XI
Eꜱᴘᴇᴄɪᴀʟ ᴘᴀʀᴛᴇ II
«El príncipe Peter y el esclavo Tony»
Advertencia: el siguiente relato (+ 12,000 palabras) contiene escenas fuertes (no solamente sexuales) y toca temas como la esclavitud, la castración, y la pérdida de ganas de vivir. A su vez está ambientado (no completamente, ya que es una fantasía mía pero toma prestada cosas de esa época) en el mundo antiguo. Más o menos cuando Aristóteles estaba vivo. El pensamiento es de esa época (en su mayoría) , y por ello pueden haber comentarios que suenen machistas, homofóbicos, es decir, desfasados y absurdos.
Era su cumpleaños. 17 años. Que bien. Que pongan de una vez Dancing queen. Tony torció su lengua con amargura. Como si él pudiera ser una reina del baile. Como si él pudiera ser alguien en la vida. Como si él pudiera ser feliz.
— Suficiente puta, vamos a que tomes mi verga —. Tony alejo su lengua del pene de su cliente y se acuesta en la cama. Ya sabe quién es, ya sabe cómo lo quiere. En cierta manera agradece que le haya tocado el. No tiene más que hacer que yacer ahí, solo soltando gemidos de vez en cuando y ya. Por él está bien. Es un gran regalo porque ya no quiere hacer nada.
El Sr. Lee lo besa. La ginebra y lo putrefacto inundan su boca. El pan de cada día.
Entra, gemido, vuelve a entrar, gemido. Y así una y otra vez, todos los días de su vida. Una y otra vez.
Había existido un Tony que soñaba con la liberación, que soñaba despierto, con dos luceros brillantes adornando su rostro. Pasaron los días, los meses, los años. Y tras ello quedó el niño que alguna vez fue y que nunca volverá a ser.
A veces aun regresaba, no con la tonta ilusión de escapar. No. Regresaba como un niño dolido, como un niño que quería ir corriendo a los brazos de su madre.
Hoy era uno de esos días. Cuando llegó a su habitación. Le grito a la almohada. Le maldijo al mundo. Y lo que una vez fueron luceros, derramaron hasta la última gota de dolor que todavía yacía en sí.
Otro año más a la cuenta. Siete años de miseria. Siete años en los que todavía seguía respirando.
—Peter ya te he dicho que no puedes liberar a otra concubina más, ni a ningún sirviente —. El Rey Richard ya está harto de su hijo. Benditos sean los dioses que él no es su heredero.
— ¡Padre! No me parece justo, ellos no quieren serlo —. El Rey suspira, solo quería disfrutar una comida con su hijo menor. Que molesto le salió.
—Si yo tuviera ese pensamiento no tuviera ningún sirviente.
— Claro que no, porque podría pagarles por sus servici...
— Ya es mejor que guardes silencio Peter —. Le advirtió el Rey —. No sería bien visto obligar a tu ex concubina a volver. Era una hermosura. Es una verdadera lástima que seas ciego. Hoy iremos por una nueva.
— Yo no quiero tener concubinas padre. En todo caso. ¿Por qué solo se puede tener concubinas mujer, y los hombres? De todas formas...
— Me olvidaba, no eres ciego, solo eres un invertido. Y como tú quieras, con tal que te folles a alguien y actúes más como un hombre que como una dama.
—No creo que ser llamado dama sea un insul...
—Me rindo —. El Rey se levantó de súbito de la mesa, platos rotos en el piso ejemplificaba la fuera escociendo en su interior. No entendía a su hijo. Decepción profunda lo embarga —. Quizá he sido muy suave contigo. Después de la cena iremos a un burdel a conseguirte tus deseos. Te enseñaré una lección. No podrás liberar a tu concubino. Si lo haces, fingiré demencia y no serás tú el castigado. Será él. Será obligado a recibir 50 latigazos. No podrá ser compañía de nadie otra vez. Sabes lo que significa eso —. Peter empalidece —. ¿Me doy a entender?
— Sí, Padre.
— Eso espero Peter, eso espero.
Las manos de Peter temblaban. Su interior estaba más desecho. Solo quería ser justo, velar por los demás. ¿No se supone que ese era el deber de la nobleza? ¿Por qué se suponen que las cosas eran si? Es inconcebible que siempre fueran de ese modo, ¿por qué no pueden mejorar?
— ¿Por qué él no me puede entender? —. Susurra mirando, sus todavía, manos temblantes.
— Tony, levántate.
— ¿Qué? — Masculló perdido. Su amo lo agarró del brazo, sin considerarle unos momentos para regresar a la lucidez. El hombre, solo por ello perdonó su desfeches de hablarle tan confiadamente.
— Alguien muy importante ha venido, ha pedido a todos los jóvenes hermosos Tony. Sin duda eres el más buenmozo. Tienes que ir —. Tony contrajo los labios un poco. No podía mostrar su descontento. Pero una orgía es lo que menos quiere. Por lo menos un día para él. Solo uno pedía.
—En la mañana cumplí con uno, amo. Me prometió los demás del día, amo. Por favor, seré aún más bueno. Ya soy lo que usted desee, pero me esforzare más —. Manos traviesas bajaron al sur del hombre mayor. Una persona era mejor que varias. Él soltó una carcajada.
— Que bien me conoces, Tony —. El sonido lacerante de una nalgada inundó el lugar —. Por eso eres mi favorito —. Su amo le susurró en el oído. Tony quiso saltar de alivio —. Pero no está en discusión. Viene el Rey, Tony. ¡El Rey! Nadie le dice que no al Rey. Mucho menos tú, aunque seas el mejor.
Tony se quedó sentado en su camastro. Él ya iba de salida.
— Vine personalmente porque te había prometido descanso. Haz que esté satisfecho. Aún más que satisfecho. Que te desee tanto que tenga que volver una y otra vez. Si haces eso. Puedo considerar hasta una semana —. Los ojos de Tony buscaron los de su amo. No podía oír lo que estaba oyendo —. Y tal vez te consiga una mejor cosa que ese camastro viejo.
— Mi amo es muy misericordioso. Yo siempre haré lo que usted desee. No merezco tener un amo tan bueno.
— Brilla hoy.
Sin esperar respuesta. Se fue.
Por fin su cumpleaños traía algo bueno.
7 años en este mundo le habían enseñado cómo escalar, aun dentro de un burdel. Tony aprendía que le gustaba a cada uno de sus clientes, aprendía lo que nadie más les podía dar. Poco a poco lo deseaban más. Su amo lo noto. Entre más hombres atraía, más favores se ganaba.
Tenía un cuarto para sí. Los mejores clientes, los más caros. Menos horas de trabajo. Pero aun así no era la vida que quería. Era la vida que te tenía.
Se alistó. Si era el Rey (como si realmente le importase quien le metía la polla) con quien estaría, tenía que ser irresistible.
Se quitó sus harapos. Se unto de aceites y perfumes. Se vistió con el mejor ropaje que poseía. Si iba a ser una orgía, él debía ser el diamante más brillante de todos. Su túnica era parcialmente transparente y de un suave color turquesa. Una sonrisa triste surco su boca.
Fue a la habitación donde se celebraban esas reuniones. Al entrar todo tipo de bellezas le saludaron la vista. Eran alrededor de 15 chicos, todos jóvenes y viriles. Cada uno con su túnica blanca.
— Te ves celestial, ni afrodita es equiparable con tu belleza, oh gran cumpleañero —. La grave voz de Steve le acaricio desde detrás su oreja. Cada cabello de su cuerpo se le erizo.
— No creo que sea prudente estar tan cerca Steve —. A él no le importaba lo que dijera el contrario.
— Espero que me pidan hoy que te folle —. Tony mordió su labio y sonrió. Esta vez si llego a sus ojos.
— No me molestaría —. Se dio la vuelta y se lo dijo observando el cielo de los ojos del rubio. Le asombraba que este hubiera terminado como esclavo y no como soldado. Steve era el único, además del propio Tony, que no llevaba una túnica blanca.
— Tony, Steve, mis favoritos. Me encanta que se hayan puesto su túnica especial. Estoy seguro que será una delicia verlos juntos. En todo caso, ven Tony. Quiero que te maquilles un poco—. Tony se veía alejado de Steve, su amo lo llevaba hacia el otro extremo del cuarto, sin dejar un momento su cintura. Steve con un movimiento de labios le prometió "más tarde".
Su amo, le llevó a que le pintaran de carmín su boca. Le definieron sus ojos. Y le colocó una corona de rosas rojas. EL cabello mojado, y la túnica pegada a su cuerpo completaban su imagen de una divinidad encarnada.
— ¡Dioses! Tengo unas ganas de cogerte, de retorcerte los pezones y hacer que grites como no tienes idea —. Tony sonrió. No había otra cosa que hacer.
— Estoy a su disposición amo.
— Mañana, luego, si haces lo que te pedí, cumpliré.
— Gracias amo.
— Ahora, quiero a todos listos. No sabemos qué le gusta al Rey así que los quiero a todos en fila cuando él entre, arrodillados. Harán cualquier cosa que pida. Cualquier cosa.
— Sí amo —. Un coro de voces le respondieron.
— Este es un acontecimiento único en su tipo. Quien me decepcione tendrá un castigo equivalente a su falla. Además que luego de esto, no podrán contarlo a nadie. Espero la mayor discreción. ¿Estoy siendo claro?
— Sí amo.
— Muy bien —. Obelius salió del cuarto a esperar por el gran invitado.
Su burdel era muy respetado, por supuesto. Pero tener al Rey era otro nivel. No podría decir que el en persona vino, pero sí tenía su favor no dudaba que lo podía recomendar a más nobles. Prácticamente, el veía el dinero en su futuro. Tener el favor del Rey era muy difícil. Él lo esperaba.
