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Capítulo 2

Matrimonio y enlace.

La época en la que Steve nació, creció y a la que tuvo que renunciar le enseñó que lo correcto e ideal era ser un alfa. Un alfa que se enamorara de una mujer omega, que se casara con ella, que tuviera hijos sanos y que sirviera fielmente a su país hasta su muerte. Ese era el camino marcado para tener una vida decente y moral. La vida que su padre Joseph tenía hasta que él nació. Joseph Rogers servía fielmente al ejército de su país, estaba casado con una mujer omega muy audaz como Sarah Rogers y esperaba la llegada de un hijo alfa y sano. Pero, lo último no sucedió. Steve nació siendo un beta enfermo y pequeño, decepcionando al oficial Rogers quien se negó en reconocerlo hasta después de su muerte en combate. Mas, no su madre Sarah. Tal vez, por remordimiento de haber atendido a enfermos en plena batalla, Sarah se quedó con Steve, aprendió a amarlo, a cuidarle y protegerle. Ella dejó sus prejuicios por amor a su hijo. Lo que Steve agradecía cada día. Pues, no solo evitó que Joseph le abandonara en el bosque cuando apenas era un bebé, sino que le ayudó a soportar una crianza bajo el odio y vergüenza de un padre como Joseph Rogers. También, a detestar a los abusadores que, bajo el manto de alfa, de oficial o de enemigo se aprovechaban de inocentes, inocentes como su madre.

Es por eso que, aun cuando no contaba con la fuerza y agilidad de un alfa, Steve no se escapó de ninguna pelea, no se rendió a pesar de tener una derrota asegurada, de tener a un rival el doble de grande que él. Siempre estuvo dispuesto a defender a los inocentes y hasta ir por la guerra por ellos. Y así fue. Rogers no pudo conformarse con ser un obrero porque nunca le pareció justo que existiera hombres entregando la vida en combate, mientras que él se dedicaba a algo tan banal como recoger metal para las fábricas. No sobrevivió para hacer esto. Su padre fue un oficial y su madre, una enfermera de combate. Ambos dieron sus vidas a su país y él tenía que hacer lo mismo. Por lo que, luchó. Luchó para ser admitido en el ejército, para que el oficial Chester Phillips le aceptara, para contar con el apoyo de una omega tan valiente como Peggy Carter y para que el doctor Abraham Erskine le confiara el trabajo de su vida: el suero del supersoldado. Pero, sobre todo luchó para continuar siendo un buen hombre, ese en el que el doctor Abraham confió. Aún después, de perder a Bucky, al amigo que nunca le abandonó, juzgó y desconfió. Luchó para no perderse con su nueva casta de alfa que el suero le concedió, para no volver al ser el títere que el Estado usó para recaudar fondos y para que el terror de Hydra regresara.

Steve entregó su vida cuando se hundió en el hielo.

No esperaba ser despertado a una época que no entendía, a una época que contaba con un gran número de omegas hombres y betas existiendo, a una época que derrumbaba cada regla que le inculcaron con una nueva libertad. Y aún más, vivir en una época en donde Peggy, la mujer que amó, había hecho su vida y que sus amigos del Comando Aullador se hallaban muertos. Él ya no tenía nada en esta época. Nada que no fuese ser el Capitán América que el mundo recordaba y daba por fallecido. Eso le quedaba, mas no le bastaba para acabar con esa desolación que le impedía adaptarse a esta época. Hasta que Los Vengadores se formaron. Fue recién ahí en donde pudo retomar una parte de sí, en donde pudo volver a sentirse nuevamente un soldado y a creer que quizás existía una razón de su sobrevivencia. Ellos, Los Vengadores, le ayudaron a adaptarse a esta época, a tener de regreso la ilusión de contar con un equipo y encontrar en ellos la percepción de ser un buen hombre. Claro, hasta que sus sentimientos por Tony Stark, un omega hombre y muy peculiar, le traicionaron.

El recuerdo de Tony hizo que Steve bajara la cabeza y besara el anillo que aún portaba en la mano. Sin saber que Natasha se encontraba detrás de él. Con un carraspeo, la espía se acercó a Rogers. —Vine a informarte que Maximoff está por partir.

— ¿Ya acordó con Visión sobre dónde se encontrarán?

—Se irán a Escocia por unos meses. —Natasha miró de reojo a Steve. El rubio se encontraba pálido, más delgado de lo que parecía, con el rostro marcado por el cansancio y la falta de sueño, y con una mancha roja en el cuello. Era Tony. Tony estaba enfermando y Steve lo sentía. —Estoy segura que Visión le informó a Tony. —Trató de meter en la conversación al genio.

Con pesadez, Steve suspiró. —Él no irá por Wanda, Natasha.

—Lo sé, pero quizás se encuentre con ellos. Así que, tal vez si le pedimos ayuda a Maximoff, podemos lograr que te veas con Tony.

—Gracias por el interés. Pero, no es necesario que intervengas o que el resto del equipo lo haga.

Natasha frunció el ceño. — ¡Claro que es necesario, Steve! Porque ninguno de ustedes piensa ceder y el equipo no puede seguir separado. Ustedes no pueden seguir separados. Se están haciendo daño y...

—Te respeto, Natasha. —Steve la interrumpió y se giró dispuesto a salir del salón de reuniones. —Por favor, te pido que respetes mi matrimonio.

Sin decir más, Steve salió.

