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✨El Deber✨

Capitulo 23

✨El Deber✨

Naruto se deslizó cuando aterrizó del otro lado del pasillo sin suelo. Él gruñó mientras llenaba sus fosas nasales con los olores. Tierra, sangre, sudor, miedo, odio. Él acomodó la espada en su mano y se levantó lentamente mientras olía de nuevo. Apretó los dientes cuando captó un leve olor del macho que buscaba y comenzó a correr por el pasillo más arriba.

Empujó a sus piernas al límite cuando escuchó el ruido de un transbordador volar cerca. También escuchó los láseres. La estructura se tambaleó, pero él siguió adelante. Cuando llegó a la última puerta la pateó con tanta fuerza que la puerta salió disparada de las fijaciones y cayó hacia adelante. Naruto entró a la habitación, sintiendo el pestilente olor de Hizashi, piso la madera y observó la oscura recámara.

Sus ojos brillaban con rojo gracias a su ira, pero podía pensar con una claridad asombrosa. Su respiración era lenta y controlada mientras daba unos pasos y, apesar de que se escuchaban los ruidos de afuera, él captó el silencioso sonido del arma láser. Naruto se dejó caer y giró hacía el ruido justo cuando el arma era disparada. Él balanceó la espada y el gritó desgarrador le hizo sonreír, luego vino el ruido sordo y húmedo del arma caer al suelo. Naruto notó la mano con los dedos aún cerrados en el arma y los gemidos de Hizashi.

—¡Traidor! ¡Bastado!— gritó Hizashi mientras daba unos pasos hacía atrás, intentando alejarse del enorme macho que miraba hacía él.

Naruto mantuvo su expresión en blanco cuando miraba al macho dar pasos tambaleantes. Él se levanto lentamente, sus ojos refulgentes el único indicio de su estado asesino. No apartó su vista mientras tiraba la espada hacía la puerta destrozada, notando la expresión asombrada del macho Naky.

Naruto dió un corto paso hacía él.

—Hizashi—, pronunció con voz profunda—, fuiste encontrado culpable de invasión a un mundo no desarrollado, esclavitud a los pobladores. Tiranía—, gruñó dando un paso más mientras el macho abría grande los ojos—. Tortura y asesinato...

—¡Exijo ser llevado frente al Consejo!—, gritó con el rostro más blanco que de costumbre. Naruto considero que podía ser miedo, o el hecho que su muñeca sangraba a montones—. Sólo fui un soldado que seguía órdenes de la señora Naky.

Naruto mostró los dientes con disgusto.

—Creo que no has entendido—, gruñó—. Yo soy tu juez y verdugo, Hizashi. Y tu castigo es la muerte.

—¡No puedes hacerlo! ¡Tengo información!— gritó justo cuando Naruto levantaba una mano.

Naruto se detuvo, sabiendo que necesitaba la información, pero también le había prometido a Hinata que mataría al macho. Por primera vez considero la idea de mandar por el aire las órdenes del Consejo y matarlo.

—¿Qué información?— murmuró enojado.

Hizashi dió un paso tambaleante hacía atrás, su rostro cada vez más pálido. Naruto notó como agarraba con su mano libre la muñeca mutilada e intentaba retener la sangre. Un charco oscuro se amontonaba en sus pies, aunque ahora sólo caía un hilo más fino de sangre. La hemorragia se estaba deteniendo.

—¿Me crees tonto? No te la diré hasta que me lleves a una nave y este frente a tu despreciable Consejo.

Naruto gruñó con frustración y comenzó a caminar de un lado a otro, rodeando a Hizashi y mirándolo fijamente con ojos entrecerrados y brillantes. El depredador que había en su interior quería destrozarlo y llevarle su cabeza a Hinata, pero tenía un deber que cumplir.

Un deber que estaba sobre la hembra que quería proteger. Porque si cumplía su deber, también la estaba cuidando.

De repente la pared que estaba atrás de Hizashi desapareció, con una sonora explosión auditiva. El viento sopló con violencia, haciendo tambalear a Hizashi y Naruto se movió con rapidez. Él lo agarró de su camisa, apretando el material cuando los pies del macho Naky dejaron el suelo. Hizashi gritó mientras cerraba su única mano en el brazo de Naruto y agitaba los pies, intentando buscar un lugar donde apoyarse. Sus ojos sin pupilas se agrandaron cuando se dió cuenta que su vida dependía que Naruto no lo soltara.

