Capítulo 7
Pasaron las horas y Raúl no contestaba mis llamadas y menos mis mensajes. Me estaba empezando a preocupar, él jamás había reaccionado así ante una situación como la de esta mañana. Me sentía preocupada y hasta sorprendida. ¿Podría ser que se sintiera celoso?...no lo creía, por qué iba a estarlo. Pasé mis manos por mi rostro, estaba realmente frustrada y sin saber qué hacer en lo absoluto. Ya era de noche y ni siquiera había comido. La incertidumbre me estaba matando.
***
Con el paso de los días mi vida estaba entrando en una espiral, del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. De vez en cuando sacaba a Luke al parque y me sentaba a mirarlo correr. Me había cruzado con Raúl un par de veces en el hospital pero nada significativo. No sabía si era porque me estaba evitando o realmente estaba muy ocupado como me dijo una de las tantas veces que le pregunté lo que le pasaba.
Por mi parte no volví a salir y me quedaba en casa todo el tiempo, a la espera de una llamada o un mensaje que justificara tantos días sin vernos y hablarnos. Intentaba llamarlo pero no me contestaba y estaba empezando a preguntarme si todo esto era debido a lo ocurrido o había algo más. Quizás no sabía con certeza pero había algo rondando en mi cabeza desde hace un tiempo, no quería pensar demasiado y decidí darle el beneficio de la duda a Raúl.
Era viernes en la tarde y ya quedaban pocos pacientes para terminar mi consulta e irme a casa y al salir un paciente entró Raúl sin tocar la puerta, lo que me sorprendió mucho. Se sentó frente a mí. Tenía un brillo inusual en los ojos como si estuviera contento por algo.
-Por fin decides hablar conmigo. Pensé que te habías olvidado de que existo-
Dije con un tono serio, quería que notase mi mal humor por su indiferencia durante estos días.
-Lo siento, estaba ocupado en el algo. –Bajó un poco la cabeza, como si algo le avergonzara.
-Bueno, dime qué pasa. Hace días no nos veíamos y apenas cruzamos palabras aquí en el hospital-
Llevé mis brazos al pecho cruzándolos y me acomodé mejor en mi asiento.
-Estoy viendo a alguien. –Soltó sin ningún rodeo, claro y directo, como solo él podía hacer.
-No me sorprende y hasta creo saber quién es-
Me miró enarcando una ceja muy sorprendido. En su rostro se veía que no estaba esperando que supiera o al menos que me imaginase algo así.
-¿Sabes con quien estoy saliendo?-
Wow, cambió el verbo “ver” por “salir”, sí que estaba progresando. Ahora era yo quien tenía cara de póquer. Sorprendida era poco en comparación a cómo realmente me sentía. Pero en seguida recuperé el control y sonreí.
-Melissa-
-¿Cómo lo sabes? –
-El día que no sepa o no me interese por tus cosas…comienza a preocuparte. Ese será uno de los primeros síntomas de que ya dejaste de importarme.-
Sonreí y él me siguió.
Siempre le había dicho lo mismo. Esa era mi frase típica porque de alguna manera siempre me acababa enterando de las situaciones que él tuviese. No sé por qué, eso era un misterio para mí. Sabía que algo así podía acabar pasando y por mucho que no quisiera lo entendía.
-Qué bueno porque aun necesito decirte algo más-
Se acomodó el pelo castaño y desordenado, suspiró y siguió hablando.
-Melissa hoy se muda a mi casa-
Abrí los ojos como platos y por un instante el tiempo se detuvo para mí. La persona que estaba frente a mí ya no era mi mejor amigo, era un ser completamente diferente y estaba siendo arrastrado por Melissa, que dada estas circunstancias ya era oficialmente su novia.
-¿Estás seguro de lo que haces?-
-Sí, ¿por qué?-
-Porque lo veo muy precipitado todo y creo que deberías pensarlo mejor. Además ustedes apenas se conocen.-
-Se lo suficiente de ella, además, estoy cansado de estar solo. No quiero llegar a casa y que me consuma la soledad-
-Entonces lo que quieres es a alguien que te acompañe…y que también te lave y te cocine. Que cuando llegues tengas el baño listo y la cena caliente-
Apretó su mandíbula, sabía que estaba siendo dura y que él se sentía incómodo pero me daba igual. Que conveniente todo para Melissa. Encontrarse a un hombre soltero y con una casa propia, que trabaja y gana buen dinero y obvio era capaz de mantenerla. Que rabia sentía contra ese tipo de mujer.
-También necesito eso. No sabes lo que se siente-
-Te equivocas, se perfectamente lo que se siente. Yo también estoy sola y no por eso voy por ahí conformándome con lo primero que aparece con tal de llenar el vacío que siento cuando llego a casa.-
-No me harás cambiar de opinión. Me cansé-
Me estaba mirando muy serio con esos ojos color avellana penetrando mis ojos oscuros. Esa era la misma mirada que me mostraba cuando estaba molesto. Por un momento sentí que quería decirme algo más pero como de costumbre su silencio fue todo lo que me brindó. Mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal y la tensión comenzó a palparse. ¿Qué cojones estaba pasando entre ambos?
-Hay un paciente esperándome. –Dije apartando la miranda.
-Lo siento, no quería incomodar. –Se levantó.
-Tranquilo, tu nunca incomodas. –Le sonreí tratando de aliviar la tensión que claramente existía pero que ninguno estaba dispuesto a aceptar.
-Luego hablamos. –Con eso se marchó, dejando un vacío enorme.
***
Era de noche y ya estaba en casa, Luke era mi única compañía. Ya hacía días que no me apetecía salir y tampoco tenía ganas de cocinar así que encargué sushi y soju, una bebida asiática bastante fuerte y en ocasiones podía compararse con el vodka pero era un poco más dulce. Una mezcla que necesitaba para emborracharme hasta perder el conocimiento. Me senté en el sofá con la comida en la mesita del frente y llevé una pequeña porción del pescado crudo a mi boca. Me encantaba pero no lo estaba disfrutando del todo.
Esta situación me deprimía mucho, la incertidumbre no me hacía bien. Comencé a beber y apenas comí. Tres bocados de comida y media botella de soju ya estaba vacía. No sentía mis labios y mi lengua se sentía pesada. Miré a Luke, que estaba acostado junto a mí en el sofá, era lo único que tenía en mi vida.
-¿Por qué cojones no me siento bien?-
Dije arrastrando las palabras y pasé de beber en un vaso pequeño a beber directamente de la botella. El líquido bajaba por mi garganta quemando todo a su paso mientras yo hacía una mueca por el ardor que provocaba. Cuyo ardor era parecido al de mi pecho.
Luke solo inclinó su cabeza y se apoyó en mi muslo. Al parecer él entendía que mi estado de ánimo andaba por los suelos.
-Yo también me siento sola pero no quiero que cualquiera venga y me haga daño-
Me refería a Raúl aunque tratando de convencerme a mí misma de que eso era lo que yo realmente quería.
-Deberías estar aquí para que me aclares todo esto que siento-
Ya la botella estaba casi vacía y comenzaba a sentirme muy patética, como el alcohol era el que me estaba dominando se me pasó por la cabeza una idea aún más patética.
Tomé el teléfono y marqué el número de Raúl. Al segundo tono me contestó.
-Lorena, ¿qué pasa? –Su voz se sentía preocupada y me comencé a sentir idiota al llamarlo pero ya estaba hecho, que más daba hacer el ridículo un poco más.
-Estoy sola, me siento sola. Yo sé lo que se siente. –Lágrimas amenazaron con salir.
-Estás borracha. –No era una pregunta, más bien me estaba confirmando lo que ya yo sabía.
-No estoy borracha. –Las palabras a penas se entendían y caí de espaldas en el sofá, con una mano sostenía el móvil y con la otra apretaba la botella contra mi pecho.
-Espérame, voy en camino. –Colgó.
Me quedé mirando al móvil por un segundo y lo tiré no sé a dónde. Me incorporé un poco y bebí lo último de la botella. Al cabo de unos minutos mi puerta sonó y me puse nerviosa al instante. Me levanté del sofá y en un intento tan inútil como desesperado me acomodé el pelo, que obviamente ni se enteró.
Yo estaba borracha y Raúl del otro lado de la puerta, estaba segura de que esta situación era bastante incómoda y por supuesto no acabaría de la mejor manera para ninguno.
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