Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 11. La Casa del Zapatero


En la mansión de Ella, Lady Tremaine se encontraba leyendo un libro mientras sus dos hijas Drisella y Anastasia practicaban canto y piano, juntas formaban una hermosa melodía a pesar de que de vez en cuando desentonaban un poco.

Isabella, la nueva sirvienta de la mansión tocó la puerta para entrar y entregarle la nueva carta a la madrastra de Ella y luego se retiró con el permiso de la misma. Lady Tremaine leyó atentamente la carta y a medida que lo hacía, colocó expresión de asombro y un poco de tristeza, pero luego sonrió con satisfacción. Sus dos hijas se dieron cuenta del estado de su madre así que sin más Anastasia preguntó

-Madre ¿sucede algo? Parece importante-

-El dueño de esta mansión falleció hace tres días pero la heredad se la dejó por completo a Cenicienta, ahora todo está a nombre de Ella- habló con una sonrisa de satisfacción

-Eso es malo ¿o no?- habló Drisella sin entender

-Claro que no, Ella no volverá y si lo hiciera no se enterará nunca de que todo esto le pertenece. Será como una intrusa en la casa que trabaja para sobrevivir- dijo, maquinando todo en mente y haciendo que sus hijas sonrieran con ella

Para Drisella y Anastasia mientras les aseguraran las riquezas y una buena vida no les importaba lo que su madre hiciera, les gustaba su vida como para arriesgarse a perderla

Después del palacio, Abdías y Ella caminaban lentamente y sin ánimo alguno por el pueblo, Abdías estaba completamente ido en sus pensamientos, sus ojos llenos de lágrimas que luchaban por salir, la tristeza lo inundaba por completo al recordar los pocos momentos que disfrutó al lado del rey y que compartió con él. Ella sentía que caminaban sin rumbo alguno pero eso no le preocupaba sino el estado de Abdías, ella quería tomarlo de la mano y abrazarlo, sin embargo se abstenía de hacerlo, el silencio reinaba entre ellos.

-¿Quieres ir a visitarlo?- preguntó ella en medio de un susurro

-No, no estoy preparado para eso- le respondió volviendo en sí para que el silencio volviera

Él estaba reprimiendo todos sus sentimientos, le dolía demasiado pero no quería demostrarlo, ni que Ella se preocupara más de lo que ya estaba

-No quiero ir a casa todavía- Ella rompió el silencio, provocando que se detuviesen y él se concentrara en el momento

-¿A qué te refieres?- preguntó él con duda, mientras que por dentro una pequeña llama de alegría se empezaba a encender

-A que no quiero ir a casa aun. Nunca había salido de casa, desde que te conocí he disfrutado mucho por fuera y no quiero perder eso tan pronto ¿tienes algún lugar a donde ir?- dijo suavemente y con una pequeña sonrisa a lo que él correspondió

-Desde luego, claro que lo tengo, sé exactamente a donde ir- dijo con emoción

No sabía cómo ni cuándo, pero Ella había conseguido que él sonriera y se olvidara por un momento de lo sucedido. Abdías estaba emocionado por escuchar aquellas palabras de parte de ella, que rápidamente la tomó por la mano y caminó rápido adentrándose en medio del pueblo, las personas, algunos puestos de mercaderes y evitando a algunos soldados, hasta que se detuvieron en una casa bastante grande, no era una mansión pero si era una casa enorme delante de las otras.

Abdías la soltó y tocó emocionado la puerta mientras sonreía, al ver que nadie salió a su encuentro, observó por la ventana y volvió a tocar para que un hombre con una barba bien cuidad, vestido de forma casual, cabello negro y ojos azules intenso saliera a su encuentro.

-Muy Buenas Tardes Señor Matías- dijo con respeto, su típica sonrisa y una pequeña reverencia al verlo al igual que Ella.

-Abdías ¿por qué tantas modestias muchacho?- habló el hombre alegremente mientras lo abrazaba con una carcajada de alegría y los invitaba a entrar

Al poco tiempo se encontraban sentados en una mesa frente al hombre que los recibió y una mujer morena de piel, cabello castaño oscuro, ojos color miel y muy hermosa. Todos compartían alegremente para hacerlos sentir a gusto mientras cenaban.

