Capítulo 14. Caridad
Abdías se encontraba en el palacio, en medio de una gran cantidad de papeles que le habían entregado para verificar todo lo que se había hecho en el reino en los últimos meses. La cabeza de Abdías estaba mareada y le dolía con tantos números, letras, inversiones desde alimentos hasta las joyas de gran valor.
Sabía que ese era el plan de Kit desde el principio, ocuparlo para que no fuese ver a Ella, ya que estaba seguro de que el rey iría en plan de conquista y haría parecer que Abdías se olvidó de Ella después de recuperar su lugar.
-Señor. El rey ha dado la orden que la doncella trabajase en la caridad del norte- dijo un joven espía que había enviado para que siguiera de cerca lo que sucedía
¿Qué Kit hizo qué? Este imbécil ¿qué le costaba dármela como esposa? Sabe que era la única manera de liberarla sin que saliera lastimada
Pensó, llenándose de ira. Respiró profundamente para mantener la cordura delante de su espía
-Gracias. Aquí tienes- dijo extendiéndole una bolsa con suficiente dinero –Por ahora no requeriré más de tus servicios, pero si te necesito te llamaré- le dijo amablemente para que el joven saliera tranquilamente
Abdías estaba furioso por lo sucedido. Terminó a gran velocidad con aquella revisión de las inversiones de alimentos y se dirigió directamente a ver al rey en su oficina. Al llegar estaba a punto de estallar
-La enviaste a la Caridad ¿por qué?- dijo furioso apenas llegó
-No tenía opción. Además eso la ayudará un poco a entender que las órdenes deben cumplirse- dijo de forma irónica
-Si tenías opción. Te pedí que me la dieras, sabías que esa era la manera de liberarla. Según la ley, si aquel hombre de la realeza que fue "seducido" por la mujer, después de que hayan obtenido el castigo decide obtenerla por esposa se levantarán todos los cargos y se les dará la libertad. Sabes que la amo ¿por qué no me la diste antes de meterla en aquel lugar?- reclamó
-Ya te lo dije, yo también la quiero, es hermosa, fuerte, firme en sus palabras y diferente a las demás-
-No, tu solo la quieres por placer. Te conozco Kit, eres el tipo de persona que es capaz de hacer lo que sea solo por satisfacer un capricho por un momento y cuando te canses lo arrojas a la basura-
-Y ¿eso que te incumbe? No deberías darle importancia a lo que hago o no, esa es mi vida. Solo concéntrate en tu trabajo y nada más-
-Nunca lo vas a entender. Si piensas que obtendrás su corazón con tu orgullo estás muy equivocado. Ser el rey no significa que puedes tener o hacer lo que quieras- culminó Abdías para salir
Terminaría su trabajo, lo más pronto posible, como él lo pidió pero esta vez tenía una motivación aún mayor. Empezaría armar un plan y lo colocaría en marcha para evitar que el rey se acercara a Ella; alguna vez fue su hermano, pero ahora solo queda un hombre lleno de codicia y capricho, completamente irreconocible desde aquel baile.
Días después, Ella estaba trabajando arduamente en la caridad, hacia su mayor esfuerzo para ayudarlos a todos, no había comida que los sustentara, las personas estaban sufriendo, las enfermeras que habían contratado estaban a punto del colapso, ya que ni siquiera había un médico a cargo, solo hacían lo que podían, era bastante fuerte poder ayudar a tantas personas enfermas, moribundas y sin refugio.
