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Capítulo tres

Es el primer descanso del día, Jung Kook se encuentra sentado en el césped del patio trasero de la academia, comiendo un emparedado de carne. Su cola se menea conforme sus pensamientos aún reviven lo que sucedió ayer en la noche; frustrado y abochornado de que su primer celo haya sido con aquel nerd.

¡Pero no solo eso! Sino que hay algo que lo enoja en mayor magnitud, y es que fue mucho mejor de cuando él se masturba por sí solo. Porque no solo Yoon Gi tocó su pene, sino que jugó con su trasero, metiendo sus dedos en lo más profundo de él y provocando que gimiera de forma muy aguda. ¡Se supone que Jung Kook es el que debe de provocar aquellos gemidos a una chica, no Yoon Gi a él!

Simplemente es algo tan vergonzoso, que solo lo quiere olvidar. Lo bueno de todo, es que esta situación lo animó -por fin- de conseguir alguna cita con alguna chica.

—Jung Kookie, almorcemos juntos.

De la nada llega su amigo Ji Min, un chico de un año mayor a él -que conoció gracias al equipo de deportes-. Jung Kook logra tragar el bocado en su boca y saluda al chico castaño, quien toma asiento a un lado de él.

—Oye, estabas mintiendo sobre esa cosa ayer, cierto —Jung Kook frunce el ceño y voltea a ver a Ji Min, sin comprender a lo que se refiere—. Ya sabes, no quisiste ir a la junta de grupo para irte con alguna chica.

Oh... Sobre el pequeño accidente que tuvo. ¿Alguien se lo habrá dicho?

Jung Kook enseguida lo capta, escuchando las pequeñas risillas de su hyung. Pero prefiere hacerse el tonto y contestar:

—Nah, hyung, solo estaba cansado y regresé a los dormitorios. Además de que nadie me busca.

—Oh, no digas eso, siempre hay alguien detrás de ti, Kookie.

Jung Kook ríe nerviosamente y da otra mordida a su emparedado, esperando no seguir con aquel juego donde todo mundo cree que es un macho, cazador de mujeres.

La pantera sigue comiendo, mientras que Ji Min deja de tomar de su botella de agua para ver como la cola de Jung Kook se menea de un lado a otro. Y es tanta su curiosidad que la toma entre sus manos, frotándola un poco.

—¿Es esta cola por la que todas las chicas van detrás?

Jung Kook enseguida intenta darle manotazos a Ji Min para que lo soltara, pero el sigue frotando la cola entre sus manos.

—¡Basta, hyung! Me haces cosquillas.

Pero -en realidad- es que le recuerda lo que sucedió anoche, necesitando de manera urgente remplazar esos recuerdos de pesadilla.

—Jung Kook, ¿Puedo hablar contigo? —de la nada llega Sana, sonrojada y con las orejas hacia abajo, como si estuviera avergonzada.

Jung Kook se sorprende ante la llegada de la demi-beast, siendo algo tan oportuno, que no sabe si es suerte o una mala jugada del destino. Pero al final acepta, levantándose de su lugar y siguiendo a la chica, quien camina hacia el edificio.

Jung Kook voltea sobre su hombro y nota como Ji Min le sonríe y le levanta los dos pulgares en señal de apoyo. La pantera asiente y sigue en silencia a Sana, entran al edificio y suben las escaleras. Está ansioso, creándose en su mente un escenario donde la chica se disculpa; total, no sería la primera vez que una chica lo busca cuando están en celo buscando algo.

Cuando llegan a la azotea, Sana se detiene en medio del lugar -el cual es rodeado por rejas- y se pone frente a Jung Kook

—Lo siento, por cómo estaba actuando ayer —murmura, aun no pudiendo ver a los ojos a Jung Kook.

—Está bien. Tus medicamentos desaparecieron, ¿qué podías hacer?

—No... Es mi culpa, dejé de tomar mi medicina a propósito —suelta unas pequeñas lágrimas, pero Jung Kook solo puede pensar que parece una buena persona—. Pensé que me rechazaría si solo te invitaba a salir.