-Pensé que ya no vendrías. Le dije a mi esposa "Querida, creo que Abdías fue descubierto y lo volvieron a encerrar en el palacio"- habló el hombre mientras reían

-Sí, lo sé. Lamento tardar, pero se me presentaron muchos inconvenientes y además conocí a Ella- respondió

-Te lo dije, sabía que ese día llegaría pronto- habló la mujer refiriéndose a su esposo con una sonrisa de picardía

-¿Qué le viste a este chico? Es un descuidado, feo y un inmaduro- se refirió el hombre a Ella para que todos soltaran una carcajada y el mencionado se quejara

-¡Oigan! eso no es cierto. No los escuches-

-No tengo que escucharlos, eso ya lo sabía- dijo Ella en confianza para que todos rieran con más ganas y él se cruzara de brazos para luego soltar la carcajada junto con ellos

Después de unos minutos jugando y bromeando con ellos, a Ella le dolía el estómago de tanto reír, al igual que los demás, le estuvieron contando su aventura sin contar los detalles hasta llegar allí y el ambiente se tornara un poco triste

-Es hora de mostrarles sus habitaciones. Vengan conmigo- dijo la mujer con amabilidad mientras ellos la seguían

-El zapatero real y su esposa son bastante agradables- le comentó Ella en el oído a Abdías mientras este sonreía y asentía con la cabeza

La esposa del zapatero los miró de reojo al subir las escaleras y sonrió ante la escena, le alegraba el que Abdías hubiese encontrado a alguien con quien compartir confiadamente, no solo bromas, juego y diversión, sino un mayor sentimiento de amistad.

-Ambas habitaciones están al lado de la otra, cualquier cosa me llaman- habló la mujer con una sonrisa y gran confianza después de mostrarles las habitaciones

Ella se sorprendía por la manera de ser de la pareja, incluso el hecho de que ellos no hablaran como las demás personas, no tenían protocolo o formalismo para hablar, solo decían lo que pensaban de forma tan natural que se sentía la alegría en la casa, aunque sabía que en parte los trataban así para animar un poco a Abdías y que se sintiera en casa. Ella deseaba que en su hogar hubiese sido lo mismo, tal vez cuando su madre estaba hablaban formalmente y con cordialidad pero eso no impedía que disfrutasen en familia, en cambio con la esposa de su padre era muy diferente, tanto cuando su padre estaba como al irse, a decir verdad odiaba esa casa, no le molestaría si no volviera nunca a ese lugar, Abdías le había enseñado que se merecía algo mejor.

Abdías decidió salir al balcón en ese momento y recostarse en la barandilla para pensar y tratar de relajarse un poco. El zapatero real y mejor amigo de Abdías se acercó a él para hablarle y le contase lo que le preocupaba.

La noche adornaba de estrellas el cielo, la brisa era fresca y suave, tan relajante como para hacer que alguien pudiera hablar con libertad

-¿No puedes dormir?- le comentó su amigo para imitar su acción y mirar las estrellas con él. Abdías soltó un suspiró pesado y trataba de respirar para soportar, el hombre guardó silencio para que este hablara

-Solo... quería verlo por última vez, ahora me cuesta creer que ha sido mi culpa- empezó a derramar algunas lágrimas en medio de un sollozo –Sé que fue malo conmigo algunas veces pero aun así me dio todo, me enseñó todo lo que sé- continuó para dejar escapar un sollozo fuerte y las lágrimas cayeran sin control –No lo supe apreciar y le pagué huyendo de casa. Soy un pésimo príncipe y un terrible hijo- se desbordó en llanto para que el zapatero derramara algunas lágrimas en silencio al verlo en ese estado, por lo que lo abrazó como si fuese un pequeño niño en busca de consolación

-No fue tu culpa, Abdías. No fue tu culpa- le decía en medio de un sollozo para consolarlo en su dolor y llanto

Esa semana Abdías y Ella compartieron con la pareja la mayor parte del tiempo. Ella aprendió miles de trucos para coser y diseñar vestidos con la esposa del zapatero real, puesto que era diseñadora, además cantaba para animar el ambiente mientras compartía con ella. Abdías ayudó al zapatero con el inventario y trabajó un rato con él. Ambos se sentían a gustos con ellos, disfrutaban en gran manera. Además de que los dos lograban salir por momentos a pasear por el pueblo donde muchas veces Abdías les jugaba bromas a los guardias cerca de ellos sin que se diesen cuenta si quiera que estaban allí, por lo que se divertían en gran manera. La herida de Abdías había sanado rápidamente así que no le impedía jugar un rato con Ella en el patio trasero de la casa mientras la perseguía y esta no se dejaba atrapar. La pareja les había regalado a ambos algunos juegos de ropa y calzado por lo que variaban su vestimenta, ellos estaban muy contentos de tenerlos en su casa, puesto que tanto Abdías como Ella merecían ser feliz y estando uno al lado del otro parecían comprenderse mejor de lo que pensaban

El último día de la semana Abdías se fue de compras solo para regalarle algo a Ella, por lo que salió pero sentía que alguien lo estaba siguiendo, trató de no prestarle atención para luego ser precavido por donde andaba, sabía que si los guardias lo veían podrían capturarlo y llevarlo ante el rey, puesto que a pesar de que su padre había muerto, su hermano lo quería de vuelta en el palacio para que asumiera sus responsabilidades.

