XVII
Capitulo 17
✨Noche Oscura✨
NiK se despertó cuando fue lanzado contra las rejas. A penas sintió el golpe, la inyección que le había puesto Nizi aún lo dejó algo entumecido.
Él gruñó cuando quiso mover sus brazos, intentando agarrar las rejas o sentarse, pero su cuerpo parecía moverse con un peso casi insoportable. Por un momento le pareció la experiencia que había pasado con Gris cuando lo había congelado.
NiK dejó de intentarlo y se quedó boca abajo, escuchando todo lo que pasaba a su alrededor, intentando recordar lo que había pasado, qué había salido mal...
Él esperó a que ella estuviera cerca, pero antes de que él pensara en lanzarse algo golpeó en su cuello. NiK lo había sentido, su mirada nublada había ido al punto alejado y oscuro de la recámara y había visto a alguien... ¿A quién? Él no podía recordar, todo se había vuelto borroso. NiK ni siquiera sabía adónde estaba. Él intentó oler su posición... Fue el primer momento en donde sintió miedo.
No olía nada.
NiK gruñó y abrió los ojos... O mejor dicho un ojo. Él observó con el único ojo que podía abrir, las rejas oscuras pero no parecía un calabozo. NiK se tensó cuando escuchó un gritó, y luego otro femenino. Él conocía esos sonidos. Obligó a su cuerpo moverse para enfrentar la puerta de la jaula. La puerta de la mina ocupaba casi toda su panorámica.
Uno de los guardias paso por allí y se lo quedó mirando mientras NiK también lo hacía desde el suelo. NiK se tensó cuando el guardia Naky miró a ambos lados antes de bajar a cuclillas frente a él.
— NiK...
NiK frunció el ceño y lo quedó mirando, algo en él le llamó la atención, una cicatriz que bajaba por todo su rostro. Pero NiK estaba tan confundido que apenas podía saber quién era él.
—Bastardo—, otro guardia golpeó las rejas y NiK se sobresaltó—. Este idiota cree que puede comer más de lo que le da la boca ¿No es así Beip?
NiK miró asombrado al otro guardia cuando escuchó el nombre del macho. Beip. El macho Naky había sido amigo de su padre, él lo recordaba. Aprendiz en el laboratorio.
Beip le dió una mirada, sólo de unos segundos para que guardará silencio, y luego se enmascaró en una de asco tan buena que por un momento NiK sintió que había alucinado la primera.
—¿Qué quieres si es un cachorro de macho? Se piensa que puede cojer más de lo que en realidad pueden, hasta que las señoras se cansan de sus culos viejos y los desechan por unos nuevos. Tontos concubinos.
Su amigo guardia rió tirando la cabeza hacia atrás y la mirada de Beip volvió a ser preocupada.
NiK dejó su ojo clavado en Beip hasta que esté se levantó lentamente y asintió, pero él no sabía a qué.
—Vamonos—, dijo el macho de cicatriz al otro.
Ambos se fueron riendo, y NiK frunció el ceño. ¿De verdad podía ser Beip? Él ayudante que tanto había querido su padre, NiK había creído que había muerto, pero tenía que reconocer que jamás había preguntado por él, dándolo por hecho.
Beip se volvió cuando él otro guardia seguía avanzando y bajo el cuello de su uniforme, mostrando la marca de su padre en él. NiK parpadeó con su ojo sano, recordando el tonto juego que habían hecho juntos en la juventud de ambos.
—Pronto—. Prometió con cada golpe
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NiK no podía hacer mucho mientras la droga desaparecía de su sistema. Las cicatrices de la espalda empezaron a sanar primero, él no podía moverse, pero podía sentirlo. Le llegó un destello de golpes de látigo en su espalda, Nizi sosteniendo su cabeza. Pero aún no podía recordar qué lo había llevado hasta allí.
Cuando estaban cerca del medio dia, su otro ojo sanó, y pudo ver mejor con ambos, ya pidiéndose sentar. Observó como una fila de ancianos pasaba lentamente y entraba en la mina. NiK frunció el ceño y miró a la jaula donde estaban machos y hembras de edad media y adolescentes. No había niños ya por ningún lado y los ghinconianos tenían expresiones derrotadas, algunos lloraban, pero otros ni siquiera miraban.
Su nariz fue lo último y más doloroso. La droga casi había desaparecido y podía pararse, pero la vista se le distorsionaba cada vez que un hueso o nervio se arreglaba en su naríz.
NiK gruñó cuando dos guardias se acercaron, el segundo tenía llaves en sus manos y el otro lo apuntaba con un arma directo a la cara.
— Aléjate—, le demando el del arma.
NiK dió unos pasos hacía atrás hasta que su espalda golpeó las otras rejas. El macho Naky armado entró primero, NiK podría haberlo desarmado con facilidad, pero se mantuvo en el lugar mientras el otro sacaba unas cadenas de un lado de la jaula. Él se tensó cuando el macho se acercó.