Ella terminaba de darle agua a un anciano con una taza, mientras lo tocaba para saber su temperatura y si no se había contagiado de algunas de las enfermedades que rondaban por el lugar con toda libertad
-Haz trabajado muy duro- habló una voz muy dulce y suave detrás de ella
-Gracias, hago lo que puedo- respondió completamente distraída, para levantarse
El anciano observaba sorprendido y ella no se percataba de lo que sucedía, hasta que se volteó para caminar y seguir trabajando pero al levantar la vista se topó con unos ojos cafés oscuros muy cerca de ella que la miraban con dulzura
-Abdías- dijo ella con una gran sonrisa de alegría, por lo que sin retenerse lo abrazó y él le devolvió el abrazo con la misma alegría
Podían sentir sus corazones latir a gran velocidad, por su cuerpo corría aquella energía que no se explicaban cada vez que se encontraban juntos, su piel se erizaba con el toque de ambos y aquella sonrisa no se borraba en lo absoluto. Deseaban quedarse de este modo por más tiempo, pero no era posible y más con tantas personas necesitando su ayuda, por lo que separaron el abrazo.
Antes de poder decir alguna palabra, una mujer se les acercó llorando con una niña en brazos, esta venía corriendo desde la otra calle. Su desesperación era notable.
-¡MI BEBÉ! ¡MI BEBÉ!- gritaba en llanto mientras trataba de seguir corriendo hacia dentro, donde se encontraban las enfermeras por lo que Abdías la siguió al igual que Ella
Colocaron a la niña en el suelo y esta se batía de forma alarmante en el suelo mientras una espuma blanca salía de su boca sin parar, por lo que se veía, tenía tiempo en ese estado. Todos estaban alarmados y nadie sabía que hacer
-¡MI BEBÉ!- volvía a gritar la mujer
-¡¿Dónde está el medico?!- levantó la voz Abdías haciéndose sentir
-No tenemos, el último se fue hace dos semanas- respondió otra enfermera
Abdías se abrió paso entre las personas, tenía que hacer algo al respecto. De pronto la niña estaba dejando de respirar y moverse, creando un silencio caótico en el lugar. La mujer aterrada empezó a llorar mucho más fuerte rompiendo el silencio. Esa fue la señal para que Abdías apartara a todos y llegar hasta la niña.
Tomó a la niña, la volteó colocándola de lado, limpió el suelo por alrededor de la niña con su brazo, tomó una tela cercana a él la dobló y colocó debajo de la niña, le quitó la ropa que la cubría para darle más aire y apartó a todos para quedar solo con la madre, Ella y dos enfermeras.
-Tranquila pequeña, estarás bien... princesa respira, respira- le decía a medida que la niña empezaba a calmarse y volver a respirar –Despacio pequeña. Respira con clama- continuaba al ver que daba bocanadas de aire –Ya pasó, ya pasó- dijo al ver que volvió a respiraba nuevamente
La niña empezó a llorar del miedo y lo abrazó, estaba hirviendo, él le devolvió el abrazo y comprendió lo que le sucedía. Y en menos de un minuto la niña dejó de llorar quedándose dormida encima de Abdías, por lo que la recostó nuevamente en el suelo
-Ella, tráeme agua helada y un trozo de tela suave por favor- dijo rápidamente a lo que ella asintió y lo buscó rápidamente.
Después de media hora, Abdías ya había pasado el trozo de tela húmedo con el agua helada por todo el cuerpo de la niña y su temperatura estaba normal, le dio unas cortas indicaciones a la madre, la cual fuera posible en un lugar como ese y esta asintió, abrazó a Abdías agradeciéndole el haber salvado a la niña de tres años.
Ella estaba asombrada ante tal acto, lo admiraba en gran manera, a él ni siquiera le importó que venía con su ropa elegante de príncipe, sino que decidió darle más importancia a la vida que estaba en peligro y a las personas de aquel lugar. Para Ella, Abdías se había convertido más allá de un amigo o quien provocaba miles de sensaciones con solo una mirada, era un héroe, no solo para ella sino para todos los demás, puesto que apenas salió de la pequeña cabaña que tenían para guardar los alimentos, medicinas y dormían los empleados, las personas se acercaban a él de forma alegre, le agradecían con miles de palabras por lo que había hecho, nadie sabía que era el príncipe, todos pensaban que era un noble del reino por su forma de vestir
Abdías se acercó a Ella después de saludar a varias personas y aceptar sus agradecimientos de la mejor manera, con una sonrisa, se le notaba que disfrutaba ayudar a todos.
