Capítulo 10
Fuego…mi piel, mis labios y mi pecho ardían pero esta vez se sentía correcto, se sentía jodidamente bien. Era un fuego que me llenaba y que encendía cada nervio en mi cuerpo. Ese fuego lo provocaba él.
Recordaba sus labios pero no de esta forma tan salvaje y fuerte. Era capaz de sentir su anhelo y su deseo. Sus labios devoraban los míos y para qué mentir, yo devoraba los de él. No sabía cuánto deseaba besarlo hasta este momento.
Permanecía aun sentada en ese escritorio con Raúl entre mis piernas, el vestido estaba enrollado en la parte superior de mis muslos y él me sostenía del cabello.
Con mis manos comencé a acariciar su abdomen bajo y sentía cada músculo de esa zona contraerse mientras seguía besándome de manera descontrolada. Dejó mis labios y comenzó a besar mi cuello dejando un camino de besos hasta mi clavícula, mordió un poco y me miró. Sus ojos estaban cargados de deseo y sus labios rosados e hinchados.
-¿Quieres seguir?-
Me preguntó con voz ronca y su rostro estaba cerca de mi pecho.
-Pregunta tonta, mira como estoy-
Tomé su mano y la llevé hasta mis bragas y con cuidado la deslicé dentro. Quería que supiera cómo me sentía y lo que él había provocado. Se incorporó sin sacar sus manos de donde las dejé y me dejó ver el gran bulto que se había formado en su pantalón.
Con la mano libre me tomó del cuello y me sostuvo firme sin llegar a ahogarme. Yo solo podía sostenerme de la mesa y a duras penas podía controlar los temblores en mis piernas. Joder, estaba excitadísima y él lo sabía, lo estaba comprobando.
Cambió su forma de agarrarme y me tomó por la nuca. Comenzó a lamer mi cuello y al mismo tiempo se fue adentrando en mi humedad. Abrí un poco mi boca dejando escapar un leve jadeo. De pronto siento dos de sus dedos penetrarme de golpe y gimo más fuerte. Él se acerca a mi oído y me susurra.
-Shhh. Tienes que calmarte o nos van a oír.-Siguió torturándome con sus dedos y volvió a decirme.
-Me encanta que te mojes para mí. Lo he deseado tanto-
Comenzó a acelerar el ritmo con sus dedos entrando y saliendo de mí. Arqueé mi espalda en respuesta y mis caderas comenzaron a moverse sin poder evitarlo. Dejé caer un poco mi cabeza cerrando los ojos para sentir a plenitud esta maravilla.
-Mírame-
Me ordenó e hizo que me concentrara en él. Sin apartar mis ojos de los suyos comenzó a acariciar mis pechos por encima de la ropa y volví a gemir. Se detuvo de golpe y se acercó a mis labios para hablarme.
-Si sigues haciendo ruido dejaré que te vayas sin que tengas el orgasmo que estás esperando-
-No serías capaz- mi voz era un susurro.
-Inténtalo y verás- me respondió con voz ronca.
Solo pude sonreír, estaba llegando a mi clímax y no lo iba a echar a perder.
Volvió a penetrarme con sus dedos y con la otra mano liberó unos de mis pechos que no tardó en llevarse a la boca. Mordí mi labio inferior con mucha fuerza, evitando dejar escapar mis gemidos que se estaban volviendo descontrolados. Aceleró más el ritmo y el sonido del contacto mojado comenzó a hacer eco en la habitación.
Dejó mi pecho y subió quedando frente a mi rostro y me obligó a mirarlo. Sabía que estaba a punto, lo podía sentir en sus dedos. Mi interior comenzó a contraerse y sabía que él estaba tan excitado como yo, incluso más. Su respiración era tan irregular como la mía. Me besó con mucha intensidad, más que un beso se sentía como si quisiera tapar mi boca para que no gritara. Sabía que me iba a correr y eso era lo que faltaba para terminar en su mano. Una ola de calor de apoderó de mi vientre liberándome, sin poder hacer ruido lo que lo hizo mucho más intenso y dejándome exhausta.
Nuestras respiraciones seguían siendo irregulares y nuestros jadeos eran los que llenaban el espacio.
Seguíamos cerca el uno del otro y volví a besarlo. Quería devolverle el orgasmo, no sería justo para él que me fuera dejándolo así, con su miembro duro y latiendo dentro su pantalón.
Pero mi plan fracasó, tocaron la puerta y de un salto comenzamos a arreglarnos e incorporarnos. Joder, que mala suerte pero eso no impidió que sonriera.
-¿Por qué te ríes?-
Dijo sentándose en su silla detrás del escritorio.
-Porque parecemos dos críos- dije entre risitas.
Terminé de arreglar mi vestido y mi cabello. Raúl dijo a quién sea que tocó que pasara y apareció Mérlin, casualidades de la vida. Alcé una ceja mostrando mi incomodidad. Raúl habló.
-¿Qué p
asa?
-Solo quería avisarle que no hay más pacientes- du voz era tímida.
-Muchas gracias y por favor no nos vuelva a interrumpir- la seriedad en la voz de Raúl daba miedo.
Cerró la puerta al salir y volví a reírme.
-Y ahora de qué te ríes- me preguntó divertido.
-Es que tenías que haber visto tu cara, tenías la palabra sexo tatuada en la frente. Estoy segura que ella se dio cuenta, te conoce-
Sonrió ampliamente mostrándome sus perfectos dientes blancos.
-Puede ser pero ella no vio nada y sería su palabra contra la nuestra así que no estoy preocupado por ella-
Me senté en la silla frente a él y me acomodé mejor el cabello. Liberé mi pie derecho del zapato y lo coloqué por debajo de la mesa en su entrepierna, él se sorprendió pero luego sonrió.
-¿De verdad no me ibas a dejar llegar al orgasmo?-
Mi voz era grave y cargada de provocación, además estaba rozando con mi pie la erección que se estaba formando nuevamente.
-Claro que sí. Debes aprender a comportarte porque de lo contrario puedo castigarte de la manera más cruel, sin necesidad de hacerte daño físico-
Me estaban excitando sus palabras y se estaba poniendo más duro contra mi pie. Era momento de parar y dejarlo así. Quería jugar y sabía perfectamente que a él le gustaba ese juego, era un experto.
Volví a ponerme el zapato y me levanté. Se sorprendió y me miró con los ojos como platos.
-¿Ya te vas?-
-Sí, debo hacer algunas cosas todavía- mostré una sonrisa de suficiencia.
-¿Y me vas a dejar así?- seguía asombrado.
Sonreí, su cara no tenía precio. Me acerqué y tomé su rostro con una mano depositado un beso corto en sus labios.
-Luego te lo compenso-
Antes de llegar a la puerta me paré y lo miré de nuevo, ya no estaba confundido, ahora se veía divertido.
-Vienes, me calientas, te regalo el mejor orgasmo de tu vida y luego te vas, dejándome con todo este fuego por dentro-
Comencé a reír a carcajadas hasta que el estómago comenzó a dolerme y lágrimas brotaron de mis ojos.
-Eres increíble…luego te contaré cual ha sido el mejor orgasmo de mi vida. Ahora si me permites me tengo que ir. Nos vemos luego-
Salí y me encontré a la enfermera mirándome con cara de pocos amigos. La iba dejar pasar pero no pude. Me detuve y volví hacia ella.
-¿Tienes algún problema?-
Dije por lo bajo y entre dientes, no quería llamar la atención. Por su parte se tensó pero no me miró.
-Era cuestión de tiempo que esto pasara, solo tenga cuidado que como mismo los interrumpí yo, podía haber sido cualquiera-
Pero que cojones se creía esta enfermera, no tenía derecho a decirme eso.
-Escucha, lo que pase entre Raúl y yo, no es asunto tuyo. Si quieres decir algo solo hazlo y no le des tantas vueltas al asunto. Si por el contrario, no dirás nada, entonces ahórrate las malas caras y las molestias. ¿Estamos?
Asintió y yo hice lo mismo. Retomé el paso rumbo a mi consulta para buscar mis cosas y una sonrisa me invadió al recordar lo sucedido. La enfermera no me iba a quitar la felicidad con ese intento de intromisión totalmente fuera de lugar. Tomé mis cosas y fui a buscar mi auto para irme a mi casa.
Raúl no sabía que aquello fue una chispa en la madera seca y lo único que pasaría era que ese fuego que había comenzado, solo podía avivarse mucho más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro