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「Chunnin」 (2)

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Momo apareció por el pasillo del hospital y luego de darle una pequeña sonrisa entristecida a su novio, sin pronunciar ninguna palabra, entró a la habitación frente a sus narices.

Al entrar, lo primero que encontró su vista fue al pequeño muchacho acurrucado en las sábanas de la camilla en la cual estaba recostado, Lee estaba inmovil mientras miraba el techo de la habitación como si estuviera sumido en sus pensamientos, sin captar qué ocurría a su alrededor ni notar quién había entrado.

— Hola Lee-kun.— Momo lo saludó, recibiendo repentinamente la mirada perdida de aquellos ojos sin brillo.— ¿Cómo te sientes?.— preguntó tratando de disimular su corazón roto por ver a su pequeño amigo que solia brillar con cada acto, tan decaído.

— Momo-chan...— murmuró el pelinegro, sin saber bien qué decir, bajando su mirada avergonzada y apretando las sábanas con sus manos, con cierta desesperación.— Yo...— Momo no quería oír aquello que tanto le costaba formular porque sabia que nada de lo que diría en ese estado, era cierto.

Se acercó a él mientras este aún seguía intentando decir algo.

— Lee.— la rubia de suave voz tomó la mano del pequeño y la acunó con delicadeza entre las suyas.— Diste lo mejor de ti, ¿verdad?.— se tomó unos segundos para volver a hablar y sonrió levemente con amabilidad.

— L-lo siento... y-yo perdí.— su voz quebradiza y sus ojos aguados atormentaban el corazón de la rubia que negaba.

— No deberías tener esa expresión cuando luchaste con todo tu corazón.— dijo, tratando de consolar al pequeño.— Una batalla no va a definir cuán fuerte eres y tu cuerpo sanará, definitivamente lo hará.— tenia ganas de llorar de solo ver a aquel niño que tanto queria, tan rendido ante el pesimismo.— Te lo dije antes y lo repetiré, este fue un examen de muchos y sé que no eres capaz de darte por vencido.

— ¡P-pero Momo-san!.— él quería negarlo, quería rendirse, quería llorar sin que nadie quisiera mimarlo como a un pequeño cachorro indefenso sin embargo, los cálidos brazos de la bella mujer frente a él, le impidieron seguir discutiendo.

— Estoy orgullosa de ti, Rock Lee, jamás retrocediste, tu cuerpo sufrió mucho daño y aún estabas de pie, con la frente en alto, ¿por qué me pides perdón?.— Momo limpió las lagrimas de aquellas orbes negras  — Estoy segura que Gai-kun debe estar orgulloso de ti y seguramente te lo ha dicho muchas veces, Lee.

Momo salió de la habitación luego de que Lee lograra dormirse en sus brazos. Estaba devastada y ni bien vio a su novio fuera de la habitación fue en busca de su contención.

— No llores Momo.— Gai la recibió con los brazos abiertos y trató de consolarla cuando sintió sus sollozos y el leve temblor de su cuerpo. Sabía que a ella le dolía ver a Lee así, de la misma forma a la que él le dolía.

— No es justo, no es justo ganar rompiendo el cuerpo de otro a pedazos ¿por qué hizo eso?.— repitió con desesperación.

Luego de los exámenes chunnin, Momo se desocupó lo más rápido que pudo y fue a ver a sus niños, sin embargo, se encontró con la noticia de que en la batalla de Rock Lee contra el muchacho de la arena, el subordinado de su novio terminó con heridas terriblemente graves y ni bien lo supo fue en busca de su pareja y el pequeño.

— Escuchame cariño, ¿si?.— Gai odiaba ver a Momo de esa manera pues creía que feliz y sonriente era muchísimo más hermosa y no habia nada mejor en el mundo que ver feliz a su amada.— No lo sé pero tampoco lo pienses tanto, Lee se recuperará y sabes que será así, no te preocupes.— Gai también estaba frustrado y aturdido por todo lo ocurrido, uno de sus alumnos estaba malherido y los otros dos tenían el autoestima en el suelo y también algunas heridas gracias a los exámenes.

— Sé que se recuperará...— Momo intentó reprimir su deseo de llorar y secó sus propias lágrimas, sin poder ver a su novio pues sabía que lloraría aún más. Podía percibir el aura del pelinegro y con extrema confianza asegurar cuan roto estaba su corazón. Lee había dado todo y más, les parecía tan injusto el resultado de los hechos...

Una de las grandes y varoniles manos de Gai sostuvo delicadamente la barbilla de Momo y la alzó, para poder encontrar aquellos ojitos preciosos y ahora cristalinos.

— Sonríe, eres aún más preciosa cuando sonríes.— trató de animarla y sonrió ampliamente, para sacarle una sonrisa a ella que pronto rió levemente.— Realmente quieres al equipo.— él beso con dulzura la frente de su novia que pronto asentía.

— Son unos niños llenos de pureza, amor y fuerza... No podría no quererlos.— dijo, convencida de sus palabras y honesta. Por falta de tiempo, Momo no podía tener un equipo por lo que amaba pasar tiempo con el equipo de su novio.

A lo lejos, la pareja vio a una castaña de rodetes dirigirse hasta ellos. TenTen se veía decaídasu mirada se enfocaba en el suelo.

Cuando por fin levantó, TenTen pudo ver a sus superiores frente a ella, lo cual le sorprendió y se apresuró a hacer una reverencia.

— Hola Momo-san, Gai-sensei.— los saludó cuando estuvo lo suficientemente cerca pero mantuvo su mirada baja pues sentía vergüenza de mirarlos a los ojos.

Gai y Momo se dieron cuenta de ello así que la rubia, sin tardar ni un segundo más, fue hasta ella y la envolvió en un abrazo, sorprendiendola.

— Hiciste un buen trabajo, TenTen.— susurró mientras daba palmaditas en su espalda y sin poder aguantarlo más, las lágrimas de aquellos ojos rojos e hinchados que llevaba la pequeña niña, volvieron a salir.

El equipo estaba decaído, pero con el tiempo volverían a levantarse tal y como los guerreros que eran.

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