— Amo, ya está aquí —. Un esclavo le informo.
— Déjalo pasar.
Él entró. Imponente, con la cabeza al frente y su vestidura roja. A su lado un muchachito lo acompañaba.
— Muy buenas tardes su majestad. Es un honor tenerle en mi humilde morada.
— Buenas tardes, Obelius. Este es mi hijo menor. El príncipe Peter.
— Un honor tenerle, mi príncipe —. No sabía que este iba a venir. No lo demostró.
— ¿Tienes listos a los muchachitos?
— Están en la sala del festín, mi Rey.
— Muy bien, llévanos. Elegiré a uno, y te enviare los otros —. Obelius se quedó sin palabras.
— Pero mi señor, yo pensé que iba a querer a todos, los traje a todos por usted —. Se había quedado sin palabras.
—Y haz hecho bien. Te pagara lo que eso costaría, más el que elija.
— Sus deseos son mis órdenes.
No entendía lo que pasaba pero estaba bien. Con tal de recibir siempre su paga, todo estaba bien.
Peter entro al festín y no sabía si maravillarse por la vista o asquearse del esclavismo. Muchísimos muchachos, calcularía, menores que él, estaban en el piso arrodillados. Llevaban túnicas cortas, semitransparentes. Su pecho y su sexo eran visibles. Había uno, en medio del cuarto, quien hizo que le temblaran las piernas. Llevaba una túnica verde azulada, sus rizos eran regidos por una corona de rosas de un profundo rojo. Su boca también estaba pintada de tal color, y contrastaba con su piel nívea, la vista seguía a su cuello. Era exquisito, pedía ser mordido y adorado. En un hombro estaba sostenida la túnica, el otro seguía el camino del cuello a la clavícula hasta su pecho. Donde dos botones entre café y rosado que se alzaban orgullosos. El libido de Peter creció. Pero se regañó a sí mismo, ¿qué pensaría Bucky?
— Ya te puedes ir, Oblius.
—Que disfrute, mi Rey.
Este se quedó inspeccionando a todos. Todos los esclavos no movieron ni un musculo, a la espera de instrucciones.
— ¿A quién miras Peter? — Siguió su mirada —. Um, sí. Una preciosura, ¿vez que viste distinto? —Tony trago saliva, no por miedo, no. La rabia lo atravesó —. Debe ser jodidamente bueno, al igual que el otro que está allá —. Señala a Steve.
— Y-yo.
— No digas nada. Seré benevolente y elegiré al que viste. Todos los demás, fuera de aquí —. Steve miró a Tony, no habría por hoy un más tarde.
— Espera —. Le ordenó acercándose a Steve —. Dile a tu amo que te quiero en una habitación aparte. Ya iré. También tráete a otros dos muchachitos. Que sean los más gráciles. No me importa quienes.
— Sí mi señor —. Y salió.
Tony seguía hincado. No esperaba ser solo él, no esperaba que fuera para él. Al principio del día pensó que la noche la pasaría en soledad. Luego, ya que era una orgía, quizás podría disfrutar algo. Y resultó ser solo otro día más de trabajo, pero uno que lo enfureció. La mano del Rey tomando su mentón, lo alejó de sus pensamientos.
— ¿Cómo te llamas?
— Anthony, mi señor —. Aunque el rey levantara su mirada, este miraba hacia abajo. ¿Cómo no podía reconocerlo?
— Mírame a los ojos —. Obedeció de inmediato —. ¿Cuántos años tienes?
— Diecisiete, mi señor.
— Peter ve a la cama —. Sin tener su cerebro en su lugar, Peter obedeció —. Ahora tú. ¿Cuántos años llevas en este lugar?
— Siete, mi señor.
— Muy bien. No sé si sabes lo que te espera pero eres, de hecho, muy afortunado —. Al fin soltó su quijada y se alejó del esclavo —. Esta dama, que tengo por hijo....
— ¡Padre!
— Quiere un concubino. Lo serás tú. Necesita al fin tener sexo. Necesita convertirse en un hombre. Debes estar muy agradecido de ser el primero en compartir la cama con él.
— Lo soy, mi señor.
— Pero si de verdad quieres pasar de ser un simple esclavo a un concubino—. Dijo mientras se subía la túnica —. Hazme correrme como ninguna mujer antes lo ha hecho.
Peter no sabía que estaba viendo, que buscaba su padre con todo esto. El terror, la angustia lo inundó.
— ¡¿Qué haces padre?! — Peter corrió de la cama y se interpuso entre el esclavo y el Rey.
— Yo te había conseguido una concubina de alta cuna, aunque para ti haya sido una esclava. Te conseguí una virgen. ¿Y qué haces? ¡La liberas! ¿Qué hubiera pasado si esa hubiera sido tu futura esposa? ¿En qué deshonra me hubieras puesto? —. Empujó a su hijo, del camino. Tony tenía su mirada en el piso, mordía su labio. — Párate. — Le ordeno, este obedeció. — Mírame Peter. — Tuvo que hacerlo. — Ellos. — Agarro del mentón a Tony. — Son meros objetos. Algunos limpian nuestros palacios, otros te dan de comer. Y los de su clase, te dan placer. Tú eres un príncipe, un hombre. Empieza a actuar como tal. —Las manos en puño tenía Peter, un poco de sangre empezó a salir por ellas. —. Chúpamela.
Tony obedeció, ¿Cómo no? ¿Tenía que hacerlo mejor que una mujer? ¿Cómo lo haría una mujer? La verdad era que esas eran preguntas sin importancia, solo quería morderle el pene, que gritara. No le importaba que se tratase del mismo Rey, porque era a él a quien odiaba, porque no pensaba que iba ser justo ese Rey. ¿Por qué le importaban sus palabras, si ya no tenía honor? Él no tenía voto, él ni siquiera era alguien. Solo era un objeto que daba placer. Eso había sido reducido hace muchos años. Con esos pensamientos obedeció al Rey, con esos pensamientos dejó al lado su furia y se forzó a dejar atrás todo aquello que sentía.
—Me voy —. Peter masculló. No podía quedar a ver eso. No podía. Su madre lo esperaba en la casa, esperaba a su padre. ¿Cómo podría verla a la cara, cuando había visto a qué ángel comiendo la verga de su padre? ¿Cómo el siquiera podría quitarse esa imagen de la cara? ¿Cómo siquiera podía tener un padre así? ¿Por qué ser hombre significaba ser eso? ¿Por qué el poder significaba ser dictadores con los demás, aplastarlos? ¿Por qué su padre no podía ser justo? ¿Por qué su padre le hacía esto? Una lagrima callo por su mejilla, mientras se iba del lado de su padre.
— Si te vas, después que se trague mi esencia, lo mandaré a matar. Y esa sangre te pesara a ti. Por qué habrá sido tu culpa —. Tony paro. No sabía si le alegraba la noticia. Tal vez la muerte sería más piadosa que la vida, ¿pero quería que fuera bajo la mano de ese hombre? No —. Tú, no pares —. Aunque si, sin duda sería más piadosa.
Peter sollozo. Volvió a la cama y se hizo bolita. Su padre era un monstruo. ¿Cómo había sido tan ciego? ¿Cómo le había contado todo en lo que pensaba a un hombre así? ¿Cómo no lo conocía? ¿Cuándo había dejado de ser ese hombre que le contaba cuentos en las noches?
El Rey trataba de pensar en el placer, más que en desastre que era su hijo. Puede que él no lo entendería, pero el mundo era mucho peor que lo que le enseñaba. Ya tenía 20 años y seguía con su total inocencia. Hubiera querido que fuera mujer, hubiera luchado toda su vida por mantener su inocencia. Peter no era niña, debía actuar como hombre. Había sido muy delicado con él. Era hora que aprendiera. Su padre también había hecho esto con él en su tiempo, pero con mujeres. Se asqueo ver a su padre fornicar a una, pero ese día él perdió su virginidad y ganó su hombría. Eso le faltaba a su hijo. Pero él no sería tan duro como lo fue su Padre en vida. Aceptó que fuera un hombre, no lo va a follar, y va a dejar que Peter lo hago solo. Mordió su labio, no por placer, por tristeza. Su hijo ya había parado de llorar, pero miraba a la nada. Quizás lo había roto. Pero Peter debía ser fuerte, ser un hombre. Solo así lo sería. Solo con la crueldad se alcanza la hombría.
Pensó en su esposa, en sus pechos, en ella así. Se corrió.
Tony, que recordaba todo, se tragó aquello blanco. Otro día de trabajo. Si, solo otro día de trabajo, se mentía.
— Muy bien —. El Rey se arregló. — Tu, no quiero que mi hijo salga de aquí sin haberte follado. Yo preparare todas las cosas para tus arreglos en el palacio.
— Sí, mi señor.
— Hijo —. Sus ojos encontraron a los de su padre, vacío y desolación lo saludan —. Ya oíste lo que he dicho. Y... — Por primera vez el Rey dudo —. Te amo hijo, hago esto porque lo hago.
Peter no contestó. Tony, por su parte, por primera vez en muchos años sintió pena por alguien más. Él podría ser follado por alguien cada noche, ser usado, ser un muñeco roto. Pero a él si lo amaron, al menos ese recuerdo se llevará a la tumba. El recuerdo de ser verdaderamente amado por un padre.
El Rey se fue. Y Tony no sabía qué hacer. La verdad si solo iba a ser concubino de ese, no le iría tan mal, aunque fuego ardiera en su interior al saber de quién sería. Aunque poco le importaba su vida. Quizás sí, su nuevo amo, no lo follaba podría morir. Eso quería, ¿Por qué sería tan malo? 17 años eran suficientes. 10 años vivió feliz, más de la mitad de su vida.