— Quédate quieto o te explotaré la cabeza—, amenazó.
NiK se quedó con la mirada fija en el macho Naky con el arma, dejando que el otro le pusiera grilletes en las manos y los pies, todos juntos con una gruesa cadena. Cuando NiK estuvo totalmente restringido, el macho bajó el arma. El segundo lo empujó para que se moviera y lo sacaron de la jaula. NiK entrecerró los ojos al recibir el sol de lleno en el rostro, el olor pestilente era más fuerte mientras lo obligaban a rodear la jaula y moverlo a la puerta de la mina.
Ninguno de los machos dijo nada mientras le daban una canasta y le hicieron señas para que entrara en la mina. NiK apretó los dientes, pero comenzó a caminar, o por lo menos lo intentó. Las malditas cadenas eran pequeñas para él, así que daba pequeños pasitos de un lado y otro, medio encorvado. NiK escuchó los murmullos de los ghinconianos en su idioma, él sabía que ellos no contaban con traductor. Los guardias habían tenido que aprender el idiomas para mandarlos a trabajar y decirles lo que querían. Por el largo pasillo no había muchos guardias y NiK observó con detenimiento mientras se movía hacia donde al parecer tenía que sacar oro para los Naky.
NiK aún no recordaba mucho, pero en su cabeza sabía que Nizi le había dicho algunas cosas... Amenazas... ¿Tal vez? Él no podía saberlo con claridad.
Él se detuvo dónde había algunos ghinconianos machos golpeando en la piedra, sacando grandes pedazos de oro. Aún se preguntaba cómo era posible que hubiera tanto bajo tierra.
NiK dejó caer la canasta y tomó una de las herramientas, la examinó desde cerca, notando que eran de metal duro. Él miró las puntas de ambos lados y el mango de madera, lo hizo girar en su mano notando la ligereza y se le ocurrió que con eso podría zafarse de las cadenas. NiK se quedó mirando fijamente la herramienta hasta que un guardia le dió un empujón.
—Trabaja—, gruñó en ghinconiano.
NiK le dió una mirada roja furiosa y el macho retrocedió. Él suspiró cuando se volvió y comenzó a golpear la piedra, dándose cuenta que aunque la herramienta era liviana tenía un buen golpe. Definitivamente lo usaría...
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Eirene se mantuvo oculta junto con Bell y Meissa.
Ella sacó los prismáticos de su bolso y observó con visión nocturna a su hermana Lyra moverse con los machos, acercándose más y más a la mina. Eirene se movió para ver a Tabit junto a Ainus justo cuando ambos se dividían e iban a los distintos puntos.
Su grupo se había quedado tranquilo durante el día, no levantando sospechas sobre ellos y moviéndose por las torres, sin acercarse a la mina. Eirene había estado tentada a mandar a alguien para avisarle a NiK sobre el plan. Pero no lo hizo. Él no le dijo que pretendía seducir a la hembra Naky para sacarle información, así que ya estaban a mano.
La cena había sido tranquila, normal. Eirene había tenido que poner a uno de los machos con ella en la mesa principal. Había preguntado y Yuta había sido el voluntario para arrodillarse a su lado y comer como mascota. Eirene se sintió demasiado tensa cuando había tenido que acariciar su cabeza como había hecho con NiK antes. Nizi y Bell habían cenado con ella, la rubia conversando como si ella no hubiera azotado a su principal y lo hubiera castigado mandándolo a la mina. Bell, contrario a su hermana, había estado tensa toda la noche, mirando a todos lados.
Eirene le había preguntado cuando llegaría Net-Erei a las torres y Nizi había contestado que en unos pocos días, tal vez al día siguiente. Eirene hubiera deseado que estuviera allí para matarlo ella misma.
El plan era simple. Una vez que la mina fuera desbaratada, los refuerzos llegarían con la llamada de Mich. Si todo en la mina salía mal, Mich tenía la orden de matar a todos los de la torre y Pleya debía ir a la nave madre y buscar a los demás Naky del planeta y matarlos en su nombre.
Todo estaba llendo bien hasta ahora...
Eirene frunció el ceño cuando percibió un movimiento dónde no estaban los guardias y sus hermanas o los machos. Ella centro los prismáticos en la forma que se movía entre las dos jaulas.
—¿Qué es?— preguntó Meissa cuando la vió tensa y con el ceño en concentración.
—Mira—, dijo Eirene pasándole el prismático.
Meissa lo tomó, Bell se movió entre ellas.
—¿Qué es? ¿Ya podemos irnos?— preguntó nerviosamente.
Eirene entrecerró los ojos en la hembra. Se había asombrado al ver qué ella no traía nada más que su vestido de noche cuando la sacaron de su habitación oscura a escondidas. Por suerte, la recámara de Bell estaba cerca de la puerta de salida y sólo habían tenido que dejar matar y esconder, a los machos de las puertas.
—¿Por qué estás tan nerviosa?— preguntó Eirene sin sacarle la mirada de encima.
