido.
—Ya lo sé, pero tú lo dijiste, se enamoró, tiene sentimientos genuinos por mí, bateó a Volkov por eso, lo escuchaste y no quiero restregarle nuestra relación, no después de dejarlo en el altar con todos los preparativos y peor aún, su familia. Además, está mal económicamente, esto fue un agujero en su bolsillo y tú quieres echárselo en cara.
—¿Qué haré con ese corazón de pollo tuyo? Hasta a ese perro desgraciado quieres darle clemencia —me besa la frente—. Pero no te molestes conmigo.
—No estoy molesta, mi amor, sólo que él ha sido bueno conmigo, sé de sus intenciones iniciales; sin embargo, ha cambiado... pero quiero que sepas una cosa, Falcon, no me arrepentiré jamás de salir de esa habitación contigo de la mano, no de haberme escapado lejos del mundo, nada de eso pesa en mi consciencia, menos después de escuchar esa grabación, puede que no funcione, pero no estaré arrepentida.
—Funcionará por el resto de nuestras vidas —susurra antes de besarme y me dice que es hora de salir—. Vamos, toma lo que necesites, no volveremos hasta la noche.
Así lo hago, él toma un maletín azul turquí al hombro y me da la mano para salir de la habitación luego de cerrar con seguro, bajamos entre una conversación sobre el pueblo, mientras me muestra fotos de Google, pero cuando estamos en el primer piso al pasar por la recepción las empleadas nos sonríen, más a él, a decir verdad, pero Isaac ni las determina, apenas devuelve el saludo entre dientes, allí al hacerme toques noto la ausencia de algo importante.
—Olvidé mi teléfono.
—¿Quieres que vaya por él? —pregunta al detenerse en el umbral de la puerta doble de cristal.
—Ya voy yo, espérame aquí —le doy un beso de pico y me encamino a las escaleras, pronto estoy en el piso en donde abro la puerta para tomar el aparato rápido, pero me entra el deseo de activar el roaming internacional y comunicarme con casa, pero tengo la mala suerte de que me entra una llamada de Raphael, debato si debería darle la cara y lo decido, lo haré porque amar a Isaac no es un crimen como para correr a esconderme.
—¿Hola? —contesto con calma.
—Isabella por fin, mi querubín, necesitamos hablar —me dice con angustia—. Eres mi vida, vuelve por favor, te lo ruego, lo perdonaré todo, la humillación, la escapada, todo si vuelves conmigo, él es un todas mías, lo sabes, siempre ha sido así... yo te amo sólo a ti, él no...
—Él me ama más que tú —espeto con ira contenida por como habla de Isaac—. Nunca podrás entender ese sentimiento, Raphael Larsson, además, él sólo es fiel conmigo, nunca me ha faltado, ni con mentiras ni con amor cuando estamos juntos, y si quieres hablar más llama de nuevo.
Cuelgo a los treinta segundos para evitar el rastreo y me entra otra llamada.
—Isabella, esto no está bien —dice de primero.
—Lo sé, debí ser sincera contigo la noche anterior, pero ya no puedo hacer nada... deja de buscarme, deja de llamarme, estoy con Isaac, no me alejaré de su lado —replico harta, quiero estar en paz—. Ten dignidad, aunque sea un poco, Isaac es el amor de mi vida, déjanos ser felices.
—¡Lo sé, maldita sea! Siempre lo supe, pero me hiciste creer que podías amarme así —grita con furia desesperada—. Eres una mentirosa, pero te amo y de verdad perdonaré todo si vuelves ahora... te necesito.
—Lo siento, no volveré, al menos no sola, sino con mi marido, haremos una vida con nuestro hijo —replico con seguridad—. Perdóname, Raphael, no debí dejarte así, pero no me hubieras dejado ir, perdóname por la humillación pública y espero lo haga también tu familia, adiós.
Cuelgo con un alivio en el pecho y no sé si llama de nuevo porque desactivo el roaming. Cuando el calor en mis mejillas se calma un poco salgo de nuevo, no quiero que Isaac me vea así, bajo las escaleras sonriente porque de verdad me siento mejor, saqué un atrancado en mi garganta, por fin puedo disfrutar. Voy muy alegre, pero cuando salgo del espacio de las escaleras la puerta está a la vuelta de las esquina de la pared; sin embargo, no paso porque veo Isaac con cuatro chicas, una de ellas parece empleada del hotel por su uniforme azul turquí de blusa y pantalón estampado.
La verdad todas no parecen pasar de dieciséis años, tal vez diecisiete, pero no más y ya le coquetean sin reparo, pero no salgo porque quiero ver qué hace él, como una prueba, aunque no debería dudar a estas alturas. Ellas se presentan muy alegres, pero él no les da la mano, hasta parece molesto. Casi todas son pelinegras o castañas, menos quien más cerca está de él, quien es rubia clara, parece la que se lo devora más con la mirada, la verdad no sé cómo me acostumbraré al coqueteo de las mujeres con Isaac, aunque él no les arroje ni un hueso como ahora, será difícil, soy muy tóxica con él.
—Oye ¿y planeas quedarte? —le pregunta la resbalosa rubia al ponerle la mano en el pecho. La ira estalla en el mío, pero sigo escondida, hasta alguien que pasa se extraña con sospecha, entonces debo explicar por encima lo que hago, la chica se sonríe y al parecer me entiende, hasta se sale para contarme qué pasa en voz baja al no ser conocida de nosotros.
—No —responde él seco y cortante para quitarle la mano de encima con algo de fuerza—. Y no me toques.