Naruto sólo lo observó con fijeza por interminables minutos, el sol asomándose por atrás de las montañas, hasta una de las comisuras de sus labios se alzó en una sonrisa torcida y soltó la camisa. Hizashi agitó los brazos de manera inútil e inconsciente mientras abría la boca en estado de shock y caía hacia abajo desde lo más alto de la segunda torre. Naruto se volvió hacia la puerta y caminó con lentitud mientras el gritó de Hizashi resonaba por todo el lugar. Él se agachó para tomar la espada y bajar de la torre.

Hinata se sentó cuando estuvo despierta, adolorida y confusa miró la habitación. Gimoteo bajo cuando el dolor explotó en su costado y se llevó una mano allí, para encontrar la venda húmeda. Sus dedos temblaron mientras los observaba mojados y rojos. ¿Aún seguía sangrando?

Había sido una maldita mala suerte que el hierro entrara por un punto de ruptura.

Hinata volvió a levantar la mirada a la habitación, notando que más que una recámara parecía una tienda. La solapa que tapaba el exterior estaba un poco abierta y ella escuchó ruido de hierro y voces inentendibles. Hizo una mueca mientras salía de la cama improvisada, dándose cuenta que aún mantenía su traje roto y sucio. Ella hizo una mueca, por lo menos ya no tenía esas manchas blancuzcas, al parecer la habían limpiado, ya que su cabello estaba atado en una coleta tras ella y peinado. Se arrastró con cuidado y uso su mano para levantar la solapa.

Hinata vió unos niños ghinconianos correr por al frente de su tienda, luego notó machos y hembras llevando carretas a unos pocos heridos y otros traían carne. Más allá había una enorme fogata. Reconoció alguno de los machos del ejército de Naruto ayudando a los ghinconianos, pero no vió a sus hermanas por ningún lado.

Se arrastró un poco más, hasta que pudo pararse fuera de la tienda. Su mano fue a la herida mientras daba un paso hacía adelante. Nadie le prestaba atención, todos estaban con sus tareas impuestas y trabajando duro. Ella notó dos guardias hablando con dos enormes machos ghinconianos y se dirigió allí. Con pasos lentos gracias al dolor punzante de su costado, Hinata siguió mirando hacia todos lados buscando a sus hermanas.

Se detuvo atrás de los guardias y espero pacientemente a que terminaran de hablar con los ghinconianos mientras seguía mirando a su alrededor. Se sorprendió cuando fue tomada del cabello con violencia y lanzada hacía el suelo. El grito salió de su boca cuando un peso pesado cayó sobre ella. Miró hacia arriba, sin saber qué esperar.

—¡Naky!— gruñó el ghinconiano sobre ella.

Hinata abrió grande los ojos cuando una mano peluda se apretó en su garganta, ella abrió la boca intentando que aire entrara en su boca pero las filosas uñas se clavaron más en su carne. Ella gimió bajo, se sentía demasiado débil para pelear mientras los puntos oscuros nadaban por el rostro furioso del ghinconiano.

—¡DETENTE!— Rugió una voz femenina.

Ella inspiró con fuerza cuando los dedos se aflojaron de su agarre mortal y parpadeo para intentar despejar su visión.

—Sal de arriba de ella ¡Ahora!

Hinata giró su cuerpo hacía su costado sano y tosió cuando el macho hizo lo que le exigía la voz. Llevó su mano a su garganta, sintiéndose adolorida y demasiado débil para levantarse. Ella abrió los ojos cuando escuchó a alguien arrodillarse a su lado y sintió una mano tocar su hombro.

—Hinata¿Estás bien?

Parpadeó al reconocer la voz y miró fijamente a su hermana al lado suyo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y tembló entera mientras la miraba.

—Izumi...

Naruto se sentía cansado. Fácilmente habían pasado tres días que no dormía, entre su captura, el ataque y los arreglos para ayudar a los ghinconianos, no tenía descanso.

