Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✨Midiendo Poderes✨

Capitulo 4

✨Midiendo Poderes✨

Hinata entrecerró los ojos cuando bajaron del transbordador y el gran hangar que usaban para guardar las nave más pequeñas les recibió. Conecto la mirada con un macho desconocido que se tensó visiblemente cuando la vió.

Ella se preparó cuando comenzó a caminar a ella, las garras del macho creciendo de sus dedos y los dientes al descubierto con un gruñido. Hizo una seña a sus hermanas para que se apartarán si comenzaba una pelea. Pero el macho jamás llegó a ella cuando Zabuza lo tomó de su uniforme negro y lo estampó contra un transbordador. Hinata no se relajó ni apartó la mirada mientras el jefe en armas le gruñía algo bajo al otro macho. Notó lo sorpresa, de éste, y el escepticismo en la expresión, pero se relajó cuando Zabuza soltó al macho y miró a Hinata, asintiendo con la mandíbula dura.

Hinata le devolvió el gesto, y miró a donde estaba Naruto con Nagato. Ambos la miraban y ella se acercó, seguida por sus hermanas.

- Daremos un aviso por su llegada señora-, habló Nagato-. O sino tendrá a todos los machos saltando sobre usted, y no en el buen sentido.

Hinata alzó una ceja pero no abrió su boca ni mostró la diversión que tal vez esperaba el macho. Agradeció que intentará aligerar el ambiente, pero ella no lo necesitaba.

Su mirada fue hacia Namikaze.

-¿Dónde estarán nuestras recámaras, Comandante?- ella se percató que él entendió el tono que había puesto en su título.

Namikaze miró a Nagato y dijo algo que su traductor no pudo identificar. Ella frunció el ceño cuando de Nagato soltó un bufido divertido y le respondió en el mismo idioma. Hinata se mordió el labio, ella podía jugar ese juego. Se puso de costado para que sus hermanas la vieran claramente, y también los machos, y comenzó a mover sus manos rápidamente.

-Este imbécil piensa que puede jugar conmigo. Vamos a mostrarle que no somos chicas para jugar.

Tamaki rió a carcajadas y las otras sonrieron asintiendo. Konan fue la siguiente.

- Llevamos sólo unas horas a su lado y ya me tienen cansada. ¿Cómo haremos para aguantarlos?

Izumi fue la siguiente.

- Sólo ignóralos. Los machos odian cuando no sigues sus juegos.

-¡Oh, por Dios! Mira sus rostros. Naruto parece a punto de estallar- Tamaki apenas podía contener su risa.

-Parece un volcán, ese color definitivamente no es sano-. Matsuri sonrió.

Hinata volvió la mirada a los machos y era verdad. Namikaze tenía el rostro rojo y sus ojos habían cambiado como cuando lo vió por primera vez. El azul y amarillo habían desaparecido y sólo el rojo rodeaba sus pupilas.

Ella sonrió sin poder ocultar cuánto le divertía lo fácil que era enojar a los machos. En parte le daba gracia que él no pudiera seguir con la fachada de »Me importa un rábano, tú y tus hembras«. Pero su reacción furiosa le decía todo lo contrario.

Hinata volvió a mirar a sus hermanas.

-Creo que ya se está arrepintiendo.

- Definitivamente- dijeron todas con los signos del lenguaje de señas.

Ellas lo usaban todo el tiempo y lo aprendieron mientras estudiaban para leer y escribir. Era su forma de comunicarse en misiones dónde no podían hablar.

Su mirada volvió a Namikaze cuando dió un paso hacía ella, pero su mano derecha lo detuvo. Hinata alzó una ceja, esperando que le dijera algo. Pero el comandante sólo gruñó y se fue sin decir nada. Hinata vió su ancha espalda moverse, con pasos pesados y rápidos. Él sudaba poder, ella le daría eso.