Siempre luchó, luego quiso solo mejor aunque sea un poco. Esta sería la oportunidad de la vida para cualquier esclavo. A Tony le valía. Lo único bueno de la noche hubiera sido si Steve lo follaba, oh, cuando lo vio en la estancia cuánto lo deseo. Y ya nunca lo volvería a ver, era un hecho, para lo que pasara. Sin duda los dioses, si existían, no lo querían.
— ¿Qué desea de mí, mi amo? — Tendría que tantear el terreno, para cómo actuar. Aborrecía esa parte que aún le pedía que luchará, aunque sea un poco —. ¿Amo?
—Oh, sí. Ven a la cama —. El niño roto le dio espacio — Ahora acuéstate —. Bueno, tal vez, no tenía por qué sentir tanta pena por el niño, quizá era como su padre.
Peter acercó su boca al cuello, lo marcaría, si eso hizo.
— ¿Puedes arañarme? Que sea fuerte.
— Si mi amo. — Si le iban esas cosas, que bien por él. Cuando Peter se dio la vuelta, la cara de indiferencia se le fue a Tony. Solo era un hombre más, nada especial. Obedeció, solo eso podía hacer.
— ¿Crees que es suficiente?
— ¿Disculpa? — Tony abrió los ojos y temió, aquello era una falta de respeto. Peter ni se inmuto.
— ¿Crees que sea creíble que ambos consumamos el acto?
— No le entiendo amo.
— Si mi Padre se da cuenta que no salí de aquí sin ser virgen te matara. Y no podré liberarte, yo sé que lo quisieras. No te preocupes, solo di que sí lo hice. Quizás tengas, que umm... Dilatarte por si quiere verificar. Pero mentiré contigo. No tienes que temer conmigo. No te haré nada. Cuando seas mi concubino, iré a verte para contentar a mi padre. Pero no te tocaré ni un pelo. No es la mejor vida, pero espero que sea mejor que la que llevas acá y en el palacio...
Tony ya no lo escuchó, su amo no paraba de hablar. Aquello no le molestaba, había recibido a tantos así, que sabía cómo escuchar. Lo que no sabía era lo que estaba enfrente suyo. Pensó que había llorado por ver cómo su padre era engullido por un esclavo. No creía que le molestaría por él. No lo entendía, ¿Por qué no solo paraba de hablar y lo follaba de una vez? ¿Qué ganaría con no hacerlo? ¿Había, acaso, una luz para él? ¿Existían todavía almas como las de su nuevo amo? ¿Podría ser este el hijo de ese hombre?
— ¿Qué opinas? — Tony se había perdido en sus pensamientos, otra vez temió. Ningún hombre que le tomó le había pedido su opinión en algo, o siquiera había esperado que hablara. Al menos así había sido la regla en los últimos años de su vida. Solo los escuchaba y asentía cuando era propicio; podía irse en sus pensamientos. Con su nuevo amo, debía aprender.
— Amo, yo... —. Se hinco en la cama y se dispuso a besarle los pies. Nunca había estado, ni estaba instruido en cómo tratar a un Rey, o en su defecto a un príncipe. Pero él había sido uno, no podía perder su favor, menos en el primer día a su lado. Mientras lo hacía, se preguntó, ¿por qué le interesaba aquello? Ya se había dado cuenta que él no era como los hombres que frecuentaban el burdel, si perdía su favor, podría no importarle que el Rey lo matara. El mismo lo había hecho. No entendía, podría al fin acabar con su vida de deshonra, ¿por qué quería vivir? ¿Por qué en lo más profundo de su ser no quería parar de respirar? — Perdóneme, perdóneme, no le oí. Perdóneme amo, mi príncipe.
— Tranquilo —. Peter lo tomó de la barbilla, y limpio las lágrimas, que Tony ni había notado que tenía —. Solo te decía, que no quiero hacerte nada. Yo no creo en la esclavitud. Solo tienes que fingir que si tuvimos algo, y actuar en frente de él como si lo fuera —. Tony tembló más y se agacho contra su nuevo amo. Su corona cayó.
No entendía, no entendía. Por años esto había sido todo lo que conocía, no sabía hacer nada más. Nunca quiso que fuera verdad ese hecho. ¿Cómo podía haber caído con un hombre así? ¿Los dioses por fin habían oído sus plegarias? ¿Pero porque con ese apellido?
— Amo, es usted tan misericordioso, amo —. Tony siguió besando sus pies.
— Ya, para —. Tony paró en seco.
— Perdone amo, perdón...
—Shhh —. Peter tomó al adolescente en sus brazos y lo estrecho. Anthony lloraba —. Te pare porque no tienes que besarme los pies. Lo único que te pediré será respeto. Pese a ello, está bien que me mires a los ojos y no deseo que me llames amo, al menos en privado.
— Pero usted es un noble, no puedo tratarlo indecorosamente —. Tony recordó a su antigua corte, y una sonrisa rota surco su cara. Tenía ganas de llorar como un bebé. No entendía qué le pasaba. No entendía nada. No entendía como así de fácil podía yacer en tranquilidad en los brazos de este desconocido, su amo. Quizá, los dioses si existían.
— Llámame Príncipe, es lo que soy, y me imagino que estarás más cómodo con ello.
— Gracias, mi príncipe —. Se quitó de su regazo y se acostó a su derecha. Un silencio los inundó a ambos.
Peter quería borrar la imagen de su mente, aquella imagen que le daba unas enfermizas ganas de matar a su padre. A su vez, deseaba a un fiel amigo, ya que pasarían mucho tiempo junto. Anthony le había excitado cuando entró, era sin duda el muchacho más bello que sus ojos habían sido capaces de capturar; sin embargo, no era una cosa. Respetaría, en lo que le fuera posible, los derechos del nuevo muchacho. No curaría toda la esclavitud en su pueblo, pero por algo se empezaba.
— Así que Anthony —. Peter empezó a charlar, sin dejar de mirar al techo caoba.
— Tony — Susurro, apenas, el otro.
— ¿Disculpa?
— Si no le diré a usted amo, me puede llamar Tony.
— Es muy hermoso.
— Gracias —. Otro silencio se instauró. Peter no quería silencio, el silencio lo hacía pensar, lo hacía sufrir.
— Tengo 20 años, he oído que tienes 17, ¿Cuándo lo has cumplido?
— Hoy es mi cumpleaños —. Peter quito su mirada del techo y la fijo en el muchacho de labios carmín.
— Feliz cumpleaños, Tony —. Tony, por primera vez, fijó su mirada en los ojos de su amo, príncipe.
— Gracias, mi príncipe.
Y yacieron juntos, hasta que fue la hora de labrarse un nuevo hogar.
Ya habían llegado al castillo. Los ojos de Tony querían admirar cada rincón, lo hacían recordar su vida pasada. No lo hizo, el príncipe era una cosa, y el Rey era otra muy diferente, aborrecía conocer ese hecho.
— No se supone que un Rey va y busca a un simple concubino. Lo sabes, Peter. Además, nunca se escogen de un burdel. Lo elegí así porque no te mereces algo mejor. Sin importar ello, sigues siendo un príncipe. A tu concubino se le enseñara como atenderte debidamente; y tu —. Dijo el Rey mientras miraba la nueva adquisición de su hijo — ¿Por qué no eres un eunuco? ¿Por qué no todos en el burdel lo son? — El Rey preguntó mientras seguía caminando, Tony trago saliva. Iba atrás de los dos señores, se sentía... se sentía, ni sabía cómo lo hacía. Seguía con lo que eran sus mejores ropas, prácticamente desnudo. Los soldados lo miraban por el rabillo del ojo, no podían mostrar libremente su deseo por él, no si era propiedad de su señor. Su orgullo temblaba.
—Déjalo padre, por favor. Creo que ha pasado muchas cosas.
—Si te molesta que le pregunté, ¿cómo vas a reaccionar cuando mande a castrarlo? — Peter deseo golpear a su padre, quiso parar y discutirle a gritos. No lo hizo, seguía siendo un príncipe, aunque no fuera el favorito, aunque no fuera un hombre a los ojos de su progenitor.
— No deseo a un eunuco, Padre.
— Le quedan pocos años, si hubiera sido castrado antes sería aún más hermoso. Si no se le hace, le quedan 4 años a lo mucho —. Peter decidió quedarse callado, su mayor error con su padre había sido hablar de más, ahora lo veía. En un pasado no dudaba que tenía el favor de su padre, ahora ya estaba perdido. Tenía que ser inteligente y actuar cuando estuvieran a solas —. Entonces, responde, Anthony.
— Sí, mi señor —. El Rey ni volteo —. La razón que tuvo mi antiguo amo fue la misma por lo que algunos tampoco han sido convertidos a eunucos. Diversidad en la oferta, además que no hay mujeres cerca, no había peligro. Aunque, yo, mi señor nunca he ocupado otra posición que no sea la debida a mi clase.
— Ja, ningún hombre respetable aceptaría esas prácticas, que pocos hombres —. Por el resto del camino el silencio reino.
Llegaron a su destino.
— Bruce, llévatelo. Ya sabes que hacer —. El nombrado asintió a su Rey y se retiró con el concubino.
Tony no sabía que en unas horas se arrepentiría de no haber muerto.
Había pasado dos meses desde que él había traído al concubino de su hijo, aunque este aún no estaba listo para servirle al príncipe. Se sentía satisfecho de que Peter había estado mostrando mejoría, cada día se comportaba más como un hombre, como un príncipe. Sonrió, sus métodos podrían haber sido fuertes pero efectivos.
— Padre, tengo una duda —. Se encontraban solo ellos dos. Su hijo mayor entrenaba (para partir en unas cuantas lunas a pelear) y ya estaba mejor preparado para gobernar; al menor, le faltaba mucho más.
— Habla.