Tuvo un leve descanso cuando voló en el transbordador para llegar a la nave madre, dónde lo esperaba Nagato y parte del Consejo. Sólo pudo cerrar los ojos por unos momentos, pero su cabeza no se había detenido. Se sintió extraño al ver otro macho que no era Haku en los controles y su corazón se había retorcido al recordar ver sus restos con el transbordador que los Naky habían atacado. El muchacho los había dejado, una muerte temprana y que dejaba mucho dolor atrás. Naruto había visto como Zabuza se había roto cuando varios hombres y él lo habían traído. Era costumbre llevar sus muertos para ponerlos en sarcófagos, estos serían dirigidos a su planeta natal para que se enterraran en su tierra.

Habían perdido 15 machos, y aunque era un número bajo, comparado a otras batallas, no dejaba de ser doloroso. Estaba casi seguro que Matsuri había perecido también allí, no la habían encontrado, pero todos habían visto como su transbordador había explotado. Fue una grata sorpresa saber que Izumi había podido salvarse cuando el caos habían empezado. Ella había llegado al campamento cuando lo estaban montando con la hija menor de Hizashi sobre el hombro e inconsciente. La hembra había explicado que corrió a las torres para salvar a la verdadera espía y así, todos los demás habían podido salvarse con la ayuda de Shion.

La hembra ya estaba en la nave madre junto con su macho, Toneri. Su hermano y Grevity la querían fuera de la vista de los ghinconianos.

Hinata se había quedado junto con sus hermanas, ayudando a los habitantes a empezar a organizarse. Ella había estado débil las primeras horas luego de que se había despertado, pero una vez que la herida se había curado complemente, ya estaba dando órdenes. Tamaki y Konan habían llorado cuando Matsuri no fue encontrada, las únicas que permanecieron duras fueron su capitana e Izumi. Naruto todavía lo lamentaba, la pequeña hembra no merecía ese final. Había sido joven e ingenua.

El costo de la guerra...

Cuando él bajó del transbordador, no pudo más que detenerse con los ojos abiertos de par en par al ver quién estaba al lado de Nagato y su hermano.

—¿Matsuri?

Ella sonrió con las mejillas un poco sonrojadas y dió un paso hacía adelante.

— Comandante Namikaze.

Naruto no supo por qué lo hizo, pero dió grandes zancadas hacia ella, su expresión dura y la encerró en sus brazos. El rostro de Matsuri se pegó a su pecho cuando jadeó por el movimiento totalmente inesperado del comandante. No parecía la única sorprendida, ya que Nagato y Lax también lo estaban. En todo caso, el propio Naruto estaba sorprendido con sus actos y antes de que alguien pudiera reaccionar, él se separó tomándola de los pequeños hombros. La observó desde su altura mientras ella también le devolvía la mirada con sus ojos enormes.

—Co-co-comandante...— murmuró mientras su rostro se volvía del rojo más fuerte que había visto hasta ahora.

Naruto sonrió sin poder evitarlo.

—Me alegra muchísimo que estés bien Matsuri. Debes ir al Ghinco. Tus hermanas creen que te han perdido.

Lax dió un paso hacía adelante,llamando la atención de Naruto.

—Eso está intentando hacer, hermano. Si la dejas ella podrá moverse al transbordador para bajar junto con su agrupación—, dijo Lax, su expresión era divertida, pero algo había abajo de sus ojos bordos que le llamó un poco la atención.

Naruto soltó a Matsuri cuando esta jadeó de nuevo y desvío la mirada de su hermano para observarla. Sonrió, sintiéndose particularmente mejor de saber que la pequeña Matsuri estaba con ellos aún. Ella murmuró unas palabras de despedida y corrió al transbordador. La vió irse hasta la puerta del transbordador se cerró después de que ella entrara. Naruto se volvió, dándole una inclinación a cada macho y caminó a la puerta de la salida del hangar para que la nave pudiera partir.

El cansancio se notaba en su rostro, pero se mantuvo firme mientras caminaba al ascensor para mover a la sala de reuniones dónde seguramente lo esperaba Grevity.

—¿Recibieron mí paquete?— preguntó cuando las puertas se cerraron con ellos tres adentro.

—Lo hemos hecho Naruto. Debimos movernos con rapidez para que no muriera por la falta de sangre—, respondió su mano derecha.

Naruto asintió mientras colocaba sus manos en su espalda y las apretaba. Había querido matar a Hizashi, pero había observado un transbordador volando cerca, él supuso que era el que había hecho explotar la pared. Naruto sólo lo había soltado para que cayera sobre la nave. Los pilotos habían interpretado bien sus deseo cuando lo atajaron del suelo y lo metieron en una rápida maniobra, marchándose en seguida. Hanabi había sido trasladada junto con su hermana mayor el día anterior, para mantener la paz en el campamento que se estaba formando en Ghinco.

