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★ Turno

El sábado antes de la entrega de sus tesis llegó rápidamente, habían estado tan ocupados dejándose llevar y relajándose que no lo notaron, fue una suerte que ambos hubiesen trabajado duro antes de envolverse en el asunto con el otro.

Como ya se había hecho una costumbre, Mika y Lacus iban a la discoteca donde Yuu trabajaba, sin embargo, esta vez hubo una sorpresa para los dos, y fue que Rene les dijo que quería acompañarlos; el pelipúrpura rogó a su mejor amigo para que lo permitiera y al final, este terminó accediendo, así que el ojeroso fue quien los recogió para dirigirse hacia allá.

Justo en ese momento, el rubio esperaba a que pasaran por él y fue cuando su padre aprovechó para abordarlo en la sala.

—Mikaela —lo llamó; el aludido lo miró de mala gana—. Necesitamos hablar seriamente.

—Si vas a decirme que me tengo que casar porque tú lo quieres, entonces te puedes ir yendo porque no pienso escucharte —le advirtió seriamente.

—No me hables en ese tono —gruñó el ojirubí sentándose en el sillón frente a su hijo—. Quiero saber qué demonios te pasa, ¿por qué me desobedeces?

—Porque no soy una marioneta, papá —expresó el menor—. Quiero casarme con la persona que yo elija, no es algo que tú decidas solo porque sí.

—Pero puedes enamorarte después de que te cases.

Mika se dio una palmada en el rostro ante la estupidez que su progenitor había dicho y deseó que ese momento desapareciera, pues ahora se sentía más incómodo que nunca.

—Papá, no voy a casarme porque tú quieres y no hay forma de que cambie de opinión —sentenció el rubio.

Entonces el claxon de un auto se escuchó fuera de la casa, y sin más que decir, el Geagles menor se fue; Urd frunció su ceño sin poder evitar enojarse, odiaba lo testarudo que era su hijo.

—Entonces, esa es la enumeración de las mesas —explicó el moreno amigablemente a la nueva empleada.

—Creo que ya lo tengo —sonrió ella.

—De igual manera, si tienes dudas, preguntale a cualquiera, todos las sabemos de memoria —añadió Narumi que iba pasando cerca de ellos.

Chess sonrió agradecida ante la amabilidad de sus nuevos compañeros de trabajo, y Yuu se disculpó con ella para irse a cambiar de ropa, pues pronto abriría la discoteca y tenía que estar presentable; no quería que aquel rubio lo viera mal arreglado.

Aunque no era como si su opinión le importara, no.

Se puso su uniforme y al momento de ponerse el antifaz, lo dudó, ¿era buena idea no usarlo? ¿qué diría Mika cuando lo viera sin el? ¿cómo sería la expresión de su rostro? Las dudas se amontonaban en su cabeza, diciéndole que sería algo genial responder todas esas inquietudes al no usar la pequeña máscara; pero no.

Suspirando, la acomodó y se la puso, luego salió del cuarto de empleados para recibir a los clientes que llegarían pronto.

Cuando Mika entró por la puerta de la discoteca, sintió algunos nervios, en la semana había descubierto —por sí mismo y sin comentarle a Lacus— que su gusto por aquel azabache estaba en otro nivel, uno que desconocía y que no era capaz de controlar.

—Buenas noches, ¿desean una mesa? —al escuchar aquella voz, los ojos zafiros del Geagles se encontraron con las preciosas esmeraldas de ese hermoso chico, el cual los guió a una mesa tras ser autorizado por Rene.

El rubio no podía parar de mirarlo, sus piernas, sus glúteos, sus curvas, su cabello, su forma de caminar, incluso su sonrisa, él era demasiado perfecto y su corazón latiendo acelerado sabía eso; y cuando él le dedicó una sutil pero pícara sonrisa, sintió que moría por dentro.

Apenas si permitió que sus acompañantes se sentaran cuando los dejó tirados para ir tras aquel mesero que iba en busca de sus pedidos.

—Yuu-chan, hola —lo saludó agarrándolo de la mano; el aludido sonrió también—. ¿Cómo estás?

—Bueno, me gusta verte, así que bien —rió; las mejillas del de tez pálida se pusieron levemente sonrosadas—. ¿Puedes soltarme? Necesito llevarles sus bebidas.

—¿Tienes algo que hacer cuando acabe tu turno? —preguntó de la nada.

El ojiesmeralda se sorprendió, sin embargo, sonrió divertido.

—Mi turno acaba a las tres de la madrugada, seguro tengo mucho que hacer —murmuró.

El ojizafiro se sintió un poco tonto por preguntar aquello, pero ya lo había dicho y lo importante era seguir adelante en la conversación para tratar de convencer a su hermoso moreno de salir un ratito con él.

—Bueno, hay muchas cosas que se pueden hacer —mencionó el más alto jalando suavemente la mano ajena y apegando ambos cuerpos.

—¿Cómo cuáles? —susurró coqueto mientras llevaba ambas manos al cuello ajeno, enroscándolas ahí; adoraba seguirle el juego.

—Si sales conmigo un rato luego de tu turno, te diré —espetó acercando su rostro al contrario—. ¿Qué dices, Yuu-chan? —cuestionó bajito, tan cerca de sus labios que el Ichinose sintió su aliento sobre estos.

Y como la tentación a veces es muy fuerte, esta vez no fue capaz de controlarse y terminó besando al rubio fervientemente, sin detenerse a pensar en que estaban en medio de la pista de baile, que él estaba con su uniforme, que había algunas personas viéndolos o que las manos del de tez pálida estaban temblando al tener que contenerse de tocar más piel.

Cuando se separaron, se quedaron viendo extasiados, ansiosos de más y sin ganas de querer detenerse en ese momento, pero teniendo que hacerlo.

—Espérame en la puerta de enfrente —murmuró Yuu relamiéndose los labios, luego se retiró.

Mika sonrió coqueto ante aquello.

Me re emociona todo lo que sucede entre los bebés xD

Voy a hacerles un anuncio, resulta que mi celular continúa en mal estado y no me permite escribir, la razón por la que actualizo este fic y no los otros, es que estos caps ya los tengo hechos, so, es más sencillo; pero con mis otros fics, tengo que hacerlos completos, y tardo más

Entonces, decidí poner los fics en pausa por un tiempo, el cual usaré para editar otros fics mientras consigo un nuevo cel; responderé comentarios y todo, solo no actualizaré hasta nuevo aviso

Los adoro bebés :'3

Espero les haya gustado uwu

Bye!

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