— ¿Sera posible encontrarme con mi concubino? — El Rey soltó una carcajada.
— Ya te gusto, muchacho —. Peter se mordió la lengua. Todos los días era así con su padre. Mejor morderse que decir una insensatez. — Está siendo preparado.
— No dudo que, usted gran Rey, sepa más que yo. Sin embargo, la preparación no dura tanto tiempo.
— Tienes razón hijo —. Se levantó de su silla y miró por la ventana. Aunque veía mejoría conocía a su hijo. Iba a serle las cosas fáciles. — Hace una semana fue convertido en un eunuco. No sería correcto tener a un hombre, Peter. No está en condiciones de complacerte—. La cara de este se pasmo de conmoción. Su última petición a su padre había sido que no hiciera eso, ¿cómo había podido amar a un hombre así?
— Esta bien, Padre —. Se levantó —. Con permiso.
Cuando el Rey estuvo solo, suspiro.
— Si supieras que todo lo que hago es por tu bien.
— Gracias Bruce.
Cuando su padre le dijo esa noticia sudo helado. No podía perder tiempo, tenía que ir a buscar a Tony. Acudió a Bruce, este lo llevo hasta donde él descansaba.
— No es nada, mi príncipe.
—Por favor, no le digas a mi padre —. Quizá él ya lo sabía, no importaba porque ¿a quién le importaba ese viejo? A el no.
— Así será, mi príncipe—. Y se despidió con una reverencia.
Entro. La recamara no era más que un camastro, amplio, un poco mejor que los esclavos de servicios, pero nada más. Cuando entro, Tony no estaba solo, estaba siendo curado por Natasha. Ella se inclinó ante él.
— No hay problema, continua.
— Sí, mi príncipe.
— ¿Cómo está? — No podía preguntarle a Tony, este descansaba.
— Ha sido un corte muy limpio. Va mejorando muy bien, aunque no creo que pudiera hacer nada por el momento, mi príncipe. — Tranquila, Natasha. No quiero hacer nada con él. Vine a verlo cuando supe lo que le habían hecho.
— Usted es muy misericordioso —. Natasha pensaba que este eunuco iba a ser para el Rey, sonrió satisfecha. Le esperaba cosas buenas si realmente no era de él, sino de Peter. — El chico ha sido favorecido por Orión* al seguir aquí, muchos mueren en el camino.
— Entonces espero que lo cuides muy bien —. Peter le sonrió.
— Lo haré —. Ella le respondió con una sonrisa propia.
— Enséñame también.
— ¡Mi príncipe! — Exclamó ella, un noble no hacía tales cosas.
— No te escandalices, como príncipe yo quiero ayudar a mi pueblo, el —. Dijo mirando a Tony. — También lo es.
El corazón de Natasha se sintió cálido y le pidió a los dioses por tener algún día a un Rey como Peter.
A Tony se le había enseñado qué hacer cuando se le llamaba, como encender el libido, ya no como lo hacía, ser un experto. Se le enseñó a preparar la recamara, como esconder sus ropas. Cómo perfumarse, como no ser vulgar. Podía con ello.
Pero cuando lo llevaron a un cuarto diferente, lo acostaron, lo ataron y lo desnudaron, lloro. Su alma gritó. Todo el dolor que había experimentado en su vida lo sentido en un solo momento, segundo a segundo seguía escalando. Se quedó sin voz, sin garganta, sin nada. Rogaba para que lo mataran, les imploro a los dioses y este le dieron la espalda. No falleció, siguió viviendo. Cada vez que recuperaba la conciencia lloraba. Ya no quería existir, quería reencontrar a su padre, a su madre, a sus hermanas. Quería ser feliz.
Un día se levantó con alguien a la par, no entendía. ¿Lo querían cuando se encontraba así? Ira lo embargo, la ira le ganó a su dolor cuando vio que era Peter, era igual que su padre.
— ¡Me abandonaste! — Golpes caían en el pecho de Peter — No debí confiar en ti, ¡me dejaste solo! — Más y más golpes acompañaron los alaridos de Tony, le valía que fuera un príncipe. Quería morir. Quería morir. Quería paz. Quería no sentir nada. Luego lloro, lloro en el regazo de quien lo traicionó.
No le importo. Ya no tenía a nadie, ni a sus amigos en el burdel, ni a Steve, ni a nadie. Sólo dolor, dolor, agonía. Ellos controlaban su vida.
— Mátame, ¡Mátame! —. Grito Tony entre sollozos, ya no valía nada su vida. El no valía nada.
Ya solo era un cascarón roto.
A su vez, Peter, se rompió un poco más ese día.
Peter siguió yendo cada día a cuidar a Tony. No hablaron al principio. Tony fue el que no volvió a dirigirle la palabra. No conocía a ese principito, lo habían mutilado por su culpa, lo único bueno que había hecho había sido no tomarlo. Y estarlo cuidando, por supuesto. A Peter no le importó, seguía visitándolo día tras día.
Habían pasado tres semanas de la misma rutina. Peter no había tenido un buen día, una buena semana, visto por primera vez a Tony por motivos egoístas. Llegó más temprano. Tony solo lo miro un rato y apartó la mirada, la posó en el reloj e hizo una mueca extrañado. Siempre llegaba a las cuatro y media, ni una vez se había retrasado o llegado antes. Cuando Peter llegó eran las dos de la tarde.
— Lamento haber llegado tan temprano, espero no importunar —. Le dijo Peter mientras descubría la herida, ya casi estaba cicatrizada.
— Um —. Así Tony expresó su consentimiento. Hasta esa fecha no había dicho más que monosílabos, a veces, como esa ocasión, ni siquiera palabras.
Lo curo, tal como hacía todos los días. «Un príncipe nunca se rebajaría a ello» pensó Tony. Era lo que se repetía el todos los días. Con el tiempo iba curándose, no solo su cuerpo, sino también su espíritu. Era un proceso lento, pero sabía que lo hacía, esperaba que Peter fuera el siguiente Rey; esperaba que Peter no cambiará; veía, con cada curación, mejor a Peter. Aunque le costaba olvidar que había sentido, porque eso quería hacer, olvidar. Lástima que él no hacía más que pensar y querer morir. Lo sabía. También quería hacer morir su mente, ni aguantaba a ella como única compañera. Quizá por ello cuando vio a Peter empezar leer, cosa que nunca había hecho antes, siempre se iba al terminar de curarlo; le dijo la primera oración desde la última vez.
— ¿De qué se trata el libro? — No dijo más, no lo trato con respeto, no hablo con honoríficos.
Aun así Peter sonrió, y empezó a hablar, y siguió hablando. Tony también sonrió, ya no tenia de única compañía a su mente.
Tony había sido informado que el Rey le había ordenado empezar con sus responsabilidades. El río una vez el eunuco del Rey se había ido. Si solo supiera ese tonto Rey que Peter lo había cuidado cada día, que lo trataba a él no como a un simple eunuco sino como su igual. Por él ya estaba totalmente recuperado. En la noche iría a los aposentos de Peter. Tony no tenía miedo, conocía a Peter, logro perdonarlo, solo esperaba que su confianza no fuera en vano.
Había varios sirvientes alrededor de Peter. Él esperó en su lugar. Ya no vestía una túnica agua marina, vulgar según sus maestros. Lo habían vestido con una túnica blanca, aunque no sabía si era eso porque nunca había ocupado algo semejante; con bordes dorados y botones de piedras preciosas. Nunca había vestido algo tan fino.
Peter dispensó a todos y lo llamó. Empezó a desudarse.
— ¿Qué haces Tony? Ven siéntate —. Palmeo el lado vacío de la cama. Tony no le obedeció. Fue hasta las estanterías y hojeo los libros, cuánto le gustaría leer.
— Sé que me estimas, pero pensé que si me ibas a querer en tu lecho, no es como si no me hayas visto antes —. Soltó como si fuera algo sin importancia. La verdad llevaba siete años pensando que no le gustaba lo que hacía, pero sin eso, ¿qué era él?
— Nunca me acostaría con alguien que solo lo hace para servirme. Si me acuesto con alguien es porque ambos queremos —. Miro a Tony desde la cama, no le haría más daño —. Además eres mi amigo, ven. Escoge, si quiere, un libro para que te lea.
— Mejor cuéntame de ti —. Se tiró al lado de Peter, cuánto pagaría por ver la cara de Rey ahora —. ¿Lo de tener sexo con alguien solo era hipotético o ya lo has tenido? — Carcajadas salieron de los labios de Peter.
— No soy virgen como mi padre lo cree, tengo un amante. Es un hombre, para la desgracia de él.
— ¿Enserio? ¿Y quién es? — Pregunto interesado Tony.
— Es un soldado, un poco mayor que yo —. Bucky tenía 27 años, todo un hombre.
— ¿Mayor? ¿Aun así deja que lo...? — Tony deja la pregunta en el aire.
— Que curioso eres, Tony —. El nombrado tuvo la decencia de sonrojarse —. En el país de origen de mi madre se llama versatilidad. Ambos reciben y dan.
— ¿No es mal visto cumplir el rol femenino?
— Oh, tienen una mentalidad muy diferente —. Peter no quiso agregar más.
Estaba muy alejado de su reino, y era la antítesis de este. Por su madre, por sus enseñanzas, por sus visitas a aquel utópico reino quería cambiar las cosas. Es difícil saber si algo está mal si no se conoce nada más, pero él lo hacía y haría algo para cambiar la situación.
— Me gustaría ir alguna vez.
— Espero llevarte —. La cabeza de Peter se iluminó —. Por cierto, no tienes por qué guardarme fidelidad. Estoy seguro que en la corte, he de pedirte que me cuentes primero quien para poder guiarte, puedes encontrar un buen amante.
