Capítulo 16. En el Palacio
Rápidamente Abdías se ocultó, mientras Ella lo ayudaba, guardando las cosas dentro de la misma caja para que no lo viese. Su corazón latía a toda velocidad, sabía que si el rey encontraba a Abdías en ese lugar podría acarrear más problemas de los que ya tenían, con Kit nunca se sabía de qué manera actuaría o se tomaría las cosas.
-¡Señorita Ella! El rey la está llamando personalmente- llegó una enfermera del lugar tomándola del brazo para sacarla de allí, mientras Ella miraba hacia atrás asegurándose que Abdías no se viera
-Señorita Ella. Tan hermosa como siempre- dijo el rey frente a ella, mientras tomaba su mano y la besaba y ella hacia reverencia
-¿Me llamaba majestad?- preguntó ella para ir directamente al punto
-Si. Es hora de que salgas de este lugar y vallas conmigo directamente al palacio- habló con elocuencia y una sonrisa de caballerosidad
-Me halaga majestad pero aun no deseo irme, debo terminar de...- dijo para ser interrumpida por el rey
-No es una opción, sino una orden real- le contestó con una sonrisa egocéntrica a lo que Ella se molestó bastante, respiro profundamente para no decirle nada indebido delante de las demás personas y empeorar su situación
-¿Podría al menos buscar mis pertenencias y despedirme?-
-Adelante, solo dos minutos-
-Gracias majestad- respondió apretando los dientes para tragarse la ira que sentía en el momento
Ella se apresuró en ir a la cabaña, tomar el vestido, guardarlo en una pequeña caja mientras con la mirada buscaba a Abdías y al no verlo suspiró con decepción
-Me iré al palacio, parece que me quiere como prisionera en aquel lugar- se lamentó Ella en voz audible por si Abdías estaba cerca.
Salió nuevamente de la cabaña con una pequeña caja en manos y se despidió de todos para ir con el rey y subir a su carruaje. Sentía la mirada del rey Kit sobre ella pero prefirió hacer caso omiso ante eso, solo pensaba en un plan para poder sobrevivir en el palacio.
Al llegar el rey la acompañó a su lado para mostrarle el palacio entero, darle permiso de ir a donde quisiera menos fuera del palacio, mientras caminaban por los pasillos junto a la guardia real y los sirvientes que los seguían se encontraron a Abdías caminado con tranquilidad en sentido contrario. Él venía con su típica sonrisa y haciéndose el ignorante ante la situación. Cruzó por el lado de Ella y la observó de reojo guiñándole un ojo y pasar desapercibido.
Ella se percató de lo que hacía por lo que dejó escapar una pequeña sonrisa mientras se sonrojaba y la borró inmediatamente antes de que Kit se diera cuenta. Ambos presentían que su estadía allí sería bastante interesante
Cada día el rey llegaba con regalos ante Ella, se los enviaba con alguna de las sirvientas o los hacia aparecer en la puerta. Ella no podía ver a Abdías como antes debido a que estaba ocupado con otros asuntos según el guardia que la custodiaba, para ella era más que se lo habían prohibido de manera sutil a que estuviese ocupado día y noche sin parar
Por las noches el rey la visitaba en busca de alguna conversación en particular o sin importancia, por lo que ella contestaba y hablaba con él acerca de su manera de ver las cosas de manera relajada. En algunas noches solo se dedicaba a alabarla provocando que ella se sintiera un poco incomoda con eso, pero a decir verdad le estaba empezando a agradar el rey, parecía buscar a alguien con quien compartir o hablar algo diferente que no fuera el reino.
Cansada de esperar por Abdías decidió pedirle a alguien que lo llamase y al ver como se negaban salió por su cuenta a buscarlo mientras algunos de los sirvientes y algunos soldados iban de tras de ella tratando de detenerla.