—Hey... —bien, quizás esta podría ser una buena oportunidad—. ¿Quién dijo algo sobre rechazarte?

Jung Kook está tan cerca de Sana, que la demi-beast de zorro puede fácilmente oler su perfume; aunque no fue precisamente ese acercamiento lo que hizo que se sonrojara.

—Creí haberte dicho que eras alguien especial —continua la pantera, con una actitud brillante y coqueta.

—¡Jung Kook! —chilla con emoción Sana, abrazando con efusividad a la pantera y moviendo su cola de un lado a otro.

Bien, ahora Jung Kook ya puede tener a alguien con quien pasar su celo -sin que sospechen que un nerd folló su trasero con sus dedos- y Sana lo tendría de novio. ¡Todos ganan!


Llega cojeando a la enfermería, creyendo que se excedió un poco jugando allá fuera. ¡Pero deben de entenderlo! ¡Por fin disfrutará su etapa de adolescente con una vida sexualmente activa!

Toma la perilla de la puerta e intenta girarla, forcejea un poco, pero simplemente no cede. Se pregunta si no hay nadie dentro, pero simplemente no le toma importancia y decide irse a su habitación, ahí tiene un botiquín de primeros auxilios -con eso será suficiente para curarse la herida de la rodilla-.

Pero antes de dar más de tres pasos, la puerta de la enfermería se abre y de ahí sale Yoon Gi.

—¿Necesitas algo? —Jung Kook se voltea sobre sí mismo y ve sorprendido al león.

—Yoon Gi, ¿qué haces aquí? —no puede evitar preguntar, acortando la distancia entre ellos.

—Nada, solo necesitaba recostarme —contesta simple el mayor, abrochando el primer botón de su camisa.

Jung Kook ya no responde, solo recuerda que alguna vez escuchó que los albinos tienen cuerpos débiles, lo cual hace que se pregunte si Yoon Gi se cansa cuando el sol está muy fuerte. En cambio, Yoon Gi ve a Jung Kook y rápido se da cuenta de la herida en su rodilla, la cual aún sangra.

—¿Cómo te lastimaste? —su mirada escarlata sube hasta el rostro del menor.

—Oh —enseguida sale de sus pensamientos, tambaleándose un poco—. Me caí durante la práctica de futbol... La enfermera no está aquí, ¿cierto?

—No, no está.

—Está bien, lo resolveré por mi cuenta —Yoon Gi lo sigue viendo fijamente, provocando que Jung Kook se sienta nerviosos. ¡Pero solo un poco!—. Hasta luego.

Quiere huir rápido de ahí y de aquella mirada roja, pero antes de tan siquiera poder dar media vuelta, la voz de Yoon Gi lo llama de nuevo.

—Ven acá.

Y sin previo aviso, el mayor lo toma de la muñeca y lo adentra a la enfermería; Jung Kook se aturde por tan sorpresivo movimiento, solo sintiendo cuando el león lo deja sentando en una camilla. Pronto, Yoon Gi junta las cosas necesarias para limpiar y vendar la herida de la pantera, tomándose su tiempo y delicadeza para hacerlo.

Jung Kook lo mira sorprendido, con su cola agitándose atrás de él y viendo atentamente como lo cura.

—¿Estás seguro de que podemos agarrar eso?

—Hablaré con la enfermera —da los últimos giros a la venda y termina por colocar un seguro—. Estará bien.

—Wow, eres como un doctor real —Jung Kook queda aún más sorprendido por lo bien que le quedó la venda en su rodilla—. Gracias.

—Eso es por lo que estoy estudiando.

Jung Kook puede ver como Yoon Gi curva un poco sus labios, casi como una muy pequeña sonrisa. Recordando enseguida lo mucho que estudia en el dormitorio.

—Realmente estás trabajando duro, ¿huh?

Yoon Gi se sorprende y desvía la mirada, levantándose de la silla para acomodar las cosas que utilizó.