Hay demasiados guardias por el pueblo, tal vez es porque las tiendas volvieron abrir hoy, sin embargo son demasiados para ser un día normal de mercado

Pensó para esquivarlos a todos, colocarse un sombrero que lo ayudase a pasar desapercibido y entrar en una tienda de empeños, escogió un collar de perlas con un dije en forma de corazón de zafiro, pagó con el dinero que había sacado de su habitación cuando fue con Ella, más el dinero que había ganado junto al zapatero real, para él valía la pena haber pagado algo tan caro y hermoso.

Al anochecer, Ella se encontraba en el balcón había un clima frío y acogedor que anunciaba lluvia, estaban en primavera, por lo que las lluvias serían frecuentes. Ella solo recordaba a su padre a quien extrañaba demasiado, quería regresar a verlo y luego por alguna razón aceptar la oferta que Abdías le había dado la primera vez que la conoció. Alguien suspiró a su lado provocando que ella voltease a ver el rostro sonriente de Abdías a su lado

-Mañana volveremos a mi hogar. Sé que mi padre pronto volverá, por lo que deseo verlo por última vez y luego me iré de ese lugar- dijo Ella con una sonrisa

-¿Volverás para esperar a tu padre y luego marcharte?- preguntó dudoso, a lo que ella asintió con una sonrisa -¿Qué pasará si él no ha regresado de su viaje? Tu madrastra no te recibirá con los brazos abiertos- continuó con preocupación

-Lo soportaré hasta que llegue, luego me iré, merezco algo mejor que el sufrimiento. Tal vez trabaje en una pequeña tienda de vestidos- le dijo para que él sonriera con tristeza, no deseaba que lo soportara un poco más sino que tomara el control de lo que realmente le correspondía pero podía entenderla así que aceptó

-Entonces, ten esto para que recuerdes de buscarme a penas te vallas de casa- dijo con una sonrisa al sacar el hermoso collar y entregárselo, a lo que Ella se sorprendió en gran manera al verlo, no sabía si aceptarlo o no, pero él no le dio tiempo de pensar ya que se lo colocó mientras ella aún estaba en shock –Era de mi madre, una de los pocos errores de mi padre fue empeñarlo por un precio completamente alto para que nadie lo tuviera de nuevo o lo recuperara. Por eso te pido que lo cuides- Ella asintió con una sonrisa de agradecimiento y un brillo en sus ojos

-Hace un poco de frío, creo que me iré a dormir. Buenas noches- dijo Ella después de una larga conversación con Abdías

Saliendo ella del balcón y llegando el mejor amigo de Abdías con una gran sonrisa al verlo, por lo que frunzo el ceño extrañado de la actitud del zapatero.

-Ella es hermosa en todos los aspectos- le comentó esperando su reacción

-Lo sé, nunca había visto una doncella como ella- sonrió tontamente ante el comentario del zapatero

-Deberías decirle lo que sientes- dijo colocando una mano en su hombro para luego soltarlo y adentrarse a la casa

Tiene razón, se lo diré mañana antes de que entre a su casa

Pensó, mientras la brisa fría de la noche y el tiempo de lluvia corría por el ambiente. Abdías se adentró en la casa antes de que empezara a llover

En el palacio el duque se presentó ante el rey y este le informaba sobre lo visto en la semana con Abdías.

-Mi espía me comentó que mañana el príncipe junto a una doncella irán a casa de la misma- habló con respeto y manteniendo la reverencia

-Y ¿Cuál es la parte importante?- respondió

-Es la doncella pérdida- respondió sin más para que el rey se levantará de su lugar sorprendido y atónito, no podía creer lo que acababa de escuchar, su hermano estaba con la doncella que había escapado, ella si era real y de ese reino

-Ordena que retornen la búsqueda del príncipe, dupliquen a los soldados para hacerlo. Voy con aquellos que se dirigen a las mansiones para volver la búsqueda de la doncella. Al amanecer saldremos- ordenó rápidamente y con euforia para que el duque asintiera y rápidamente se retirara para repartir la orden en el cuartel de la guardia.