—No seas aguafiestas, estás muy joven para tener ese genio —de nuevo le pone la mano en el cuerpo, esta vez en el brazo tatuado, aunque no puedo culparla, esa parte es muy excitante—. Vamos a dar una vuelta, te enseño el pueblo y nos conocemos ¿no chicas? —propone a las otras tres, ellas la secundan, incluso la empleada del hotel.
—Es una gran idea... déjame ver si mi esposa quiere ir —espeta con fastidio además de una mirada dura, al soltarse de nuevo.
—¿Esposa? Pero no tienes argolla —exclama ella, aunque no parece desilusionada—. A mí no me molesta compartirte, además ¿dónde está? No la veo por aquí.
—Mira, niñita, ve a jugar con tus putas muñecas ¿qué edad tienes? No eres mayor de edad, pareces menor que mi hermana, soy un hombre casado encima con un hijo, ¿no lo entiendes? Jamás le faltaría a ella, menos con alguien que apenas se sabe limpiar los mocos sola —espeta con filo cortante en su lengua—. Y a mí si me importaría, más a ella, ¿sabes lo que te haría si nota cómo me coqueteas tan descaradamente?
—Es probable que la arrastre por todo el hotel porque usaré su cabeza de trapeador —murmuro al salir del pasillo, al verme sí se decepciona por completo, tal vez mi belleza o mi seguridad, el caso es que se ve desinflada, le agradezco a la chica y tomo de la mano a Isaac—. Él tiene razón, ¿qué edad tienes? Pareces menor que mi cuñada y tiene dieciocho.
—Tengo veinte —gruñe como perro con rabia—. No como usted, vieja, ¿cuántos tiene? ¿cincuenta?
—Cállate mejor —salta Isaac—. ¿Ves esto? —me da vuelta con la mano por arriba, aunque no sé porqué—. Es mi mujer con letras mayúsculas, tú eres una niña, ¿qué haces aquí?
—Soy hija de los dueños, es mi hotel —presume con soberbia—. Puedo echarlos.
—Hazlo y nos devolvemos por las maletas ahora mismo —bufo cero intimidada.
—¡No! —exclama una señora, viene de la piscina y parece una mujer razonable, es la dueña, anoche nos recibió—. Ustedes son clientes VIP, el señor ha pagado muy bien por los servicios... Tera, ¿de nuevo? Deja de molestar a los clientes, por el amor de Dios, ¿qué les dijo?
—Coqueteaba con mi marido poniéndole las manos por todas partes —recrimino en un intento de ser calmada, pero la situación me voló el genio, encima tengo calor y los ventiladores de techo no dan abasto.
—Ha sido una falta de respeto, señora —exclama él.
—Sólo trataba de ser amable, pero esta vieja vino a tratarme mal —reclama la tal Tera, mientras refunfuña.
—Vieja y todo, pero él es mío y tú no puedes ni siquiera mirarlo —marco una línea de posesión.
—¿Te vas a dejar tratar así? Como si fueras algo de su propiedad —dice ella de nuevo, pero la mujer la regaña de nuevo «El alacrán rubio» pienso al ponerle el apodo.
—Me trata como lo que soy, niñita, su propiedad —reafirma él para darme un beso de pico—. Señora... ¿cómo dijo que se llamaba?
«Que vergüenza, ayer lo dijo, pero estábamos más preocupados por meternos en la cama»
—Cristal, y le pido una disculpa —menciona la señora—. Vete a hacer inventario del restaurante, Tera, ¡Ahora!
—No es justo, mamá, es culpa de ella, fue quien vino con ínfulas, yo...
—¡Te he dado una orden! —le gritan fuerte para disculparse de nuevo, por ello nos quedamos sólo con ella—. No sé qué voy a hacer con esa muchachita, se ha metido con muchos clientes casados, una disculpa.
—Tiene las manos muy largas —me quejo de nuevo enfadada—. Lo siento, pero vuelve a tocar a mi marido de esa manera y no respondo. Soy una militar entrenada, Cristal, le quebraría los veintisiete hueso de la mano con facilidad.
—Por Dios, no hay que llegar a tanto —se muestra aterrada—. Lo siento muchísimo.
—Soldado advertido, no muere en guerra —finiquito cuando la llaman a un lado, entonces Isaac me hala del brazo para caminar hacia el frente del hotel de la mano, donde parece esperar algo. El clima está perfecto y él se ve muy bien en su pinta de negro total, con sus gafas de sol de aviador doradas. Cuando nos quedamos solos lo tomo por la camisa para pegarlo mi cuerpo.
—¿Esposa? ¿Cuándo nos casamos? ¿me muestras fotos? —bromeo al darle un beso para ver por el rabillo del ojo a la resbalosa, cuchichear con sus amigas al otro lado, por la entrada de la piscina.
—No eres mi esposa aún, pero lo serás pronto —asegura sacándome una sonrisa—. Además, así se siente, llevamos media vida amándonos.
—¿Ah sí? —rozo su nariz con la mía—. Pero ni siquiera me lo has propuesto.
—Ya lo verás...
Me toma de la mano cuando llega el trasporte blanco, una camioneta de trasporte especial, entonces nos subimos, esta nos encamina por las calles, mientras veo por la ventanilla, todo es hermoso, no paro de girar la cabeza hacia todo los lados como una niña en Disney World. Luego de algunos minutos nos dejan en el centro del pueblo, es muy curioso, hay letras gigantes con el nombre decoradas con flores en donde nos tomamos fotos, aunque él no quiera, no es mucho de eso, pero lo hace por mí como siempre. Caminamos de la mano, comemos helado, me da besos como para dos vidas más, e ignora al resto del mundo.
