Capítulo 16
Raúl
Estaba sentado disfrutando de las vistas mientras bebía un trago de whiskey. Lorena se movía de manera sensual y rozaba su delicioso cuerpo contra el de Julia. No precisamente de manera sexual pero mi cabeza no dejaba de producir ideas y en todas estaba Lorena desnuda con una chica besándose e invitándome a formar parte del espectáculo. Me mordí el labio inferior mientras seguía mirándola. Era sexy y ella estaba consciente. Bebí otro poco de whisky y me acomodé mejor en el asiento, ya estaba duro pensando en mi nueva fantasía sexual.
Melissa estaba algo incómoda pero ella fue la que quiso venir, aun sabiendo que todas iban a estar aquí, le acaricié por un momento la mano, tampoco quería que se sintiera más incómoda y mucho menos necesitaba que notara mi erección.
Las chicas comenzaron a beber chupitos y a lamer la mano la una de la otra y eso simplemente me encendió mucho más. La forma en que sus lenguas entraban en contacto con la piel de la otra, el rastro de sal que se les quedaba atrapado en ellas y la humedad que quedaba en el lugar, me estaba haciendo explotar la cabeza. En ese momento Melissa me habló y salí de mi pequeña burbuja erótica.
-Me quiero ir. –Su voz era casi como una súplica. Por un momento la entendía pero simplemente yo no quería irme.
-Es temprano, no quiero irme todavía. Hay buen ambiente y estamos tranquilos. ¿Qué te pasa? –No quería ser intransigente con ella pero tampoco iba a permitir que se comportara como una niña mimada y que jodiera la noche de todos.
-Si quieres yo te puedo llevar a casa y luego regreso. –Se revolvió un poco en el asiento. Al parecer la idea no le gustaba demasiado pero tampoco me importaba mucho.
-Mejor me quedo, sola en casa no quiero estar. –Dijo conformándose aunque en la cara se le notaba que lo dijo más bien para complacerme a mí que porque realmente le apeteciera.
Lorena me trajo de vuelta a la realidad al levantarse y mostrarme su espala descubierta, me entraron unas ganas de tocar y lamer toda esa piel expuesta. Se dirigió al baño, por otra parte Kate y Julia comenzaron una conversación con Melissa, cosa que agradecí. Me levanté y me despedí por un momento.
-Chicas ahora vuelvo, voy al descansillo a fumar. –Incliné la cabeza y las chicas hicieron lo mismo.
Por supuesto fui directo al baño y al entrar vi a la castaña mirándose al espejo. Estaba sonrojada y la luz del baño, al ser tan clara, me dejaba detallar la belleza de mujer frente a mí.
No la dejé hablar, me lancé directo a sus labios y los besé con desesperación, ella jadeó y en seguida una corriente eléctrica recorrió mi entrepierna haciendo que latiera. La atraje más hacia mí y llevé mis manos a sus glúteos, apretándolos y frotando su cuerpo contra el mío mientras seguía besándola. Era hermosa, sensual e inteligente, muchas veces actuaba como niña pero era la mujer que me completaba en todos los aspectos y eso me volvía loco, al punto de sentir que sin ella no me sentiría así de vivo.
Nos apartamos un momento y respirábamos de manera irregular. Sus labios estaba ligeramente rojos y sus ojos miraban directamente a los míos, como si se perdieran en un mar infinito y estuviese encantada de no encontrar un rumbo. La amaba, joder si la amaba. Estaba tan perdido en ella que se me olvidó por completo que había alguien esperándome afuera.
-¿Tengo que sentir miedo, Raúl? –Su voz provocadora y sensual.
La tomé de la nuca y levanté un poco la cabeza para que quedara más a mi altura.
-¿Sabes que te queda delicioso mi nombre entre tus labios? –Los mordió provocándome aún más.
-Yo pregunté primero. –Me tomó del rostro y mordió mi labio inferior. Ella no se dejaba intimidar y eso me ponía más cachondo. Tomé su mano y la aparté de mi rostro, la tomé de la cintura y la llevé hasta la pared al lado de la meseta donde se encontraba el lavamanos, quedando atrapada entre mi cuerpo caliente y el mármol frío. Excitante combinación.
-Hoy no te vas a salir con la tuya y sí, quiero que tengas miedo… pero miedo de perder la cabeza conmigo –hice una breve pausa y comencé a acariciar su muslo izquierdo, recorriéndolo con la yema de mis dedos- porque sé que ya lo estás haciendo, te estás dejando llevar por esta situación y estoy más que seguro que ya estás tan mojada que podría penetrarte de una sola vez.
Continué mi recorrido y levanté su vestido para adentrar mi mano entre sus bragas. Sonreí con satisfacción al comprobar su humedad y ella cerró sus ojos dejando escapar un leve gemido.
-Penétrame. Fóllame ahora mismo. –Ese tono de súplica me encantaba.
-Te dije que no saldrías ilesa-
La besé rápidamente y la tomé de los hombros agachándola frente a mí para que quedara a la altura de mi entrepierna. Ella alzó la vista y me sonrió de manera torcida, sabía lo que quería y esa fue su forma de decirme que lo haría con el mayor placer.
Tomó mi bragueta y la abrió, sacando mi miembro eréctil con sus manos delicadas, lo llevó de una a la boca y la sensación de humedad y calor se apoderó de mí e hizo que gruñera por lo bajo. Su boca se ajustaba perfecta y ella sabía exactamente lo que hacía. Se estaba ayudando con sus manos y yo no se la iba a poner tan fácil.
-No necesitas las manos-
Las apartó rápidamente y la tomé de la nuca con ambas manos y comencé a moverme de manera rápida. Estaba follándole la boca y sentía como llegaba al fondo de su garganta y volvía a salir pero no completamente. Su boca se humedecía más y sus ojos estaban ligeramente brillosos, como si se quisiera escapar alguna lágrima. Estaba en el puto paraíso y sentía que me iba a correr en cualquier momento.
Gemía descontroladamente y ella me tomó por la parte trasera de mis muslos aumentando el ritmo de los movimientos, incliné ligeramente mi cabeza hacia atrás y dejé que mis fluidos inundaran su boca.
Lorena se levantó y sonrió con satisfacción limpiándose la comisura de los labios.
-Eso fue, delicioso. Si así me vas a castigar me tendré que portar mal más a menudo. –Fue a lavarse las manos y a enjuagarse la boca.
Lo que hizo me sorprendió y provocó que soltara una risita. Se sentó en la meseta y abrió un poco las piernas.
-Es tu turno de darme placer. –Su voz era apenas audible y tuve que sacar todo mi autocontrol para no follarla ahí mismo.
Me acerqué y le acaricié el rostro. Ella cerró sus ojos y se dejó llevar por mi caricia entreabriendo los labios.
-¿Qué parte de que esto es un castigo es la que no entiendes? –Mi voz sonaba divertida.
-¿Entonces me vas a dejar así? –Ella no sonaba tan divertida.
-Te dije que no te ibas a salir con la tuya-
-No puedo creer que me hagas esto. Sabes que me jode mucho que me calientes y me dejes así, esto simplemente saca lo peor de mí-
Estaba algo alterada y yo solo podía sonreír. Esto era lo que quería, cabrearla y verla quejarse. También se veía jodidamente sexy así.
-La próxima vez te lo compenso. Ahora me tengo que ir, ya hemos estado fuera los dos por mucho tiempo y no quiero que sospechen que estamos juntos aquí-
Ella se bajó de la meseta y acomodó su vestido
-A mí no me importa lo que piensen, yo no tengo nada que perder-
Eso me dolió en cierto modo pero ella tenía razón, la situación estaba complicándose cada vez más y yo era un puto indeciso que estaba jugando a dos bandas.
-Lo sé. No tienes que mencionarlo.-
-Necesito un cigarro. Por favor dame uno-
Se lo alcancé y se lo encendí. Ella le dio una calada bien profunda y aspiró suavemente el humo, dejándolo un momento en su garganta y permitiendo que inundara sus pulmones para luego soltarlo de manera lenta. Haciendo eso, también lucía extremadamente sexy.
Viéndola fumar caí en la cuenta de que yo la había enseñado, de que conmigo fue la primera vez que se llevó un cigarro a la boca y que yo amaba fumar con ella. Era una forma de sentirme en complicidad con Lorena y sabía que ella se sentía igual. Esta era su manera de confiar en mí, dejándome ver lo que pocos sabían.
-¿Estás mejor? –Le pregunté.
-Sabes que sí, pero esto no lo dejaré pasar. El hecho de que me dejes a medias tendrá sus consecuencias. –Ya sonaba más tranquila y apagó el cigarro para luego echarlo a la basura. Por mi parte solo pude sonreír.
Me acerqué nuevamente hacia ella y la besé. Este beso era más suave, más delicado y sabía que este era el preciso momento para decirle lo que estaba callándome desde hacía varios años y sentía que debía decirlo porque yo también necesitaba oírlo en voz alta para acabar de creerlo.
Me separé por un momento y acerqué a ella de tal modo que su frente estaba junto a la mía y así con la mirada en sus labios, porque de otra forma no tendría el valor, le dije:
-Te amo.-
Acto seguido besé su frente y ni siquiera me detuve a mirarla. Me di la vuelta, abrí la puerta asegurándome de que nadie me viera salir y dejé a Lorena ahí, dentro del baño y sin saber de qué forma reaccionaría.
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