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✨ Déjame a mi✨

Capitulo 22

Déjame a mi✨

Naruto se precipitó hacia afuera de las torres, siguiendo a Hinata y la pareja de Naky. La capitana de la agrupación tomó a Shion y la movió con rapidez, él cazó a Toneri y lo lanzó hacía el otro lado mientras blandía su espada contra un guardia que peleaba contra Utakata. Naruto hundió su espada en la columna, la carne cedió, los huesos se rompieron, el hierro traspasó hasta el otro lado. Un chorro de sangre se disparó cuando, con la ayuda de su pierna apoyada al lado de su espada, sacó el metal del cuerpo del guardia que se mantenía en pie pero completamente quieto. Cuando Naruto lo pateó hacía adelante, el guardia voló unos pasos, cayendo al suelo de cara y no levantándose más.

Él volvió a agarrar el brazo de Toneri y lo lanzó hacía donde estaba Hinata y Shion.

-¡Llévalas a un transbordador!- gritó, haciendo una seña con su otra mano, por encima del ensordecedor ruido de los disparos de las naves atacando las torres.

La mirada de Naruto dió con toda la escena, viendo muerte, sangre, dolor y odio; algo que ya era común para él pero no dejaba de doler al ver a unos cuantos de sus soldados muertos por láser Naky. Notó como las fuerzas Naky empezaban a flaquear, ya que no tenían una cabecilla que los guiara. Poco a poco sus machos comenzaron a arrinconar las fuerzas enemigas. Levantó la mirada cuando una enorme sombra pasó sobre él, viendo por primera vez al drabon volando sobre su cabeza y chillando con la suficiente fuerza para hacer su sangre helarse. El drabon dió un rodeo y se bajó en picada, agarrando a un guardia Naky desprevenido, el macho gritó cuando las garras se clavaron en su pecho mientras el drabon volvía a emprender vuelo.

Un gritó de guerra llamó la atención de Naruto y desvío la mirada hacia el camino que llevaba a las montañas. Machos ghinconianos corrían y gritaban, llegando para vengarse de las fuerzas que lo habían oprimido, tomando desprevenidos a los guardias que estaban cerca. Con manos desnudas, la fuerza bruta de los ghinconianos sobrepasaba a una raza que se había acostumbrado a las armas para defenderse.

-¡HINATA!

El grito de Shion le hizo mirarla, mientras la hembra Naky era casi arrastrada por Toneri, Hinata corría a la dirección contraria, justo a la entrada de la segunda torre que estaba siendo bombardeada por un transbordador. Naruto corrió a ella, levantando la mirada al cielo viendo justo cuando un disparó iba directo para golpear la torre.

-¡ELA!- gritó ahora él al verla entrar por la abertura.

Obligó a sus piernas a moverse más rápido, pero él disparó dió antes y parte de la estructura de la torre cayó, haciéndolo detenerse de golpe. Las rocas cayeron desde arriba y taparon toda la abertura dónde unos segundos antes Hinata había entrado. Naruto había estado demasiado lejos para llegar antes que eso, pero emprendió la carrera de nuevo, para buscar la forma de entrar.

Hinata apenas se detuvo cuando la estructura se tambaleó y las rocas cayeron atrás de ella, pero comenzó a moverse de nuevo. Ella había visto a Hizashi en una de las ventanas de la torre. Las ansias de matar rugía en su sangre, la venganza le daría lo que necesitaba para sentirse limpia de nuevo.

Mientras subía las escaleras, esquivando escombros, pensó en lo mal que se había sentido el toque de Naruto después de lo que había pasado. Ella no dejaría que esa experiencia la rompiera, Hinata era más fuerte que eso. Su psiquis era más dura de lo que un idiota Naky podía manejar.

Hinata se detuvo y maldijo cuando vió que parte del pasillo de uno de los pisos más arriba ya no existía. Un enorme agujero estaba en su lugar. Enganchó en su espalda la larga espada y se acercó para tomarse de la pared, una pequeña parte de lo que había sido el suelo existía, sólo lo suficiente para apoyar las puntas de sus pies, lo demás ya había caído.

El viento soplaba más fuerte allí, lo sintió cuando apoyó las puntas de sus pies y apretó sus dedos en las grietas de las paredes. Sus cabellos estaban sueltos y volaron a todos lados con la fuerza del viento, a su rostro y manos, los mechones de arremolinaron con violencia mientras avanzaba con pasos de tortugas. Hinata apretó su cuerpo a la pared cuando sintió el paso de un transbordador por su espada, la fuerza del viento más fuerte. Ella siguió avanzando, sus pies uno al lado del otro, su corazón golpeando con fuerza en su pecho. Hasta que su pie derecho apoyó en una pequeña porción de suelo y está cedió hacia abajo. Hinata gritó cuando sus dedos se clavaron más fuerte en la pared, su pie izquierdo tenía todo su peso mientras intentaba encontrar un lugar para su otro pie. Desgraciadamente, su pie izquierdo tenía demasiado peso y terminó rompiendo el poco suelo que quedaba.