Bell había estado con los ojos hacia todos lados, y luego de que ella susurró las palabras, la miró.
—Quiero que esto termine—, dijo.
Eirene afiló sus ojos sobre ella, ¿qué pasaba?
—Es NiK—, dijo Meissa.
—¿Qué?— dijo Eirene asombrada y estirando su mano para tomar el prismático—. ¿Qué mierda esta haciendo?— gruñó.
NiK estaba saliendo de su jaula justo cuando ella lo miró por los prismáticos. Él se acercó encorvado hacía una de las jaulas dónde las firmas de calor eran numerosas. Ella se llevó la mano a la oreja dónde tenía los auriculares.
—Atentos, el comandante está fuera de su jaula. Acercándose a la jaula A.
—Mierda. Él no sabe nuestro plan—, gruñó Tabit.
—Le avisaré— dijo Deiti.
Eirene estaba por preguntar de qué hablaba, pero se escuchó un fuerte chillido, como de un ave, a ella le hizo acordar a un Alcón. Eirene observó desde los prismáticos como NiK se detenía y levantaba la cabeza. Ella no supo que hizo, pero él se giró a dónde estaban Deiti, Yuta y Lyra. Eirene escuchó un ruido parecido a un gorrión cantar. Deiti volvió a hacer el ruido y ella movió su visión cuando notó que los guardias se levantaban de dónde habían estado sentados.
—Guardias—, gruñó Eirene.
—Ya estoy aquí—, la voz de Pleya se escuchó por el auricular—. Guardias a las 12-b moviéndose lento. NiK a vuelto a su jaula, pero los ghinconianos están revoltosos.
Eirene apretó los dientes y decidió de último momento cambiar todo.
— Bajaré a hablar con NiK y avisarle nuestro plan—, le extendió los prismáticos a Meissa—. Avisa.
Meissa la miró con ojos enojados pero asintió. Bell la agarró de los brazos
— Por favor no vayas. Quédate—, le rogó.
Eirene frunció el ceño, pero la obligó a que la soltará.
— Meissa te cuidará— prometió antes de lanzarse hacía adelante.
Los largos pastos que había fuera del camino la ayudaban a mantenerse oculta. Eirene se movió silenciosamente y con rapidez. Las botas de sus pies apenas hacían un ruido mientras corría y se mantenía agachada, ella sacó las dagas de sus muñequeras, decidida a sacarse de encima a la primera pareja de guardias que estaba más lejos.
—Guardias 24-C, me encargo yo—, dijo a su auricular.
—Recibido— Pleya le contestó.
Eirene escuchó las voces de los machos y detuvo la carrera y comenzó a moverse más lento y hacía la izquierda. Eran los guardias que estaban más cerca de la jaula de NiK, ya que estaban casi en la entrada del "campamento" de los ghinconianos. Eirene se detuvo en cuclillas justo antes de que él pastizal terminará. Ella movió sus piernas con lentitud, dejando que sus manos también la ayudarán a moverse con suavidad y silenciosa, acercándose peligrosamente a los guardias con armas en las manos.
Eirene frunció el ceño cuando vio que había tres machos y no dos, algo no estaba bien. Ella no podía avisar, ya que estaba muy cerca y podían escucharla, pero ya estaba hecho. Agradecía tener una reserva de cinco cuchillas en sus muñequeras. También tenía su espada, y el arma, aunque esa sólo la usaba en momentos críticos ya que no tenía forma de recargarla allí.
Eirene se detuvo cuando tuvo sentido la conversación.
—... Yo tampoco lo sé, pero órdenes son órdenes.
— Net-Erei fue muy específico.
—No entiendo por qué le hizo creer a su hija que se había ido...
Eirene abrió grandes los ojos y retrocedió silenciosamente.
Algo estaba mal, ella lo sentía.
Su cuerpo se tensó cuando escuchó un ruido a su espalda, ella se giró apretando sus armas en sus manos, pero sólo vió oscuro pastizal alto e infinito. El viento sopló, moviendo los finos hilos oscuros y ella se giró, buscando un movimiento fuera de lugar. Pero nada...
El escalofrío bajo por su columna.
—Zzz—, dijo Eirene bajó, una clave para sus hermanas ya que no podía decir todo si no quería que las escuchará.
—No recibo ninguna lectura—, dijo Pleya con la voz tensa—. Sólo a ti y dos guardias.
Eirene frunció el ceño. ¿Cómo podía recibir señales de dos guardias si había tres?
—Mierda...
Eirene se lanzó hacía los guardias sin pensar, lanzando dos cuchillas que se clavaron en los cuellos de los dos más cercanos. La otra cuchilla salió enseguida, pero mientras ella lo lanzaba el último guardia apretó un botón en su pecho y explotó.
Eirene fue lanzada hacía atrás con la fuerza de la explosión, la noche oscura se alumbró como con un enorme reflector.
Y la locura empezó
Continuará...
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