Al medio día buscamos donde comprar comida típica, escogemos "Olla de carne" según Google uno de los más emblemáticos, incluye como ingredientes yuca, plátanos, papas, zanahorias, maíz, cebolla, ajo, culantro y, por supuesto, un gran trozo de carne de res, es delicioso, lo devoramos como si no hubiéramos comido en una maldita semana entera, además también tomamos bebidas propias de Costa Rica. Mientras comemos le pregunto si es cierto lo del permiso de Sigmund y me confirma que sí, él lo llamó para contarle todo, incluso lo del escorpión.
Cuando le dijo de mi matrimonio inminente, hasta él ayudó a evitarlo, entonces Isaac le solicitó un total de cinco días para hacer esto y como era salvarme de Raphael, él aceptó gustoso, siempre me ha apoyado, aunque sea en locuras justo como esta. Me toma de la mano para besar el dorso muy feliz de su plan estructurado, y yo pensé que sólo quería sacarme y el resto era improvisado, pero no, al parecer lo tramaba desde hace tiempo, estudió el esquema de seguridad de Raphael, el sistema eléctrico de la cuadra del hotel, las rutas de escape, incluso el cómo desconectaría nuestros chips de rastreo.
Es increíble todo lo que hizo por tenerme a su lado, cada detalle, cada planeación, me muero por él como nunca antes, mi amor se me sale por los poros a cada palabras que me dice, como me cuenta cómo lo hizo todo, en fin, no puedo quererlo más, porque por fin ha hecho todo lo necesario para tenerme para él. Cuando hemos acabado y tomamos café le pregunto cómo podemos llamar a Isaff, me preocupa un poco, entonces él saca su teléfono para marcarle a Renata quien al parecer está con él.
Pronto ella abre la videollamada donde veo a mi niño, están en el parque interno de la base y en el fondo se ven los guardaespaldas del pequeño, mientras miran a todos los sitios con el fusil en la mano. Ren pregunta qué tal todo e Isaac le llama minion chismosa de nuevo haciéndome reír, pues le dice que luego le contaré todo, por ahora queremos hablar con nuestro hijo, entonces pasa, pero se ve molesto.
—Mami se fue sin Isaff y Isaff se puso un traje incómodo para nada, mami ni siquiera apareció —se queja con un puchero—. ¿Dónde estás? ¿por qué están estos soltatos todo el tiempo conmigo? ¿ese es papi?
—Mi amor, volveremos pronto, pórtate bien —le digo al ver su carita desconfiada—. Y sí, es papi, ¿quieres saludarlo?
Se saludan con amor, entonces me quedo mirando a Isaac, es tan diferente al hombre de hace dos años en Afganistán, quien huía de los niños, que no quería hijos, ha cambiado para bien, aunque aún es tosco y grosero, aunque no me importa, así es él, así me enamoré de él, no lo cambiaría por nada del mundo. Isaff le pregunta qué hacemos los dos lejos de él pues en toda su vida jamás se había alejado de los dos al mismo tiempo, si no estaba con él, estaba conmigo, por eso se le hace raro, pero lo tranquilizamos diciéndole que habrá una sorpresa a nuestra vuelta.
Se muestra impaciente, pero le decimos a Renata que le compre helado y lo lleve a dar una vuelta por ahí para sacarle la idea, entonces pedimos la cuenta, pagamos y nos vamos del restaurante, Isaac deja una propina considerable como siempre lo hace, me toma de la mano de nuevo para llamar a la camioneta y por fin nos encaminamos a su lugar misterioso, en el camino me habla de este, un parque natural de preservación llamado Volcán Tenorio, aunque no me dice mucho, de igual manera me gustará, siempre me ha encantado la naturaleza.
Hablamos de cómo le diremos a Isaff todo y sobre todo qué dirá él al saberlo, pensamos que le gustará, aunque no podemos estar seguros. Pasan los minutos para dejar ver paisajes boscosos típicos de reservas naturales como al parecer es donde vamos, entonces unos treinta minutos después estamos en una de las entradas donde hay una cabaña de pura madera donde venden las entradas, pero no hay nadie más, pronto me suena a que es obra de Isaac, porque un fin de semana como ahora tendría visitas, pero ni un alma más, sólo los encargados.
Nos bajamos de la camioneta, allí él queda a las siete de la noche para regresar al hotel, entonces Isaac habla con los empleados un par de cosas, luego les da propina y nos indican por donde caminar, en realidad es simple, hay un camino de madera con barandilla en el mismo material, este serpentea por la mitad del bosque y por ahí nos vamos, por el camino tomo fotos de todo, incluso nosotros hasta llegar a un punto, él lo ve primero pues estoy de espalda al tomarle una, allí saca una bandana del morral para ponerla alrededor de mis ojos, me niego al inicio, quiero verlo todo, pero me pide confiar en él.
El resto del camino a donde quiere ir voy vendada de los ojos, sólo guiada por sus manos, hasta sentir cómo el caminillo se inclina un poco hacia abajo, como si descendiéramos en una leve rampa, primero un tramo, luego el otro hasta quedarnos quietos, allí me susurra al oído "Bienvenida al nuestro paraíso" sólo entonces me quita la venda.