Nagato los llevó a sus recámaras. Tuvo que aguantar que mientras caminaban por la nave, todos los machos se detuvieron para observarlas. Por lo menos Namikaze había hecho el anuncio que ellas estaban ahí, o sino varios machos la habrían atacado, como había pasado con Sora o el otro soldado.

Dió unos pasos en la habitación y sintió enseguida en frío filtrarse en su cuerpo. La recámara era oscura y fría, dos cuchetas estaban en cada esquina, sólo cuatro camas.

Hinata apretó las manos y su nariz se arrugó al sentir el hedor de la humedad y viejo. Ella caminó a una de las cuchetas y apoyó su mano en la fina cama de arriba. La estructura gimió y chirrio con el simple empujón.

Sus hermanas no dormirían aquí, ella lo decidió cuando se volteó a ver a Nagato. Él por lo menos parecía lo bastante incómodo. Caminó hacía él y dejó que observará su enojo creciendo en su expresión. El macho tragó con fuerza cuando se detuvo frente a él.

- Entren chicas, pero no sé acomoden-, gruñó sin apartar la mirada de Nagato-. Llévame con tu Comandante.

Nagato dio un paso hacía atrás cuando la puerta de la habitación se cerró una vez que las cuatro hembras estuvieron dentro.

- Él no está disponible en este...

- Me importa muy poco si está sentado en su trono de desechos. Quiero que me lleves a donde él está o me des una verdadera recámara para mis hermanas. ¿Tus machos viven en eso?- gruñó mientras apuntaba a la puerta cerrada-. Entonces tendré que hablar con Grevity.

Nagato abrió los ojos grandes cuando pronunció el nombre del macho del Consejo. Ella no tenía forma de comunicarse con él, pero eso no tenía por qué saberlo.

Nagato dudó unos minutos hasta que la volvió a mirar.

-Muy bien, buscaré unas recámaras vacías. Hay algunas que aún no han sido limpiadas, hace poco hemos perdido camaradas y sus habitaciones están vacías.

Hinata aflojó su entrecejo fruncido y el brillo de la ira desaparecio de sus ojos.

-Siento sus pérdidas- dijo de forma sincera.

Nagato apretó los labios y asintió, dando un paso más hacía atrás.

- Debo ir a ver-, apuntó hacía más arriba en el pasillo-. Puede que tarde unas horas. Por favor, permanezcan en esta habitación hasta que vuelva por ustedes.

Hinata asintió.

-Muchas gracias, señor Nagato. Es usted muy amable-, ella sabía que este macho seguía órdenes de Namikaze y no lo culpaba, su enojo era con el Comandante.

Nagato hizo un gesto de afirmación y se marchó. Hinata suspiró, ella sabía que no sería fácil. Aún así no sé arrepentía... No le importaba si tenía que pelear contra Namikaze por cada paso que ellas hacían, él aprendería tarde o temprano que las mujeres de la tierra no se rendían fácilmente y menos por un macho que pensaba que podía hacer lo que quisiera con ellas.

Naruto no levantó la mirada mientras veía en el holograma la información de Ghinco. Sabía que el que había entrado era Nagato. Sintió su mirada en en él y el silencio se prolongó más de lo habitual.

-¿Quieres decirme algo, Nagato?- preguntó sin apartar la mirada de la imágen.

Su mano derecha carraspeó antes de hablar.

-De hecho, Naruto. Las hembras fueron reasignadas a sus recámaras.

Naruto alzó una ceja cuando levantó la mirada hacia su mano derecha, sin entender muy bien lo que había dicho.

-¿Reasignadas? -Naruto entrecerró lo ojos cuando Nagato asintió-. Explícate- exigió.

-Las lleve dónde me había dicho que estuvieran mientras veías a dónde la terminarías de dejar. Pero la capitana Hinata amenazó con hablar con Grevity si no le dábamos unas decentes.

Naruto apretó tan fuerte la tableta que crujió, rompiéndose el marco y la pantalla holográfica se apagó. La columna de Nagato se tensó al ver el reflejo rojo en los ojos de su comandante.

Naruto rugió al levantarse y tiró el marco a la mesa y salió pisando duro. Nagato lo siguió, su comandante no necesitaba que le dijera dónde había colocado a las hembras, él seguía su instinto y las encontraría con su olfato.

Cualquiera que estuviera en el camino de Naruto, se movió rápidamente al verlo avanzar con los ojos centellantes y los puños apretados. Naruto abrió sus fosas nasales y sintió el dulce olor de la hembra y siguió caminando, su sangre rugiendo en sus oídos. Olió que las hembras habían sido separadas en tres recámaras, no era extraño ya que las recámaras eran sólo para dos machos. Hinata había sido asignada a una para ella sola, él lo había decidido así, sólo quería que las hembras sufrieran un poco antes de darle las habitaciones.

Además le mostraría quién mandaba en la nave.

Se detuvo en la puerta que tenía su olor más fuerte y pasó su mano por la cerradura, ninguna habitación podía ser restringida para él. La puerta hizo el click y Naruto la empujó hacia adentro, cerrando antes de que Nagato lo siguiera.

Miró a la grande recámara con una sola cama para la capitana y no la encontró. Su perfume dulce estaba más fuerte allí y respiró sin poder evitarlo, llenando sus pulmones con su intocxicante olor.

Sos oídos captaron el ruido de la ducha corriendo en el cuarto de baño y se movió sin pensar. Abrió la puerta y dió unos pasos adentro, sus ojos se abrieron sorprendidos, aunque no lo tendría que estar tanto.

Hinata estaba totalmente desnuda debajo del chorro de agua, su cabello negro azulado caía pesado hasta la curva de su trasero apretado. El contorno de su tensó estómago y sus pecho se reflejaban en el vidrio empañado. Su miembro se endureció tan rápido y doloroso que un ruido ahogado salió de sus dientes apretados. Ella pareció escucharlo porque apagó la ducho y salió. Hinata pareció sorprendida de encontrarlo allí en un principio, pero disfrazó su expresión y se volvió fría y distante.

Hinata tomó una toalla que había a un lado colgada, sus movimientos tranquilos como si él no estuviera. Naruto no podía moverse, ni apartar la mirada del rebote de sus pechos cuando ella se movía. Ella se secó el cabello sin mirarle, pasó la toalla suavemente por su cuerpo y Naruto tragó saliva. Su cuerpo rugiendo para que fuera a secarle las gotas con su lengua.

-¿Me dirá algo Comandante, o sólo viene a ver qué este bien instalada en mi habitación?- preguntó mientras se cubría su hermoso cuerpo con la toalla.

Naruto abrió la boca, pero nada le llegó a la cabeza. ¿Por qué había ido allí? Ni él lo sabía, toda su sangre se había reunido en su eje palpitante y adolorido. Apretó los puños con la suficiente fuerza para clavar sus uñas en su carne dura de su palma. El chasquido de dolor logrando que recordará su propósito.

-Quiero aclarar algo, con usted capitana.

Hinata alzó un ceja, aún sólo con la toalla en su cuerpo.

-¿No podía esperar a que termine de asearme?

-Yo no espero- gruñó, su pecho vibrando.

El silencio se hizo pesado mientras ambos se miraban intensamente. Se percató del pequeño destello de irritación en el rostro de la hembra. Ella apoyó una de sus manos en la curva de su cadera.

-Lo escuchó, alto y claro, Comandante.

Naruto sintió su ira crecer, dejando de lado su instinto reproductor.

-Que sea la última vez que amenaza a uno de mis machos con el Consejo, Hinata—, dijo con la voz dura—. No sé que hizo para ganar el favor de Grevity, pero yo soy hermano de crianza de Lax y no aproveché mí influencia para hacer de su vida aquí un infierno, aunque aún podría hacerlo...

