✨ Secretos✨
Capitulo 11
✨ Secretos✨
Naruto se despertó sintiéndose, por primera vez en años, más relajado y descansado. Sus manos buscaron a tientas el cuerpo suave que había mantenido toda la noche cerca y sus ojos se abrieron al sólo sentir la ropa de cama.
Frunció el ceño al verla parada y atando su cabello largo, dándole la espalda de nuevo. Naruto aún estaba desnudos, la delicada tela sólo cubriéndolo desde la cintura hacia abajo, pero Hinata ya estaba completamente vestida. Él hizo un ruido desde su garganta cuando vió su trasero apretado en su traje negro y brilloso. El ruido pareció llamar la atención de Hinata, que lo miró sobre el hombro cuando terminó de atarse el cabello en una cola alta.
Él estuvo a punto de decirle que volviera a la cama, totalmente ajeno de dónde estaban. Pero su mirada fue tan fría que nada salió de su boca.
— Vístete rápido. Los demás están por llegar—, dijo con la voz fría y baja, para salir de la habitación como si él no la estuviera viendo asombrado.
Naruto la observó salir de la habitación y apretó la mandíbula, recordando dónde estaba y el por qué.
Mientras se vestía, no podía dejar de recordar cómo la mirada de Hinata había estado llena de calor cuando la había tenido bajos su cuerpo. Cómo ella misma había reaccionado a cada una de sus caricias. Él se pasó la mano por la cabeza, intentando conectar esa mujer apasionada que le había pedido más esa noche con la mujer fría que le había mirada cuando se despertó. Naruto sabía que tenía que tener cuidado, podía bloquearse con Hinata y sería muy peligroso.
Bloquearse para su raza era un vínculo irrompible, ambas partes sólo se excitarían con el otro, sólo desearían a su pareja. Naruto jamás había tenido miedo de eso, sólo una hembra Shart le había provocado algo cercano, pero ella se había negado y él lo había aceptado. Intentó decirle al agujero que sentía en el estómago desde que Hinata lo observó de esa forma, que ella no era su bloqueo.
Se lo demostraría a él mismo, también.
Naruto volvió a apretar los dientes cuando, de camino a la mina, la hembra menor naky se volvió a quejar. Él observó el perfil de Hinata, ella no mostró absolutamente nada y Naruto ocultó su mueca. Desde que se había levantando, ella se encontraba con esa expresión en blanco que le ponía los pelos de punta. Él no podía recoger nada con su nariz, ya que respiraba por la boca para no tomar el olor pestilente de la mina de los ghinconianos. Su expresión se suavizó cuando llegó a ver la larga fila de machos y hembras levemente peludos.
Está vez los guardias no los acompañaron, ya que Hinata dijo que no lo necesitaba. Habían dejado a Izumi esta vez y traído a Konan y Tamaki. Naruto estaba del lado derecho de Hinata mientras que Sora se mantenía en su izquierda. Hanabi estaba justo en atrás de Hinata, rodeada de las otras dos hembras. El cuerpo de Naruto se tensó cuando un ruido enojado provino de Sora al ver que golpeaban a un ghinconiano. Todos se detuvieron cuando Hinata lo hizo.
Ella de repente cerró su mano en Sora y lo alejó del grupo. Naruto dió un paso a ellos, pero Konan se puso en su camino.
—Quieto—, dijo en voz baja.
Naruto la miró con ojos entrecerrados, para luego dar un paso atrás y bajar la mirada. De todos modos, llegó a ver cómo ella le susurraba cosas cerca de su cara. Él apretó los dientes cuando la mano de Hinata se cerró en la de Sora y le dió un apretón. No podía llegar a ver la expresión de ella, pero si veía la de su macho y parecía no menos que anonadado por la reacción de Hinata. Naruto parpadeó al sentir una mirada pesada sobre él y giró el rostro, captando la mirada aperlada de Hanabi en él.
Sabía que debía apartar la mirada, pero no lo hizo. Levantó una ceja cuando ella se mordió el labio y volvió a mirar a Hinata cuando ella volvía. Hinata ni siquiera lo miró.
—Vamos—, ordenó caminando de nuevo.
Naruto se mordió el interior de la mejilla para no gruñirle.
Hembras...
