Te consideré arte en Florencia frente a todas las majestuosas obras que conforman el pequeño paraíso de los artistas,
En Roma admiré tu belleza frente al coliseo que a mis ojos se veía opacado a tú lado,
En Verona deje nuestro mensaje en la casa de Julieta y frote su estatua deseando que fueras mi amor verdadero,
Sentí tu ausencia en las frías montañas de Los Alpes Suizos,
Te deseé frente al lago de Montreux y conté los minutos para verte mientras caminaba por Lucerna,
Te esperé en Múnich mientras bebía una de las mejores cervezas y aún así ésta no se comparaba al sabor de tus labios,
En Berlín corrí a ti como suelen hacerlo los niños con sus padres militares que no han visto en años,
Caminamos juntos, nos besamos y pude sentir el final en Núremberg,
Rompiste mi corazón y pisaste los pedazos de el en Hamburgo,
Me quedé viendo como te alejabas de mí con esa forma de caminar tan tuya, mis lágrimas salían descontroladas y el estruendo de mi corazón rompiéndose lo sintieron las montañas de Grindelwald donde días atrás sentí la emoción de estar junto a ti de nuevo,
Seguí llorándote en Brujas junto al violinista sentado frente a Burg Square,
Ni todos los manjares de Bruselas me hacían sentir mejor,
Te extrañé en todos los museos que prometiste enseñarme en París,
Salí a los bares a ahogar el dolor que tú dejaste y camine a mitad de la noche por Los Campos Elíseos,
Recordé esa foto tuya frente al arco del triunfo y no tuve el valor de tomarme una propia sin ti,
Odie el romanticismo que transmiten los jardines de Versalles y las calles de París,
Contemplé la ciudad desde la Torre Eiffel y entendí que era hora de seguir,
Te deje ir una tarde frente a la puesta de sol en Santorini,
Y finalmente te enterré y lloré por última vez en el desierto del Sáhara y sentir la arena quemando mi piel me recordó que así se sentía tu amor,
Llegué a Madrid sola y aún algo rota pero completamente libre y fiel a mí, como siempre debí ser.