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XV

Capitulo 15

✨El Castigo✨

Eirene frunció el ceño cuando salió de la habitación después de vestirse, esperando ver a NiK. Pero no estaba.

Ella se movió, poniéndose las muñequeras y la gargantilla. El sol ya había salido y no había señal de NiK en ningún lado, eso le preocupó un poco. Activó el auricular de su oreja izquierda y habló bajo.

—Buenos días, ¿alguien ha visto al comandante?—, quiso golpearse después de hacer la pregunta—. NiK, ¿Puedes escucharme?

Ella frunció el ceño cuando no le contestó nadie y se movió para salir de la recámara. Se detuvo de golpe al ver un grupo de diez machos armados, apuntando directamente a ella cuando salió. Eirene estaba tan sorprendida, que se quedó congelada los primeros segundos, para luego mostrar una furia tal que los machos dudaron.

—¿Qué significa esto?— murmuró aunque le habría gustado gritarlo.

Dos machos se movieron para que Eirene viera a Nizi junto a Bell. Eirene frunció el ceño al ver la mirada fría de la rubia, mientras la más joven parecía algo preocupada. Ella también notó que había más guardias a los lado de las dos hembras.

—Buenos días, señora—, saludo Nizi dando un paso hacía adelante.

Eirene paseo su mirada por los machos que no movieron su posición, sus dedos comenzaron a hormiguear listos para una pelea.

—¿Contestará mí pregunta Nizi?— preguntó ella sin prestar atención a los buenos modales.

—Claro que si, señora. Esto—, dijo haciendo una pequeña señal a los hombres—, es por protección.

—¿Protección?— preguntó Eirene con una ceja alzada.

—Si. Tal vez no haya notado que anoche alguien se metió en nuestros calabozos. No creo que haya escuchado la alarma, usted está muy lejos de allí.

Eirene comenzó a sentir que algo andaba mal y tragó saliva de forma imperceptible. Su labio picaba pero se contuvo de morderlo.

—No lo sabía—, contestó al ver qué la hembra se mantenía en silencio.

—Lamento ser dadora de malas noticias, señora.

Eirene se tensó cuando escuchó que se abría la puerta de la recámara de sus hermanas y los otros machos. Los guardias se movieron para no darle la espalda a ellos. Eirene levantó una mano cuando Tabit, Lyra y Meissa sacaron sus espadas.

—Tranquilas—, dijo con voz suave.

Meissa camino para ponerse al lado de Eirene, pero fue detenida por un guardia. Ella estaba a punto de golpearlo, pero Eirene negó con la cabeza. Meissa frunció el ceño pero se mantuvo quieta.

—¿Puede llamar a sus concubinos, señora?— pidió con voz fría Nizi.

Eirene miró a los machos, notando que NiK no estaba con ellos y su mal presentimiento sólo creció. Ella hizo una seña con la cabeza para se acercarán. A los machos los dejaron pasar, los guardias apuntaron a ellos y a sus hermanas. Eirene se asombró cuando Ainus y Deiti se pusieron frente ella, Mich en su izquierda, Yuta en su derecha. Los cuatro machos parecían listos para la lucha y ella no sabía que hacer al respecto. No había tenido mucha comunicación con ellos, pero sabía que sus hermanas si y por lo que le habían dicho, eran machos agradables e inteligentes.

—¿Dónde está su principal señora?— habló Nizi llamando su atención de nuevo.

Eirene entrecerró los ojos en la hembra.

—Creo que estás a punto de decírmelo.

Nizi hizo un movimiento con la mano y cuatro guardias que estaban atrás de ellas se movieron. Los ojos de Eirene se abrieron asombrados cuando vió que cada uno de los cuatro hombres Naky llevaban cadenas que estaban conectadas a las extremidades de NiK. Ella vió entre los hombros de Ainus y Deiti a un casi inconsciente NiK. Su pelo estaba manchado con sangre, uno de sus ojos estaba cerrado, su nariz torcida e hinchada, de las fosas salía sangre y tenía manchas de ella seca. NiK tosió un poco y sangre salió de su boca.

— NiK...— murmuró ella. Quiso moverse para ir hacia él, pero Mich la tomó del brazo deteniéndola justo a tiempo.

Eirene respiró para tranquilizarse y volvió la mirada a Nizi. No dijo nada y espero a que la hembra hablara. Los guardias se detuvieron dejando a NiK de forma violenta contra el suelo, a unos diez pasos de Eirene y su muralla de machos.

—Su principal la ha traicionado señora—, dijo Nizi dando un paso más cerca, dejándola justo al lado de NiK.

La mirada de la rubia estaba sobre el macho y Eirene apretó los dientes cuando ella se agachó y lo tomó del pelo para alzar su rostro. NiK estaba inconsciente y ella se dió cuenta que no llevaba camiseta. Eirene apretó los dientes y las manos cuando vió marcas sangrientas de latigazos en la espalda de NiK.

Eirene respiró profundo de nuevo.

—¿Por qué dices eso, Nizi?— ella estaba orgullosa de su tono plano.

Nizi negó con la cabeza y dejó caer el rostro de NiK contra el suelo para clavar sus ojos en Eirene. No dijo nada mientras se levantaba.

—No tenemos pruebas de que su macho haya sido el que se infiltró en nuestros calabozos. Pero él fue a mí recámara a cambio de relaciones sexuales.

Eirene se tensó, su mirada cayendo en NiK. Ella estaba segura que él habría sido el quién había entrado en los calabozos, pero ¿él podría haber usado a Nizi como distracción cuando estaban por atraparlo? Sabía que la hembra tenía algo por NiK, después de todo ella había querido comprarlo. ¿Sería que NiK se la había follado para hacer una coartada?

Las manos de Eirene se apretaron con fuerza cuando pensó en ello. Tuvo un destello de imágenes en su mente de lo que habría sido eso y no supo porqué le dolía el estómago por sólo imaginarlo. Recordó también la mirada fija que había tenido NiK la primera vez que había visto a Nizi. Eirene sabía que la rubia era atractiva y obviamente NiK la había mirado como macho.

Eirene entrecerró sus ojos a ella.

—¿Lo hiciste?— su voz baja y peligrosa mientras se hacía lugar para pasar entre los dos machos—. ¿Lo follaste?— gruñó.

Los guardias volvieron a apuntarle con las armas, pero Eirene tenía la vista fija en Nizi. Ella se dejó guiar por el enojo cuando la hembra sonrió.

Activó su muñequera y la pequeña cuchilla salió con un siseo, Eirene se lanzó lista para matar a la rubia. Dos guardias se pusieron en el camino y ella simplemente le rebanó el cuello al primero. Pateó en el medio del pecho al segundo, mientras él que había cortado hacía un ruido de ahogó y caía de rodillas agarrándose las garganta de la cual salía borbotones de sangre del pequeño pero efectivo corte. El segundo voló unos pocos pasos y cayó en el suelo. Eirene giró, esquivando al que ya estaba en el suelo y se lanzó a Nizi. Pero se detuvo de golpe cuando vió que ella se había vuelto a agachar y tenía una de sus manos en el cabello de NiK, levantándolo y un cuchillo estaba apoyado en su garganta descubierta.

El único que interrumpía el tensó silencio era el macho que se estaba muriendo en el suelo, ahogándose con su propia sangre. Pero nadie se movió a ayudarlo, el silencio fue completó cuando el macho pareció perder la batalla contra la muerte.

—Como mi padre no está en las torres, yo soy la que toma las desiciones—, dijo Nizi. Su voz tranquila y fría, como si estuviera hablando del clima—. Por lo tanto, ordeno que este macho no puede morir a sus manos—. Eirene hizo una mueca, podría haber parecido que estaba en desacuerdo. Pero lo cierto era que ella quería matar a la rubia, no a NiK—. Él será enviado a la mina, trabajará junto con los ghinconianos para darnos oro. Ese será su castigo.

Eirene respiraba con un leve jadeo, aún quería matar a Nizi. Pero se contuvo, guardo la cuchilla y se puso recta, mirando desde su altura a la rubia. Ella sabía que tenía que dar una respuesta, tenía que demostrar aunque no lo sintiera, que no le importaba lo que hacían con NiK.

Eirene se volteó, dándole la espalda a Nizi y se tragó sus ganas de asesinar. Aún no era el tiempo, pero ella haría lo imposible para sacar a NiK de allí lo antes posible.

—Puedes hacer lo que quieras con él—, respondió con su mejor voz indiferente—. Ese macho ya no me importa.

Eirene caminó hacia la puerta que había sido su recámara y entró, sin que nadie se interpusiera en su camino. Dejó la puerta abierta mientras se movía a la habitación y se sentaba en la cama. Su cuerpo estaba un poco débil por lo que había pasado y se sentía algo perdida.

Habían atrapado a NiK y estaba segura que lo habían torturado intentando sacarle la verdad. Ella no estaba preocupada por si habría dicho algo, sabía que él no lo había hecho. Pero estaba angustiada por él, por lo que había pasado y por lo que aún le faltaba.

Eirene decidió que adelantaría los planes. Habían pensado en estar tal vez unos diez días investigando todo, pero ella consideraba que no tenían tiempo. Ahora estarían más vigilados, pero sus hermanas y ella estaban acostumbradas a misiones dónde todos los ojos estaban sobre ellas.

No había otra forma.

Al día siguiente, durante la noche, sería el ataque.

Continuará...

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