Capítulo 17
Eran alrededor de las 10 de la mañana y apenas pude pegar ojo en toda la noche. Julia y Kate se habían quedado a dormir aquí en casa, habíamos llegado tarde y no las iba a dejar irse a esa hora. Se fueron a dormir a la habitación que estaba libre y yo, bueno amanecí en el balcón.
Estaba sentada en una de las dos sillas con las piernas sobre la otra, el cenicero sobre la mesa, lleno de cenizas y colillas, una gran taza de café frente a mí y yo portaba unas ojeras que daban miedo. Sentada ahí con una camiseta ancha y dejando que la brisa me acariciara la piel, el pelo enmarañado y mirando la ciudad pero sin enterarme de nada.
Mi cuerpo estaba aquí, en esta silla helada, pero mi mente no dejaba de darle vueltas a la confesión de Raúl. Mis pensamientos seguían en el baño del bar de anoche, junto a él. Aún estaba tratando de asimilar lo que había escuchado, simplemente no lo podía creer. Raúl era el hombre menos romántico y muy pocas veces decía lo que sentía, por eso estaba mucho más sorprendida porque sé que fue totalmente sincero y me desarmó que dijera que me amaba.
Bebí todo el café de mi taza y encendí otro cigarro, ya me había acabado casi toda la caja en la noche y lo que iba de mañana. Necesitaba relajarme pero no sentía relajación alguna.
Julia emergió de entre las cortinas y se quedó parada detrás de mí, ese caminar suyo arrastrando los pies cuando se despertaba, la delataba. No dijo nada, acarició levemente mi hombro y se dirigió a la silla donde tenía los pies, los tomó, se sentó y los volvió a colocar pero esta vez encima de ella.
-Lore, ya me vas a contar que fue lo que pasó anoche. –Yo seguía mirando a la nada y no le contesté. Por su parte continuó.
-Anoche después de que saliste del baño no dijiste ni una palabra, ni en el trayecto hacia acá. Raúl se fue y ni siquiera se despidió de ti, cuando saliste ya no estaba. Todo demasiado raro, ¿no?-
Julia tenía razón, todo fue muy raro y él ni siquiera esperó a que saliera del baño, no quería enfrentarme. No sé qué me daba más rabia, si el hecho de no responderle como merecía la situación o que sabía que nuestra “relación especial” estaba torciéndose al punto de que se iría todo a la mierda.
-Raúl me dijo que me amaba. –Solté la frase con tanta rapidez que tomó a Julia por sorpresa.
-¿Cómo? –Su asombro me causó un poco de gracia y solté una risita.
-Eso mismo, me dijo “Te amo”. –Julia seguía con la boca abierta.
Terminé mi cigarro, lo apagué y bajé los pies del regazo de la rubia, subiéndolos a mi propia silla. Estábamos ambas en silencio y yo no sabía cómo sentirme al respecto. Ella hizo lo mejor que pudo para animarme.
-Supongo que eso es bueno, ¿verdad?-
-No lo sé, no quería que esto llegara al punto de enamorarnos-
-Me estás diciendo que tú también lo amas-
Pasé mi mano por mi pelo mientras sonreía, ella sabía la repuesta sin embargo yo no lo quería decir en voz alta.
-Lorena…- Julia me estaba apurando.
-Vale, que sí. Estoy loca por él. Enamorada no, lo siguiente. –Estaba sonriendo ampliamente y la rubia soltó una carcajada sonora. Yo la seguí.
-Lo sabía, es que lo sabía. –Estaba entusiasmada y me estaba contagiando su alegría.
-¿Así que eres adivina ahora?-
-Es que las miradas entre ustedes, los delatan. Hay que ser ciego para no darse cuenta de lo que sienten el uno por el otro-
Bajé mi mirada y mi expresión de entusiasmo cambió por frustración. Ahora empezaban los verdaderos problemas y eso era lo que Julia no se imaginaba.
-Hey, Lore, ¿qué pasa? –Acarició levemente mi mano.
-Ahora es más difícil para ambos, no sabes lo mucho que se puede complicar nuestra vida. Yo estoy aquí, sola y sin tener a nadie más porque lo deseo a él, sin embargo él está en su casa, durmiendo y follando con ella. –Lágrimas amenazaron con salir pero no las dejé. Este no era el momento para eso.
-No le piensas decir entonces.-
-Tendré que encontrar el momento justo para hablar sobre eso. No quiero echarlo todo a perder. Además no quiero presionarlo para que decida por una o por la otra. Eso es decisión suya y si no ha reaccionado hasta ahora, dudo que lo haga. –Recogí mi pelo en una coleta para que la brisa refrescara mi rostro, tenía un nudo en la garganta e inspiré profundo tratando de eliminarlo y sentirme mejor.
-¿Por qué hablas así? Creo que no confías en Raúl, si él tanto te quiere debe hacer algo y no quedarse cruzado de brazos. Sería un tremendo gilipollas si te dejara escapar así.-
-Hasta cierto punto tienes razón, sería un imbécil total si se quedara con ella y no conmigo, después de que dijera que me amaba, después de que nos entregáramos con tantas ganas que sintiéramos que no merecíamos tanta felicidad, no después de todo lo que ella le ha hecho -me detuve un momento para respirar y seguí- pero ese es el puto problema, que él no lo sabe. –Mi voz comenzó a quebrarse. Me sentía otra vez débil, otra vez patética.
-Habla con él y cuéntale la verdad –Julia me agarró muy fuerte de la mano y se acercó para acariciar suavemente mi mejilla. Sus muestras de afecto hacían que me sintiera mucho mejor, siempre lo conseguía.
-Si lo hago no me creería, él es del tipo de hombre que no le gusta que le tomen por idiota y si yo voy y le digo todo lo que sé, sin pruebas, sin otros argumentos más que mis palabras, me va a mandar a la mierda y me va a tachar de niñata inmadura y celosa-
-Joder, sí que estás complicándote la vida-
-Por eso no quiero actuar por impulso, necesito pensar. Analizar cada detalle con exactitud, si actúo mal la puedo cagar y mucho. Me importa demasiado Raúl como para echar a perder lo que sea que tenemos. –
Llevé ambas manos a mi rostro y solté todo el aire que tenía acumulado en mis pulmones. Nuevamente lágrimas amenazaron con salir pero esta vez las dejé, necesitaba sentirme mejor y llorando a veces me quitaba el peso de mis pensamientos.
Julia se levantó y se agachó frente a mí, sin decir nada, me abrazó y la calidez de su gesto me reconfortó tanto que comencé a llorar con más ganas. Sollozaba y sujetaba más fuerte a mi amiga, necesitaba esto, sentirme querida y no tan sola.
-Joder, todo es una puta mierda…por qué todo…tiene que ser tan difícil. –Dije entre sollozos.
Julia se apartó y secó mis lágrimas. Era la mejor. Besó mi frente y sonrió con algo de tristeza en sus ojos.
-Lore, todo esto va a cambiar y ustedes tendrán el final feliz que tanto desean y merecen. Solo tienes que ser paciente y esperar que todo se resuelva. Si él realmente está enamorado de ti, hará lo correcto y tratará de estar contigo por encima de quien sea. –La rubia estaba tratando de convencerme pero fue inútil y yo sabía perfectamente el por qué.
Sequé mis lágrimas y limpié un poco mi rostro, volví a encender un cigarro, el último de la caja, me levanté y me apoyé en la barandilla del balcón. Mirando hacia abajo y viendo los autos pasar, llevé el cigarro a la boca y dejé que el humo quemara un poco mi garganta, exhalé el humo y por fin hablé.
-Eres muy ingenua, ¿crees que él dejará a Melissa para estar conmigo?-
Seguía de espaldas a Julia y volví a aspirar humo para luego dejarlo escapar lentamente. Continué.
-Llevan meses viviendo juntos, él y yo llevamos unos dos meses con esta relación y si a estas alturas no me ha dicho nada es porque él está hecho un lío y si está tan indeciso quiere decir que no tiene nada claro lo nuestro. Si ese es el caso, prefiero que se quede con ella y ya está. Esa será la mejor solución para su cacao mental-
-¿Estás segura, Lorena?, esas son palabras demasiado fuertes y muy radicales, ustedes dos deben llegar a un entendimiento mutuo, sin hacerse daño, porque ninguno de los dos merece sufrir, al menos mientras sientan tanto el uno por el otro, deben intentar estar juntos y vivir ese amor tan bonito.-
Sonreí tristemente. Ella tenía toda la razón y yo no me caracterizaba por dejar las cosas a medias, iba a intentarlo aunque me saliera mal y terminara hecha pedazos, porque prefiero romperme en el intento antes de romperme por arrepentirme de no haberlo intentado.
-Tienes razón, aunque también sé que me estoy lanzando a una piscina aun sin saber si tiene agua en el fondo. Me tocará averiguarlo. Sin embargo de algo puedes estar segura es que no seré cobarde. Sabes que nunca lo he sido y Raúl merece todos mis intentos de sacar esto adelante.-
Ambas sonreímos y la abracé muy fuerte. Una sensación de alivio me invadió, siempre era bueno conversar con mi mejor amiga sobre mis problemas, que de alguna forma lográbamos encontrarle solución y de no ser así, al menos terminaba sintiéndome mejor siempre.
A partir de ahora debía ser más fuerte, más valiente y sobre todo debía tener claro que si no ardo por algo o alguien, si nada me sacude hasta el alma, si apenas me llega el entusiasmo entonces estaba yendo por el mal camino y no iba a dejar que nada me detuviese, no estaba dispuesta a vivir a medias.
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