Hinata entrecerró sus extraños ojos y apretó sus labios. Dió unos pasos para quedar cerca de Naruto. Él se tensó al sentir el perfume de su piel, intenso y limpio, tan dulce que casi lo mareo.

- Así como usted vela por sus machos, yo lo hago por mis hembras. ¿Quiere complicarme la vida en esta nave, quiere interponerse en mí misión? No me interesa-, su mentón se alzó-. Pero no se meta con mis hermanas, Namikaze. Puede ser una de las últimas cosas que haga.

Naruto entrecerró los ojos mientras su cuerpo se crispaba.

-Debe seguir mis órdenes aunque no le guste, Hinata. Ustedes quisieron entrar en este juego, las reglas ya estaban aquí antes de que ustedes ingresarán. ¿No le gusta, no puede? Tendrá que aprender que el que manda aquí soy yo, o marcharse cuando guste.

-Usted puede mandarme durante la misión, Namikaze-, dijo mientras mantenía su expresión fría-. Pero mientras no esté en servicio, no responderé ante usted, ni tampoco mis hermanas. Nosotras somos Ángeles Caídos, no parte del ejército del Consejo.

Ella no esperó respuesta, simplemente lo rodeó y se movió a la habitación. Naruto apretó los puños y la siguió a la recámara.

-No nos manejamos de esa forma aquí, Hinata- dijo apoyándose en el marco del baño y cruzando sus brazos.

Ella resopló cuando se puso tras una mampara para vestirse. Naruto se sintió irritado de que se ocultará de él, pero no sé movió. Él escuchó el murmullo de ropa.

-Si tiene alguna duda, Comandante- gritó tras la mampara color cobre-, debería hablar con Lax.

Su humor se volvió tan negro que no pudo evitar gruñir desde el fondo de su garganta.

-¿Se atreve a amenazarme con mí hermano?

Hinata asomó la cabeza trás la mampara, su largo cabello húmedo colgando se su cabeza. Una extraña sonrisa se asomaba por su labios.

-No es una amenaza, Comandante- su voz suave y falsamente dulce-. Es una sugerencia. Hable con su hermano y él se lo explicará. Somos una fuerza a parte de la suya.

Naruto dió unos pasos a la mampara cuando la cabeza de ella se escondió detrás. Tenía la intención de sacarla de allí, destruir la mampara, sin importarle si había terminado de vestirse o no. Pero ella salió antes de que llegará. Tenía un traje parecido a como cuando la había visto en el palacio de Grevity, pero de un color bordo oscuro. El material se pegaba a su cuerpo femenino, Naruto no pudo evitar mirarla de arriba a abajo. El traje ocultaba sus pezones, pero Naruto ya sabía que eran como picos de un color parecido a una flor de su pueblo, llamada Ela.

Él agitó la cabeza para sacarse ese pensamiento de la cabeza, no podía dejar que su necesidad de un cuerpo femenino nublara su raciocinio. Por más que hubiera pasado demasiado tiempo en sentir un cuerpo suave y dispuesto abajo de él. Apretó la mandíbula, ella lo miraba mientras se ataba su largo y brillante cabello en una coleta alta.

- Le guste o no, tendrá que obedecer. Esta es mí nave. Estos son mis aposentos...

-No me diga que estoy respirando su aire también- le interrumpió con una ceja alzada, el cabello ya recogido y una mano en su cadera.

Naruto volvió a gruñir y mostró sus dientes dando un paso amenazador hacía ella. Hinata no retrocedió, en todo caso, levantó más su barbilla.

-No me tiente, capitana. No le gustará lo que podría hacer si me lleva al borde.

Hinata alzó una ceja, su mirada sin pupilas recorrieron el tamaña de su cuerpo, obviamente se percató que él le doblaba en tamaño y densidad muscular. Ella dió un paso más hacía él, casi estaban tocándose, Naruto podía sentir su dulce esencia. Sus ojos se abrieron y dió un paso hacía atrás cuando un olor demasiado tentador llego a sus fosas nasales. Respiró por la boca para evitar que su cuerpo se llenará con esa rica esencia.