Entendía que Natasha se sintiera angustiada y preocupada por ellos. El modo tan abrupto de la separación del equipo y de su matrimonio era inquietante. Pero, no para justificar que se armara un encuentro entre Tony y él. Tony no le perdonaría haber permitido esa trampa, imponer sus sentimientos sobre los suyos y forzarlo a verlo, a sentirlo cerca y a escucharlo. Tony no le perdonaría ser tan egoísta. Steve sabía bien que Stark terminaría odiándole, que le haría saber que él volvió a traicionarlo, que finalmente las promesas que se dieron ya no existían para ambos. O, al menos para él. Por el enlace que aún los unía, Rogers podía sentir ese dolor que había provocado en su omega, podía sentir su decepción sobre él y lo mucho que le necesitaba. Pero que, si lo tenía cerca, solo iba a lastimarlo más. Era una cruel tortura que los ataba, que los condenaba. Ambos se necesitaban. Tony le necesitaba, pero su presencia le destrozaría más que ayudarlo, resultando incoherente ser la medicina y el veneno para la misma persona que amaba. Steve se hallaba nuevamente perdido, desesperado y atado a una desolación que le hacía desear no dañar más a Tony y detestarse por herir a la persona que más amaba, arruinando así la historia que compartían.

Rogers no quería eso.

No después de haber luchado contra tantos obstáculos para reconocer ese amor que los unió. Empezando, por sus prejuicios. Esos que ahora le hacían sentir culpable por tardar la historia con Tony, con su Tony. Fue un tonto, un verdadero tonto. Dejó que sus prejuicios le alejaran de Tony por meses, que le hicieran odiarlo y que se sintiera tan avergonzado por sentir un amor tan real. Sí, resultó una estupidez que él fuera a una iglesia a pedir perdón por amar a un omega hombre. Pero, esos sentimientos que lo derrumbaban eran nuevos para él, la época en la que se encontraba también lo era y no sabía cómo reaccionar. Si él creció viviendo en que lo ideal era enamorarse de una mujer omega. Y actuó como un idiota hasta que entendió que el rechazarse a amar a Tony por ser un omega hombre era igual de absurdo que la renuencia de su padre Joseph en reconocerlo como hijo. Fue ahí en donde Steve le pidió perdón por primera vez a Tony, en donde ambos se acercaron más, en donde Rogers pudo comprender más a su castaño y en donde descubrió que, a pesar de sus distintas personalidades, compartían tanto en común que los terminó uniendo y amándose. Le costó aceptar y aprender amar a Tony que ante la posibilidad de tener que olvidarlo, alejarse por completo de su vida y resignarse a perderlo le enloquecía de dolor. Porque tal vez ya no había esperanza para su historia, para un nuevo comienzo.

Ese era el futuro más certero: un futuro sin Tony.

Olvidó la más importante de sus promesas y esa era confiar en el otro por más descabellado que sonase la razón de su actuar, permitiendo que la palabra de Wilson se interpusiera a la de Tony. Dejó que sus instintos le traicionaran a él. Sí, se nubló por completo. Tener la oportunidad de salvar a su mejor amigo del daño que Hydra le causó le cegó. Y aún más, sabiendo que existían soldados iguales que Bucky dispuestos a destruir gobiernos, ciudades. Esa amenaza o ese juego cruel de Zemo no le dio tiempo a hablar con Tony, a decirse lo que realmente pasaba. Menos, con el general Ross queriendo detener a Bucky y al resto del equipo por rehusarse a firmar acuerdos. Acuerdos que solo le concedían poder a gobiernos que podían estar corrompidos. Todo fue un desastre. Lo reconocía. También, que muchos cometieron errores. Pero, los que no podía perdonarse hasta ahora era haberle ocultado a Tony la verdad sobre la muerte de sus padres y haberse enfrentado contra él. Esa mirada rota y aterrada que divisó en su Tony después de haberle enterrado el escudo en su pecho le quitaba toda esperanza de recuperarlo. Porque acabó con su confianza. Esa confianza que tardó en conseguirla, en extenderla y en valorarla. Se doblegó ante sus instintos de combate y luchó. Luchó creyendo que así salvaría a Bucky, pero sin saber que perdería a Tony. El miedo le dominó y sus traicioneros instintos le hicieron combatir como un soldado programado. Y no le quedaba más que pagar por esos errores. Aunque, preferiría pagarlos sin tener a Tony sufriendo por él, por su culpa.

Con lágrimas en el rostro, Steve se lamentaba haberse equivocado. Pero, sobre todo haber lastimado a la persona que amaba y a la que le había prometido que, si lo separaban de él, entonces lo separaban de sí mismo. Porque Tony era su todo que había perdido y el que quizás nunca recuperaría. Ese debía ser su castigo: amar, pero ya no volver a sentir la alegría de amar, sino su dolor. Sintiendo como las lágrimas aumentaban y nublaban su vista, Rogers se detuvo en uno de los pasillos del palacio de T'Challa, aguardó unos minutos y se dispuso a continuar rumbo al salón de entrenamiento hasta que sintió su celular vibrar. Al parecer, le estaba llamando. Por lo que, después de identificar el número, Steve se paralizó, su corazón latió emocionado y sus manos temblaron.

No podía ser real.
Era Tony quien llamaba.

[•] Aquí podemos ver a Steve culparse. En el otro capítulo, veremos a Tony hacer lo mismo antes de que ocurra el nombre del fic. ¿Ya saben? Este par puede ser muy difícil. 💕✨

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