— ¿Un amante? — Pensó que con Steve había perdido esa posibilidad. Pensó que por su mutilación había perdido esa oportunidad.
— Si. Aunque he de recordarte que esperes hasta que mi padre parta a sus campañas, será dentro de pocos meses. Cuando se vaya será la mejor oportunidad. Será dentro de tres meses. Tienes que ser paciente.
El mismo Peter tenía que ser paciente. La campaña también era su oportunidad. « Perdóname padre, pero quiero hacer una diferencia y tú no me ayudaras». Tomaría el control y él sería el nuevo Rey.
Tony debía admitir que si le gustaba la compañía de Peter, debía admitir que su vida era mejor. Nunca había tenido a alguien con quien hablar, no desde hace unos años. Había tenido Steve, pero solo había sido su compañero de lecho, y algunas veces de lágrimas. No podían hacer nada más, no era correcto que hicieran algo más.
No deja de tener heridas, no deja de pensar que ya no es hombre. Pero dejando de ser hombre había encontrado mucho más su camino de paz que años atrás. No le debía a nadie nada, tenía un amigo y había empezado a aprender a escribir y leer. ¿Acaso su vida es tan mala? Ya no solo es un saco de follar, ¿acaso no está mejor que muchos esclavos? Un sabor agridulce impregnó su boca, sin importar su nueva felicidad nunca dejaría de ser eso, nunca volvería a ser lo que fue. Nunca tendría a sus padres consigo otra vez.
Tony meneo la cabeza, muchas veces era mejor solo callar, aun en sus pensamientos. Entró, por fin, a la habitación de Peter. Parecía aquello una pequeña casa. Al entrar no daba a la recamara, sino a una habitación con descansaderos, una mesa con detalles de oro y muchos libros. Al lado derecho, estaba su habitación. Tony se extrañó que no hubieran más sirvientes, él no había tocado porque ya no era necesario. La puerta de la recamara se encontraba medio abierta, pensó en entrar y preguntarle a Peter lo extraño de la situación. Una voz desconocida lo paro.
—Peter...
— No, Bucky. Yo pedí explícitamente que no fueras con mi padre, ¡eres de mi guardia! Él no puede hacer nada de eso.
— Es el Rey.
— ¡Yo voy a ser el Rey! — Peter explotó. Tony se sentía sucio de andar oyendo lo que no le interesa, igual no se apartó. Peter había caminado al otro lado de la estancia, dándole la espalda lo que parecía un soldado. Los ojos de Tony brillaron en entendimiento.
— Lo sé, y serás mil veces mejor de lo que él es —. El otro sujeto, Bucky por lo que había oído, se acercó al príncipe y reposo en él.
— No quiero que vayas, tú sabes lo que planeo —. Con lo siguiente la voz de Peter se quebró —. No quiero perderte.
— Ten un poco de fe en mí —. Ambos de miraron a la cara, Tony creía que Peter ya se había echado a llorar —. Soy bueno.
— Lo sé, sé que lo eres. Pero por algo mi padre te pidió. Ese maldito, ¿cómo lo pude amar? ¿Y si no regresas? ¿Qué haré yo sin ti?
— Seguir siendo tú, y convertirte en Rey.
— Te quiero a mi lado.
— Créeme Peter cuando te digo que yo sería el más feliz de ver a todos esos de la corte con la boca abierta cuando me convierta en tu consorte.
— Entonces no vayas, huye, ve al reino de mi madre. ¡Pero no vayas con el! — Empezó a golpear puños el pecho del contrario.
— No puedo hacer eso, pero regresare. Siempre luchare por ti.
— No te creo, no te creo —. Tony cree haber escuchado eso, ya que Peter sonaba inaudible, aun así el tal Bucky también lo entendió, y limpio sus lágrimas.
— Déjame mostrarte que es así, déjame amarte por última vez hasta mi regreso.
— Bucky...
Ambos se besaron, Tony apartó la mirada y cerró bien la puerta antes de marcharse. Cuando llegó a su habitación un sirviente lo esperaba pidiéndole que no fuera con el príncipe hoy.
«Muy tarde» pensó. «Esos dos no solo compartían el lecho, sino también sus corazones. ¿Qué se sentiría tener algo así?»
Había pasado un mes desde que su padre se había marchado a las campañas. Un mes es lo que Bucky había durado. « ¡Maldito bastardo, me lo prometiste, lo hiciste!» quería gritarle y pegarle con sus puños en el pecho.
Había estado feliz todo el día porque sus preparativos iban en aumento, quizá fuera posible derrocar a su padre antes de lo previsto. Eso pasaba cuando llegó la noticia. Solo le informaron porque en vida había sido mano derecha. El mensajero le dio un papel roto en donde únicamente decía que el capitán Barnes había muerto en una batalla contra los macedonios. Patrañas. Estaba seguro que su padre lo había hecho.
En su mar de lágrimas sonrió triste, al que más necesitaba era él, para que con sus besos hiciera que se olvidara del mundo, de los problemas. Pero su consuelo es el que había muerto, su amor es el que había muerto, él era la razón de sus lágrimas.
Oyó la puerta abrirse. Una furia lo avasallo por dentro, una fuera aún más grande que su tristeza. Odiaba a quien sea que hubiera entrado, odiaba a su padre, odiaba a Bucky por haber ido, se odiaba a sí mismo por haber permitido que todo pasara.
— ¡Dije que no quiero a nadie! ¡Salid!
— Oh, yo solo, umm... perdón —. La voz de Tony sonaba sorprendida —. Los guardias me dijeron que era un mal momento, pero no me dijeron que no podía entrar. Yo me voy, de verdad mis disculpas—. Tony recobro la compostura, si algo había pasado en esos meses es que poco a poco Peter había entrado en sus barreras; así que sin importar que no siguiera el hilo de sus palabras, su voz sonó cálida.
—Solo eres tú —. Dijo Peter, su furia bajó unos grados, solo era Tony —. Los guardias no te dijeron nada porque tú tienes pase libre.
— ¿Debería sentirme halagado? — Se sentó a la par de Peter. Y puso una palma en su espalda, empezó a frotar. El momento se sintió raro, nunca había tenido que consolar a alguien, nunca en su vida había querido hacerlo.
— Quizá —. Respondió Peter sorbiéndose los mocos.
— ¿Quieres contarme?
—Quizá —. Volvió a responder, no quería hablar de Bucky, pero sentía que todo lo ahogaba — ¿Sabes? Yo me estoy preparando para derrocar a mi padre. Pronto seré Rey.
—No sé si sea prudente decirlo a un esclavo, más a uno que puede entrar a su antojo a tu habitación, y que cuenta con tu favor.
— ¿Acaso me matarías? Pero no sería un plan muy inteligente, si me matas y no soy Rey no ganarías nada.
— Por eso esperaría hasta que te hagas Rey, te mataría y yo sería el gobernante —. Peter al fin sonrió un poco. Era más bien una mueca macabra, pero con toda la intención de ser una sonrisa.
— Te matarían ya que no contarías con el favor de los demás, los soldados no te seguirían.
— Uy, con este carisma y cuerpazo me los compro a todos. O mejor me compraría al Rey y lo haría pensar que gobierna el reino pero realmente sería yo el que moviera los hilos. Un eunuco más trabajando desde las sombras, no sería la primera vez en la historia —. Una carcajada limpia salió de los labios de Peter.
— Buen plan Tony, aunque me gusta más en el que me matas —. Peter se recostó en su cama —. Me gustaría que me mataras ya —. Sus palabras apenas fueron un susurro.
Tony se acostó también y ambos se quedaron mirando al techo. Aunque conforme el diálogo de Tony avanzaba, Peter no fue capaz de quitar su mirada del contrario.
— Déjame contarte una historia. Había una vez un príncipe, no muy rico, no de un reino acaudalado y grande, pero si un príncipe que desbordaba amor por los ojos. En un día gris, un reino más grande atacaron sus tierras y a sus súbditos. El príncipe solo tenía diez años, en la plaza central habían matado a sus padres, él lo vio todo. Vio rojo, su ciudad se volvió roja. Al Rey conquistador le pareció divertido no matar al niño, pero si convertirlo en lo más degradante que se le ocurrió. Un esclavo sexual, así pues, fue como fue vendido y llegó a un burdel, su "hogar" por casi 7 años. Lloró y siguió viendo rojo cuando el primer hombre llegó a su lecho, sus ojos ya no desbordaban amor sino odio y deseos de muerte; sus ganas de desaparecer no lo abandonaron por el resto de sus días ahí. Sin embargo algo inexplicable lo mantuvo vivo, se convertido en el mejor chico de compañía, sobrevivió. Otro día gris, tuvo que chuparle la polla al Rey quien le había quitado todo. Fue convertido en concubino de su hijo y pensó que podía con eso. No veía en su amo rastros de su padre. Y cuando pensó que su suerte cambiaba, la vida lo siguió castigando, dejó de ser hombre. Fue despojado de todo cuanto poseía: su virilidad, los últimos rastros de su honor, la pequeña esperanza que brotaba en su interior. Pensó que su amo era igual que el Rey, que al final si lo había reducido a nada. Lo odio, lo odio desde lo más profundo de su ser. Sin embargo, algo que nunca antes había visto, el que alguna vez fue príncipe, pasó. Le mostraron piedad, cuidado, cariño, amistad. Su amo, siendo este príncipe, lo cuido, luego le enseñó a leer y con los meses se afianzó una amistad. El príncipe convertido en esclavo siempre había vivido en las tinieblas, ahora sonríe más seguido. Y sabe que no va a ver mejor Rey que él tiene al lado. Y por fin, reconoce que si puede ser feliz. Peter, tú también lo puedes hacer. Te conté mi historia, estoy aquí si quieres contar la tuya.
Peter se echó a llorar, se escondió en el regazo de su amigo y tomó valentía para hablar. En aquella estancia lloro por la vida trágica de Tony, lloro por todos los crímenes cometidos por su padre, lloró por Bucky. Tony lo acompañó. Ambos lloraron por sus tormentos y por los del contrario. Y por último, ambos lloraron por un pequeña felicidad, ambos tenían un hombro en el cual llorar.
— Tú puedes Peter.
Dos años habían pasado. Dos años donde Tony había pasado de ser un simple eunuco a ser la mano derecha de Peter, y más importante pasó a convertirse en una persona o al fin verse como tal. Dos años donde Peter se había ganado al castillo, el favor de su madre (con la condición de no matara su hermano, y por consiguiente el favor de del reino de su madre; el reino más mágico que él alguna vez haya conocido).
Dos años en donde al fin se iba a convertir en Rey. Su padre y su ejército venían débiles por la guerra, victoriosos pero con muchos menos hombres. Su padre esperaba un regreso donde todos los habitantes le tiraran flores. En cambio un pelotón de guerra lo esperaba a las afueras de la muralla. Fue paciente, y no se desgasto por cazar a su padre, este vino a él.
— Gracias Tony.
— Bueno debería irme a dentro...
— Espera un segundo, voy a pelear y ¿eso va a ser todo lo que me digas? No se tu pero yo te esperaba con más corazón.
— No tengo miedo, ¿Por qué habría de tenerlo? Yo te diseñe el plan de batalla y te ayude a mejorar todas tus armas. Que te puedo decir, soy un genio. Imagínate todo lo que hubiera logrado si hubiera empezado antes mis estudios. Ya hasta estaría volando —. Ambos compartieron una sonrisa de complicidad —. Además, ya te he dicho, si te mueres yo tengo un plan b.
— Estoy deseoso de oírlo.
— Resumiendo detalles consiste en: lanzarle a tu padre y a su ejército unas bombas, uy si, cree esas cosas. Ya vez, genio. Bueno, lanzaría mi invención y subiría yo al trono. Ya todos me quieren, que puedo decir soy irresistible. Hasta quizás gobierne mejor que tú.
— Creo que en lo último tienes razón, por eso me gustaría gobernar a tu lado —. Peter lo acercó a él y beso su frente —. Por ello, no sé qué son esas "bombas" pero no las tires, porque no moriré.
Y se alejó de la muralla galopando a reunirse con su ejército.
— ¡Maldito! Solo a él se le ocurre declararse cuando va a librar una batalla, que romántico me salió este patán... — Y así siguió Tony mascullando por abajo mientras ingresaba de nuevo al reino.
Mientras Peter sentía la brisa acariciando su cabello, la adrenalina surcando su cuerpo. En esos dos años había perdonado a su padre, pero solo fue para poder seguir adelante. Con el perdón se fue el odio pero nunca más se pudo convertir en amor, aunque nunca olvidaría todo lo bueno que fue. Siempre le quedarían los buenos recuerdos.
Llegó a su posición al frente del pelotón y espero. La espera no fue larga ya que al horizonte ya se podía ver a su padre. Venía con la mitad de soldados que los que partió, y en sus corazones no deseaban pelear.
Su padre paró a unos metros de él, su mirada era inescrutable. Con uno de los artilugios de Tony amplificar su voz.
— Queridos compañeros sé que están cansados y deben de estar sorprendidos de nuestra presencia —. Explicó mientras señalaba a su ejército —. Mientras no estuvo mi padre pude darme cuenta con la crueldad con la que gobernara, estoy seguro que ustedes tienen constancia de eso. Yo quiero vivir en un mundo de paz, en un Reino nuevo. Un Reino como el de mi madre, estoy seguro que habrán oído de él. Mi padre no va a ser el que redima sus pecados. Sus esposas e hijos están dentro de la muralla, están a salvo, y sin importar si hoy deciden pelear contra mí o aceptar mi liderazgo, seguirán estando seguros.
Un murmullo invadió las tropas del Rey, ya no querían pelear. Esta había sido su campaña más larga. Muchos, empezaron a caminar hacia el príncipe. Sinceramente, muchos de ellos estaban hartos de un Rey que no le importaba perder la vida de sus soldados para siempre ganar. Otros solo querían descansar y volver a casa; otros sencillamente querían seguir viviendo. Sin embargo seguía habiendo gente leal hasta la muerte, aun para el Rey.
— ¡Traidores! — Grito este.
Richard se sentía como en un estado de estupor. No podía creer que lo enfrentará. No podía creer que su hijo haya decidido hacer eso, enfrentarlo a él. No sabía qué había hecho mal. Había seguido las enseñanzas de su padre, había peleado, había conquistado tierras como su padre le había enseñado; había aprendido todo lo que sabía de un hombre cruel, no conocía nada más, él mismo no sabía reconocer que lo había criado alguien así, y que se había convertido en alguien peor. Pese a ello él solo quería lo mejor para sus hijos, «él no era un mal hombre» se repetía, aunque todos lo odiaran. Aunque, al parecer, su hijo más pequeño lo odiara. Todos los días pensaba que estaba siendo correcto. Quería llorar, pero no podía hacerlo, ni podía dejar que los soldados que estaban con él vieran su debilidad.
Por otro lado, su hijo mayor sentía que la cólera lo inundaba, ¿cómo su hermano podía hacer eso? Y de todas formas si derrocaba al Rey, tendría que matarlo a él, porque él era el mayor y tendría que ser el siguiente en la línea, era su derecho de sangre. No podría ser cierto, no quería creer, que Peter decidiera hacer todo eso, cuando fueron las campañas, cuando se quería extender la grandeza del reino, ¿estaba acaso loco? ¿O acaso él había sido el ciego y no había reparo en la destrucción que traía su padre? El grito del Rey interrumpió sus cavilaciones.
— Mis soldados tan cansados, los que son fieles. Gracias. Gracias por seguir a su Rey y haber peleado por mí, pero hoy yo pelearé por ustedes —. Un rugido de sus soldados se escuchó. Ahora volviéndose a su hijo exclamó—. ¡No seas cobarde, Peter! Ven aquí y enfréntame si tienes los huevos para hacer esto. Podemos hacer un combate uno a uno, que sea hasta la muerte.
Peter tragó saliva. Pensaba que no lo quería, pero a la vista de la irremediable batalla entendió que realmente si lo quería; aunque haya hecho cosas tan malas, sencillamente sentía que su padre era un hombre sin camino. Él recuerda cuando estaban chiquitos cómo los trataba, como dejó que Peter siguiera pensando sus cosas hasta que no le pareció razonable. Le dolía ver a su padre así, le dolía que solo podría cumplir su sueño enfrentándose en batalla. Pensó que estaba listo, pero tal vez no. Volteo su vista a la muralla y encima de esta había una figura, sabía que era Tony. No le podía fallar a él, ni a todos; y hasta su madre había dejado que hiciera eso. Peter le había contado ella, como su padre había tomado esclavos aun teniéndola de esposa. Ella le había respondido con un simple: «no es la primera vez». También le dijo que sabía que aunque ese hombre que era su esposo, y su esposo pensara que estaba haciendo las cosas correctas, él hacía todo lo contrario.
— Con todo gusto —. Respondió Peter.
Ambos se encontraron. El Rey, tal vez en sus años de juventud hubiera vencido a Peter, pero ahora ya era un viejo. Así que Peter tenía ventaja en su duelo a muerte. Peter pensó y trató de imaginar con quien estaba peleando no era su padre. Si hubiera sido hace dos años, hubiera peleado con rabia. Ahora ya había perdonado y le desgarraba de corazón tener que hacer eso. Pero no era sólo porque quería ser el rey. Realmente nunca lo quiso ser, sino porque quería traer otra era de prosperidad.
La pelea fue intensa y el ganador fue Peter. Sin embargo, no quería matar a su padre. Ya estaba desarmado y herido. No quería matar a su padre, no quería matar a su padre. Por ello hablo.
—Te perdono la vida. Tendrás que pasar arrestado en tu casa. Te daré una nueva, porque aunque has sido un mal rey, un mal al esposo, un mal padre. Yo te sigo amando.
Al fin, el rey dejó mostrar su tristeza y llorando lágrimas de sangre dijo sus últimas palabras.
—Yo hice lo mejor para convertirte en hombre, y en lo que creí correcto. Yo hice lo mejor que pude, pero mataba gente, mataba Reyes y Príncipes —. Y elevando su voz término —. ¡Porque un una guerra es así! ¡Una guerra es así! — Y con la espada que tenía a la par se atravesó el corazón.
El hijo mayor corrió al lado de su padre, profiriendo un grito de dolor. Peter no podía ver eso. De repente el hermano mayor arremetió contra él. Peter lo esquivo.
— No tenemos que pelear. No tenemos por qué hacerlo —. Peter se apresuró a clarificar.
— ¿Oh, enserio? — Preguntó el contrario con ironía—. Yo debería gobernar, es derecho por ser el mayor. Mira lo que has hecho, has hecho que se muera tu Rey. ¿Por qué he de tener piedad contigo?
Por mientras los dos ejércitos no se habían movido.
—No tiene por qué ser así —. Le replicó Peter.
— ¿Qué te pasa? — En sus palabras se notó más dolor del que quería mostrar —. Esto no es lo que se nos ha enseñado hermano.