—No juegue conmigo, Hinata. No le gustará lo que haré—, gruñó, molesto por la reacción de su propio cuerpo—. Yo sólo hablo una vez, está es la única vez que le diré: No moleste a mis machos, ni los distraiga, ni haga amenazas con el Consejo.

Miró intensamente a la hembra, esperando alguna respuesta y al sólo recibir una intensa mirada, asintió.

Obligó a sus pies a moverlo a la puerta de la recámara, sin apartar la mirada de Hinata, caminó hacia atrás. Pudo sentir la fuerza de sus ojos, sin apartar de los suyos. Alzó su barbilla para mirarla desde su altura cuando su mano se topó con el marco de la puerta.

—Espero que le haya quedado claro— le advirtió mientras abría la puerta con su código de ADN.

Se volteó sin esperar respuesta, pero tendría que haber sabido que a Hinata le gustaba tener la última palabra cuando le gritó antes de que la puerta volviera a cerrarse.

—No se olvidé de consultar eso, Comandante...

Naruto frunció el ceño a la puerta complementa cerrada y gruñó desde el fondo de su garganta mientras sus puños se apretaban lo suficientemente fuerte para que sus uñas pudieran hundirse en los cayos de sus palmas. Pero no le daría el gusto a la hembra, se volvió topándose con Nagato y su mirará inquisitiva. Naruto no dijo ni una palabra mientras se movía de nuevo a la sala de reunión.

Hinata observó a sus hermanas con los brazos cruzados bajo su pecho, mientras estás entrenaban en la sala para ese propósito. Cada una estaba en su mundo y practicando con sus armas favoritas. Ella fue consciente de las miradas de varios machos en la sala de entrenamientos, pero no le dió importancia.

Hacía tres rotaciones que estaba en la nave del comandante Namikaze rumbo a Ghinco, y aunque sólo se habían cruzado dos veces con él después de su intromisión en su recámara, siempre estaban peleando. Aunque compartían el comedor común con los demás machos, se mantenían alejados. En parte sabía que era por órdenes directas de Namikaze, pero también podía sentir sus miradas constantes en ella. Cómo si esperarán que ella fuera el enemigo.

Hinata entendía eso, y estaba preparada gracias a Mei. Por eso, ella le había enseñado a mantener sus sentimientos ocultos, para que nadie notará cuando algo le dolía o le molestaba.

Hinata observó a Izumi, era una de las parecidas a ella. Sus ojos extraños le hacían muy obvió su sangre híbrida, igual que ella. Ambas aprendieron a mantenerse alejadas y frías a la hora de actuar. Observó los movimientos de su hermana mientras esquivaba golpes que apenas podía ver. Su ojo la ayudaba a aprender todo con la visión, hasta a veces Hinata creía que podía anticipar movimientos de sus enemigos. Por eso, ella entrenaba con hologramas, los movimientos de sus hermanas se habían hecho demasiado obvios para Izumi.

Su mirada se movió a Konan, tenía un humor agrio y cierta repulsión por los machos. Sabía que si alguna vez encontraba a alguien, debía ser muy paciente con su testaruda hermana, aunque lo dudaba. Konan jamás dejaba que se acerquen demasiado a ella. Nunca le daba una segunda mirada a los machos.

Suspiró mientras veía a Tamaki mostrando sus cuchillos más preciados a un séquito de machos, ella era totalmente contraria. Le gustaba la atención, no importa si era masculina o no. Su carácter alegre y desinteresado era bueno para el grupo. Generalmente era la que aliviaba o tensaba más las situaciones con sus comentarios o bromas.

Una pequeña sonrisa apareció en sus labios al observar a Matsuri sentada a un lado de ella con una tableta holográfica que le había dado Nagato. Era la conciliadora y la voz de la razón entre tantas hembras con carácter fuerte. Su carácter tímido y reservado hacía que los demás desearan protegerla, siendo que ella podía hacerlo perfectamente.