A pesar de él agotamiento, Naruto fue el primero en salir con paso firme y llendo directo a la sala.

— Deberías descansar, y darte un baño, Naruto—, dijo Nagato mientras lo seguía.

Él no lo observó cuando le contestó:

—Si, pero hay cosas más importantes que hablar—. Abrió la puerta de la sala de un tirón y observó a Grevity con tabletas y varios hombres—. Grevity—, saludo con voz ronca y una inclinación, para después caminar a la cabecera de larga mesa donde estaban esparcidos tabletas de información.

Naruto no se sentó, se mantuvo con los dedos sobre la mesa mientras se inclinaba hacia adelante, mirando a cada uno de los machos.

—¿Qué hemos podido sacar del macho Naky?—, preguntó con autoridad.

Hinata frunció el ceño cuando vió el transbordador volver.

Estaba hablando con sus hermanas sobre cómo podían ayudar mejor a los ghinconianos con su evolución sin dañar la naturaleza. Ella se volvió, dándole la espalda a sus hermanas y sin saber el porqué, su corazón se agitó y un miedo irracional se instaló en su cabeza.

Caminó con rapidez hacía el transbordador mientras esté levantaba el viento con fuerza, haciendo que las ramas de los árboles cercanos se agitaran con violencia. Hinata se tapó la cara, para evitar que tierra o una suciedad entrara en sus ojos. Sus hermanas se amontonaron en su espalda, las cuatro mirando a la nave aterrizar con sigilo a pesar del ruido de las hojas agitarse.

—¿Se supone que tenía que volver?— preguntó Konan con preocupación.

Hinata negó con la cabeza, Naruto no le había dicho nada al respecto. Si bien él se comportaba extrañamente distante con ella, no había otra razón para pensar que él le había mentido. ¿Habría pasado algo que ellos no se habían enterado?

Comenzó a caminar hacía la parte trasera de la nave, sabiendo que por ahí bajaría Naruto, no prestó atención de que sus hermanas la siguieran. Ella le dió una inclinación a Zabuza cuando apareció con un arma de láser. El transbordador era de las fuerzas del Consejo, ya que llevaba el sello, pero nunca se sabía quién podría ser.

— Quédate atrás, Hinata—, le pidió Zabuza al ver qué ella quería ponerse a su lado.

Hinata lo miró mal y le dió una mirada a Konan. Esta desenganchó su arco de su espalda y apuntó con una flecha a la entrada, poniéndose al lado de Zabuza. Tamaki se colocó al lado de Hinata con una cuchilla en cada mano. Izumi y ella misma sacaron las armas láser que le habían proporcionado y esperaron que la compuerta se abriera.

El suelo era de tierra seca y hojas muertas, por eso cuando la puerta se abrió con un ruido característico, polvo se alzó con fuerza, cortando su visión por unos segundos. Antes de que el polvo se dispara, escuchó el jadeó de Izumi y como ella bajaba el arma para que apuntará al suelo.

—¡Alto!— gritó al sentir como Tamaki se tensaba para lanzar.

Todos se mantuvieron quietos mientras el polvo dejaba entrever una figura menuda que bajaba del transbordador. El primero en reaccionar fue Zabuza, que guardó su arma y corrió hacía adelante. Hinata vió en estado de shock como Zabuza levantaba a Matsuri en sus brazos y la abrazaba para girar con ella en brazos. Su arma bajo lentamente, igual que sus otras hermanas mientras la rica y alegre risa de su hermana menor llegaba a ellas.

Hinata parpadeo las lágrimas hacía atrás, mientras observaba a su pequeña niña corresponder el abrazo del temerario y duro jefe de armas del comandante Naruto. Tamaki fue la primera entre las hermanas en correr a Matsuri y unirse al abrazo de hierro que mantenían los otros dos. Ella sonrió mientras guardaba su arma y Konan también corría a ellos. Frunció un poco el ceño al ver cómo Zabuza le costó un poco soltar a Matsuri, pero también recordó que ellos habían sido pareja mientras se había desarrollado la misión. Obviamente había nacido una amistad estrecha, ya que Zabuza les dió la espalda para pasarse las manos por la cara, escondiendo lo afectado que estaba por ver a Matsuri de nuevo.

