Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2. Perdidos


Abdías parecía interesante, puesto que en esa época no había ningún joven con ese carisma, bueno tampoco es que conociera a otros, pero seguramente los demás era un poco más serios y caballerosos, igual que en sus libros.

-Soy Cenicienta- dijo ella con respeto

-Bien Cenicienta, regresaremos a tu casa... si es que la encuentro- dijo con una sonrisa y susurrando la última frase por lo que ella no escuchó

Minutos después ambos jóvenes emprendieron su caminata en medio del bosque, buscado la mansión de Cenicienta pero cada vez el camino parecía más confuso para el joven, sin embargo evitó demostrarlo para no preocupar a la chica. Todo era como si girara una y otra vez, los árboles se veían iguales en ciertos puntos y la mente de Abdías solo pensaba en una sola cosa y era seguir caminando hasta poder encontrar un lugar donde descansar o un pueblo cercano. La joven no era de hablar demasiado, por lo que trataba de buscarle conversación pero ella respondía solo lo necesario por lo que ganarse la confianza de la joven sería un fuerte reto para Abdías.

-¿Por qué lo siguen?- preguntó Cenicienta de la nada. Esa era la primera pregunta que le hacía después de horas caminado

-Porque me enfrenté a alguien que quería aprovecharse de otra persona y escapé- dijo con orgullo

-Entiendo- respondió ella para guardar silencio de nuevo

-Era una persona de poder por lo que envió a los soldados a seguirme hasta que me encontrasen para regresarme con él y decidir mi castigo- continuó al ver que ella no volvería hablar

Ese fue el inicio de otro silencio, por lo que él continuó callado hasta que su estómago empezó a rugir fuertemente, el hambre empezó a atacarlo y ella no parecía estar mejor, por lo que sonrió, se detuvo para voltear a verla

-Descansemos un momento y comamos algo o mi estómago empezará a hablar para que lo alimente- dijo Abdías de manera divertida para que ella lo mirara extrañado

-¿Qué comeremos? No hay nada de comida cerca- respondió ella un poco cansada a lo que él sonrió nuevamente y señaló hacia arriba para que ella levantara la vista hacia los arboles

Eran enormes arboles de manzanas, durazno y mango, posaban su frondosas ramas cargadas de frutos y hojas arriba de sus cabezas. Cenicienta observaba deleitándose en los hermosos frutos mientras que Abdías trepaba un árbol de manzana para bajar una docena. Él le ofreció a la joven la mitad para que comiera un poco para poder continuar. Ella degustó las jugosas manzanas mientras calmaban su hambre.

-Gracias- dijo de forma suave

-Fue un placer. Deberías hablar un poco más, así sabría cuando necesitas algo, si no fuera por mi hambre no hubiese comido- dijo Abdías de forma amable mientras comía las manzanas

-No estoy acostumbrada a los favores- dijo un poco apenada, provocando que él se enseriara un poco y pensara para responder

-Pues deberías acostumbrarte, ya que estoy dispuesto a ayudarte cuando me necesites- dijo con amabilidad y una sonrisa

Continuaron su camino, empezaba a oscurecer y hacer un poco de frío, el bosque parecía igual en todas partes, Abdías no notaba la diferencia en ningún lugar y Cenicienta ya se había dado cuenta de que el joven caminaba sin rumbo alguno pero no había querido hablar hasta ese momento, ya estaba cansada de caminar por el bosque sin llegar a algún sitio, solo se sentía agotada y sus piernas ya no daban para caminar más

-Estamos perdidos ¿verdad?- dijo cansada para que él lo pudiera admitir

-No, claro que no, solo tomamos el camino más largo- respondió nervioso

-Hemos pasado el mismo árbol seis veces- respondió para sentarse en una roca cercana

-De acuerdo si estamos perdidos, pero no es para tanto, si seguimos caminado podemos correr con la suerte de encontrar un pueblo cerca- dijo con optimismo a lo que ella bufó desesperanzada

-Vamos, anímate, ya verás que tengo razón. Mejor descansemos aquí y mañana continuamos ¿le parece bien?- continuó entusiasmado

-De cualquier manera no puedo ir a ningún lugar- dijo desanimada

En poco tiempo Abdías reunió varios leños para preparar una fogata mientras ella caminaba cerca para recoger algunas frutas para cenar mientras cantaba para escuchar a los animales seguir la música y no sentirse tan sola. Cuando fue a tomar una de las manzanas para guardarlas en su delantal, una luz blanca muy brillante la iluminó, por lo que dejó de cantar y se acercó hasta allá con cautela

