Me desviví metafóricamente por él, pero no fue suficiente, creo, que yo no fui suficiente. La mayoría es mi maldita culpa, y es que no soy el tipo de chica hada, ente mágico, lo que sea, no soy de las que corre a los brazos de quién ama después de que el susodicho me suplicó, no soy de las que se arrepienten al ver que el chico de ojos miel se está yendo con otra chica, soy totalmente diferente a lo que merece, no soy de esas, lo dejaré ir, porque él no es mío, ni de sus pesadillas, ni de lo que lo atormenta.
Jamás te advirtieron de las chicas como yo, no soy de esas, no soy una rebelde, no soy rara, no soy especial, solo soy algo que causa en los demás unas serie de recuerdos libertinos o melancólicos, soy de las que le cambian de perspectiva a todos y me terminan odiando al final, como siempre ocurre. Típica chica demente, grosera y femenina, andrógina, que se obsesiona, que ama diferente, soy típica...
Con él todo cambio, corrí a sus manos ya que lo ví con otra, corrí a besarlo. Siempre le escribo, soy una cobarde, una pendeja, lo he convertido en dos diarios, lo he convertido en literatura, lo he convertido en poemas, lo he convertido en estrellas, en flores, en mil sueños astrales, todo, he hecho todo lo que una chica como yo haría, traté de olvidarlo, reemplazarlo; pero tengo miedo de que todavía me ame como yo lo amo, y destrozarlo como él a mí. Tengo miedo de que sea frágil aunque lo vea fuerte.