Lo que se alza ante mis ojos es un espectáculo, una cascada natural que cae a una laguna azul celeste preciosa, el sonido del agua correr es tranquilizante en cierta medida y la maravilla de paisaje es en extremo especial, no hay otra palabra para describirlo, ya lo había dicho, buscábamos un rinconcito y lo hallamos. El sol refleja el color celeste dándole aún más vida y me quedo estupefacta por unos momentos, sólo salgo de mi asombro cuando lo veo volarse la barandilla y sacar algo del morral con intenciones de meterse al agua a pesar de un "DO NOT ENTER"
—Ahí dice que está prohibido meterse al... —mi frase queda al aire cuando tira la toalla sobre el cartel como si fuera toallero, allí dice que no se puede, pero ¿quién carajo le puede decir que no a ese animal de monte.
—Decía... ¿no vienes? —exclama cuando se mete al agua azul celeste.
—Estás loco —le replico cuando me vuelo la barandilla de madera, una vez en las rocas me saco los zapatos con el short para quedar en el vestido de baño.
—Sí, lo estoy, loco de amor por ti —exclama al tomarme de la cintura para atraerme a su cuerpo antes de sumergirnos en el agua clara, no es hondo, pero si nos llega por el pecho, en especial cerca de la cascada, lugar donde nos metemos ambos para recibir toda el agua en nuestras cabezas.
Me abraza con pasión, por eso rodeo su cuerpo con mis piernas, mientras nos rozamos de forma erótica hasta despertar una flama ardiente, esta no puede ser apagada ni siquiera por la cascada, pronto lo siento duro, listo para cualquier cosa. Lo sujeto por el cabello perdida en sus labios con la unión de mis piernas palpitando, así me deshace el nudo del traje de baño para sacar el top y tirarlo a la orilla, enseguida lo hace con la parte de abajo hasta desaparecerlo igual, dejándome como Dios me trajo al mundo, pero no tardo en hacer lo mismo con él.
Me acaricia los senos y desliza un dedo dentro de mi humedad preparada para él, mientras me muerde los labios o toma mi cabello empapado para tirar de él y así dejar mi cuello al alcance de su boca.
—A tu madre le encantaría venir aquí... —ahogo mis gemidos en su piel.
—No me hables de mi madre ahora, estoy a punto de hacerte el amor —me besa para tomarme de las piernas y enrollarlas en su cintura para penetrarme con lentitud, antes de empezar un choque fuerte, así le araño la espalda de nuevo, le escuece por su gesto, pero no para, besa mi cuello con devoción, mientras me aferro a sus músculos—. Te amo, te amo demasiado, mi potra salvaje, no puedo vivir sin ti.
—Y yo a ti, mi animal del monte, te amo —respondo al besarlo con fuerza, su cuerpo reacciona a mi toque como siempre, mientras nuestras caderas se chocan en un vaivén excitante, con fuerza, mientras la cascada nos salpica. En esta posición, con su agarre, con su fuerza, con sus besos, me pierdo del momento.
—Si tú te casas el día de tu boda le digo a tu esposo con risas, que sólo es prestada la mujer que ama porque sigue siendo mía —canturrea en mi oído, mientras hacemos el amor como nunca lo imaginé, desnudos en una cascada de un destino tropical—. Eres mía, mía, mía, no te hagas la loca, eso muy bien ya lo sabías —con esa maldita canción no tardo en tener un orgasmo arrasador primero, pero pronto él me sigue en el placer máximo.
—Estás muy loco —le susurro al rozar mi nariz con la suya, siento su orgasmo líquido en mi interior, mientras lo veo recuperarse—. Has pedido la razón.
—¿Y qué? ser cuerdo es aburrido —apoya su frente en la mía aun sin salir de mí—. Voy por la ropa, no te muevas de aquí, no quiero que si alguien está por ahí te vea desnuda.
Hace lo dicho para vestirme de nuevo con rapidez y así nadamos un rato, jugamos a echarnos agua, buceamos con una cámara acuática Go Pro con la que se graba la laguna, así como selfies con el palito, corremos por donde no es tan profundo y entre todo eso ha llegado el atardecer hermosísimo con tonos naranjas que te invitan a verlo todo el tiempo hasta la salida de la luna, pero debemos irnos, ya vendrá la noche y no podemos quedarnos aquí. Una vez secos del cuerpo me exprimo el cabello hasta que deja de gotear, él se sacude y queda listo, pero allí sostiene de nuevo mi cintura con fuerza.
Entonces saca de un bolsillo del maletín un cajita de anillo, por eso mi respiración se corta de repente cuando me toma de las manos para empezar a hablar.
—Sofía Isabella Fox Santo Domingo, la vez anterior fue original, pero no apropiada, por eso hoy, frente a esta maravilla natural con el atardecer más bello que hayamos visto, te pregunto ¿Quieres casarte conmigo? —pide con una sonrisa genuina, por ella mi corazón se descontrola, porque apenas puedo ver al Isaac a quien evitaba durante mi matrimonio con Fabián, este es otro, pero lo amo más—. No me hagas arrodillarme, las piedras tallan.
«Típico» me sonrío
—Creo que ya conoces la respuesta —me rio con algunas lágrimas de felicidad—. Claro que sí, mi amor, mil veces sí.
Me alza con sus brazos para darme vueltas en el aire, luego cuando me baja tomamos fotos como podemos.
—Además, este para mí —saca otra cajita con una argolla de oro de compromiso—. Así todas sabrán que tengo dueña.
—¿No te importa salir de una correa para meterte en otra más fuerte? Porque sabes cómo soy contigo, animal del monte. El resto de hombres me valen un huevo de los que no tengo, pero tú no.
—¿Y cómo crees que soy yo? Que alguien respire el mismo aire que tú, me pone celoso y yo amo cuando me celas... Además, hay algo que no te he dicho.
—¿Algo malo? Pero ¿cómo lo haremos? Estás enlazado a Valkyria, esa arpía no te dará el divorcio tan fácil, mucho menos si se entera —espeto molesta, aún me molesta su estupidez de casarse con otra, pero no le reclamo, ya lo hecho, hecho está.
—Depende de cómo lo veas, mi vida, bueno, en realidad dos cosas... —murmura al apoyarse en la barandilla de madera con la espalda, entonces me atrae a su pecho—. La primera, no estoy casado en realidad con Valkyria —confiesa extrañándome, por eso me incorporo para verlo de frente.
—Explícame eso porque le exiges el divorcio todos los días —pido de inmediato, no le veo cara de bromear, aunque él nunca lo hace, siempre es serio y jamás miente, al menos no a mí—. Di algo.
—Para mantener las apariencias, tampoco quiero quedar mal con la gente, la necesito enojada para seguir la mentira —se carcajea cuando me separo dos pasos de él con una mirada incrédula—. Jamás me casaría con ella de verdad, quien ofició la misa fue un primo de un amigo que haría cualquier cosa por dinero, había sido capellán, pero se salió porque conoció a una mujer de quien se enamoró, por eso se sabía la misa de principio a fin, alquilé la iglesia y le dije a todos que yo quería la ceremonia con él, fueron los mejores diez mil dólares invertidos de toda mi vida.
—Pero hablabas como si fueras casado, no tiene sentido... si no es cierto lo que dices, puedes decirme, no me importaría, la verdad, esperaré paciente el divorcio.
—Si fingía estar casado, debía hacerlo, hasta pensar como casado porque no hubo una unión, pero sí me quedé con ella, tenía un compromiso con nuestra familia, tiene derechos, además de Nate.
—¿No bromeas? —replico, aunque conozco la respuesta ya: es cierto.
—¿Cuándo bromeo, potra salvaje? Menos con algo así —me acaricia la mejilla con suavidad.
—¿Y por qué no lo hiciste?
—Porque yo le había prometido a una hermosa mujer, amor de mi vida, que sería mi esposa, mi primera esposa.
—¿Por qué lo dices hasta ahora? Nada tiene sentido.
—Quería tenerte de nuevo en mis brazos, Isabella, estar seguro de que me habías escogido, además, tal vez pensabas que era una estrategia mía para hacerte regresar a mí, como dijiste en el hospital.
—Tienes razón, pude haberlo pensado porque sé qué harías cualquier cosa por hacerme volver, pero te pido perdón, mil perdones, debí saber que no mentías ese día, nunca lo haces, no tendré palabras jamás para arrepentirme de tratarte así, me odio a mí misma por hacerte eso, no sé qué carajos me pasó, tal vez fue la medicina, o que estaba sensible y... —me calla con un beso.
—Ya no importa el pasado, no lo menciones, ¿sí? dejemos todo atrás, aunque yo también debo pedir perdón... te hice creer en un matrimonio falso por hacerte daño, por vengarme, te orillé al alcoholismo, te juzgué como una traidora cuando no lo eras, como siempre, te sacrificaste por un ser amado —empieza al darme besito pequeños—. Yo tampoco tengo perdón de Dios.
—A veces me pregunto si es correcto estar juntos —confieso cuando me giro, él me abraza desde atrás para observar la cascada—. Nos hemos hecho daño uno al otro.
—No importa, son errores y ahora estamos juntos contra el mundo entero, deja de pensar en eso, ambos nos hicimos cosas, pero ya no deben tener peso, hemos escapado a empezar de cero ¿está bien? —me sonrío un poco cuando me da un besito en el cuello para apretarme entre sus brazos—. Vamos, debemos regresar, preparemos todo.
—Es increíble lo de tu matrimonio, esa muchachita explotará cuando lo sepa, si piensa quedarse con la mitad de todos tus bienes —comento al ir preparándonos para irnos.
—Te lo dije el día de la mascarada, los papeles que ella firmó para "registrar el matrimonio" eran capitulaciones, no nos casamos, pero al vivir conmigo podía conseguir algo y me cubrí de sus jugadas... Valkyria tendrá manutención del niño y no le faltará nada, le daré un par de propiedades porque fue buena con mis hijos, ambos, pero nada más por Ley.
—Te amo tanto —me lanzo de nuevo a su pecho con alegría—. Gracias por cumplirme la promesa.
—Jamás te fallaría, no a ti —me besa lento dejándome cada sentimiento impregnado—. Ahora lo segundo... puede que quieras matarme, pero desde el día en que tuve la sobredosis empecé a planear... a planear nuestra boda.
—¡¿Qué hiciste?! —me separo aún más sorprendida—. ¿Cómo supiste que yo no me casaría?
—Iba a darlo todo y si no podía pues nada, todo se perdía, eso sí, cuantas veces intentaras casarte, tantas veces iba a cortar la luz, llevarte con gente, cortarte el vestido, pagar para que no te dieran los servicios, en fin, no te hubiera dejado estar con él, por fortuna te viniste conmigo —siento lo ojos llenarse de lágrimas para derramarlas en silencio—. ¿Por qué lloras, reina?
—No sé, entre la boda falsa, la forma en cómo quieres casarte y como has madurado, Isaac, te has convertido en todo lo que yo deseaba, antes te amaba como eras, ahora lo hago más... —le doy un beso de nuevo—. ¿Y? ¿dónde nos casaremos?
—Una boda destino en Tailandia donde hay uno de mis hoteles, el paisaje es espectacular, una vez escojas los invitados pagaré el viaje de todos y bueno... alguien más está metido... Alvy diseñó tu vestido de novia, viajó al DF a su boutique de ahí no sé qué porque lo empezó ahí, mientras estabas en el hospital.
—¿Cuándo lo supo Alvy?
—Ese día, me vio vuelto mierda y en esencia me secuestró junto con Stacey porque me jaló del brazo, pues no podía oponerme, estaba muy débil... te preguntabas de dónde vino el cambio, de esa conversación, él me hizo abrir los ojos.
—¿Por qué querría matarte? —pregunto curiosa—. ¿Hay otra cosa, mi amor?
—No, nada más, pero creo que te hubiera gustado planear todo, digo, es lo más común... tal vez querías a tu gusto, sé que con Raphael no escogiste, Ren me dijo que ni el vestido, a mí sí se me hizo raro verte en un estilo princesa si siempre dijiste que tu vestido de bodas sería estilo sirena.
—Dos cosas... ¿cómo de pronto sabes de vestidos de novia?
—¡Todo es culpa de Álvaro! lleva desde ese día metiéndome en la cabeza los diseños, los cortes y los estilos, algo tuve que retener ¿no? —se sonríe—. ¿La otra cosa?
—Para mí vale más que lo hayas hecho tú porque veo tu intención de hacerme feliz, la sorpresa, todo, además tu conoces mi gusto... a mí lo que me importa es casarme contigo —confieso con una sonrisa amplia de pura felicidad—. De verdad me haces la mujer más dichosa del mundo.
Sin más por hacer, nos tomamos de la mano para regresar por el caminillo.
—Hay algo que debes saber de este anillo —comenta de pronto cuando toma mi mano, vamos de vuelta, vamos a través de la reserva por el camino de madera, mientras escuchamos los sonidos de la noche en la reserva.
—¿Es el mismo que colgaba de tu cadenilla militar? —pregunto, mientras caminamos, la verdad aquella noche no lo vi bien, lo escondió muy rápido, por eso no puedo reconocerlo.
—No, ese anillo pertenece al pasado, lo vendí y conseguí este, es más grande, pero es especial, mi amor, mucho —me detengo por un momento, aunque no me espero lo que tiene para decir en realidad.
—¿Es una reliquia familiar o algo así? ¿debo guardarlo, mientras volvemos a casa?
—No, pero sí tiene mucho valor —responde cuando por fin alcanzamos la entrada por donde llegamos, los encargados nos saludan aliviados porque nos creían perdidos y allí esperamos el trasporte de vuelta—. Lucio me ayudó a escogerlo... es como si hubiera presentido todo lo que pasaría, un día me llamó y me preguntó cómo iban los preparativos, entonces me recogió para ir a un joyería donde había un amigo suyo, hizo que sacaran hasta el último artículo, allí compró una medalla de oro para Isaff y nos llevamos el anillo.
Me detengo al escucharlo y trago en seco, trataba de no pensar en papá, pero en realidad no puedo sacarlo de mi mente, sólo no lo mencioné por no dañarle a Isaac el ánimo. Bajo la mirada hacia la belleza de joya y los ojos se me llenan de lágrimas, él me besa la frente para abrazarme cuando un corren un par de gotas por mis mejillas, lo voy a cuidar aún más, eso es seguro. No digo nada, no puedo, sólo lo beso con tristeza, tomándole por el rostro, de esa manera esperamos el trasporte en donde nos subimos para regresar al hotel, son las siete de la noche ya, estoy exhausta y hambrienta.
En el camino me quedo callada, pensar en Lucio es muy duro porque significa que no estará para entregarme en el altar, no para verme feliz con el amor de mi vida, con nuestro hijo su único nieto, pero no quiero pensar en eso ahora, darle tiempo en mi cabeza a eso me recuerdo por culpa de quien lo perdí y no quiero dañar esta escapada romántica, cuando pisemos México de vuelta, volverá la Vípera Carmesí, ahora sólo soy Isabella. Aunque es difícil no imaginarme entrando del brazo de mi padre Lucio, aún tengo a Thomas, pero él no puede hacerlo, nadie sabe que soy su hija, dejaría ver algo más íntimo, por eso le pediré a Kaan de nuevo.
Es increíble cómo se volvió como un familiar a pesar de habernos involucrado así, cosa que debo contarle a Isaac, tanto la verdad tras Marco Benavente como mi relación con él más allá de los negocios, la primera podrá entenderla, la segunda lo dudo, es su mujer acostándose con un mafioso buscado a nivel internacional a quien él cree mi enemigo, no sé cómo reaccionará, le preguntaré a Alvy si hay alguna forma de decirlo sin que él se altere, aunque lo dudo, siempre ha sido posesivo y tóxico, esto no le gustará aunque sea pasado.
Me pilla en eso porque me veo pensativa; sin embargo, puedo zafarme con que extraño a Lucio que no es mentira del todo, lo hago mucho, quiero tenerlo de vuelta, pero la sombra de la muerte ha llegado sobre nosotros para darnos un golpe horrible; aun así, disipo todos mis pensamientos para volver a la tierra, converso con él para distraerlo, aunque parece saber que hay algo más; no obstante, no sigue con el tema.
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Dos horas después son las ocho de la noche y terminamos de cenar en el restaurante del hotel, es un lugar hermoso decorado en tonos tierra, con manteles blancos y un adorno en la mitad de la mesa muy detallado, pues es una rosa en un florero, pero dentro hay bolitas de hidrogel, por eso da la impresión de que los pétalos dentro flotan y objetos brillantes también. La brisa corre libre porque las puertas de cristal están abiertas, por ello viene del lado de la piscina, esta se mueve con la fuerza de la misma bajo una luna llena hermosa. Llegamos a bañarnos de nuevo juntos, aunque sin nada más que eso, ha sido suficiente por hoy, pronto se llevan los platos y él pide café, por ello me decido a hablar de lo que quiero.
—Mi vida, me gustaría hablarte de algo —comento tomándole la mano cuando tiene en la otra la taza humeante, su mirada me dice que no se lo espera.
—¿Sobre nosotros? ¿hay algo mal?
—No, tesoro, es sobre Valkyria...
—¿Eh? ¿por qué quieres hablar de ella? —replica confundido—. ¿Te llamó? ¿has puesto el móvil en línea?
—No, tampoco... ¿has considerado que Valkyria tenga Munchausen por poder? —le suelto sin más, eso lo deja descolocado por algunos momentos, antes de hablar.
—¿Que enferme al niño apropósito? —asiento con la cabeza, eso le deja la duda en la mirada—. No sé, si hay algo que no puedo negar es que es buena madre, al menos eso parece, pero puedes tener razón, el niño se enferma cuando ella y yo peleamos, pero ¿cómo fingiría una gripa?
—Ay amor, eres inocente con respecto a eso... hay madres que fingen cáncer, hacen tratamientos innecesarios, en fin, una gripa es fácil. Además, tú lo dijiste, el niño de pronto se siente mal cuando hay problemas, es raro, además de muy conveniente —afirmo con una seguridad convincente—. Mike me conto de cuando trataste de dejarla y pum, enfermedad del niño, es muy sospechoso.
Se queda pensativo como si atara cabos dentro de su cabeza, lo puedo ver en su mirada.
—¿Y cómo puedo comprobarlo?
—Tendrías que pillarla en el momento y eso es difícil, ¿tienes cámaras de seguridad internas?
—Sí claro, pero no las he revisado, no tendría porqué, nada ha pasado —murmura seguro aunque la semilla de la duda está sembrada—. Voy a revisar apenas lleguemos a casa.
—¿No puedes revisar desde aquí? No quiero que le haga nada malo, es un inocente en medio de esto.
—Sí, pero desde el ordenador... lo haré después, disfrutemos la noche, es nuestro primer día de prometidos —toma mis manos entre la suyas y las besa—. Te prometo revisar al volver a la habitación ¿vale?
En eso Cristal, la dueña del hotel, viene a invitarnos a una fiesta en el salón conjunto a las nueve de la noche, le pregunto a él porque no sé qué tan cansado este, pero acordamos ir una hora, no nos hará daño, entonces él acaba su café para irnos a cambiar a algo más fiestero, pues tenemos ropa de estar por ahí, shorts y pantaloneta. Una vez arriba nos vestimos al mismo tiempo, él se pone un traje formal color negro con camisa vino tinto, se pone un reloj costosísimo, porque sabe cómo me gusta verlo con eso y peina su cabello rubio para atrás con gel.
Yo por otra parte me pongo un vestido a mitad del muslo de un color similar a su camisa, este es de cuello halter con fruncidos bajo el busto definido pues tiene tipo corsé, además tiene arabescos en encaje negro, es una pieza exclusiva de Alvy, no se hicieron muchos iguales a este, claro me dio uno, además me pongo botines de taco como zapatos, eso me deja casi a su altura, después tomo la plancha y me hago rulitos en las puntas de mi cabello para terminar como en cuarenta y cinco minutos ambos.
Me toma la mano para bajar al salón de fiesta, donde hay luces de discoteca en las esquinas, pero hay una orquesta a punto de tocar por ahora con luces normales, las mesas son alargadas decoradas con flores y hay un cartel de 30 años de aniversario del hotel, entonces nos sentamos en la primera mesa vacía, pero apenas entramos todos nos miran «¿Será por los ruidos?»
—¿Qué pasa? ¿por qué nos miran todos? —espeta Isaac con su genio de dragón hambriento lanzando fuego por la boca.
—Es que parecen un par de modelos de pasarela —dice la chica quien me ayudó en la mañana a un lado sonriente—. Es como si estuviéramos en un desfile de modas, ¿o alguien los mira por algo más? —el "no" al unísono me confirma la teoría, entonces me siento dichosa, tal vez la Isabella de antes sentiría vergüenza, hoy en día no, me gusta ser vista, admirada, sé que soy bella—. Hola, soy Brigitte, mucho gusto.
—Isabella, mucho gusto, él es Isaac —presento al tomar la mano que me estira e igual él con decencia, ella entonces nos presenta a su esposo quien también se muestra amable, se llama Antonio y es pelinegro, entonces nos vamos a su lado para conversar, vienen del Salvador también llamados por el Río Celeste y la reserva natural, trabajan en telecomunicaciones, e igual a nosotros tienen un hijo, además ella está embarazada, aunque no se le nota, a decir verdad.
Pedimos tragos con whiskey y tequila para mí, una especie de coctel delicioso.
—¿Y qué edad tiene tu hijo? —le pregunto a ella, mientras los chicos hablan de la bolsa de valores como viejos amigos
—Cumplirá cuatro —me dice, la orquesta aun toca, por eso debemos hablar un poco alto—. Se llama Andrés Antonio, ¿y el tuyo?
—Isaff —me mira como todos lo hacen, extrañados, entonces le explico—. Isaac, Isabella con el Isa y doble F por nuestros apellidos... él es Falcon y yo Fox, tiene tres años pasaditos, pero parece de seis.
—¡Me encanta! ¿Cómo pensaste en eso? ¿y cómo quedaste tan bien luego del parto? Yo nunca me recuperé, pero Antonio me ama así.
