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Capítulo 8

Raúl

Estaba sentado en el sofá viendo cualquier cosa en la televisión, apenas le estaba prestando atención. Melissa estaba preparando mi cena y olía bien, sonreí ante el olor a comida. El móvil estaba a un lado en el sofá y de pronto comenzó a vibrar. Era Lorena, sentí curiosidad ante su llamada, por lo menos no esperaba que lo hiciera. Contesté.

***

Me puse una camiseta de manga larga, un chándal y unos zapatos deportivos. No había tiempo ni deseos de ponerme algo mejor. Fui a la cocina para avisarle a Melissa.

-Voy a salir un momento-

Se giró enarcando una ceja pero luego sonrió.

-¿Sí?, ¿pasó algo?-

Me quedé un segundo pensando en qué decirle. Probablemente se molestaría si le dijera que es para ver a Lorena y por otra parte ella sabía que Lorena era importante para mí y si me necesitaba iba a estar para ella. Así que opción dos, no tenía que mentirle.

-Lorena me llamó y necesita que la ayude con algo- Solo omití el detalle de que estaba borracha.

-Pero vienes a cenar, ¿no?-

Dijo un poco más seria, sabía que no le gustaría la idea pero no me importaba en lo absoluto yo fui claro con ella y era su problema si no lo entendía.

-No sé, te llamo-

Tomé mis llaves y salí.

***

Ya estando frente a la puerta de su casa no lo pensé mucho y toqué. Esperé un momento y Lorena me abrió. Estaba ligeramente sonrojada, con el pelo enmarañado, sus ojos oscuros estaba brillosos y las pupilas ligeramente dilatadas. Su ropa era bastante provocadora y no pude evitar mirarla. Su camiseta ancha y grande, solo le cubría lo necesario, hasta medio muslo. Por otra parte no llevaba sostén y se marcaban sus pechos por debajo. Como podía ser que estando así de descuidada, se viera tan jodidamente sexy.

-Pasa-

Fue lo único que dijo y se apartó de la puerta para que yo pudiera entrar. Cerró y se dio la vuelta para darme la cara. Joder no podía concentrarme viéndola así de sexy.

-¿Qué me miras?-

Dijo estirando su camiseta hacia abajo, inútil intento de taparse. Sonreí al verla y al escucharla arrastrar las palabras. Sí que estaba borracha.

-Nada, te miro. ¿Cuál es el problema?-

Dije sentándome en el sofá y acomodándome de frente a ella, quien se mantenía aun de pie. Se sonrojó aún más, si es que eso era posible.
 
-A mí que me importa, mira lo que te dé la gana-

Se sentó junto a mí y apoyó su cabeza en mi hombro. Coloqué mi mano detrás de su cabeza y comencé a acariciarle el pelo. No sabía bien si esto era lo correcto pero era lo que sentía que debía hacer. Lorena se sentía sola y por eso bebió tanto, quería olvidar. Yo sabía bien lo que se sentía porque ya había experimentado ese sentimiento tantas veces y todas debido a ella.

-Gracias-

Dijo acurrucándose mucho más cerca de mí. Tenía los ojos cerrados y sus labios ligeramente abiertos. Se veía tranquila y yo solo la devoraba con la vista. Siempre había querido hacer esto, estar tan cerca de ella y en los momentos difíciles poder ayudarla.

-¿Por qué me das las gracias?-

La confusión se notaba en mi rostro y mi voz era casi un susurro. Si hablaba más alto sentía que podía romper este pequeño momento de intimidad entre ambos y siendo sincero conmigo mismo, me encantaba estar así de cerca.

-No pedí que vinieras, pero ahora me doy cuenta que lo necesitaba…gracias por entenderme de esa forma-

Estaba susurrando pero le pude entender a la perfección. Definitivamente el alcohol estaba hablando por ella. Bendito alcohol. Sonreí.

Con mi mano libre acaricié suavemente su rostro. Al instante abrió sus ojos, dejé de tocarla y aparté rápidamente mi mano. Se incorporó y me miró directamente a los ojos. Ella sabía cómo mover los sentimientos más profundos dentro de mí. Además sabía cómo hacerme perder el control de mí mismo, al verla así, sentí una punzada en mi miembro que traté de disimular cruzando una pierna.

-¿Te asusté?-

Fue lo primero que se me ocurrió decir. No quería que se sintiera incómoda.