-El Ministro General está ocupado, no podrá atenderla. Señorita- decían mientras iban tras ella
Al llegar a su oficina principal tocó la puerta varias veces hasta que este cedió el permiso para entrar. Ella sonrió con satisfacción ante los demás, abrió la puerta y entró como si fuese la dueña del mundo, cerrando la puerta tras ella
-¿Con qué el Ministro General?- fue lo primero que dijo Ella al entrar
-Ella- dijo con gran emoción para acercarse a toda prisa hacia ella, dejando de lado lo que estaba haciendo y abrazarla con todas sus fuerzas a lo que ella correspondió el abrazo de la misma manera
-Han pasado dos semanas y han sido como una eternidad. No había podido ir a verte debido a que en realidad estoy sumamente ocupado, Kit me ordenó hacer algo de papeleo pero me alegra poder tenerte aquí-
-¿Me explicas algo? Aun no sé si eres el príncipe o el Ministro General- comentó con dudas rompiendo el abrazo
-En el palacio nadie sabe de mi existencia como príncipe, salvo tres personas. Según la ley, de no haber príncipe el puesto es sustituido por el ministro general, así que todos piensas que soy...-
-El ministro general, entiendo- lo interrumpió para tomar asiento -¿Sabes lo mucho que te e necesitado? El rey me ha visitado todas las noches y tú no has aparecido. Deseo una vida completamente normal y hasta ahora parece que ese deseo se convierte más en un sueño que no se cumplirá- dijo frustrada
-Parece que te enseñé muy bien a hablar, me gusta que te sueltes de esa manera- dijo con su típica sonrisa para guiñarle un ojo y ella se sonrojara con un poco de vergüenza -Ella, tranquila. A pesar de que he estado sumamente ocupado e ideado un plan que nos ayudará, solo debes seguirle el juego al rey, convencerlo de que quieres algo con él pero evita que llegue lejos. Kit se distraerá contigo y bajará la guardia. El resto yo me encargo, verás que pronto saldremos de aquí legalmente y sin dañar a nadie- le dijo tomando sus manos mientras le daba un leve masaje en ellas
-Está bien, confío en ti- ella le respondió mientras se levantaba y él tomaba su rostro entre sus manos con delicadeza, la acercaba más a él y le dedicaba un suave beso en la frente
-¡Ministro! El rey se acerca- dijo uno de los guardias en la parte de afuera, por lo que Ella se vio obligada a salir de allí rápidamente antes de que llegase a pedirle a Abdías parte del trabajo
Abdías estaba molesto dentro de sí, ese plan podría ser la cosa más estúpida que había hecho, solo tenía un 50% de probabilidad para que resultase. Odiaba que Kit se acercase a Ella de esa manera y conociéndolo podría envolverla de manera fácil y segura hasta convencerla de que se quedara con él, no era la primera vez que se lo hacía. Cerró los ojos y recordó su adolescencia
El rey organizó un baile por una celebración especial y Abdías había invitado a una joven doncella que conocía hacia mucho y que llevaban una semana juntos, ella era fuerte, firme, valiente y decidida, no era una doncella fácil, le había costado un año de expresar sus sentimientos para empezar algo como tal. En el baile, ella era la más hermosa en el baile, había varias princesas pero Abdías no tenía ojos para ninguna de ellas. Kit por su parte se dio cuenta de la misma doncella al verla llegar, por lo que ignoró a todas las princesas que lo acosaban para acercarse a la joven doncella. Por desgracia Abdías estaba un poco lejos de ella y a pesar de que caminaba lo más rápido que podía para llegar a ella cuando hubo llegado, Kit ya estaba con ella, tan cerca que podía acariciar con su nariz su rostro mientras le sujetaba el mentón y esta parecía disfrutar de aquella caricia
-¿Cómo dijiste que te llamabas?- habló Kit con voz seductora
-Kristiana- contestó perdida en sus carisias para luego unir sus labios con los de él
Lo siguiente que podía recordar era como su desgarrado corazón lo había sacado de allí y hecho esperar a su hermano en la fuente del jardín para golpearlo. Esa fue su primera pelea fuerte con él. Sin comprender, Kit se levantó del suelo con los labios reventados y un ojo morado preguntando con altanería
-¡¿Qué he hecho?!-
-Esa doncella era mía, me había dado su corazón hace una semana- respondió Abdías con sus ojos llenos de furia
-¿Era de ella de quien me hablabas? Hermano no tenía idea, si lo hubiese sabido ni siquiera me le hubiese acercado pero...- respondió con culpabilidad profunda, en sus ojos se notaba lo arrepentido que estaba
En ese momento él no lo sabía pero ahora está consciente de eso.