Hinata y sus hermanas aprendieron eso con el tiempo.

Hinata sacó su espada de su funda mientras se movía al centro de la habitación. Sintió las miradas de varios machos en ella y sonrió cuando se volvió a dónde estaban amontonados.

Alzó su espada, sin activar el filo, hacía ellos.

—¿Quién se anima a entrenar conmigo?

Esperaba tener un poco de diversión.

Naruto caminó relajado desde el puente de mando hacía su recámara. Pensando en cómo podían lograr infiltrarse en el palacio que habían hecho los Nakys para su estadía en Ghinco.

Su ceño se frunció al ver a dos machos corriendo por el pasillo con paso contrario a él.

—¿Situación?— preguntó al ver su apuro, aunque no parecía grave porque ambos machos sonreían.

El que era llamado Rían, se detuvo haciendo el saludo que correspondía por su título.

— Comandante, nos dirigimos a la sala de entrenamientos.

Naruto frunció el ceño.

—¿Qué sucede en la sala?— preguntó mientras su mano iba a su espada que nunca le dejaba.

—La capitana de los Ángeles Caídos está peleando con varios machos..

—¿Qué?— gruñó pensando lo peor.

—Ella está entrenando— gruñó el otro, dándole un codazo a Rían.

Naruto se relajó e hizo una seña para que siguieran su camino. Los machos hicieron una rápida reverencia para volver a correr en dirección a la sala. Naruto los miró unos segundos y luego dió unos pasos al camino de su recámara. Se detuvo de nuevo, él quería ir a ver, pero no quería cruzarse con Hinata. Su perfume lo perseguía por las noches, aún recordaba el olor de su excitación cuando la había enfrentado en su habitación. Las otras dos veces que se habían cruzado, sólo habían peleado. Hinata tenía algo que le irritaba y que ella no mostrará temor por su fuerte carácter, sólo lograba excitarlo.

Con un suspiro decidió moverse a la sala de entrenamientos. No le haría mal ver un poco, conocer las habilidades de las hembras y tal vez, él mismo entrenaría un poco para sacarse la frustración sexual que estaba sintiendo desde que vió a Hinata desnuda.

Entro al elevador y marco el piso de la sala y esperó pacientemente que el aparato lo llevará. Su mano en el mango de su espada, empezó a sentir que era una buena idea que él entrenará un poco. Después de todo, sólo faltaban dos rotaciones para llegar a Ghinco.

Cuando la puerta se abrió, Naruto salió del elevador entrando al pasillo largo que lo llevaba a la gran sala de entrenamientos. Los murmullos llenaban el pasillo y vió un grupo de machos amontonados en la amplía puerta. Sus machos parecían emocionados y divertidos. Él se movió más rápido cuando se escuchó un fuerte golpe y una mueca paso por las caras de sus machos.

Naruto se colocó atrás, al ser uno de los más altos, no le costó ver un poco más allá.

Hinata estaba en medio de la sala y dos machos estaban arrastrando a otro inconsciente para que saliera del espacio que habían hecho para luchas. La mirada de Naruto volvió a la hembra y vió que se quitaba su largo cabello por encima del hombro mientras apoyaba su espada sin filo sobre el suelo. Hinata tenía la piel brillosa de sudor, pero no tenía una expresión de sentirse cansada. Ella lo confirmo al levantar la mirada.

—¿Alguien más?— gritó mirando al grupo.

Naruto frunció el ceño cuando sus machos susurraron pero nadie se ofreció para entrenar con la hembra.

—¡Que divertido! ¡Los has asustado!— Naruto reconoció la voz de la más joven de las hembras, la que tenía el cabello dorado opaco.

Naruto apretó sus dientes y empujó a sus machos para pasar a la sala. La mirada de Hinata se clavó en él cuando se percató de su movimiento. Ella sonrió cuando la hembra con distintos colores de ojos le dió un paño para que limpiará el sudor de su frente y cara.