Los ojos de Hinata se abrieron mientras sentía sus dedos resbalar de la pared, el grito en su boca fue fuerte y desgarrador para su garganta. Sus manos pelearon desesperadamente para encontrar un lugar donde anclar, pero lo único que consiguió fue lastimar sus palmas, la sangre dificultando el sostenerse. Pero de repente, alguien la tomó mucho antes de que cayera al suelo, ella se quedó casi sin respiración cuando un cuerpo duro chocó con ella y la llevó hacia un costado. El macho que la había tomado hizo girar sus cuerpos y él tomó lo peor del aterrizaje. El resoplido y el rebote que sufrieron ambos fue todo lo que necesitó para darse cuenta que el golpe hubiera sido mortal para ella si lo tomaba.

Ambos se arrastraron por el impulso de la caída y Hinata rodó fuera del cuerpo que le había amortiguado la suya. Se detuvo cuando su cuerpo golpeó con algo duro y algo se hundió en su costado. Se quejó cuando el dolor subió por su cuerpo y miró a dónde se originaba.

Hinata parpadeó al notar que un fierro tan grueso como casi tres de sus dedos juntos estaba hundido en su cintura. Ella se quedó con la mirada clavada allí, hasta que el macho que la había ayudado se acercó y reconoció a Naruto.

-¿Qué diablos crees que estás haciendo? Maldita sea, hembra. Casi te matas-, gruñó con ojos furiosos mientras se acercaba.

Hinata hizo una mueca y quiso moverse, olvidando por unos segundos el fierro. Gritó cuando él dolor explotó en su costado, sintiendo que empezaba a perder sangre.

Naruto estaba allí antes de que terminara de gritar. Sus ojos ahora llenos de preocupación, celestes y rojos nadando en sus pupilas. Él la obligó a acostarse para poder ver mejor la herida mientras hacía una mueca.

-Debo..-, Hinata quiso sentarse de nuevo, con la respiración agitada.

- Estate quieta-, gruñó obligándola a quedarse en su lugar, su mirada nunca dejó su herida-. Si te mueves puedes hacerlo peor.

Él rompió la parte baja de su pantalón y la apretó en la unión del fierro y su carne, Hinata apretó los dientes, aguantando.

-D-debes sacarlo antes de que empiece a sanar alrededor del fierro.

- Perderás mucha sangre- murmuró Naruto.

-Hazlo- gruñó ella con la mirada enojada clavada en la preocupada de él.

Naruto dudo, pero terminó asintiendo.

- Aguanta, te bajaré en seguida para que Utakata atienda...

-No-, le interrumpió.

Naruto la miró como si hubiera perdido un tornillo y Hinata apretó los labios mientras sentía el peor dolor físico que había tenido hasta ese momento. La sangre comenzaba a juntarse bajo su cuerpo, Naruto aún no había notado que estaba perdiendo tanta sangre. Hinata supo que no podría acabar con Hizashi, tal vez ni siquiera podría ver a los ghinconianos libres, así que decidió pedírselo al único macho que confiaba con su vida.

-Naruto-, ella extendió la mano con sangre y la apretó en su calido y enorme bíceps-. Debes prom-meterme algo-, tartamudeó por el dolor.

-No vengas con eso, Ela-, gruñó enojado, pero ella pudo ver por sus ojos que no lo estaba-. Te sacaré de aquí. Ya casi hemos ganado el terreno, no te perderé.

Hinata sonrió a pesar del dolor, y dejó que todo lo que había querido esconder a él saliera a flote. Sus dedos fueron hasta su mandíbula y acarició su rostro duro, amando cada aspereza y diferencia.

Ella en algún momento se había enamorado de ese testarudo macho, y no había querido ni siquiera admitirlo para ella misma. Hinata lo había sabido cuando se dió cuenta que su lugar seguro había sido él. Gracias a Naruto y su fuerza, Hinata había podido sobrepasar esa experiencia traumática sin recibir un verdadero trauma, ya que no había sentido nada en ese momento. Había sido como si su conciencia se hubiera perdido todo de esos minutos interminables.

Pero necesitaba que ese monstruo no se lo hiciera a nadie más, que no hiciera todo lo que había hecho en Ghinco. Temía que él escapara.

Hinata apretó sus dedos en su cabello y lo acerco un poco más a su cara.

- E-encuentra a Hizashi y mátalo- le pidió.

Naruto pareció algo sorprendido por su pedido, tal vez esperaba otras palabras. Ella no podía leerlo muy bien cuando la negrura empezó a nadar en las esquinas de su visión.

-Lo haré-, prometió Naruto.

-Es.. importante-, murmuró mientras sentía a su lengua extraña, adormecida.

- Déjame a mi.

- Él...- Hinata quería decirle lo que le había hecho, quería decirle que lo amaba, pero cada vez sentía más húmeda su espalda y las fuerzas se drenaban junto con su sangre- Él...

-¡Hinata!- gritó Naruto apretando su mano con la suya en el rostro de él, su cara mostrando su desesperación-. Ela, resiste-, murmuró, Hinata sintió el golpe de su aliento caliente en su cara, mientras ella cerraba los ojos sin fuerza.