Al amanecer, tal como el rey había ordenado cientos de soldados salieron en busca del príncipe Abdías, mientras que un pequeño grupo se dirigía a las mansiones en busca de la doncella de la zapatilla de cristal. Muchos de los pueblerinos se aterraron al ver tantos soldados irrumpiendo en sus hogares, tiendas, granjas, calles en busca de algún fugitivo. El plan de Kit era que si no los encontraban en alguna de las mansiones empezarían a buscar en las casas, estaba seguro que no irían lejos.

Ella y Abdías ya habían salido de la casa de aquella pareja, se despidieron con esperanzas de regresar a visitarlos algún día, ya que según Abdías seguiría su viaje por el reino. Ambos jóvenes caminaban tranquilamente por un prado para ir directo a la tumba del rey. Abdías había tomado el valor de ir y visitar por unos momentos el lugar.

Al llegar, Abdías y Ella colocaron en la tumba las flores que habían comprado en el mercado, para que Abdías se arrodillara en frente de ella y comenzara a hablar

-Padre, perdóname por no haber venido antes- dejó escapar un suspiro de dolor –Me hubiese gustado verte antes que me dejaras para siempre- sus lágrimas empezaron a correr –Me llevaste por el buen camino, me enseñaste a amar al pueblo, compartir con todos y ser leal a quien me ama. Me diste todo lo que necesitaba y me amaste como a tu hijo a pesar de que no lo era y te fallé. No debí gritarte el día del baile, tampoco escapar de casa...- continuó para golpear con sus puños la grama y caer en llanto –Fui un pésimo hijo, no merezco nada de lo que me has dado, por eso te lo devuelvo, no volveré al palacio. Fui un fracaso como hijo al igual que como príncipe...- dijo para continuar llorando con sus puños sobre la grama y la cabeza abajo

Ella se acercó a él y lo abrazó mientras dejaba derramar sus lágrimas en silencio, le dolía verlo de esa manera, era como si no valiera nada, él le correspondió al abrazo para llorar con libertad. Después de la hora caminaron con lentitud por aquel cementerio donde todos los miembros de la familia real, los reyes y príncipes habían sido enterrados desde que el reino se formó como nación.

Ella lo animó un poco tratando de cambiar de tema y él la siguió hasta sentirse mejor. Ambos tomaron el camino más largo y pasivo para llegar a la mansión, puesto que el zapatero y su esposa les explicaron los caminos para llegar. A decir verdad caminar por el prado en aquella mañana nublada y gris los relajaba un poco.

Cuando llegaron a la mansión, sabían que era el fin de su aventura juntos, por lo que él le tomó la mano y la miró directamente a los ojos con una sonrisa llena de tristeza al igual que ella

-Me encantó conocerte, eres muy divertido y me enseñaste muchas cosas, por eso te lo agradezco- dijo Ella perdiéndose en aquellos ojos cafés

-Y sí que te enseñé bien, ya no hablas tan formal como antes. Me gusta, parece que soy un excelente maestro- dijo en forma de juego para que ambos rieran y luego regresara a la pequeña sonrisa. Abdías abrazó a Ella para colocarse un poco más serio y derramar una pequeña lágrima de su ojo izquierdo –Este no es el final, recuerda buscarme después de que hayas visto a tu padre. Estaré en el pueblo por un tiempo, así que ya sabes dónde buscarme- le dijo al oído para luego romper el abrazo y darle la nueva valija que la pareja les había regalado con ropa y zapatos.

-Te veré pronto, lo prometo- le dijo Ella para entre abrir la puerta dejando escapar un gran suspiro

-Ella, espera- dijo Abdías para que ella voltease, quería decírselo, lo iba hacer pero un pensamiento fugaz apareció en su mente. No quería que ella dejara de ver a su padre por él, no quería que pasara por la misma situación que él –Sé fuerte, recuerda que eres mucho más de lo que las personas digan de ti- le dijo para que ella sonriera y entrara, atesorando aquellas palabras en su corazón

Cuando entró dejó escapar un gran suspiro recostándose en la puerta, lo iba a extrañar, tal vez demasiado pero debía despedirse de su padre antes de que tomara la decisión de irse y tener una nueva vida

-Cenicienta. Después de todo te tomaste las molestias de volver- escuchó la voz de su madrastra tomándola por sorpresa, por lo que volteó al origen de la voz y observó a la mujer elegante que sonreía sínicamente

No le dio tiempo de responder o reaccionar cuando esta la tomó por la muñeca con fuerza y la haló con brutalidad

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro