★ Hipnosis
—¿Y? Estoy esperando un agradecimiento —musitó Kimizuki mirando la carretera mientras Yuu dormitaba en el asiento del copiloto.
—¿Agradecimiento? ¿cómo por qué o qué? —inquirió el azabache mirando con sueño a su mejor amigo.
—Si no fuera por mí, tú no habrías bailado con ese chico —explicó.
—Claro, lo que digas.
—Aunque, en realidad, el amigo de ese chico fue quien me pidió que te dijera —aclaró el pelirrosa; los ojos del ojiesmeralda le observaron curioso—. Parece que a ese sujeto le gustaste bastante.
El moreno se sonrojó y el sueño se esfumó de su cuerpo; los recuerdos de su largo tiempo de baile con Mika eran una cinta que no se pausaba en su cabeza, y por más que pensaba y pensaba cómo es que pudo estar casi toda la noche sin realizar su trabajo, no le hallaba lógica.
Simplemente, al admirar los ojos azules de ese rubio se perdió en lo que estos reflejaban, fue como si su mente hubiese volado lejos y él cayera en una profunda hipnosis que no fue capaz de romper hasta que el de lentes le llamó; había algo atractivo en ese hombre, algo que Yuu nunca sintió en otras parejas que llegó a tener, algo que le llamaba y le ponía en trance.
—Yuu —llamó Kimizuki; el aludido le miró—. Llevamos cinco minutos frente a tu casa y aún no te bajas —informó exagerando, si apenas habían llegado; el azabache se sonrojó por no haberlo notado—. ¿Qué te pasa? Estás en las nubes.
—¿T-Tú crees que vuelva a verlo? —interrogó inseguro.
—No lo sé, pero parecía que le gustabas bastante y lucía interesado en ti —animó el poste revolviendo los cabellos ajenos—. Ahora entra a tu casa de una vez, tengo que levantarme a las siete a hacerle el desayuno a Mirai.
—Gracias por traerme —sonrió bajándose del auto—. Nos vemos.
Asintiendo, Kimizuki se despidió y arrancó el auto, por lo que Yuu entró en su casa sigilosamente; las luces estaban apagadas, así que supuso que sus padres estaban dormidos, y solo entró en la cocina para beber algo, pero en la mesa halló un plato cubierto con plástico y una nota encima que decía: "para ti, cariño", era la letra de Shinya, así que tomó el sándwich que este guardaba y se sirvió algo de jugo de naranja.
Su pequeña merienda lo dejó pensar tranquilamente, y la imagen de Mika se vino a su cabeza, el cómo sus preciosos ojos le miraban atentamente, como si intentaran desnudarlo; sus cabellos moviéndose al compás de la música y sus manos traviesas que amenazaban con bajar más de la cuenta por su espalda.
[...]
—¿Mikaela? —llamó Krul a la puerta de su hijo, este no atendió, por lo que ella entró en la habitación—. Mikaela, despierta —pidió acercándose a la cama—. Cariño, ya debes levantarte —ordenó moviendo suavemente el bulto envuelto en cobijas.
—Déjame dormir —espetó el rubio con voz somnolienta.
—Debes almorzar —gruñó—. No te levanté para desayunar porque supuse que estarías muy cansado, pero debes comer algo —le dijo.
—¿Y puedo volver a dormir luego?
—Lo que tú quieras —sonrió rodando los ojos—. Te espero en el comedor.
La matriarca Geagles se fue y Mika, bostezando cansado, se levantó de la cama, se lavó los dientes y el rostro, para luego bajar, aún en pijma, a almorzar; sobra decir que fue una sorpresa que Urd estuviera ahí, pero no fue sorpresa que se le quedara mirando con el ceño fruncido.
—Bonitas fachas esas que traes puestas a la hora de almorzar —musitó sarcástico el ojirubí.
El menor de los Geagles lo ignoró y simplemente le sonrió a su madre para luego empezar a comer en silencio; Mika podía sentir claramente la mirada enojada de su padre sobre su persona, pero no le dio la más mínima importancia, pues prefirió pensar en aquel precioso chico de la discoteca con el que había bailado.
Yuu se había colado en sus sueños toda la madrugada, mostrándole sus espectaculares ojos color esmeralda y ese alborotado cabello negro como la noche; el rubio menor jamás pensó que encontraría un chico así en un lugar de ese tipo, y vaya que no se arrepentía de haber ido con Lacus a esa fiesta.
—Mikaela —llamó Urd en tono severo; el aludido lo ignoró nuevamente—. Sé que me estás escuchando, mírame —ordenó enojado, pero tampoco hubo reacción—. Mocoso insolente, ¿cómo te atreves?
—Gracias por la comida —suspiró el ojizafiro parándose de la mesa y dándole un beso en la frente a su madre, para luego simplemente irse por donde había llegado.
—¡Ya no puedo con él! ¡me está volviendo loco! —exclamó Urd rechinando los dientes por el enojo.
—Si trataras de entenderlo, no estarías así —expuso la pelirrosa—. Te recomiendo que dejes esa idea de casarlo a la fuerza para tu propio beneficio.
—Es mi hijo y haré con él lo que se me antoje.
—También es mi hijo —atacó ella frunciendo el ceño; el rubio enarcó una ceja—. Haz lo que quieras, pero luego no vengas conmigo diciéndome que hable con él.
Y tras decirle esas palabras a su esposo, Krul se levantó de la mesa dejando solo a Urd.
[...]
—Buenos días, cariño —Shinya entró en la habitación del azabache menor y lo movió suavemente—. Despierta, ya es tarde.
—¿Qué hora es? —interrogó sentándose en la cama y fregando sus ojos.
—Casi las dos de la tarde —expresó Guren parado en la entrada de la habitación de su hijo—. Ya levantate, prometiste cuidar a Mahiru.
—Esa diablilla —suspiró el ojiesmeralda al recordar su promesa.
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Los bebés se piensan mutuamente 7w7
Espero les haya gustado
Bye!
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