—¿Qué? ¿Piensas que hay algo raro con que un albino se convierta en doctor?

—De ninguna manera, estoy seguro de que puedes llevarlo a cabo.

Yoon Gi detiene por un momento sus movimientos y mira rápidamente sobre su hombro para ver a la pantera, quien tiene una linda sonrisa en sus labios. Vuelve su mirada al frente y siente como un fuerte latido lo desorienta un poco. Trata de tranquilizarse y traga un poco de saliva; termina de acomodar el alcohol en su lugar para luego girarse hacia el menor.

—¿Te duele algo?

—No. La verdad no.

Yoon Gi vuelve a tomar asiento en la silla frente a Jung Kook.

—Bien, no parece haber moretones —toma la pierna de Jung Kook, para elevarla y revisarla mejor—. Vamos a comprobar la articulación.

Frota con su zurda por abajo de la rodilla y mueve con su otra mano la pierna. Jung Kook suelta un fuerte gemido que hace que se sonroje y se sacuda por completo. La pantera se sorprende por su misma reacción, tapando enseguida su boca con un mano.

—¿Qué pasa? Estás gimiendo como si te gustara —se burla Yoon Gi, soltando una risita.

Jung Kook tiembla y su rostro explota por completo en un tono rojo, recordando como es realmente Yoon Gi; un tipo que se burla de él en cada oportunidad que tiene para avergonzarlo.

—¡No lo estaba! —chilla con vergüenza Jung Kook, saltando de la cama para irse lo más rápido posible de ahí.

Yoon Gi suspira y escucha la puerta cerrarse en manera precipitada; aunque, lo que se pregunta, es: ¿por qué su corazón late de nuevo de aquella forma?

—¿Ya se fue? —aquella voz femenina lo asusta y lo saca de sus pensamientos.

—Sí. Está libre ahora.

Enseguida de levanta y pone seguro a la puerta. Regresa al otro lado de la enfermería, donde hay una cortina, la cual abre y encuentra a la enfermera acostada en la camilla.

—Ahora, señorita Park, ¿dónde estábamos?


Había transcurrido dos semanas. Hoy, Jung Kook y Sana están teniendo su tercera cita en el barrio de Hongdae, visitando algunas tiendas comerciales... Aunque Jung Kook pareciera que está buscando otra cosa.

—¿Podemos entrar a esa tienda? —Sana señala una tienda de peluches al frente.

—Sí, claro.

Ambos caminan hasta la tienda, pero solo es Sana la que se adentra por completo. Jung Kook se mantiene cerca de las ventanas viendo desinteresadamente los peluches, aunque -en realidad- su intención es seguir viendo aquellos letreros de moteles que hay cerca de la zona.

Ya que simplemente no lo puede evitar, porque pareciera que es el momento indicado y el destino conspira para que así sea. Y para qué mentir; realmente le emociona la idea de perder su virginidad ese día, porque ese es EL DÍA. Y se lo restregaría en la cara a Yoon Gi con mucho orgullo, no como aquella noche cuando volvió al dormitorio para presumirle que ya tenía novia, pero simplemente ese idiota respondió escabulléndose incluso más de lo habitual.

—Oye, Jung Kook.... ¡Jung Kook! —enseguida voltea hacia Sana, un poco avergonzado por no prestarle atención.

—Lo siento, ¿Qué sucede, Sana?

—Tenías una mirada extraña en tu rostro... ¿Estás enojado porque yo quería venir aquí? —pregunta con preocupación la chica.

—No, para nada. Solo estaba pensando en algo más —Esa estuvo cerca...

—Está bien... Si tú lo dices.

—Entonces, ¿Ahora qué? ¿Quieres seguir viendo los peluches? —le regala una pequeña sonrisa, intentando reparar el ambiente.

—En realidad... —se acerca a Jung Kook y lo toma del brazo, apretándolo un poco—. Estoy un poco cansada.

Jung Kook sonríe a sus adentros; en definitiva, ese sí es su día.

—Entonces... ¿Por qué no buscamos un lugar para descansar?

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