-Eso fue impresionante Abdías ¿Qué tenía?- dijo Ella al verlo
-Era una convulsión a causa de una fiebre muy alta, a decir verdad la fiebre provino por una infección debido al agua sucia que está tomando y la falta de alimento. Mi hermano debería saber esto- dijo pasándose una mano por el cabello para luego hablar con preocupación
-Tranquilo pronto estaremos mejor. Tratamos de reunir comida por los pueblos pero aun así no alcanza, así que solo podemos alimentar a los niños y ancianos-
-Ella, esa cabaña debería estar repleta de comida, agua y medicamentos pero solo hay mesas y estantes vacíos... Por cierto ¿qué te sucedió en la cabeza?- habló un poco molesto por la situación y notando el golpe de Ella, por lo que le levantó el pequeño mechón de cabello que caía en su rostro para tener mejor visibilidad del golpe
-A eso. Solo fue un pequeño golpe cuando estaba llegado- dijo nerviosa para no preocuparlo
La piedra si me dejó marca, pensé que no. Bueno dicen que no hace falta un desmayó para saber la gravedad del golpe
Pensó Ella con rapidez, a decir verdad quería cambiar de tema, no quería hablar nada sobre el lugar o el maltrato que todos recibían al no tener nada
-¿Estás segura? Parece que fue grave- continuó para acariciar con cuidado el rasguño que tenía en una esquina de la frente para que Ella se enrojeciera con su tacto
-Sí, no fue nada ¿qué haces aquí?- habló para cambiar de tema, provocando que él la soltara y dibujara en su rostro su típica sonrisa
-¿Qué no es obvio? Vine a salvar vidas y convertirme en el ídolo de todos- dijo en forma de broma para que ella riera – ¿No me crees? Eso sí me ofende-continuó para que ella sonriera con gracia y negara con la cabeza –Pero tienes razón, vine a verte. Mi hermano se tomó las molestias de ocuparme después de liberarme para que no te viera. Solo que se le olvidó un pequeño detalle y es que nada puede alejarme de ti- dijo con una sonrisa mientras la miraba a los ojos y se perdía en el azul de ellos, era como mirar el cielo y no cansarte de ellos. Ella también se perdió en aquella mirada tierna y dulce que inspiraba confianza, esos ojos oscuros como la noche solo provocaban que su corazón se acelerara a gran velocidad
Ambos se acercaban el uno al otro, no querían perder nada o dejar de verse, con la mirada podían decir todo lo que sentían si pronunciar una palabra
-Señor- se escuchó la voz de una mujer provenir de pocos metros de ellos, por lo que los sacó de trance
-Dígame ¿en qué le puedo ayudar?- respondió Abdías con caballerosidad a la enfermera que le hablaba
-Quería agradecerle por lo que hizo. Además, nos preguntábamos si ¿podría ofrecer sus servicios a este lugar? Como sabrá no tenemos un médico que se encargue de casos como el de aquella niña y a decir verdad serviría de mucho sus conocimientos pero si no lo desea, lo entenderemos perfectamente- dijo en medio de una reverencia. Abdías pensó un poco y luego miró a Ella quien se notaba nerviosa por la posible respuesta
-Sí, me encantaría ayudar- respondió a la enfermera de manera indiferente -Creo que me tendrás aquí más tiempo del que creías- le susurró al oído a Ella para que esta sonriera un poco y se sobresaltara
Ambos trabajaron alegremente, uno al lado del otro, se les notaba la alegría con que lo hacían contagiando a los demás. Cada día Abdías llegaba del palacio con algo de comida para las personas del lugar, pero como era de esperarse no lograba alcanzar para todos. Las noches de Abdías se dedicaban en investigación sobre los alimentos y los medicamentos que deberían llegar a las Caridades del reino cada semana.