Hinata volvía a tener el traje negro con la que la había conocido. La funda de su arma estaba, pero no la tenía. Lo que si conservaba era las extrañas pulseras y el ancho collar.

Naruto sacó su espada, pero la suya al tener filo la tiró a uno de los machos. Su expresión no mostró la sorpresa al ver a Zabuza tomarla, pensando que era raro que el macho no haya querido pelear con la hembra, y le lanzó una espada sin filo. Naruto la tomó en aire sin despegar sus ojos de Hinata. El silencio se hizo pesado mientras él dió los pocos pasos que le faltaba para llegar al centro de la gran sala.

Se detuvo frente a Hinata, ambos mirándose fijamente, parecían medirse. No dijeron una palabra mientras Hinata tiraba el paño a la hembra, las cuatro observando el entrenamiento de su hermana mayor. Siempre era divertido verla entrenar y más aún cuando los machos la habían subestimado. Hinata había derribado a cada uno de los machos que habían querido entrenar con ella. Por más que su hermana había decidido usar un arma sin filo, a ellas siempre les enseñaron que la pelea con un macho se terminaba una vez que éste caía inconsciente.

Naruto se movió lentamente, rodeando a Hinata, pero ella imitó sus movimientos como si fuera un espejo. Naruto sintió en su nariz los nervios y la ansiedad que sentía ella por pelear con él, pero el rostro de la hembra no se mostraba ninguna de las emociones.

Hinata se movió más rápido de lo que había pensado cuando se lanzó a él con el arma lista. La esquivó bajando su torso, pero ella no se detuvo. Uso su rodilla para intentar darle en el rostro, pero Naruto saltó hacia atrás. Su brazo se movió por instinto, cortando su tercer ataque en seguidilla que iba a su cabeza.

Naruto apretó los dientes y se los mostró cuando sus rostros quedaron muy cerca por los movimientos de Hinata para intentar derribarlo.

—No te contengas— gruñó Hinata con el ceño fruncido.

Ella saltó hacia atrás, separándose de él, mientras Naruto frunció el ceño con sus palabras. ¿Cómo sabía ella que se estaba conteniendo? Le costaba atacar a una hembra, y aunque muchas veces tuvo que matar a algunas, generalmente era en defensa propia.

Pero Hinata le había pedido que no se contenga ¿o no?

Le mostraría un poco de su poder si tanto quería.

Naruto se precipitó hacía adelante, su espada sin filo llendo directo al cuello de ella. Hinata la esquivó, torciendo su torso hacia atrás. Él definitivamente no esperó que apoyará sus manos en el suelo e hiciera un giro. No estaba acostumbrado a esa elasticidad en sus entrenamientos. Entonces la patada que le dió de lleno en la barbilla lo tomó desprevenido y se tambaleó hacía atrás, en parte por la sorpresa y, también, porque había sido un golpe lo suficientemente fuerte para nockear a uno macho mas blando.

Naruto agitó la cabeza mientras plantaba los pies, en el fondo de su cabeza podía oír el gritó de jubiló de las hembras que miraban. Pero Hinata no festejó, cuando su mirada aturdida fue a ella, la hembra ya se estaba lanzando a él de nuevo con la expresión sombría y firme. Naruto tiró la molesta espada y la esperó con las manos desnudas.

Hinata bajó la espada con fuerza, pero él la esquivó y la pateó, logrando que se zafara de sus pálidas manos. La hembra no perdió el paso cuando Naruto quiso agarrarla, pensando que se iba a tambalaer al perder su arma. Hinata giró, apoyando sus manos en el suelo y alzando su pierna hacía atrás, que conectó directo contra el muslo de Naruto. Él gruñó por el escosor, pero logró apresar su tobillo y jaló, lanzando el cuerpo de la hembra a varios pies de distancia.