Pensó al terminar de recordar aquel momento cuando tenía dieciséis años de edad, si había algo que describía al rey Kit era que cuando se proponía a algo lo cumplía. Confiaba en Ella, tenía que hacerlo para que su alocado plan diera resultado.
Abdías le ordenó nuevamente a su espía que investigara en la mansión de Ella y que pudiera encontrar algo que le sirviera, todo tenía que encajar a la perfección, un simple error y todo sería un fracaso total.
Mientras en la mansión de Ella, Anastasia entró a la habitación de su madre en busca de algo importante, sabía que su madre ocultaba la verdad sobre Ella en algún lugar, por lo que revisó cada gaveta de la habitación mientras su madre no estaba en la mansión. Rebuscó por el armario, entre las prendas y no encontraba nada, estaba a punto de rendirse hasta que observó el cofre con las joyas que su padre le había regalado antes de morir. Abrió el cofre, lo observó por los lados y encontró dos botones, uno en cada lado, los presionó al mismo tiempo y abrió una segunda parte debajo de las joyas, allí estaban varios papeles guardados, estaba segura que era la prueba de que Ella era la legitima dueña de la mansión. Escuchó un ruido en la habitación, cerca de la ventana, por lo que tomó a toda prisa los papeles cerró el cofre de un solo golpe sin percatarse que se le quedó uno, guardó lo otros dentro del vestido y salió a toda prisa de la habitación, cerró la puerta y suspiró con alivio mientras recostaba su cabeza en la puerta.
-¿Qué hacías en la habitación de nuestra madre?- habló la voz de su hermana detrás, por lo que se volteó de golpe para enfrentarla
-Una de mis argollas cayó detrás de la puerta y la recuperé- dijo mostrando su mano con una sonrisa de serenidad para darse vuelta e irse
Dos horas más tarde, en el palacio, Abdías estaba con su espía personal, quien le hacía entrega de un papel en particular
-Hice lo que usted me ordenó y encontré esto-
Abdías miraba con curiosidad aquel papel, lo abrió con cuidado y encontró que solo era una carta dirigida a Lady Tremaine de parte del padre de Ella donde especificaba que estaba enfermo, cuanto extrañaba a su hija y que los documentos de la mansión que habían firmado al casarse se los entregase a Ella como legitima dueña.
Eso había sido una prueba clara de lo que el padre de Ella quería para ella, pero necesitaba más evidencia
-¿No había más donde encontraste esta carta? ¿Documentos, Testamento o alguna otra carta?- preguntó Abdías curioso
-No señor, solo esa carta. Alguien había entrado antes, porque cuando levanté la tapa del cofre este se abrió directamente en el segundo nivel, además escuché voces en el pasillo- respondió
-Te lo agradezco, puedes retirarte, te llamaré si te necesito- le contestó para tomar su saco y abrigo
Salió del palacio en plena noche a caballo para ir a casa del zapatero real, necesitaba que le aconsejara en algo o le diera su punto de vista en el tan maquinado plan. Al llegar se bajó rápidamente del caballo, lo amarró cerca de la puerta y tocó varias veces hasta que salió el zapatero
-Abdías, debes estar loco como para venir a esta hora a molestar- le habló un poco molesto, puesto que se veía mal arreglado
-Lo lamento pero es importante- le dijo para dar un paso adelante
-Discúlpate con mi esposa, yo también estaba en algo importante- le dijo frunciendo el ceño y dejándolo pasar
-Encontré una carta donde especifica que Ella es la legitima dueña de la mansión de su padre- le dijo después de haberse sentado y el zapatero hubo preparado un poco de té para escucharlo
-Eso es impresionante, tan solo necesitas los documentos de la mansión y con eso estás listo para sacar a la vieja de allí y darle la mansión a Ella- respondió
-Ese es el problema, mi espía solo encontró la carta y al parecer alguien más tomó los documentos minutos antes de que él entrara- dijo para que el zapatero tomara un gran sorbo de té un poco sorprendido
-Ahora que lo dices, la hija menor de Lady Tremaine está trabajando conmigo en la zapatería, ella parece tener otra expectativa ante las cosas que vive en la mansión, es como si se estuviese preparando para lo peor- le comentó con interés
-¿La hija menor? ¿Crees que ella puede tener los documentos?- preguntó curioso
-No lo sé, tal vez está conspirando contra su madre pero aún no sé a qué precio, ya que si la delata ella también recibirá las consecuencias-
-Debo hablar con ella, tal vez me pueda ayudar. Necesito resolver esto pronto para poder liberar a Ella-
-Nada cuesta con intentarlo. Además sé que podrás resolverlo y no me refiero al caso de la mansión si no a tu vida completa- Abdías solo asintió con la cabeza
Estaba dispuesto a devolverle a Ella lo que le correspondía, darle la vida que deseaba y estar junto a ella para apoyarla en todo momento. Al encontrar toda la evidencia solo le quedaría levantar cargos contra Lady Tremaine, darle la mansión a Ella y sacarla del palacio como su esposa.