—Perdóname hermano pero hoy no me rebajare ante ti. Le gane a mi padres y por consiguiente gané el trono. Yo voy a ser el nuevo Rey. Pero podemos compartirlo, codo a codo, que todo nuestro gran reino sea nuestro. Sé que es tu derecho y lamentable nunca había pensé en ti cuando estuve haciendo todas estas cosas, pero eres demasiado como nuestro padre. Pero al mismo tiempo no lo eres. Déjame mostrarte que puede haber algo más de lo que él te ha enseñado. Nos amamos—. Peter notó que su hermano dirigió una mirada al cuerpo de su padre —. A mí también me duele verlo tirado. Yo también quiero llorar, quiero sacar las lágrimas así como tú también lo quieres. Pero seamos conscientes y no peleemos, no se habrá derramados más sangre que la de él. Él ha derramado demasiado como para seguir.
El hermano no contestó de inmediato.
— Me voy. Espera — Dejo de mirar a Peter y le habló a su pueblo porque él también sería Rey —.No me voy yo solo, si alguien me quiere seguir, puede hacerlo. Voy a tomar el lado norte del reino y seré su Rey si me dejan, uno benevolente, uno que no creen que puedo ser —. Volviéndose a Peter continuo —.Quería hablar con madre, pero no te quiero ver ahorita, no sé qué te pasa, pero lucharé por mi trono.
—Si de verdad quieres ser rey, te dejare serlo. Pero no seas como nuestro padre.
—No es cierto, no puede ser cierto que lo veas a él en mí —. Dijo —. No quiero ser una marioneta tuya. Lo que deseo es matarte, así que debo irme, debo ir, si no me voy te mataría o tú lo harías. Veremos después. Y esta no es solo tu tierra, como heredero me pertenece, pero mi eres mi hermano menor. Dejaré que cumplas tus delirios de grandeza, pero la mitad del reino es mía. Lo veremos después —. Partió con su caballo, siguió a la colina donde le gritó a su ejército —. Sé que tienen mujeres e hijos aquí y familia y siguen siendo fieles al Rey. Pueden traer a sus esposas. Estoy seguro que mi hermano los dejará pasar. No le hagan daño, no pelen por nada ni con nadie. Si siguen conmigo búsquenme en castillo "Foncé" —. Y el hermano desapareció.
Peter no sabía cómo sentirse, volvió a su reino con la victoria, aunque esta le sabía amarga. Los solados de su hermano descansaron y partieron con sus familias. Por el otro lado sabía que tenía que tener cuidado con aquellos que sé que daban con él, ya que quien no es fiel con su primero Señor, nunca sí nunca lo será con nadie
Luego, efectivamente ambos hermanos se repartieron reino. Peter seguía teniendo sus dudas. Su madre fue su apoyo todo el tiempo. Fue ella quien le recordó que había tenido unos hijos y no solo lo había criado a él. Ella sabía que él pensaba que era el único que podría guiar. Ella le dijo que los conocía a ambos, y por supuesto conocía muy bien a su hijo mayor, confiaba en las habilidades que tenía y que habían crecido mucho con los años. Pero no era perfecto, así como el mismo Peter tampoco lo era. Le dijo que su hermano mayor tenía una nobleza increíble, tan increíble, que aun viendo la tiranía de su padre no pude derrocarle ni hacer nada contra él. Tenía un corazón tan noble que no peleo con su hermano menor y dejó que le arrebatara su derecho de sangre.
— Él hará un gran trabajo como Rey —. Siempre le aseguraba —. Además, recuerda él es tan noble como para no derrocarte. Tú te has ganado al pueblo. Pero si él decidiese actuar indulgentemente podría reclamar su derecho como primogénito y sería él coronado rey. No serías tú, por eso te va a dejar que tomes la mitad.
Ya la guerra había pasado, realmente ni se podría calificar como guerra. Tony había esperado ocupar sus bombas. Estaba súper listo para mostrar al mundo su genialidad, pero no pasó. De todas formas, lo agradecía. Sabía que Peter no hubiera querido luchar con todo su ejército, aunque el mismo si tuvo que hacerlo.
A su vez, estaba emocionado y miraba atrás y se preguntaba: ¿cómo había acabado ahí? ¿Cómo de ser un esclavo se había casado con el Rey? ¿Cómo él también se había convertido en Rey, en un noble otra vez? Sonrió, miró al cielo y se dispuso a hablar con su padre.
—Padre, he vuelto a ganar nuestro reino, es muchísimo más grande. Mis descendientes no lo gobernarán porque no tendré, pero es el nuestro una vez más. Y... — Vaciló un poco pero tenía que hacerlo —. Te dejo oír, te dejo que descanses en paz, gracias por todo, y ni aun en la muerte abandonarme. Madre, a ti también te sigue extrañando. Pero al igual que mi padre te dejó ir. Espero que vivan en paz. —Les susurro, con pequeñas gotas saliendo de sus ojos y una sonrisa enmarcando su cara.
Miro al mar, estaba en una terraza, y no se encontraban en su castillo «aún es raro llamarlo mío» pensó. En el reino de la madre de Peter, le llamaban esa noche tan especial después de la boda y a los días que proseguirían: luna de miel. Si, ya se habían casado, no lo podía creer. No podía creer que se había enamorado. Ni que pasara de odiar a Peter, a amarlo. Ni que lo conociera tan bien; ni que le diera la oportunidad de hacer estas cosas. Pese a ello, en el fondo, aún tenía miedo. Pues si sabía qué hacer, no era ningún púbero ni virgen. Tenía miedo porque no era un hombre. Tenía miedo porque quería disfrutar y no sabía si lo haría. Tenía miedo porque no sabría si iba a ser un buen rey. Tenía miedo porque al fin había dejado que su corazón sanase y amase. Tenía miedo si no era muy apresurado amar tan fuerte a alguien en tan pocos años.
Peter entró y la luna hacía que sus cabellos resplandecían bajo su luz. Era un hombre muy guapo. Y con un corazón aún más grande que su belleza.
— ¿Está listo mi amor? —Le pregunto Peter.
La verdad desde Peter le había confesado que lo quería, ahí en la batalla, no se habían vuelto a besar, aunque sólo había sido un beso en la frente. Era raro. Hubiera esperado que cuando hubieran ganado, habrían de consumar su amor. No lo hicieron. Durmieron en la misma cama pero nada más. Y ahora ya había pasado casi seis meses desde eso. Primero había tenido que ser la coronación. Luego un poco de tiempo de adaptación. Y al fin se pudieron casar. Peter, con el tiempo, antes que su esposo, se había convertido en su mejor amigo y confidente. Ahora, aunque tuviera miedo de esas pequeñas cosas, se sentía en paz. Sentía que había dejado muy atrás aquel niño de diecisiete años. Aquel niño que se tiró de su cama a llorar porque quería morir. Lo sentía tan atrás. Sentía que era otra persona.
—Peter —. Le llamó —. ¿No te importa haberte casado con alguien que no es hombre?
Peter se acercó a él en el barandal, miró la luna y luego lo miró a él.
—La virilidad no te hace hombre, lo eres y punto, no importa si tienes o no algo entre las piernas, mi amado. Tú sabes quién eres, no importa que lo que te hayan hecho —. Tony le agradeció con la mirada sus palabras y posó su cabeza en el hombro de su esposo. Pasaron los minutos y sola la brisa hacía que se movieran sus cabellos.
—Y Peter—. Empezó Tony para cambiar el ánimo — He pasado casi dos años de celibato y creo que es lo máximo que he pasado sin tener sexo — Se río y Peter movió la cabeza, igual si sonrió un poco — Al menos hoy lo haré con alguien que quiero, pero quiero sentir Peter. Quiero sentir. Pocas veces alguien importó lo que yo sentía, yo sé que tú lo haces. Pero ya no sé si voy a sentir algo.
— Mi amor —. Se le rompía el corazón de que este se sintiera así.
Tony, conforme los años pasaron, ni tantos, pero sí en pasado más de uno; se volvió más confianzudo, supo que su belleza era algo con lo que podía ganar muchas cosas, igual que con su inteligencia. Pero aun así, nadie es perfecto. Nadie tiene la confianza inquebrantable, Peter quería decirle, quería gritarle que lo haría sentir extasiado, pero con pesar debía admitir que no sabía si era capaz de aquello.
—No sé si Tony. Si no te gusta algo, no daremos. No estoy contigo solo por lo carnal. Estoy contigo porque te quiero. ¿Pero sabes qué? Lo averiguaremos. Te tomaré, serás mío y yo también seré tuyo. Quiero hacerlo Tony
—Yo también.
Entonces no se fueron de balcón, decidieron hacer a la luna su único testigo.
Iniciaron su beso. Era el primero que se daban, y lo hacían como más que amantes, lo hacían como esposos, aunque labios apenas se tocaron. Peter saboreo en los de Tony, sin ni siquiera Peter haber probado tal, la ambrosía.
— Sabes a Licor —. Dijo Tony lamiendo sus propios labios. Peter río.
— Así es, los dos nos hemos dado un festín hoy. Yo no entiendo como los tuyos pueden saber tan... —. Dejo la palabra en el aire en busca de una indicada —. Divinal.
—No sólo eso es lo único en mí que sabe así —.Peter ardió en fuego por primera vez no era ira, era otro sentimiento.
Volvió a besarlo, más animoso, una pelea de lenguas. Luego, siguió abajo, a su cuello, a sus clavículas. Tony gemía, se deshacía. Y a este, las atenciones de su cónyuge le recordaba un poco a Steve, él había sido el único por mucho tiempo que había logrado hacerlo sentir algo, pero por supuesto, eso que sentía, con quien estaba, era completamente distinto. Peter siguió recorriendo su mundo y se detuvo en su pecho, le quitó la túnica y siguió saboreando, buscando los lugares sensibles de Tony. Los encontró. Tony empezó a sentir cosas. ¡Si podía sentir! ¡Si podía vivir el placer! Bajo el toque de las cálidas de su amado recorriendo todo su ser Tony echó la cabeza para atrás y Peter le agradeció a los dioses y juró que nunca había visto algo tan lascivo en su vida. No paro, quería verlo hecho a nada más que sollozo y suaves gemidos; siguió buscando puntos de éxtasis. Lo recurrió y se prometió que iba a aprenderse ese cuerpo como si fuera el mapa de su reino. Tony seguía en un estado de delirio, sumido en el placer. La verdad es que no quería hacer nada, quería que Peter hiciera todo. Nunca, nunca nadie le había dado tanto placer. Él siempre había sido el que se movía y que buscaba complacer al otro.