Hinata cayó con un ruido sordo, pero ella aterrizó en cuclillas y sus dedos clavándose en el suelo. Sus ojos sin pupilas se entrecerraron al mirarlo, su largo cabello cayendo sobre su hombro. Naruto alzó una ceja, esperando que entendiera que eso era suficiente para la hembra. Pero Hinata sonrió y se lanzó a correr hacia él.

Naruto frunció el ceño y se colocó en pose de pelea, no golpearía a una hembra, pero la reduciría hasta que ella admitiera que él era más fuerte y, por lo tanto, el que mandaba.

Hinata lanzó una patada, que él bloqueo sin problemas. Le sorprendió que el golpe haya sido tan duro, el hueso de su brazo vibró hasta su hombro. Su traje, al parecer, además de ser cómodo y flexible, tenía una clase de armadura que hacía sus golpes más fuertes y los daños para ella menos efectivos.

Naruto quiso tomarla para reducirla, pero Hinata giró, alejándose de él. Sus pies se movieron, intentando alcanzarla y cuando llegó a agarrarla, la apretó contra su cuerpo, la espalda de ella golpeando contra su pecho. La rodeó con sus brazos y la apretó con la suficiente fuerza para que ella no pudiera mover los suyos. Hinata forcejeó un poco, hasta que se dió cuenta que no podría liberarse.

Naruto sonrió.

—No puedes escapar, Elasusurró en su oído—. ¿Ahora qué harás?

La respiración de ambos eran jadeos duros gracias al esfuerzo. Hinata lo miró por sobre el hombro mientras él bajaba sus ojos a los suyos. Naruto se quedó enganchado de sus aperlados ojos, tan redondos y conocidos para él, pero diferente a cualquier Naky que hubiera conocido en el pasado. Su perfume más fuerte gracias al sudor, su nariz se llenó de ella y no pudo evitar que su sangre se calentará por algo muy distinto al entrenamiento que estaban compartiendo en ese momento.

Su cuerpo rugió a la vida antes de que pudiera detenerlo. Los ojos de Hinata se agrandaron al sentir obviamente la protuberancia que creció en su entrepierna. Naruto aflojó un poco su agarre, queriendo alejarse de Hinata, pero ella en vez de apartarse, se pegó más a su pecho.

Naruto gruñó, pero lejos de estar enojado. Se olvidó completamente que sus machos y las hembras de Hinata veían todo. Que estaban en la sala de entrenamientos, llenos de ojos que no se perdían ni un movimiento de ellos.

Pagó caro su distracción, cuando Hinata usó uno de sus pies para hacerle un enganche entre sus piernas, golpeando justo detrás de la rodilla. Sus ojos se agrandaron cuando sus piernas cedieron a su propio peso, llevándose a Hinata con él. Pero ella abrazó uno de sus brazos y columpio su cuerpo hacía un lado y arriba. Naruto estaba tan asombrado por su falta de disciplina que no pudo evitar la caída y soltar a Hinata, con miedo a lastimarla si caía sobre ella.

Su cuerpo cayó con fuerza, el ruido sordo llenando el silencio de la sala de entrenamientos. Alzó su rostro, evitando golpearse la cabeza o cara en el suelo, otro error. Se paralizó cuando sintió un cuchillo afilado en su tráquea, su cuerpo quedó completamente en el suelo duro. Se tensó al sentir la fina rodilla de Hinata justo sobre su trasero, en medio de su columna. Una de sus manos estaban dobladas en su espalda, podía sentir la sujeción por parte de la hembra con un extraño movimiento. Uno suave pero lo suficientemente doloroso para que se mantuviera quieto. Su otra mano había quedado abajo de su cuerpo por la caída.

—No puedes escapar, cariño— susurró ahora Hinata a su oído, haciendo que cada músculo de su cuerpo se endurecierá—. ¿Ahora qué harás?

Naruto no se perdió la ironía de la situación.

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro