Capítulo 3
Desperté y eran casi las tres de la tarde, me estiré un poco para eliminar la pereza y lograr levantarme. Tenía cosas que hacer y sobre todo debía sepultar el tema “Daniel”. Fui al baño y después de una breve ducha me cambié de ropa. Me puse un vestido corto y suelto que dejaba poco a la imaginación del que mirase, quería que supiera lo que se perdió ese imbécil. Además de demostrarle que no me afectaba en lo absoluto. Era la hora de cambiar de táctica y no buscar nada serio con nadie. Sonreí con malicia al ver el escote que realzaba mis pechos, que no eran tan grandes pero no eran del todo pequeños, para mi estaban perfectos. Unas sandalias y mi pelo suelto completaron el conjunto.
Tomé toda la ropa que quedaba de Daniel de mi armario y la coloqué en una maleta y salí a la calle. Comencé a repartir la ropa a cualquiera que se me cruzara en frente. Regalaba cada prenda que me diera la gana y para más alegría era ropa bastante cara. Estaba sonriendo como loca en todo momento porque me sentía realizada, por una parte había jodido a mi ex y por otra estaba haciendo un bien. Todos me miraban extrañados pero poco me importaba. Cada tanto me tomaba fotos para enviárselas a Daniel. Luego de la tercera que le mandé me llamó.
-¿Qué quieres?- me limité a decir.
_-¿Qué estás haciendo con mi ropa?_ su voz era grave, sonaba molesto.
-Lo que me dé la gana, perdiste el derecho sobre ella al dejarla en mi casa-
_-Estás jugando conmigo. Sabes que todo eso cuesta bastante dinero_ su voz sonaba desafiante casi amenazadora.
-Te jodes por cobarde- con eso colgué, terminé de entregar la ropa y la maleta a un mendigo que me sonrió ante ese gesto.
Tomé un taxi y me fui a casa de Raúl. Quería contarle la putada que le había hecho a Daniel. Toqué la puerta de su apartamento. Él abrió con solo unos pantalones cortos puestos. Le gustaba el deporte y se notaba, por mi parte me permitía ojearlo y devorarlo sutilmente con la vista. Las cosas buenas hay que mirarlas, era lo que siempre me repetía.
-Hola- dijo con voz ronca, estaba acabado de despertar.
-¿Te desperté?- claro que lo había despertado, que pregunta más tonta.
-Ya estaba despierto- sonreí ante la mentira.
Sin pedir permiso entré y me senté. Había mucha confianza entre nosotros para tantas formalidades. Raúl cerró la puerta y fue por un vaso de agua y seguramente a lavarse el rostro. Al regresar ya no tenía los ojos tan hinchados y traía el vaso en la mano.
-¿Por qué estás tan linda?- dijo bebiendo un sorbo de agua.
La profundidad en sus palabras me desconcertaba aunque siempre me gustaba que me elogiara. Sus ojos tan profundos nunca dejaron los míos y por un instante me sonrojé.
Rápidamente eliminé lo que sea que me hizo sentir su comentario y le conté lo ocurrido con Daniel. Él solo asentía y sonreía.
-Que se joda, que busque dinero para más ropa. Y tú hiciste una buena obra, mucha gente la necesitaba más que él.-
Hablamos de muchas cosas y mientras él preparaba algo para comer, noté que no traía bóxer. Me detuve a mirarlo sin que él se diera cuenta, no quería que se sintiera incómodo conmigo. Pero no podía apartar la mirada de ahí.
Me aclaré la garganta. Debía centrarme en algo más que no fuese su entrepierna. Así que me levanté y fui al baño. Me miré por un momento en el espejo y estaba ligeramente sonrojada. Me lavé un poco el rostro. Por qué no me lo habré follado antes. Está bueno y además por lo que me ha contado y he visto de las mujeres que se han enamorado de él, estoy segura que folla bien. Sonreí.
Estaba pensando demás, él era mi amigo y ambos estábamos bien con eso. Nunca más habíamos tocado el tema de tener algo y yo sinceramente no quería que se rompiera nuestra amistad. Solo tenía curiosidad y ya. Me dije intentando convencerme. Respiré profundo y salí hacia la cocina.
-Umm, huele bien. Hace tiempo no cocinabas para mí- me senté encima de la isla de la cocina mientras él quedaba de espaldas a mí.
-La ocasión lo merece. Pusiste punto final a la historia con el gilipollas de Daniel y eso es algo que debemos celebrar.-
Me pasó una copa de vino mientras él sostenía otra. La alzó para brindar y yo hice que chocaran.
-Salud- y me bebí todo el contenido de un golpe.
Luego de un rato terminamos de comer y nos sentamos en el sofá con una copa de vino cada uno. Al otro día no debíamos trabajar así que me permití beber.
-Sabes, hablé con la chica de anoche- rompió el silencio
-¿Qué fue lo que pasó?- pregunté con curiosidad y preocupación.
-No quiso darme detalles, pero sé que está sola porque nadie vino acompañándola como tampoco nadie vino a verla. También me dijo que ese tema estaba solucionado. Parece que no va a denunciar a quien quiera que le hiciera eso. De todas formas eso no es mi problema, ella es mayor de edad y sabrá lo que tiene que hacer. Por otra parte le pedí su número y me lo dio sin muchos problemas- dijo sonriendo.
-Eres todo un casanova, después de lo que le ocurrió tuviste el descaro de pedirle el número. No pierdes tiempo-
Traté de mostrarme lo más relajada posible pero en el fondo no me gustó mucho la idea. Era muy poco común que él hiciera eso. Cuando se mostraba tan suelto y decidido era porque le gustaba la chica. O quizás solo lo hizo para estar más al pendiente de ella. Puede ser que sintiera algo de lástima también.
Estaba pensando demasiado.
-Hablando de conquistas… que tal tu encuentro con Mérlin?-
Sonrió ante mi pregunta y me miró fijamente, directo a los ojos.
-Estuvo genial, folla bien…por algo repito tanto con ella-
Sonreí y bebí más vino. No sabía qué decir ante eso. De cierta manera, era incómodo para mí que lo dijera con tanta facilidad. Definitivamente estaba pensando demasiadas gilipolleces en unas pocas horas.
-Ahora que me acuerdo mañana tengo cita con mi ginecólogo.-
-¿Tienes algún problema?- sonó preocupado.
- Tranquilo- dije calmándolo- es simple rutina y revisión mensual además quiero cambiar mi tratamiento anticonceptivo. No quiero tomar más la píldora, quiero ponerme la inyección que es solo una vez al mes y tiene un alto porcentaje de efectividad.
-Realmente no quieres quedar embaraza- dijo algo serio.
-Sabes que no me apetece, no tengo madera para ser madre y ahora mismo no sé si quiera serlo en un futuro.- traté de quitarle importancia al asunto aunque sabía que sí era importante.
-Yo sí quisiera tener un hijo. Preferiblemente varón.- dijo mientras miraba hacia el frente tratando de evitar el contacto visual conmigo- sabes, ya tengo una edad y estoy un poco cansado de estar dando vueltas sin rumbo en la vida. Quiero decir, soy un profesional y aunque me crea que sigo siendo un niño, la verdad es que no lo soy. Todo en la vida no es trabajo. A pesar de que no tengo todo lo que quisiera, al menos no quiero renunciar a eso.-
Estaba muy serio y por un momento imaginé que se refería a mí cuando dijo que no tenía todo lo que quería. Pero descarté esa idea. No podía ser verdad porque estoy segura que me lo hubiese dicho. Lo miré fijamente y su expresión era fría y distante. Este tema sí que era importante para él, tal vez no para mí. Pude sentir el anhelo en su voz. Su sueño era ser padre.
-No sé qué decir- dije terminando el vino restante de mi copa.
-No digas nada, al final no soy quien para juzgarte. Tú no serás mejor o peor mujer por el hecho de que no quieras tener hijos. Te apoyo, cuenta conmigo.
Me miró y mostré una sonrisa de boca cerrada. Por alguna razón me dolía escuchar eso de él. Yo tenía claras mis ideas pero verlo así me dolía. No sabía qué decir al respecto así que me mantuve callada. El silencio se apoderó de ambos y simplemente nos quedamos así, mirando a la nada.
Me levanté y él se sobresaltó, seguido se levantó y quedó frente a mí.
-¿Qué pasa?- dijo preocupado y me colocó un mechón de cabello detrás de la oreja.
No sabía por qué pero me sentía incómoda en ese momento. Estaba susceptible por lo ocurrido con Daniel. Quizás este último tema era delicado para ambos o simplemente no me sentía cómoda al escuchar que su deseo no concordaba con el mío. Me aparté un poco ante su tacto sin demasiada brusquedad porque tampoco quería que se ofendiera.
-Yo, lo siento. Me voy, tengo algunas cosas que hacer. También tengo que recoger mi coche que está en el hospital-
Tomé mis cosas y llegué hasta la puerta. Pero antes de irme lo miré por un momento. Él estaba parado sin saber qué hacer o decir, desconcertado por mi repentina actitud. Mi intención nunca fue hacerlo sentir mal por eso mostré mi mejor sonrisa.
-Mañana hablamos. No te quedes despierto hasta tarde-
Él solo asintió y yo no esperé una respuesta. Salí disparada y caminé durante un rato. No me lo imaginaba siendo padre. Sin embargo, sentía una punzada de celos. Quería convencerme de que era porque no me iba a prestar demasiada atención si tuviese un hijo.
Con ese pensamiento entendí que mis problemas solo estaban comenzando.
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