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10. Y comieron perdices



El príncipe abandonó la mansión de la mano de su adorable esposa, seguido por el noble Rotvenne, que parecía diez años más viejo y cien más sabio.

Al día siguiente el príncipe fue coronado, y poco después se celebraron sus esponsales con la princesa del bosque. Acudieron por parte de la novia algunas de las criaturas más poderosas y magnificas que el bosque escondía y de aquel festejo se habló durante generaciones.

El joven rey fue todo un ejemplo de astucia en el gobierno. Supo encauzar a los nobles y complacer al pueblo y el reino prosperó bajo su mandato. No dejo de amar a su adorable esposa hasta el momento mismo de su muerte, y aquel día el reino entero lloró amargamente.

La bellísima reina, con su amabilidad y compasión, fue el puente que unió el reino de los hombres y el del bosque, hasta tal punto que, diez años después del real matrimonio era habitual que las fronteras de ambos se mezclasen y empezaron a nacer los primeros híbridos. Hubo problemas, claro que los hubo, pero la bondad de la reina, la astucia del rey y la sabiduría de la Dama los resolvieron.

La Dama tuvo que acostumbrarse a tener abierto su reino. Las criaturas del bosque se tomaron el asunto con la misma timidez y miedo que sus compadres humanos, pero poco a poco, fueron abriéndose, y la Dama tuvo que aprender mucho sobre los hombres para poder mantener la convivencia.

Las dos hermanastras se convirtieron en las doncellas de la reina. La menor, más dulce se volvió pocos años después la confidente de la reina, así como la muchacha más deseada de la corte. Eligió con cuidado a su marido y fue feliz durante el resto de su vida. Aquella que diera el golpe a Ana se volvió con el tiempo la mano derecha del rey. Su carácter y entereza la convirtieron en capitana de su guardia, así como la consejera militar del reino. Nunca le faltaron pretendientes, pero no se casó nunca, cosa que no arruinó su felicidad, y murió entre los llantos de sus miles de hijos, celebrada como la madre del ejército. La madrastra tardó largos años de recuperación en poder volver a moverse y perdió la memoria por la caída. Sus hijas la visitaban a menudo y nunca le faltó de nada.

La reina erigió un monumento junto al sauce que fuese su hogar y Ana fue enterrada allí con todos los honores. El noble Rotvenne pronunció un conmovedor discurso con motivo de la inauguración, defendiendo la unión entre los reinos. Fue embajador de dicha causa durante toda su vida, hasta el punto de contraer nupcias con una doncella del bosque, el primero en dar semejante paso.

En cuanto al señor Gato, aquel taimado tramposo volvió al camino, a buscar otras causas dignas de su servicio. No volvió solo, no obstante. Lena le acompañó un tiempo como su aprendiz, fascinada por el oficio de aquel hombre incomprensible.

Se separaron con el tiempo y Lena se dedicó a deambular por los reinos, contando historias de día, mientras alentaba la resistencia de los seres mágicos cada noche. Cambió la historia, pero mantuvo lo esencial, y traía la promesa de tiempos mejores a cuantos la oían. Aquel canto de libertad e igualdad reverberó en miles de gargantas como un simple cuento infantil, pero cuando los oídos adecuados lo escuchaban, una llama se encendía en los corazones de los oyentes. El nombre de aquella canción de revolución era "Cenicienta".

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