•
Hinata lucho duro para no mostrar en su rostro el desprecio por los guardias Naky cuando se enfrentó a ellos. Mantuvo sus manos en la espalda y la postura recta.
—Me gustaría ver el interior—, dijo. Pero sin esperar invitación se movió al rededor del macho y caminó a la entrada de la cueva.
El olor era más fuerte y espeso, como si fuera parte del aire. Ella caminó adelante, a un lado de los ghinconianos mientras estos salían y otros entraban. El pasillo era lo suficientemente ancho para que ninguno se tocará ni sus canastas se chocarán entre sí. El lugar estaba oscuro, pero tenía distintos dispositivos que iluminaban cada unos cuantos pasos. Hinata observó la mina, caminó con cuidado, observando el piso irregular y las paredes de piedra. Podía sentir a Naruto cerca y le ponía nerviosa las intensas miradas que le daba todo el tiempo.
Ella se mantuvo alejada lo más que pudo, ni siquiera lo miraba, pero podía saber con exactitud que él si lo hacía. Hinata agitó la cabeza y se concentró en lo que tenía en mente.
Tenían que encontrar un entrada a la mina, un lugar donde podrían ingresar para salvar si alguno se quedaba atrapado cuando ellos hicieran el ataque. Hinata miró con ojos entrecerrados a un guardia que la miraba directamente. Este no tenía los ojos aperlados, pero tenía facciones Naky. El macho no dejó de mirarla ni cuento ella se detuvo frente a él, y ella se sintió más curiosa que otra cosa.
Su cuerpo se tensó cuando el de Naruto se pegó a su espalda y él vibró con un gruñido. El macho Naky alzó la mirada para ver a él comandante, pero parecía más divertido que otra cosa.
—Señora—, dijo con una leve inclinación, pero no bajo la mirada como habían hecho los otros machos.
—Nombre—, pidió ella.
— Toneri, Señora—, él se dejó caer en una rodilla y se llevó el puño con una cuchilla al pecho, golpeándose con los nudillos.
Naruto gruñó más fuerte y Hinata ocultó la sonrisa. Toneri alzó la mirada y le sonrió con una promesa caliente, ella podía identificar esa mirada mucho mejor ya que había estado con el comandante y él la había mirado mucho así en la noche anterior. Hinata se mojó el labio cuando lo sintió reseco al recordarlo y ocultó el estremecimiento que sintió cuando la caliente mano de Naruto se apoyó en su cadera, sus dedos apretándose en la parte frontal.
Toneri estaba mostrando su interés en ella, esa era la forma en que los hombres Naky se presentaban delante de una señora. Hinata estaba en una encrucijada, ella podría tomar muchos machos y mientras más tuviera ella sería más poderosa para los otros, pero no quería hacerlo. Ella no era una señora Naky verdadera, así que no se sintió culpable cuando resopló y se movió de nuevo, siguiendo su camino. Pero primero tuvo que llevar su mano a los grandes dedos de Naruto en su cadera, y aunque él se había tensado, la soltó.
Hinata le dió una leve mirada a Toneri mientras se movía y él seguía observándola. El macho sonrió, sin sentirse ofendido por su rechazo. Hinata tuvo un mal presentimiento, pero Naruto se puso en su camino de visión y le frunció el ceño. Ella lo observó con una ceja alzada, su expresión no mostraba más que le parecía exagerada su manera de actuar. Naruto levantó el labio inferior de su lado izquierdo, mostrándole un colmillo y gruñó levemente.
Hinata suspiró mientras su mirada iba hacía adelante de nuevo.
Caminaron hasta que el pasillo se volvía estrecho. Varios ghinconianos estaban alrededor golpeando las piedras haciendo el lugar mucho más ancho que el anterior pasillo. La puerta no era tan grande y ella sabía que podría pasar con facilidad, pero no así los machos. Hinata se volteó, mirando a su grupo y lo decidió con rapidez.
—Konan y Hanabi, vengan conmigo.
Naruto dió un paso hacía adelante y ella lo miró.
—No entraras. Te quedas con Tamaki y Sora aquí—, ella notó como el rojo se quiso filtrar en su mirada celeste, pero asintió.
—¡Yo no pienso entrar allí!— se quejó Hanabi.
Hinata no pudo ocultar su hastío con la muchacha, pero necesitaba tenerla sola y hacerle unas preguntas. Dependiendo de su respuesta, ella decidiría si podía ser la espía. Se volteó con lentitud y la miró fijamente.
— Entrarás—, ordenó ella.
Hanabi frunció el ceño, viendo cómo guardias y hasta los mismos ghinconianos miraban como Hinata le estaba ordenando. Su rostro hizo una mueca y levantó la barbilla.
—No puedes ordenarme— dijo en voz alta.
Hinata no pudo evitar alzar una ceja.
—¿De verdad?— preguntó cruzando los brazos bajo su pecho.
Hanabi observó a la señora Naky, su mirada se desvío al enorme macho que estaba en su espalda, las dos guardias de Hinata y por último el otro macho que también la miraba con furia. Sus ojos asustados fueron a Hinata, dándose cuenta que estaba desafiando a la hembra que le había salvado la vida.
Hanabi dió un paso más cerca de Hinata y bajó la voz.
—Por favor, señora. No me obligue...— tartamudeo.
Hinata frunció el ceño, notando como la adolescente comenzaba a temblar. Algo se aflojó en ella, no podía ver a una mujer o niño sufrir. Hinata la tomó del brazo y la movió cerca de la puerta, donde nadie podría escucharlas.
— Dime por qué no quieres entrar—, a Hinata le habría gustado preguntar, pero sabía no podía hacerlo.
Hanabi dudo, mostrando por primera vez una emoción que no fuera su orgullo o prejuicios. Ella parecía nerviosa cuando su mirada se clavó en algo atrás del cuerpo de Hinata. Ella se giró con brusquedad para cazar a uno de los guardias Naky observándolas. Los dedos de Hinata se clavaron más en la piel de la hembra y ella se encogió cuando los ojos fríos de Hinata se fijaron de nuevo en los suyos.
—Habla—, exigió, con la voz más dura.
Hanabi tragó saliva cuando bajó la mirada.
—Yo... No puedo...
—¿Por qué?— casi gruñó cuando se detuvo.
—Yo...—, la mirada de Hanabi volvió al guardián y Hinata se cansó.
—¡Konan!—, Hinata miró al guardia y en un movimiento inesperado, Konan ya le estaba apuntando con su arco y flecha.
Hanabi abrió los ojos grandes, igual que la boca, los machos que habían acompañado a Hinata se movieron de lugar, dándole espació a la otra hembra con el arma. El guardia se movió, sacando una pistola y Tamaki actuó tirando un cuchillo y clavando la manga de la mano en la roca. El guardia gritó cuando Tamaki lanzó otro y está vez le dió de lleno en el otro brazo, clavándolo en la pared de manera dolorosa. Konan caminó con tranquilidad hasta que estuvo cerca del macho, sí flecha apuntando a su garganta.
Hinata volvió a mirar a Hanabi.
—Habla—, exigió.
—No le hagas daño—, le pidió en susurros desesperados.
Hinata apretó los dientes.
— Dime lo que quiero saber y él será perdonado—, prometió aunque no sabía si podría.
Hanabi dudó, mirando al guardia y luego a ella. La hembra asintió.
—No me tienen permitido entrar—, murmuró.
Hinata la agitó desde el brazo que aún sostenía.
—¿Por qué?— gruñó.
Hanabi tragó saliva. Ella se acercó un poco más y murmuró con voz apresurada.
—No sacan sólo oro. Hay algo más en esa parte de la mina y no podemos controlarlo aún. Por favor señora, no me obligue a entrar.
Hinata entre cerró los ojos, sin saber si creerle. Pero apretó más los dedos en el delgado brazo y la obligó a ir delante de ella mientras se dirigían a la puerta de la mina mas pequeña.
—¡No!— gritó Hanabi cuando la obligó a caminar por le estrecho camino, mientras intentaba pelear con ella.
Para Hinata no fue difícil controlarla y seguir caminando. Mientras más entraban se sentía más fuerte el olor a pestilencia y ella arrugó la nariz. La luz no entraba muy bien, era oscuro y el suelo parecía más irregular. Hanabi dejó de pelear cuando estuvieron casi del otro lado, el cuerpo de la hembra menor se había endurecido, pero caminaba intentando hacer el menor ruido posible.
Los ojos de Hinata se abrieron asombrados cuando salieron del pequeño pasillo. Esa parte de la cueva estaba totalmente oscura, pero ella podía sentir el peligro rodando por su piel. Ella sabía que algo poderoso estaba allí, podía sentirlo en el nudo de su estómago.
Sus ojos se abrieron asombrados cuando un rugido se escuchó. El agarre que mantenía en Hanabi se aflojó lo sufriente para que ella se soltará y corriera al pasillo de nuevo. Hinata no pudo moverse, se quedó clavada en su lugar mientras un fuerte y caliente viento la golpeó de lleno. Ella se cubrió con un brazo, gotas de líquido cayeron en su brazo y algo le dijo que era saliva. Hinata levantó la mirada y sus ojos se abrieron más al ver profundos ojos blancos mirándola desde arriba.
Hinata dio un tembloroso paso hacía atrás mientras sentía la mirada de la creatura sobre ella. ¿Que habían encontrado los Naky? Cuando ella dió otro paso hacía atrás, al no separar la mirada de los ojos, notó como estos se entrecerraban y ella se congeló. Hubo un gruñido, no tan amenazante y Hinata sintió más curiosidad que miedo.
Dejó que el instinto le guiará y en vez de ir hacia trás, fue hacia adelante. Dió un paso, luego otro y los ojos sólo la miraron. Había una pequeña luz sobre la abertura por dónde había entrado, pero mientras más se alejaba, se hacía tan oscuro como un si fuera las puertas al infierno. Hinata se detuvo en el borde la obscuridad absoluta y miró los ojos blancos. Los suyos comenzaron a acostumbrarse a la oscuridad y bajó la mirada para ver si podía ver su cuerpo.
Estaba enojada, sabía que traían a los más pequeños a esta área, para supuestamente sacar oro. Pero si no lo hacían, ¿qué hacían con los pequeños? Se sintió horrorizada al tener el pensamiento que los estaban usando para alimentar a esta criatura.
Por más que se esforzó no logró ver nada, Hinata volvió a levantar la mirada para encontrarse con los ojos blancos. Tendría que traer a Matsuri para que le diera una mirada, sabía que su hermana podría identificarlo o tal vez podría describir los ojos y ella lo sabría. Después de todo, ojos completamente blancos no eran comunes.
Hinata dió un despacio paso hacía atrás, y luego otro. La criatura sólo respiraba mientras ella se movía con suavidad.
—¡Hinata!
Ella se volteó con el gritó desde la puerta, Konan se detuvo de golpe y Hinata le hizo una seña para que no entrara mientras la criatura volvía a rugir. Ella se volvió con las manos alzadas, intentando calmar a lo que sea que fuera que estaba en esa cueva. Pero jamás espero el golpe de lo que pareció una cola contra su torso que la mandó a volar, su cuerpo golpeó con dureza justo sobre la abertura.
Hinata estaba inconciente antes de caer al suelo irregular.
•
Naruto empujó a Hanabi a Sora cuando Konan salió del pasillo arrastrando el cuerpo de Hinata. Se movió con rapidez y estaba allí antes de terminarán de salir, él la alzó en brazos y miró a Konan. La hembra parecía pálida, pero no le pidió ninguna explicación. No habían traído a Utakata y tenían que moverse con rapidez cuando sintió el olor de su sangre. Por fin él bajó la mirada a ella, buscando la herida, pero no podía ver nada más que su hermoso y pálido rostro. Su ceño se frunció cuando sintió humedad en su brazo y la movió a su pecho para ver de dónde venía. Sus ojos se abrieron asombrados cuando de la parte trasera de su cabeza bajaba sangre, Naruto gruñó y comenzó a caminar.
— Tráela—, gruñó la orden a Sora, que mantenía a una asustada Hanabi. Naruto volvió a detenerse cuando llegó a Tamaki—. A él también.
Tamaki movió su cabeza en conformidad y él casi corrió a la salida con Hinata en brazos. Podía sentir las miradas sobre él, pero en ese momento poco le importaba. Sabía que ella se curaba rápido gracias a su sangre híbrida y Naky, pero aún así no podía evitar preocuparse. El olor de su sangre lo estaba volviendo loco de repente, quería volver a matar lo que haya dañado a Hinata, pero no podía dejarla.
Naruto decidió que una vez que ella estuviera con su médico, volvería y descubriría lo que había allí y lo mataría por lastimarla. Y de paso, golpearía al macho que había intentando conseguir el favor de Hinata.