-No...No me asustas- hizo un puchero.
Sonreí ampliamente mostrando mis dientes, cómo era posible que pasara de ser un mujerón extremadamente sexy a una niña haciendo pucheros. Esa dualidad en ella me encantaba y me volvía loco.

Entonces hizo algo que me dejó sin aliento y encendió todas mis alarmas. Se colocó a horcajadas sobre mí y enterró su cabeza en mi cuello y me abrazó. Yo le respondí de igual forma. Sus pechos rozándome a través de la ropa, su entrepierna rozando mi erección, que cada vez se hacía más evidente. Esto era cada vez más excitante. Todo ese roce y ella oliéndome y respirando en mi cuello, hacía que mi piel se erizara levemente.

Se separó un momento para hablarme pero quedó cerca, muy cerca. No podía dejar de ver sus labios carnosos y suaves. Al ver que mis ojos estaban concentrados en sus labios los lamió, acarició cada uno con su lengua a un ritmo lento y torturador.

-¿Me deseas, Raúl?-

Arrastró un poco la r, lo que me hizo caer en la cuenta de que estaba borracha y no era dueña de sus actos. Pero la pregunta fue directa y merecía una respuesta directa aunque mañana me arrepintiera de todo esto.

-Te deseo Lorena, eres lo que más deseo ahora mismo. Empezando por esos labios que recuerdo bien y sé que estás loca porque te los muerda-

Mi voz ronca y cargada de deseos hizo que algo en ella cambiara. Estaba bastante excitada y quería pensar que era por mí y no por el alcohol. Acaricié nuevamente su rostro y ella cerró los ojos por un instante como si mi caricia fuera lo único existente para ella.

-Yo también te deseo…Raúl.- 

Susurró mi nombre a escasos centímetros de mis labios y eso fue el detonador para abalanzarme hacia los suyos y hacerlos míos en el intento. Ella respondió rápidamente abrazándome y presionando aún más su entrepierna contra mí erección que ya estaba siendo incómoda para mí.

Sus labios estaban en perfecta sincronía con los míos y su boca sabía a alcohol y algo dulce. Mi lengua se hizo paso rápidamente explorando cada parte de su boca. Me mordió y tiró de mi labio inferior, lo que hizo que gimiera en su boca.

Estaba extasiado ante ella. Joder la había deseado tanto y durante tanto tiempo que sentía que me iba a correr en cualquier momento, sin siquiera haberla penetrado. Con mis manos agarré y apreté sus glúteos a mi antojo sin dejar de besarla. Ella me devoraba a su gusto, marcaba el ritmo y yo la seguía.

Nuestras respiraciones eran pesadas y nos apartamos un momento. Estaba sonrojada a más no poder y sus labios ligeramente hinchados por el beso. Ambos jadeábamos en busca de respirar mejor pero no quería dejar de besarla.

Volví a presionar mis labios contra los de ella y mordí con algo de rudeza su labio inferior, ella solo gimió en mi boca y fue el sonido más excitante que jamás escuché. Me levanté con ella encima de mí y rodeándome con sus piernas. Comencé a besar su cuello y a morder todo a mi paso, quería que fuera mía en aquel momento. Mi cabeza no pensaba en nada más que no fuese follarla duro, con todos los deseos acumulados que tenía, quería que supiera que llevaba años deseándola.

La llevé a la cama y la recosté quedando encima de ella. Comencé a acariciar sus muslos mientras la besaba y lentamente fui subiendo hasta quedar en el inicio de sus bragas.

Me separé de ella y me levanté de golpe. Ella se sorprendió y rápidamente se sentó en la cama. Me miré y el bulto en mi pantalón era más que evidente pero traté de cubrirlo con mi mano. Comencé a sentirme culpable por lo que había ocurrido.

-Yo te deseo Lorena, joder te deseo desde siempre pero ahora no puedo hacer esto. Estas borracha y quiero tenerte pero no así. No sería justo que te follara y que mañana te arrepintieras-

Estaba un poco incómodo por la situación y Lorena solo asintió y se acostó nuevamente, cubriéndose con una manta. La había herido y pude notarlo en su mirada. Después me lo agradecerá.

-Vete y por favor cierra la puerta cuando salgas-

Me dijo en un susurro y asentí. Me acerqué a ella y besé su frente. Me fui hacia mi apartamento pensando en lo ocurrido y en cómo daría la cara después de eso.

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