Peter bajó aún más y llegó al corte. Ahí estaba el pene de Tony, sin el escroto. Se veía la herida, Peter la beso. Tony se estremeció. Peter, en su tiempo había sido el único que lo curó, Tony nunca había quería ver esa parte. No quería saber lo que le habían quitado, pero con aquel beso se sentía flotando. Amaba a Peter. Entonces notó algo asombroso. Tenía una erección. Y empezó a reír y a gritar de júbilo; rompió totalmente el ambiente, pero no le importó.
— ¡Tengo una erección, Peter!
—Si mi amor sí, mi amor — Respondió.
Este lo volvió a besar, en sus párpados, en sus orejas, y luego saboreo su falo. Lo último le gustó demasiado a Tony. Sentía la electricidad recorrer su cuerpo, Peter lo volvía loco.
— ¿Te gusta? Pareces un gatito ronroneando — Dijo Peter mientras paraba y miraba a su esposo.
—No pares —. Protesto Tony.
Entonces volvió a su trabajo. Y empezó a mover sus belfos por el tronco, por su glande, haciendo círculos con su lengua. Siempre sin dejar de mirar a Tony. Peter no sabía que le daba tanto deseo, tanto placer en verlo contorsionándose bajo su mano, haciéndose nada, haciéndose nada más que gemidos. Sentía una cúspide de deleite, el mismo se iba a venir solo tocándolo a él, engullen a su hombre. No podía esperar.
Una vida con él iba a ser una vida de felicidad. Tony llego al orgasmo. Se vino, pero no hubo nada. Pero sintió el placer y gritó en júbilo el nombre del responsable de ello.
— ¡Peter!
—Si mi amor, ¡si mi amor! —. Le respondió.
Peter, como espero, si se vino y manchó su túnica. Ambos, estaban ahí, en el sillón, en el balcón de una sala, donde se abrazaron laxos, mirando las estrellas.
—Gracias a Peter, pero creo que tú eres el afortunado de tenerme mí, a tan sexy genio —. Peter río y escondió su cabeza los cabellos negros de su amado.
— ¿Quieres otra ronda? —Peter esperaba ansioso la respuesta.
— Por favor. Te quiero dentro. Y luego, yo quiero ser quien descubra tu interior.
Peter no necesitaba oír más, se dispuso a levantarse. No podía creerlo, la cosa más erótica que había visto en su vida había sido Tony. El tenerlo era un gozo inmensurable. Ingresaron a la habitación. Esta tenía una gran cama al medio. Olía maravilloso, con diferentes aceites y flores a su alrededor.
Hoy Tony tomó la acción, lo tiró a la cama. Empezó a besarlo y al fin lo desnudo. Ahí estaba, lo miro por un momento. No entendía a las personas que no admiraban lo que tenían enfrente. Esa es la belleza, la anticipación de saber que vas a tener, de saber con quién vas a disfrutar, es lo que te da el máximo placer. Volvió a los besos mientras sostenía la cintura de Peter. Empezó a tocar todo su cuerpo, así como el otro había hecho con él. Fue a sus pezones. Se sorprendió que esos pequeños botones encendían aún más a Peter de lo que le encendían a él. Sonrió gatuno. Tenían muchos días para aprender muchas cosas de ellos y esa información le iba a servir más adelante. Tenía tantas cosas que probar juntos.
—Peter, mírame—. Él lo hizo y fue partícipe de la espléndida vista de un Tony lubricándose. No perdía un segundo de lo que estaba pasando.
Él no quería ni cerrar los ojos, ¿cómo podría ser capaz de tal atrocidad? Se sentía como un puberto que nunca había tenido sexo, sí, sentía que se iba a correr. Pero no importaba. Sabía que no lo era y sabía que Tony no le importaría. Cuando estuvo listo, Tony habló.
—Peter—. Este siguió tirado, expectante del audaz hombre que tenía enfrente.
Pues bien, Tony se le subió encima y ambos empezaron a consumar su matrimonio. La Luna, todavía brillando en el firmamento; entraba por la habitación y miraba a los amantes llenos de éxtasis, gimiendo, besándose, dejándose marcas, uno encima de otro, disfrutando. Disfrutando de estar juntos ofertando, disfrutando de su amor apasionado.
Tony moviendo las caderas, siempre buscaba que diera donde le gustaba. Siguió montando a su Rey, con los arañazos, besos y gemidos que eso conllevaba. Hasta que se bajó, se quitó. Peter gimió en protesta Tony solo sonrió y agarró ambos miembros. Quería deshacerse, aunque al lado de Peter se derretía tal cual mantequilla.
¡Qué buena noche de boda! ¡Qué buena noche para los dos amantes! Y siguieron amándose esa noche una y otra vez. Y así por todo el resto de sus vidas.
Peter fue Rey, como se instó a ser, junto con Tony. La mitad de la soberanía fue para su hermano. Este reino se volvió próspero y ayudó a esparcir esa prosperidad, bondad a los demás reinos que decidieron unírsele. Se volvió un reino mágico como el de su madre.
Pasaron años hasta que los dos hermanos volvieron a estar unidos. Lo bueno fue que pudieron morir sabiendo que ya no estaban enemistados.
El reino se volvió a unir hasta que los hijos del hermano mayor fueron grandes y uno tomo el trono. Peter, aún con vida, vio como sus sobrinos volvieron a unificar su reino, siendo este mucho más de lo que pudo desear.
Miro a Tony, ahora canoso pero igualmente hermoso y se sintió satisfecho y feliz. Había cumplido su sueño. Tony también se sentía así, logro ser feliz, volvió a ser Rey. Ambos juntaron sus frentes y agradecieron a los dioses por toda la dicha que les habían regalo.
— Te amo, mi Rey.
— Yo también te amo, mi Rey.
Fin
Notas
*Orión: lo he tomado como el dios de la vida, aunque realmente no lo es en ninguna cultura, según lo que he investigado. En el libro "Rojo y Oro" Orión lo es, y quería hacerle un tributo.
Indumentaria: Yo les dije que al inicio de este relato era basado, más o menos, en la época cuando Aristóteles estaba vivo (384 a. C- 322 a. C), pero realmente la indumentaria no esa bien investigada ni representa completamente a esa época. Solo se habla de ello cuando Tony y Peter se encuentran por primera vez en el burdel. Me leí "El Muchacho persa" y me di cuenta de varios errores. De igual manera, creo que investigue de más atrás y antes, a menos que tuvieras tus buenos talentos (dinero de la época, habían más monedad pero los talentos era los más pesados, por así decirlo), la indumentaria sencilla era mayormente blanca (en Grecia, ya que antiguamente no solo existían ellos ya que estaban los persas, macedonios, etc.)
Época y sucesos: la mayoría de las cosas que pasaron aquí no hubieran pasado en esa época. Es malo que solo tome de marco de referencia "El Muchacho persa", que es una novela histórica narrado por un eunuco, Bagoas, quien fue uno de los amantes de Alejandro Magno. De todas formas, quien la escribió era una historiadora y estaba muy documentada. Leyendo eso me di cuenta, de que el pensamiento antiguo es demasiado diferente al actual, parecería obvio pero no lo fue para mí. Lo lazos entre las personas, sus conductas sexuales, que estaba bien y que no; todo eso difiere mucho al contexto actual, y aun la idea que tenemos de esas civilizaciones. Yo me robe pensamientos de la actualidad para hacer mi fantasía, haciendo un reino utópico, el reino de la madre de nuestro príncipe. Luego, con las bombas y otra mención de los inventos de Tony, solo quería mostrar su faceta de genio, porque este no deja de ser un fanfic y trate de, aunque pasan sucesos que evitan que sean completamente como el canon, sigan manteniendo su personalidad.
A su vez estoy plenamente consciente que este no es arco argumentativo más increíble de la historia, y es más bien simplón. Me quise fijar más en los personajes y seguir haciendo una historia corta. Cuando empecé a escribir solo tenía la idea de que quería que Tony fuera prostituto y ya. Ni siquiera iba ser ambientado en otra época, iba a ser en el mundo contemporáneo y un rico Peter lo iba a comprar. Casi haciendo al revés sus roles, al final la historia se contó sola. De todas formas, aunque no sea lo mejor escrito, si estoy orgullosa. En casi un mes escribí esto, hubo un periodo de tiempo donde escribía sin falta todos los días hasta que me agote. Pero no me rendí. Tengo un fanfic de Harry Potter publicado que me tarde un año, ¡un año!, en terminar y tiene menos palabras que esto. Ciento que es el primer paso que tengo para hacer historias mejor construidas y variar mi estilo de escritura.
Espero que les haya gustado. Por cierto, si, hice smut como les prometí, es lo que menos he escrito en mi vida pero no quería irme sin traerles eso. Porque si, ese fin también representa el fin de esta antología de mini relatos/oneshots starker. También, cuando termine mis demás proyectos abiertos, mi fin en wattpad. Igual, no me quiero adelantar y en unos días traeré mi despedida y les explicare más tendidamente mi decisión.
Gracias por hacerme mis días, mis tardes, mis noches con sus comentarios, y por leerme. ¡Los quiero muchísimo!
P.D.
Logre publicado en el último día del pride, so, ¡feliz pride! Me siento inocente por haber pensado que esto lo podía haber subido el día de mi cumple. Hoy si, besazos♥
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