Su pecho vibró con un gruñido involuntario. Sólo recordarlo lo hacía hervir en cólera. Si habría podido, se habría lanzado contra el macho para cortarle la garganta por el sólo descaro de mirar de esa forma a Hinata.
Naruto obligó a sus pies a moverse más rápido cuando Hinata gimió suavemente, sus brazos se apretaron lo suficiente para mantenerla en su lugar mientras él corría a las torres. Él escuchó en su oído izquierdo la voz de Konan.
— Utakata, prepárate. Estamos llendo. Hinata está herida.
Naruto apretó los dientes, se había olvidado completamente del maldito auricular.
—Estamos saliendo de la torre—, la voz de Utakata contestó—. ¿Cómo está herida? ¿Fueron atacados? ¿Alguien más está herido?
—No—, contestó Konan—. Solo Hinata. Los Naky tiene una criatura allí atrás. Fue aterrador. No pude verlo bien, pero parece que la golpeó con una cola. Ella chocó duro contra la pared.
—Entendido—, respondió su macho.
Naruto mantuvo el paso, sabía que él único que estaba corriendo era él, los demás iban como si no le importara, pero sabía que no era así. Hinata volvió a gemir cuando él vió las puntas de las torres. Se preguntó qué era esa criatura que había dicho Konan.
¿Será que los rumores eran ciertos?
Él sabía que los Nakys estaban obsesionados con criaturas fuertes que querían dominar, a veces habían intentando cruzarlas en su laboratorio. Su papa había sido un genetista para los Naky, él había hecho la mayoría de los experimentos de los "Supremos" como los habían llamado en sus años jóvenes.
¿Será que habían creado algo al fin?
¿Por eso se habían trasladado a un planeta que era muy poco desarrollado?
Los ghinconianos no habrían podido defenderse de alguna criatura que ellos hubieran creado.
Naruto se desvío de sus pensamientos cuando vio a Utakata correr al lado de Izumi, Zabuza, Haku y Matsuri iban tras ellos. Él se detuvo y depósito a Hinata en el suelo, procurando dejarla de costado para que notará la herida. Naruto estaba apunto de levantarse para volver a la mina cuando la mano de Hinata se cerró en su muñeca.
Naruto la miró asombrado.
—Hinata—, nombró sólo por la sorpresa.
Ella hizo una mueca y tironeo de su brazo, intentando que él se pusiera a su altura. Naruto no quería hacerlo, pero lo hizo de todos modos. Él acercó el lado de su rostro cuando sus labios se movieron y no llegó nada a él. Tenía casi si oreja pegada a su boca cuando ella le susurró:
—No vayas.
Naruto la miró enojado. Era obvio que iría, no importaba lo que ella dijera al respecto.
—Escucha..—, murmuró un poco más fuerte—. No puedes, te encerraran. Era un concubino.
Naruto mostró los dientes, le importaba nada lo que quisieran los Nakys. Estaba a punto de decirlo cuando Utakata llegó y se arrodilló a su espalda.
—No es tan malo—, murmuró para sí mientras se ponía a trabajar en ella.
Naruto seguía mirando furioso a los ojos tranquilos de Hinata, y gruñó su respuesta.
— Iré de todos modos—, se levantó, sacándose de un tirón la mano de Hinata.
—Naruto—, lo llamó ella con un leve gemido mientras se volteaba y comenzaba a caminar rigidamente con dirección a la mina—. ¡Naruto!— dijo más fuerte, pero él no prestó atención—. Maldito idiota—, le llegó el susurró—. Házlo.
Él se tensó y miró hacia atrás justo cuando Izumi se lanzaba a él. Naruto logró esquivarla y quiso golpearla, sólo para dejarla algo confundida e irse rápido. Pero Izumi se movió con una rapidez asombrosa y, antes de que pudiera reaccionar, le había golpeado el rostro. Naruto se tambaleó hacía atrás, agitó la cabeza, pero otro golpe lo dejó completamente tensó.
Su cuerpo cayó sin que él pudiera mover un músculo y lo último que vió fue como Izumi, con sus ojos de distintos colores, se ponía sobre su cara. Una sonrisa adornaba su linda cara de corazón.
—Buen descanso, comandante—, murmuró antes de que su mundo se volviera negro.
Continuará...
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