—En realidad fue Isaac... y no tuve parto, verás, soy militar y estaba desplegada en Afganistán cuando lo encontré en un apartamento abandonado, había dos cadáveres en la sala y él solo en la habitación, fue una suerte que mi segundo al mando lo vio por la ventana.
—¿Eres una militar? —replica con sorpresa—. No puedo creerlo, Anton es un Marine retirado, ¿qué rango tienes?
—Soy Brigadier... en realidad somos ambos, Isaac también —le cuento desinhibida por el efecto del alcohol y bueno, ella no parece una amenaza, eso termina de sorprenderla.
—Parecen de todo menos militares, ¡Amor! Son como tú —le hace saber sacándome una risa, él se muestra curioso, entonces ella le explica y la sorpresa le pasa a él.
—¿Enserio? Yo llegué a Coronel de Fuerzas especiales, ¿ustedes? —pregunta Antonio aún más amable que antes—. ¿De qué ejército son?
—Somos Praetor —dice Isaac al beber de su whiskey—. En un Comando de Operaciones Especiales.
—¡Vaya que sorpresa! —se alegra y los cuatro conversamos un buen rato, mientras la música de la orquesta suena. Pronto todos estamos entonados por la bebida, hemos pedido uno tras otro, aunque yo en especial.
A la media noche llega un apagón de hora loca como en las bodas, entonces ponen las luces de discoteca y retumba la música urbana, la salsa y la bachata de Romeo Santos y por supuesto, suena Eres Mía de él e Isaac me aprieta dedicándomela una vez más. Bailamos, nos reímos coqueteamos, nos toqueteamos por encima de la ropa, hacemos de todo, mientras bebemos más y más. Entonces suena un reggaetón de Arcángel "Tu cuerpo me hace bien"
Tu cuerpo me hace bien, nunca me hace mal
Me hace respirar muy hondo, profundo
Tu cuerpo me hace bien, nunca me hace mal
Me hace respirar muy hondo, profundo
Entonces hace tiempo que no disfrutabas, que bien no la pasabas se notaba
Que era mentira cuando decías que bien vivías hace tiempo que no sonreías yo veía
Como me encantaría que esta aventura no tuviera final fuera para siempre
Hacértelo a diario sin censura penetrar lo más profundo de tu vientre
Por siempre baby
—Deja de tomar tus anticonceptivos —pide cuando le pego mi trasero a su pelvis para darle más sentido a la canción, porque su cuerpo sí me hace bien, mucho bien.
—¿Sabes lo que significa eso? —replico cuando sus manos me recorren los costados como mantequilla—. ¿Estás consciente?
—Sí... otro hijo —me da la vuelta para besarme, quedamos ocultos por el apagón, entonces me manosea al poner sus manos en mi trasero para atraerme hacia él, quien nos lleva hasta la primera pared que encuentra para empotrarme contra esta, Dios, ha sido un día cargado de pasión, anda caliente a cada rato, aunque yo no me quedo atrás—. Un hermanito para Isaff.
—¿Me quieres hacer un hijo, Falcon? —coqueteó al tomar también su trasero.
—Hasta tres, Fox —me besa el cuello con una sonrisa porque empieza a excitarse, pero no podemos ahora—. Los que quieras.
—Pues al ritmo que vamos me vas a dejar embaraza de quintillizos —saco su rostro de mi cuello para besarlo cuando ponen un vallenato de Diomedes Diaz, "Que Vaina Tan difícil" y me la canta al oído dedicándomela "yo puedo soportar veinte días de hambre, un año sin plata, un día sin aire, yo puedo caminar con el sol caliente a pies descalzos del valle a Barranquilla sin importarme, pero vaina difícil es vivir sin ti, el corazón lo tengo acostumbrado a ti, que vaina tan difícil extrañar tu piel porque en cada momento te quiero tener, tu belleza soy un adicto porque la paso bien es contigo, cuando no estoy al lado tuyo me siento abandonado en el mundo"
Ese ritmo lo bailamos más separados moviéndonos de lado a lado con mis brazos por su cuello, pero al terminar la canción se acaba el apagón, pero sigue otra canción del mismo cantante "Hasta el fin del mundo" contigo voy hasta el fin del fin... si estoy contigo no hay sufrimiento, mueran las penas ya no hay lamento... dame tu mano que ya no hay prima, mueran las penas con tu sonrisa.
Bailamos juntitos mirándonos enamorados, aunque me tropiezo varias veces porque me siento mareada, allí se da cuenta de qué tan ebria estoy, él no lo había notado por la oscuridad, pero se pone serio para ayudarme a sostenerme.
—Creo que es hora e irnos, mi amor, te veo mal.
—¡No, apenas es media noche!
—Sí, pero alguien por aquí se puso a beber tequila como si fuera agua y quedó borrachita, borrachita según veo —se ríe y me toma por las piernas para dejarme en sus brazos cargada, pero me bajo y lo piso sin querer—. ¡Isabella, tienes el pie pesado! Más con esos andamios.
—Se llaman tacones, son hermosos, y lo siento, pero tú quieres llevarme, Briggitte no se va toda... —quedo a media oración cuando la veo de la mano de su esposo lista para irse, fue quien no bebió, pero se nota cansada.
—Vamos, mañana los veremos, ¿no Antonio? —exclama Isaac y el hombre confirma, entonces ante mi negativa, Isaac me echa a su hombro como un bulto de papas para darme una nalgada en esa posición.
Apenas me puedo creer todo esto, este viaje donde estamos lejos de los rencores, la muerte y la venganza, deberíamos quedarnos toda la vida.
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¡SE VIENE LA BODA DE LOS ISAS!
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BESOS Y ABRAZOS
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