Él macho tenía un corazón blando apesar de su apariencia dura.

Izumi ya estaba compartiendo el abrazo cuando ella empezó a caminar a su hermanas, viendo como las cuatro lloraban mientras se apretaban con fuerza. Hinata se detuvo en la espalda de Zabuza y apretó su hombro, él no se volvió, pero la miró sobre el hombro. Sus ojos húmedos delataban lo obvio que había querido ocultar. Ella le sonrió de forma cálida, sabiendo que él se sentía un torbellino de emociones, ya que estaba triste por la muerte de Haku, pero contento por la aparición de Matsuri.

El macho asintió de forma seca, pero volvió su mirada hacia los árboles. Hinata al fin se volvió, para encontrar a Matsuri mirándola fijamente. Sus otras tres hermanas estaban atrás de ella, la sonrisa tiraba de sus bocas mientras sus ojos se veían brillosos por la emoción. Ella abrió la boca para decir algo pero el nudo en su garganta no le dejó hablar, así que dió los pasos que las separaban y la abrazó con fuerza.

—Mi niña...—, murmuró mientras la apretaba en sus brazos y sentía su perfume floral en sus abundantes cabellos.

Matsuri la apretó con sus brazos también, correspondiendo al abrazo. Hinata acarició su espalda, hasta que se convenció que era cierto que ella está allí. Pero el recuerdo la hizo separarse y tomarla de los hombros para verla detenidamente.

—¿Cómo? Yo vi explotar tu nave—, le pregunto, llamando la atención de todos los de allí.

Matsuri se sonrojó un poco al ser el centro de atención y bajó la mirada. Ella murmuró algo tan bajo que Hinata no llegó a escuchar.

—¿Qué?— preguntó suavemente.

Su hermana levantó la mirada y tuvo una sombra de sonrisa.

—Salí eyectada..

—¿Eyectada?— preguntó Zabuza a la espalda de Hinata.

Matsuri asintió y centro su mirada en Zabuza.

—El radar captó el láser que iba a mí dirección y simplemente toque el botón que Haku me mostró cuando monte en la nave. Este me lanzaría fuera si surgía algo. Él me explicó que era porque tenía un solo piloto contaba con el sistema de expulsión. Pude mandar un mensaje a la nave madre y antes del ataque me recogieron y me llevaron allí—. De repente la expresión de Matsuri cambió a una llena de dolor, seguía mirando a Zabuza—. Siento mucho de lo Haku.

El macho gruñó, logrando llamar la atención de Hinata, pero no parecía enojado con la Peque Matsuri.

—Me alegra saber que estás sana—, dijo antes de volverse y salir del claro donde se mantenía el transbordador.

Matsuri suspiró y dejó caer sus hombros, parecía deprimida. Hinata le sonrió.

—Llegaste justo a tiempo—, dijo para distraerla. Eso le llamó la atención a su hermana que la miró un poco curiosa—. Estás discutiendo la mejor forma de ayudar con sus viviendas a los ghinconianos sin perjudicar la vida vegetal o salvaje.

Hinata notó como los ojos de Matsuri se iluminaban, prácticamente podía ver las tuercas girando en su mente mientras Tamaki y Konan la abrazaban sobre sus hombros y la llevaban al lugar donde estaban los planos. Hinata se mantuvo allí, escuchando como Matsuri ya empezaba a hablar de lo que no se tenía que hacer y sonrió, su corazón calentándose al ver cómo estaban juntas de nuevo.

Le dió una mirada a la puerta del transbordador, pero sólo estaban los pilotos cerrándola y suspiró. No había tenido tiempo para hablar con Naruto, pero por la información que le habían dado él no había podido matar a Hizashi. Aún así, ella sabía que era por la información que necesitaban y el macho supuestamente tenía. Tampoco habían podido hablar de las cosas que habían pasado entre ellos durante la misión. Pero también se dió cuenta que había tenido pesadillas y casi no había dormido sin Naruto a su lado.

Sólo habían pasado unas pocas noches juntos.

Habían tenido un sexo asombroso.

Y ella sabía que sentía más que atracción. Pero el macho ya no la miraba de esa forma, sentía que un muro se había alzado entre ellos.

Pero Naruto no sabía lo buena que era ella para escalar.

Continuará...

Cerca del final.

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