Su mundo se oscureció.

- Maldición-, gruñó Naruto cuando vió a Hinata quedar inconsciente.

Él escuchó pasos por el suelo y miró hacia atrás, sintiéndose casi aliviado de ver a Utakata con Tamaki y Konan. Los tres se precipitaron hacía ellos.

-¿Qué pasó?- preguntó Konan.

-¡Oh, no!- gritó Tamaki al ver a su hermana inconciente.

Utakata le hizo señas a Naruto para que se corriera y él lo hizo con rapidez. El macho sacó su utensilios para sanar rápido de su cintura, mientras con la mano sacaba la tela empapada.

-Esta perdiendo mucha sangre-, murmuró Konan mientras ella también se arrodillaba del lado de la cabeza de Hinata.

Naruto se asombró cuando Konan le mostró la mano que había apoyado en el suelo, estaba totalmente roja. Él se había concentrado tanto en el rostro de Hinata que no había notado que perdía tanto. Se maldijo por no haber actuado más rápido.

-Tamaki, ayúdanos aquí-, pidió Utakata mientras le hacía señas para que se pusiera en el otro costado.

Naruto se mantuvo en silencio y observó trabajar a su mejor sanador, sabía que Hinata sobreviviría.

Él hizo una mueca cuando Tamaki tomó el cuerpo de Hinata y con un rápido tirón la sacó del fierro. El sonido de succión le revolvió el estómago, sin importar que hubiera visto cosas peores en toda su vida. La sangre brotó de la herida como un ruido furioso, y Konan intentó detenerlo, pero se filtraba por sus dedos. Utakata acercó el láser médico y comenzó a trabajarlo, la luz blanca se hundió en el agujero profundo y el cuerpo de Hinata se agitó con violencia.

-¡Sostenedla!- gruñó a las hembras y ellas no dudaron en mantenerla quieta para él.

Los segundos pasaron tortuosamente lentos, pero Hinata dejó de sangrar y se mantuvo quieta. Seguía inconsciente, pero su rostro estaba en una mueca dolorosa.

-El scan le cortará el sangrado y la ayudará a sanar más rápido-, explicó Utakata a las hembras-. Sostenlo Konan-, le pidió y ella tomó el scan, manteniéndolo firme cerca del cuerpo de su hermana-. Revisaré que no tenga otra herida-, murmuró mientras sacaba un escáner médico de otro de sus bolsillos.

Utakata trabajó con rapidez y Naruto notó como su expresión se endurecía. Él creía que había tomado lo peor de la caída, pero tal vez no había sido así.

-¿Qué sucede?- le preguntó al ver cómo apretó la mandíbula y guardaba el escáner. Utakata no lo miró, ni a él ni a las hembras, pero tampoco abrió ma boca-. ¡Dímelo!- exigió.

Utakata observó a las hembras y luego se levantó.

- Mantenlo-, le pidió a Konan.

Ella asintió mientras Tamaki acariciaba el rostro de su hermana, acomodando mechones de su cabello oscuro lejos de la cara de Hinata. Utakata lo agarró del brazo y le hizo caminar unos pasos lejos de las hembras. Naruto estaba cada vez más ansioso y molesto, quería saber qué pasaba. Él observó el rostro de Utakata cuando se detuvieron, su sanador se pasó la mano por la cabeza llena de cabello y lo miró con la expresión entre enojado y compasivo.

-¿Tiene otra herida? Sé que puedes salvarla-. Él no podía pensar en el hecho de que no pudiera hacerlo.

Su respiración se cortó cuando Utakata negó con la cabeza, temiendo lo peor.

-No es eso, ella sanará-. Naruto pudo respirar ahora-. No es su cuerpo lo que me preocupa-, aclaró Utakata, pero sólo sirvió para que Naruto se sintiera más confundido.

-¿Qué quieres decir?

-Ella no fue torturada de forma normal-, Naruto sólo le frunció el ceño-. Su traje está lleno de semilla.

-¿Qué?- susurró Naruto, su cabeza no queriendo procesar la información.

La mirada oscura de Utakata se clavó en la suya, su labios duros y su expresión furiosa.

- Esos bastardos esparcieron su semilla sobre ella. La marcaron. Temo por su estado mental. Abusaron de ella. Porque no hay una sola semilla. Tiene varios códigos genéticos en su traje.

Naruto apretó los dientes y gruñó, dándole la espalda. Sin poder creer lo que tenía que haber pasado su delicada y fuerte flor por las manos de los Nakys. Quería volver atrás y matar a cada Naky de nuevo con tortuosa lentitud.

Entonces recordó lo que le había pedido Hinata y se volvió a Utakata con el rojo refulgente en sus ojos.

-¿Hizashi?- gruñó sintiendo que su sangre se calentaba y no podía hablar con normalidad.

Su sanador asintió, Naruto no pudo evitarlo.

Rugió mientras corría para subir la torre. Hinata estaría bien, él estaba seguro de ello.

También estaba seguro que Hizashi tendría una muerte muy lenta y dolorosa.

Continuará...

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