El día siguiente llegó con un frío aún más intenso, y la nieve había cubierto las calles de París con una capa espesa y brillante. Ela se despertó temprano, decidida a aprovechar al máximo el curso de francés que comenzaría esa mañana. Se preparó rápidamente y salió de la posada, abrigada con su mejor capa para protegerse del gélido aire. La escuela de idiomas estaba a una corta distancia caminando desde la posada, y Ela llegó a tiempo para la primera clase. El edificio, con su fachada de piedra y sus ventanas adornadas con cortinas de terciopelo, ofrecía un contraste acogedor con el frío exterior. Dentro, el ambiente era cálido y animado, con estudiantes de diversas partes del mundo conversando en un francés entrecortado, Ela fue recibida por la instructora, una mujer mayor con una sonrisa amable y una actitud paciente. La clase estaba compuesta por un grupo pequeño, lo que permitía una atención más personalizada. Ela se sentó en un rincón cerca de la ventana, lista para comenzar. La lección del día consistía en frases básicas y vocabulario relacionado con la vida cotidiana. Aunque al principio le costó seguir el ritmo, la paciencia de la profesora y la práctica constante hicieron que Ela comenzara a sentirse más cómoda con el idioma.

Después de la clase, Ela se despidió de la profesora con una mezcla de alivio y entusiasmo. Aunque el curso apenas comenzaba, ya podía notar una ligera mejora en su comprensión del francés. Se dirigió a la posada para una comida ligera antes de continuar con su búsqueda de empleo. Al salir de la posada, Ela decidió visitar las boutiques y talleres a los que había llevado su solicitud el día anterior. Aunque el frío era intenso, se mantenía decidida. Las calles estaban llenas de actividad; los comerciantes y clientes se movían rápidamente, intentando no perder tiempo en el ajetreo invernal.

En el primer taller que visitó, una boutique de alta costura con elegantes escaparates, Ela fue recibida por una mujer joven y elegante que parecía ser la gerente. Tras una breve conversación, Ela fue invitada a una entrevista formal para el día siguiente. El entusiasmo de la gerente era palpable, y Ela sintió que tenía una buena oportunidad en ese lugar.

A continuación, visitó una pequeña tienda de telas y confección, donde el propietario, un hombre mayor con una actitud afable, estaba dispuesto a darle una oportunidad de prueba. Aunque el trabajo no era tan lucrativo como el de las boutiques más grandes, Ela estaba dispuesta a aceptar cualquier oportunidad que le permitiera establecerse en la ciudad y demostrar su habilidad.

Con estas nuevas perspectivas, Ela regresó a la posada al caer la tarde, cansada pero satisfecha. La jornada había sido productiva y prometedora. Decidió pasar el resto de la noche trabajando en el vestido de su madre que había llevado consigo, refinando los detalles y preparándolo para una posible venta o exhibición.

Mientras cosía, Ela reflexionaba sobre cómo su vida había cambiado en tan poco tiempo. Aunque la adaptación a París aún le presentaba desafíos, sentía que estaba dando pasos firmes hacia la estabilidad y la independencia. La ciudad, con su frialdad invernal y su bullicio constante, comenzaba a parecer un lugar lleno de posibilidades, y Ela estaba decidida a aprovechar cada una de ellas. Cuando finalmente terminó de trabajar, la nieve seguía cayendo en la noche parisina, transformando el paisaje en un escenario casi mágico. Ela se acurrucó en su cama, exhausta pero esperanzada. El frío afuera no lograba restar el calor que sentía por dentro, una mezcla de satisfacción por lo que vendría. 

La mañana siguiente se presentó con un cielo despejado y un aire gélido, que se sintió aún más penetrante después de las intensas nevadas del día anterior. Ela se despertó temprano, animada por la promesa de su primera entrevista de trabajo en la boutique de alta costura. Se vistió con cuidado, eligiendo un conjunto que reflejaba su elegancia y profesionalismo, consciente de que su apariencia sería una parte importante de la primera impresión que dejaría, Tras un desayuno rápido, Ela se dirigió hacia la boutique. El camino, aunque frío, parecía un poco menos desalentador en comparación con los días anteriores. Los escaparates de la boutique, decorados con creativas y sofisticadas vitrinas, brillaban bajo el sol invernal, prometiendo un mundo de moda y estilo en su interior.

Al entrar, la gerente la recibió con una sonrisa cálida. Ela fue conducida a una oficina privada donde se llevó a cabo la entrevista. La conversación comenzó con preguntas sobre su experiencia previa y sus habilidades, y Ela habló con seguridad sobre un taller que tenia su madre antes de que naciera, ella fue quien le enseño mucho de lo que sabe, y entre proyectos mas recientes. También mostró su portafolio, destacando algunos de los vestidos más elaborados que había confeccionado, La gerente se mostró impresionada con el trabajo de Ela, particularmente con los detalles y la calidad de las costuras. Preguntó acerca de su disponibilidad y le pidió ejemplos específicos de los tipos de vestidos que había realizado. Ela respondió con entusiasmo, discutiendo sus técnicas y el proceso creativo detrás de cada pieza, Al final de la entrevista, la gerente le informó que estaban buscando a alguien que pudiera empezar de inmediato, y le ofreció un período de prueba de una semana para ver cómo se adaptaba al ritmo y los estándares del taller. Ela aceptó con gratitud, emocionada por la oportunidad.

Después de salir de la boutique, Ela se dirigió al taller de telas y confección para comenzar su primer día allí. Aunque el trabajo era menos glamuroso, la experiencia era valiosa y le ofrecía un ingreso constante. El ambiente en el taller era más relajado en comparación con la boutique de alta costura, pero Ela trabajó con la misma dedicación, demostrando sus habilidades en una variedad de tareas, desde el corte de telas hasta la confección de piezas.

El día transcurrió con rapidez, y Ela se sintió satisfecha con su desempeño en ambos lugares. Al regresar a la posada al final del día, estaba exhausta pero llena de optimismo. Había dejado una buena impresión tanto en la boutique como en el taller, y estaba emocionada por las oportunidades que se avecinaban.

La noche fue tranquila, y Ela se dedicó a preparar los detalles para sus próximos días de trabajo. Mientras revisaba sus notas y ajustaba algunos detalles en los proyectos en los que estaba trabajando, reflexionó sobre su progreso. Aunque la vida en París era desafiante, sentía que estaba en el camino correcto, A medida que se acomodaba en la cama, Ela se permitió soñar un poco más sobre el futuro. Imaginaba cómo su vida en París se llenaría de proyectos emocionantes, nuevos amigos y, tal vez, una estabilidad que le permitiría finalmente sentirse en casa. y quisas.....encontrar a ese alguien especial, Con una sonrisa en el rostro y el calor de la cama, se quedó dormida, lista para enfrentar un nuevo día lleno de posibilidades.

.

.

.

continuara................

los comentarios son bien recibidos.