En el palacio el rey Kit se acercó hasta la habitación de Ella, él no comprendía la razón de su nerviosismo o su actitud pero esperaba que su plan tuviera buenos resultados. Las manos le temblaban y sudaban por lo que tocó la puerta
-¿Quién?- preguntó Ella completamente concentrada en un libro
-Señorita Ella, doncella del rey. Tengo una petición que hacerle- dijo del otro lado de la puerta para que ella cerrara el libro de golpe al igual que sus ojos, sabía de quien se trataba
-Majestad puede pasar- habló para acomodarse en su asiento y esperar a que entrara
-¿Daría un paseo nocturno por los jardines del palacio conmigo?- le preguntó al entrar por lo que ella aceptó sin oponerse y con una sonrisa
Al estar afuera conversaban animadamente, era la primera vez que ella se sentía tan cómoda con él desde que llegó al palacio. Ambos caminaban en medio de la noche
-Me hacía falta salir un poco- le comentó ella con una sonrisa
-Lo he notado. Y dime ¿Qué te ha parecido el reino?- preguntó por primera vez acerca del reino
-Es muy hermoso, aunque me encantaría que no hubiese explosión en los sirvientes, esclavos y personal de cada mansión, que tuviesen el mismo trato que reciben los nobles, que en cada pueblo las necesidades fuesen solo algo del pasado y todos recibieran lo justo, que la corrupción en los ministros desapareciera y todo lo que les han robado al reino les fuera devuelto. Eso sí sería bueno, además te llenarías de súbitos completamente leales a ti-
-Es un buen consejo, creo que me pondré de inmediato con eso- sonrió ante ella y Ella le devolvió la sonrisa
El sonido de las ranas y grillos al cantar decoraban el lugar, las luciérnagas alumbraban el jardín de manera agradable y divertida, algunos búhos y lechuzas acompañaban a los demás en su canto, el rey se sentía cada vez más animado y alegre al estar allí. Ella había impactado en su vida de una manera inexplicable, su manera de pensar, actuar lo envolvía, desde aquel día en que la escuchó cantar o cuando rechazó la zapatilla, comprendía que ella realmente era fuerte, atrevida, sencilla y delicada, una extraña mezcla que combinaba a la perfección.
-¿Me concedes el honor?- le dijo el rey extendiendo su mano en medio de una reverencia con una sonrisa a lo que ella lo miró extrañada
-¿Sin música?- preguntó
-Si hay música, escucha bien- le dijo para que prestara más atención a los sonidos de la noche por lo que ella sonrió y tomó la mano del rey para aceptar la invitación
Ambos bailaban en el jardín del palacio que apenas era alumbrado por las luces de las luciérnagas, era un baile lento y suave, los brazos de Ella estaban alrededor de su cuello y este las tenía en la cintura, Ella disfrutaba el baile con él, no se sentía como la primera vez pero le resultaba divertido bailar sin una música en específico.
Para el rey tenerla tan cerca le resultaba tentador, era lo que deseaba dentro de sí, aquellos ojos azules que lo miraban divertido provocaba que se perdiera de manera infinita en ellos, su corazón latía fuerte y rápido, sentía como su cuerpo empezaba a reaccionar a la cercanía de Ella, no sabía cómo ni cuándo pero se había enamorado de ella, la quería con él, no quería que se fuese nunca, solo deseaba que ella se convirtiera en su reina y fuese solo de él. Su mirada bajó a sus labios rosados y carnosos, su cuerpo actuaba completamente solo, él la acercó un poco más a él mientras se acercaba a sus labios, solo sentía el deseo de probarlos suavemente hasta cansarse, la deseaba, la anhelaba
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