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Capítulo 2

Tres horas en quirófano fueron suficientes para realizar las correcciones necesarias en el rostro de la desconocida. Mi frente sudaba, siempre pasaba igual, pero mi mano nunca había temblando a la hora de ser una buena cirujana y vivía orgullosa de eso.

Luego de terminar y trasladar a la chica hacia una sala para que estuviera monitoreada por un grupo de enfermeras, Raúl y yo salimos del quirófano y nos fuimos hacia una habitación donde podíamos descansar hasta ser llamados para otra emergencia. Era una habitación pequeña cerca del puesto de enfermería en el tercer piso del hospital, el área de cirugía. Estando allí pude liberar la tensión que se acumuló en mis hombros.

-No sé cuándo podré hacer esto sin que me sienta así. Sé que soy buena en lo que hago pero mis nervios aún no se adaptan.-

Dije sentándome en un sillón y colocando los pies en una mesita en frente. Estaba bastante cansada y recosté un poco mi cabeza hacia tras cerrando los ojos mientras seguía hablando con Raúl que se encontraba acostado en el sofá. Continué hablando.

-Esa chica tiene que denunciar al que sea que le haya hecho eso. Las cosas no se pueden quedar así. Ese idiota no puede quedar impune.

-No hagas nada estúpido. Sabes que si te involucras con un paciente de esa manera puedes faltar al código ético. No debes meterte donde no te llaman y menos en una situación así. Yo mismo la vigilaré y estaré al tanto, quizás pueda persuadirla para que haga la denuncia pero sabes que depende de ella.

-Quédate tranquilo, no haré nada de lo que pueda arrepentirme. Mi trabajo terminó y ya no tengo por qué tener contacto con ella, a menos que sea para hacerle una nueva revisión y mandarla a su casa.

-Me alegro que sea así. Ahora me voy- dijo y sentí cómo se levantó. Abrí los ojos de inmediato.

-¿Qué vas a hacer?, a esta hora el hospital está desierto.- dije con cierta curiosidad

-Mérlin, me está esperando. Ahora mismo no hay nadie con los que cruzarnos en el baño así que es la hora perfecta para echar un polvo. Me mandó un mensaje diciéndome que me esperaría allí. Sexo fácil y loco, como me gusta a mí-

Dijo encogiéndose de hombros para quitarle importancia al asunto. Lo miré fijamente y no pude contener una risita.

-No la superarás nunca, ¿verdad? –

Merlin era enfermera y una de sus muchas conquistas y sin embargo era de las pocas que le habían durado tanto. Él era un mujeriego, pero era bastante sincero con las chicas y solo buscaba sexo sin compromiso. La mayoría de las veces ellas se involucraban de más y él se encargaba de despacharlas pero con Mérlin siempre repetía. Al parecer ella era buena en la cama y cumplía con las locuras que a él se le ocurrían.

-Hasta que aparezca alguien que despierte mi curiosidad seguiré viéndola. Es mucho más fácil para mí, solo una llamada y aparece caliente frente a mi puerta-

Eso dolió, solo por el hecho de que yo era mujer y me sentía identificada con la enfermera. Además él sabía que odiaba su lado machista y siempre quería molestarme con eso.

-Que machista sonó eso, por favor no me gusta que hables así-

-Sabía que ibas a picar- sonrió- ahora sí me voy. Después nos vemos.

Con eso salió dejándome sola con mis pensamientos. Por alguna razón después de que aceptáramos que no debíamos estar juntos, Rául había estado con nadie más. Sexo sí que tenía, se aseguraba de tener a alguien a quien llamar, pero nada serio. Siempre le quité importancia porque realmente fui yo quien decidió que lo nuestro no funcionaría y que sería mejor que fuésemos amigos. Así lo hizo, respetando mis decisiones y sin cuestionar nada. Me encantaba eso de él. No pude evitar la sonrisa al pensar de esa manera en Raúl.

Cerré nuevamente los ojos y me dormí.

A las ocho de la mañana sonó mi teléfono avisándome que ya hora de  terminar mi turno de guardia. No sin antes verificar que mi paciente seguía estando bien. Ella había despertado y entonces supe que Raúl había estado con ella, lo que me dio curiosidad pero no le presté demasiada atención. Le di unas últimas instrucciones al doctor que entraba en la mañana a relevar mi turno. No volví a ver a Raúl así que me fui directo a casa. Llamé un taxi porque realmente no estaba en condiciones de conducir. Más tarde regresaría por mi coche. Llegue a casa y en seguida me bañé. Preparé una taza de té y me acosté a dormir.

Raúl
Al salir de la habitación de descanso me dirigí hacia el baño que estaba al otro lado del pasillo. En el trayecto me quedé parado frente a una ventana que me daba una vista bastante bonita de la ciudad. Encendí un cigarro y le di una buena calada, como si quisiera que me ahogara ese humo. Sabía que me estaba matando lentamente la impotencia que sentía al estar cerca de Lorena; y no poder hacer nada me hacía sentir mal. Al punto de buscar en otras lo que no podía tener de ella.

Si supiera la cantidad de veces que me había masturbado pensando en ella posiblemente me abofeteara. A mi edad y aun me seguía masturbando por una chica, quien lo diría. Lo que más me jodía era que solo la había besado un par de veces sin llegar a más porque ella era virgen y me pedía tiempo para prepararse. Me quedé con todas las ganas del mundo de escucharla gemir mi nombre. 

Sonreí ante ese pensamiento.
Ella había dejado de ser una niña atractiva y pasó a ser el mujerón que es ahora. Yo siempre supe que ella era la que quería para mí pero luego de unas semanas saliendo simplemente decidió cortar conmigo. Sabía que tenía razón pero no pude dejar de sentir una leve decepción. Por eso decidí que estaba bien ser amigos y así ha sido, solo que ya no tuve ganas de buscar a nadie para una relación estable. Me conformaba con estar cerca de ella y tener sexo con las demás poniéndoles su cara. Estaba respetando su decisión y ella nunca más tocó el asunto así que di por sentado el hecho de que nunca la tendría para mí.

Era un tremendo imbécil queriendo engañarme a mí mismo. Estaba perdidamente enamorado de ella pero sabía que no era correspondido. Siempre me limité a aconsejarla lo mejor posible y a tragar en seco cada vez que me presentaba a algún gilipollas que quería meterse entre sus piernas pero yo no tenía ningún derecho a ponerme celoso.

Ya había terminado mi cigarro y seguía ahí, mirando la ciudad a través de la ventana sabiendo que Mérlin me esperaba. Sonreí nuevamente porque sabía que era una estupidez total que desaprovechara la ocasión de tener buen sexo pero ya no estaba duro y no tenía deseos de estar con ella nuevamente. Así que la llamé y dando una excusa barata y quizás hasta poco creíble, cancelé nuestro encuentro y volví a la habitación de descanso.

Al entrar vi a Lorena durmiendo en el mismo sillón donde la dejé. Lucía cansada, ojerosa y tenía sus labios ligeramente abiertos, pero era jodidamente linda. Su pelo castaño recogido en una coleta desordenada y sin nada de maquillaje, era sexy sin proponérselo. Aunque igual de ingenua que siempre, no se había percatado de lo duro que me ponía cuando estaba demasiado cerca de ella.

Salí de la habitación y fui a la sala donde se encontraba la chica recién operada. Estaba aún bajo los efectos de la anestesia y me senté a su lado. Pude contemplarla mejor, su rostro estaba ligeramente inflamado debido a la cirugía realizada pero detrás de todo eso se notaba que era bonita, tenía el pelo rojo y parecía más madura, podría decir que hasta de mi edad. Me quedé ahí un rato y despertó y me dejó ver unos lindos ojos marrones.

-Hey, está bien. No te esfuerces.- dije tratando de calmarla al verla moverse en la cama.

-¿Quién eres?- hizo una mueca de dolor al hablar

-Soy el doctor de guardia, bueno otra doctora fue la que te hizo la cirugía pero yo vine a ver cómo estabas.-

-Me duele la cabeza y la nariz- dijo tratando de tocarse pero se lo impedí.

-Eso es normal. Ahora, dirás que esto que pasó fue un accidente o me dirás la verdad- enarqué una ceja.

-No quiero hablar de eso. Ya está solucionado. Voy a dormir-

Se volvió a acomodar y yo me levanté. Antes de irme volví a mirarla y sus ojos estaban clavados en mí.

-Por cierto mucho gusto, soy el doctor Raúl.- puse mi sonrisa de medio lado, sacando mi lado más seductor.

-Soy Melissa y muchas gracias por la visita.- también sonrió

-De nada. Volveré en un rato para ver cómo has evolucionado. Descansa-

Con eso me fui. Salí con una sonrisa arrogante, sabía que no había pasado desapercibido ante Melissa.

Pasé el rato sentado en un banco fuera del hospital y cuando vi al sol asomarse mire mi reloj, ya eran casi las seis y media de la mañana y Lorena tenía que pasar por la habitación de Melissa así que entré rápido y al verla despierta sonreí. Se veía bastante bien a pesar de todo lo ocurrido. La revisé y me aseguré de rozarle suficiente piel como para sentir cómo se erizaba a mi tacto.

Era un descarado y un aprovechado por hacer estas cosas en este momento pero me daba bastante igual. Yo solo buscaba un objetivo y si bien no dijo que sí, al menos no me rechazó y ese era un punto a mi favor.

Después de pedirle su número y ella no poner resistencia, sabía que no sería tan difícil llevarla a la cama. Me despedí nuevamente y me fui a mi casa.

Estaba consciente de que las cosas se iban a poner más que interesantes y con esa estúpida sonrisa que me caracterizaba, me dormí.

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