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「¿Inutil?」

ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡·°¸❥↬La clase esperaba a que su sensei venga a buscarlos así llevarlos a entrenar al patio, como había programado. Gai y Momo hablaban y reían juntos cerca de la puerta hasta que, de repente y sin poder ignorarlo, algo comenzó a molestarle al pelinegro.

Mientras Momo hablaba con Genma y Ebisu, Gai no pudo evitar escuchar el cuchicheo malicioso y lleno de ofensas detrás suyo de tres niños.

— Momoko está aquí porque su padre es rico... No sabe hacer nada.— dijo una de las niñas del grupo que reía junto a los otros dos niños mientras miraban a Gai y Momo.

Gai los oía y miraba por sobre su hombro, lo había intentado ignorar al principio pero ellos solo seguían y seguían, indiscriminadamente.

Los puños del pelinegro estaban tensos al igual que su mandíbula, sin poder ocultar sus sentimientos.

— Los dos son bastante inútiles, ¿no?.— opinó el otro niño.

Apenas los conocían y en verdad eso no era cierto. Quizás Gai no podía usar el ninjutsu ni genjutsu pero aún le quedaba el taijutsu el cual día a día perfeccionaba, y Momo era muy buena para su edad ya que gracias a los tutores que su padre le contrataba y a entrenar con Gai, junto a su gran voluntad y talento natural, tenia un muy buen nivel en ninjutsu y taijutsu.

— Gai al menos sabe algo de taijutsu, Momoko está aquí por el dinero de su padre.— ahora la despreció el otro. Momo, aunque los ignoraba, podía oír perfectamente aquellos comentarios desafortunados y típicos.

Gai estaba a punto de salirse de sus casillas. Aquella niña era muy amable y amigable con todos y no se merecía ese maltrato tonto que solían darle, sin siquiera conocerla.

— ¿Para qué vienen? Jamás llegaran a ser buenos ninjas.— la niña volvió a reprochar. En ese instante la sangre del pelinegro hervía en su punto más extremo y una vena sobresaltaba en su cuello.

— Aunque ella es bonita...— dijo el otro y recibió un golpe por parte de su amiga.
Gai, ya sin aguantar sus impulsos y enfado, volteó y los enfrentó.

— ¡Dejen de hablar así sobre Momo-chan!.— les gritó, molesto y señalándolos mientras sus cejas se juntaban y fruncian. Los niños lo miraron confundidos y luego despreciándolo.

— ¿Qué? ¿Defiendes a tu novia la inutil?.— se burló uno haciendo muecas, mientras los otros reían. Gai iba a volver a contestar pero la mano de Momo tomando la suya se lo impidió.

— Gai-kun, vamos, hay que entrenar.— dijo con una gran sonrisa y sus mejillas rosas, como si no hubiera una discusión al frente. No parecía preocupada o herida, solo normal.

Él asintió, aún no muy convencido, y se fueron juntos mientras los otros seguían burlándose.

Ya en el patio todos los niños de la clase prestaban atención a su instructor que informaba acerca de la actividad siguiente. Entrenarian taijutsu y eso era algo que alegraba a cierta parejita de mejores amigos exaltados.

Iba a ser un enfrentamiento de alumno contra alumno y los niños deseaban que les toque luchar juntos ya que solían hacerlo seguido y sería mucho más divertido que luchar con alguien con el que deban contenerse.

Los nombres en la lista pasaban y así lo hacían las batallas, Momo y Gai estaban ansiosos analizando los movimientos de sus compañeros y esperando impacientemente por su enfrentamiento.

— Momoko y Gai.— su instructor dijo sus nombres y se podían ver toda clase de destellos salir de sus ojitos. Los dos se miraron el uno al otro, Momo daba saltitos mientras Gai sonreia orgulloso.

— ¡Si!.— dijeron a la vez y fueron al centro de la ronda. Cuando ellos se acomodaron y pusieron en posición se pudieron escuchar algunas risillas maliciosas de los mismos niños de antes. Gai volvió a sentirse molesto y con ganas de darles una lección pero al ver a Momo y visualizar la manera dulce y amable en la que le sonreía, todos los malos deseos se fueron.
Solo se concentró en ella.

— No te contengas Gai-kun.— pidió tiernamente, haciendo sonrojar levemente al niño.

— ¡Definitivamente no lo haré!.— aseguró, alzando uno de sus pulgares y viendo como los bellos ojos de su amiga se achinaban y volvía a asentir, confiando en su palabra.

— ¡Empiecen!.— exclamó el instructor dando la orden para que pudieran comenzar su entrenamiento y ni bien lo escucharon, sus cuerpos se movieron.

La batalla comenzó y tan pronto lo hizo, se visualizaron los golpes rápidos y ágiles.

Momo y Gai comenzaron su gran batalla de taijutsu donde solo ellos existían y el mundo exterior se esfumaba. Ellos ponían las reglas.

Un puño al estómago de Gai, una finta para Momo y golpes secos. Era un verdadero golpe y esquiva donde ninguno se rendiría hasta caer al suelo. No se detenían, las patadas, los saltos y los puños, parecía una coreografía ya ensayada a la perfección que solo ellos conocían y disfrutaban tal y como un baile.

Los niños a su alrededor estaban boquiabiertos, no podían creer lo que veían... Era como una verdadera batalla de ninjas la que presenciaban.

Todo era rápido y preciso, y en ningún momento las sonrisas de disfrute se borraron de los rostros de los niños.

La lucha terminó cuando Gai logró derribar a Momo y el sensei anunció el final. Gai le ofreció ayuda a Momo que aún seguía en el suelo.

— Eso fue genial, Gai-kun.— lo halago la rubia, sosteniendo la mano de su amigo y levantándose para luego limpiar un poco su ropa.

— Tú siempre mejoras Momo-chan.— él también la halagó, muy orgulloso y feliz de haber podido pelear con ella.

— Muy bien, los dos lo hicieron muy bien.— los alentó su sensei con un pequeño ademán.— Pueden regresar a sus lugares.— ordenó, recibiendo un asentimiento por parte de los niños que se fueron junto a sus amigos.

— ¡Eso fue estupendo!.— dijo una niña castaña de coletas junto a Obito, felicitando a los niños.

— Bien hecho.— le siguió Genma. Los amigos agradecieron felices.

Los niños que antes los molestaban y hablaban a sus espaldas ahora siquiera sabían qué decir. Se habían quedado pasmados con aquello que habían visto, no fue una batalla normal d niños y realmente sus piernas temblaban.
Jamás creyeron que aquellos dos pudieran siquiera saber hacer algo de ninjas pero la verdad era que estaban muy equivocados.

Entre felicitaciones y agradecimientos, Momo recordó las palabras del comienzo y se dirigió a los niños abusivos que estaban a su lado.

— Por cierto.— dijo amigablemente, mirándolos.— Luchemos alguna vez, quizás podríamos hacerles cambiar su opinión sobre nosotros.— sonrió y alzó su pulgar mientras los otros temblaban asustados.

Los ojos de Gai brillaron y su corazón se aceleró.

Perdón x todo

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