Estaba muy entusiasmado ayudando a Ella en aquel lugar, y ella ya no se sentía tan sola como antes, se cansaba con la misma intensidad pero se alegraba de saber que al día siguiente vería nuevamente a Abdías quien se encargaba de hacer feliz a todos con sus bromas, chistes y su actitud.
Aquel día a Ella le tocaba lavar las mantas y vendajes de los refugiados, por lo que Abdías apareció ofreciendo su ayuda y en menos de media hora se aburrió por lo que le arrojó un poco de agua a Ella y está tomó una bocanada aire un poco sorprendida, provocando que él riera ante su actitud y siguiera lavando como si nada.
A los tres minutos volvió hacer lo mismo, empapándola un poco más para soltar la carcajada al ver como ella volvía tomar una bocanada de aire y se colocaba seria, fulminándolo con la mirada
-Te veías un poco reseca- dijo entre risas
Ella tomó la manta que tenía en mano y la agitó para golpearlo en la cabeza empapándola, ella soltó la carcajada al verlo tan mojado. Ese fue el inicio de un juego entre agua y las mantas empapadas. Ambos corrían en aquel lugar para no ser golpeado y mojar al otro con la manta empapada mientras se carcajeaba y se divertían sin parar. Estaban solos en aquel lugar de lavado, por lo que podían ser ellos mismos.
El rey observaba aquella escena de lejos, había llegado hacia unos minutos, se sentía molesto, airado al mirarlos compartir de esa manera. Ellos se divertían sin parar, Abdías volteó su mirada y a lo lejos observó a Kit por lo que se enserió rápidamente colocándose rígido y fulminándolo con la mirada. Ella no se percató del cambio de Abdías y lo rodeó por completo con la manta por la cintura, quedando ella por detrás soltando una carcajada de victoria. Abdías reaccionó, se volteó para abrazarla en forma de juego, a lo que ella se tensó un poco por el inesperado abrazo pero luego le correspondió mientras él soltaba una risa contagiosa
-Creo que se considera un empate- dijo en forma de broma mientras la tenía abrazada para luego romper el abrazo y ella riera con gracia
-Sí creo que sí- respondió para que Abdías riera y la distrajera un poco más, evitando que Ella se diera cuenta de la presencia del rey
Abdías volteó su mirada por unos segundos hacia el rey dedicándole una mirada fría y una sonrisa de satisfacción para que este se molestara mucho más soltando un bufido de molestia
-Majestad- habló el guardia personal del rey para tener su atención
-Vámonos- respondió el rey molesto
-Si señor-
Inmediatamente se retiraron del lugar, él estaba furioso con Abdías por su actitud, le molestaba lo que hizo, sabía que fue al propósito solo para hacerlo enojar más
Mientras en la mansión de Ella, Lady Tremaine discutía fuertemente con Anastasia, quien se negaba a seguir en aquella casa sin hacer nada, no se sentía capaz de continuar con aquella farsa. Anastasia se alistaba en medio de la discusión para salir
-Anastasia ya fue suficiente. Deja eso allí-
-Lo lamento madre, pero como ya te lo dije me iré a buscar empleo. Deseo una vida normal...- dijo molesta por las intervenciones de su madre, quien nuevamente la interrumpió
-Tienes una vida normal. La vida que toda doncella codicia y desea ¿Qué más necesitas?-
-Sí, una vida que no es mía sino de Cenicienta-
-Cenicienta ya no está, me deshice de ella para darles la vida que merecen...-
-¿Crees que duraremos así por siempre? Tarde o temprano pagaremos por lo que hemos hecho, ya que todo lo que mal empieza, mal termina y cuando eso ocurra yo tendré mi propia vida. Que tengas buen día- respondió terminando de colocarse el sombrero y salir con elegancia, dejando a su madre hablar sola
-Anastasia. ¡Anastasia!- dijo Lady Tremaine al ver como su hija se retiraba de la casa
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