-¿Hada Madrina?- dijo al ver a la dama de blanco con su varita en medio de la oscuridad

-Cenicienta ¿qué estás haciendo aquí? ¿No se suponía que deberías estar en casa? o así me informaron que debería ser. No importa respóndeme la primera pregunta- dijo acomodándose el vestido y el cabello con mucha delicadeza

-Conocí a un joven, él me ayudó esta mañana con mi madrastra- dijo con tranquilidad tratando de contar lo ocurrido

-Espera ¿dijiste un joven? ¿Cuál es su nombre?- respondió la Hada Madrina con mucho más interés que antes

-Su nombre es Abdías- dijo con calma

Abdías, sabía que su comportamiento causaría problemas con el destino

-Bien, lamento dejarte Cenicienta pero acabo de enterarme que tengo mucho trabajo por hacer. Ten una buena aventura y toma las decisiones correctas. Adiós- Pensó y dijo exasperada para levantar su varita, tocar su cabeza y desaparecer, dejando un rastro de brillo en el aire

-No, espera- dijo Cenicienta antes de verla desaparecer

Confundida, regresó con Abdías y en su delantal algunas manzanas, peras y otras frutas. Él ya había encendido la fogata y preparado con hojas dos lugares para dormir. Cuando la vio sonrió y la invitó a sentarse en el tronco que preparó cerca de la fogata.

Ella repartió las frutas para comer y solo observa al joven con detalle, quería descubrir en que pensaba y porque la actitud del Hada Madrina cambió tan drásticamente al mencionar el nombre del joven

-Oye, sé que soy irresistible pero tampoco es para que me mires así, me asustas- dijo bromeando a lo que ella sacudió su cabeza para mirar a otra parte mientras se sonrojaba de la vergüenza a lo que él soltó una pequeña carcajada

-Es broma, relájate- continuó al ver su reacción para que ella volviera a voltear para verlo con una sonrisa de gracia

-¿Dónde encontró todo esto?- preguntó ella para buscar conversación

-Cerca del río. Había un árbol en el suelo por lo que me fue fácil conseguir todo. Parece que tú lograste encontrar las mejores frutas porque están deliciosas- dijo con tranquilidad y alagando a la joven de cabellos dorado, por lo que sonrió

-Solía pasear por el bosque con mis padres cuando era niña, me enseñaron a escoger las frutas de los arboles- dijo recordando un momento de su pasado con una pequeña sonrisa creando un silencio entre los dos

Abdías entristeció un poco y su mirada se perdió en el fuego danzante de aquella tenue fogata, parecía que un vago recuerdo de su pasado había regresado a su mente con las palabras de la joven rubia. Ella se dio cuenta de su cambio radical, por lo que solo se dedicó a morder son suavidad su mango mientras él seguía pensando.

-Parece que tu infancia fue feliz. Al menos tienes un buen recuerdo de ella. Deberías recordar siempre eso y concentrarte en tu futuro, ya verás que tu vida será mucho mejor a la que llevas- Abdías rompió el silencio para regresar a ser el mismo. Ella solo sonrió ante el consejo del joven y asintió con la cabeza

Para Cenicienta era extraño como en un solo día pudo conocer tantas actitudes de Abdías, él era como un libro misterioso que a medida de su lectura te das cuenta de la historia oculta en él.

A la mañana siguiente, como era su costumbre, Cenicienta se despertó con lo suaves rayos del sol que acariciaban su rostro. Se levantó con tranquilidad, tomó un poco de agua del río que señaló Abdías y aprovechando el momento de que él seguía dormido, se quitó el vestido y la ropa interior blanca que tenía debajo. Se introdujo en el mismo con suavidad, disfrutando el agua fresca de la mañana.

Abdías se despertó y al no verla allí, se preocupó. Rápidamente empezó a buscarla cerca del río mientras la llamaba. Cuando llegó al río ella estaba sentada en una de las rocas disfrutando de la brisa al pasar, ya estaba lista, aunque usaba la misma ropa. Él solo sonrió con alivio al verla y se acercó para sentarse a su lado y disfrutar del ambiente con ella.

Después de un rato se levantaron y continuaron su camino para encontrar un pueblo cerca. Dos horas después, un fuerte rugido aturdió lo oídos de ambos jóvenes, provocando que ambos se asustaran y sus corazones se aceleraran a gran velocidad, el rugido sonó de nuevo mucho más cerca y el miedo se empezó a apoderar de ellos

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro