XIV
Capitulo 14
✨Trampa✨
NiK le dió una mirada a Eirene dormida entre las sábanas de la enorme cama antes de salir silenciosamente de la habitación. Él tomó su espada de dónde la había tirado esa misma tarde cuando se habían besado con Eirene y salió de la recámara.
Era ya entrada la noche y los pasillos parecían desiertos mientras él se movía con sigilo. NiK no podía dormir después de que Eirene le mostrará sus sentimientos, así que iba a hacer algo al respecto.
NiK apretó la espalda contra la pared al escuchar pasos y miró hacía los lados, buscando un lugar donde esconderse. Él sabía que si guardias lo encontraban merodeando en los pasillos sin ninguna guardia de Eirene, tendría problemas. Él se tragó el gruñido y saltó para tomarse de una viga bastante alta. Sus manos se apretaron en el material y con el impulso cerró las piernas alrededor. NiK maldijo interiormente cuando su capa negra quedó colgando, una de sus manos se movió con rapidez para subirla y engancharla en sus brazos justo cuando dos guardias giraban al pasillo donde él estaba.
NiK respiró con lentitud y miró a los machos caminar, cuando uno de ellos se detuvo, él uso su mano libre para sacar una cuchilla y ponérsela entre los dientes.
—¿Escuchaste eso?— preguntó él que se había detenido.
NiK apretó más fuerte los dientes al reconocer a Wen, el macho que había quería llamar la atención de Eirene en la mina.
Su compañero se detuvo unos pasos adelante.
—No. ¿Qué fue?
Wen miró hacia atrás y NiK se tensó. Pero nunca miró hacia arriba ninguno de los dos. Wen negó con la cabeza.
—No fue nada, tal vez vino de las recámaras.
NiK los miró moverse, subiendo por el pasillo y en parte, hubiera querido que lo vieran. Sólo por el placer de matar al macho con sus propias manos. Pero no era tonto, y necesitaba que su escapada fuera silenciosa y no llamará la atención tan pronto.
Cuando ambos machos giraron en otro pasillo, NiK se dejó caer al suelo aterrizando en cuclillas con un ruido sordo y la cuchilla aún en sus dientes. Él se levanto despacio y se quedó con la mirada fija en donde se habían perdido los guardias y gruñó suavemente cuando se sacó el arma de la boca. Se consoló sabiendo que tendría su oportunidad en algún momento.
Se volvió y siguió bajando, esquivando algunas parejas de guardias y siendo lo más silencioso posible.
Mientras bajaba el último tramo de escaleras, vió la puerta de los calabozos. Se detuvo cuando notó que estaba abierta, se acercó un poco más y olfateó para ver si había algún guardia cerca. Sonrió al notar que tal vez habían salido para cambiar de turno e ingresó. Se movió por la sombras, aprovechando la poca luminosidad que daban las antorchas y ocultándose en parte con su capa negra. Se detuvo cuando llegó a la puerta que quería y vió por la pequeña ventana con rejas.
Chiflo con suavidad, apenas viendo la sombra del macho con el que quería intercambiar unas palabras. La cabeza del ghinconiano se giró con brusquedad y mostró los dientes al ver a NiK encapuchado.
—Tranquilo—, dijo en voz baja y en el idioma nativo.
NiK notó la sorpresa en el macho y se acercó con rapidez a la puerta.
—No tengo mucho tiempo—, siguió NiK—. Necesito que me digas algo.
—¿Qué?— gruñó suavemente.
—¿Alguien te contrató para atacar a la hija menor del Naky? ¿Quién fue?
El macho frunció el ceño.
—Nadie me contrato.
—¿Entonces cómo...?
—Hay un grupo que está en contra de los Naky. Estamos infiltrados en la mina y el pueblo—, el macho bajó más la voz—. ¿Quién eres? ¿No reconozco tu olor?
—¿Cómo puedo encontrar a ese grupo?— preguntó NiK, evitando decir su identidad.
—No podrás. Si quieres entrar ellos te encontrarán—. El macho pegó su cara a las rejas e inhaló profundamente—. ¿Quién eres?
NiK sonrió sin sacarse la capucha.
—Somos la artillería.
—¿Qué quieres decir?
NiK miró a todos lados antes de sacarse un poco la tela de la cara. El macho abrió los ojos grandes y luego su expresión se volvió furiosa.
—Tu...— dijo con voz profunda, pero baja.
NiK se volvió a poner la capucha y le susurró:
— Tuvimos que detenerlos—, le quiso explicar.
—Eres el concubino de esa perra...
NiK se lanzó contra las rejas y el macho retocedió asustado por el brillo rojo de sus ojos en medio de las sombras que proporcionaba la capucha de la capa.
—Ella no es lo que crees. Trabajamos para otra fuerza que está en guerra de los Naky. Liberamos a personas como ustedes—, gruñó amenazante.
NiK se detuvo cuando escuchó un ruido metálico desde la puerta, miró una vez más al macho y se llevó una mano a los labios, pidiéndole silencio. El ghinconiano asintió y se quedó mirando como NiK retrocedía a las sombras, mezclándose con el fondo de la cárcel. Él macho ghinconiano lo último que vió fue un destello azul y rojo.
NiK se movió con rapidez a las puertas, pero giró al lado contrario y se apretó contra la pared cuando escuchó voces y pasos bajando por las escaleras. Maldijo suavemente y miró hacia arriba, notando que los calabozos eran más bajos que el techo y no dudó en saltar para subirse. Él hizo una mueca cuando aterrizó con demasiado ruido.
—¿Qué fue eso?— preguntó un guardia.
—No lo sé—, contestó el otro—. Ve por allí.
NiK no se movió, seguro que si cambiaba su peso, el precario techo haría un ruido y delataría su posición. Pero si escuchó atentamente, su nariz inhaló para hacerle saber que los guardias se separaron y comenzaron a caminar en los dos distintos pasillos. NiK sabía que no podría escapar a menos que matará a uno de los guardias, así que cuando sintió que el macho pasaba por dónde él había estado, se dejó caer justo en su espalda con la cuchilla en la mano. Él macho no tubo oportunidad ni siquiera de parpadear, cuando NiK le pasó el filo por la garganta.
El cuerpo del macho se hizo pesado y NiK lo agarró antes de que cayera al suelo e hiciera un ruido. NiK lo dejó acostado en suelo, limpió su cuchilla con el uniforme del muerto y se movió rápido al otro lado. Se detuvo antes de pasar por el principio del pasillo que había tomado el segundo guardia y dió una mirada. El macho Naky tenía un dispositivo de luz y un arma de láser en la otra mano, pero no miraba hacía atrás.
NiK sonrió, sintiendo que ya casi estaba fuera. Se movió a la puerta y comenzó a subir, su corazón latiendo con fuerza con la emoción de la pelea. Su capa se inflama a la altura de sus pies, mientras corría escaleras arriba. Pero de repente, una alarma sonó antes de que él subiera todos los escalones. NiK se precipitó por el pasillo de salida y siguió corriendo, sin saber si mataría o se escondería si se cruzaba con un guardia.
Él se detuvo cuando ya estaba lo suficientemente lejos de los calabozos al escuchar pasos pesados llendo hacia él por arriba y abajo del pasillo.
Estaba rodeado.
Miró hacia todos lados, sólo notando una salida.
Una puerta grande de madera y pesada. NiK no sabía lo que habría del otro lado, pero él se lanzó a ella. Sonrió cuando no estaba trabada de alguna forma y se sumergió al lugar oscuro y cerró, dejando un leve espacio para mirar. NiK cerró un poco más la puerta cuando la luz le dió de llenó, los guardias se estaban manejando con los dispositivos de luz para ver mejor en los oscuros pasillos. NiK los vió correr, todos en dirección a los calabozos y suspiró cuando parecieron pasar todos, al rededor de quince guardias.
Estaba por abrir la puerta para escapar cuando las luces del lugar a dónde había entrado se encendieron. Su cuerpo se tensó entero y apretó sus dedos en su cuchilla, su otra mano en el mango de su espada.
— Sueltalas —, dijo una voz baja cuando él sintió el arma láser en su espalda—. Muéstrame tus manos.
NiK gruñó y dejó caer la cuchilla, levantó sus manos con cuidado y lentamente, pero sin volverse aún. La voz era femenina y él sabía a quién pertenecía.
—Bueno, bueno. ¿Qué pensaría tu señora si sabe que vienes a mí recámara?
NiK hizo una mueca y se tragó su respuesta filosa. No sería inteligente insultar a la hembra que mantenía el arma láser en su espalda. Podía hacerle un agujero. El arma se alejó un poco y ella volvió a hablar.
—Date la vuelta— le ordenó.
NiK se movió con la misma lentitud, haciendo lo que ella le pedía. Esperaba que Nizi pensara que la deseaba y no que había matado un oficial en los calabozos. Tal vez, de esa forma podía hacerle bajar la guardia, desarmarla y dejarla inconsciente.
Él maldijo interiormente cuando su mirada bajó al cuerpo de la hembra. Nizi llevaba una especie de vestido para dormir que era casi tan fina como un maldito pétalo. Él podía ver todo y cuando su mirada volvió a su rostro, se dió cuenta que su cuerpo no había respondido a la desnudez de la hembra, cosa que le hizo fruncir el ceño.
Nizi sonrió, la primera que él veía en la hembra.
—Te estás portando muy mal, NiK—. Ella dió un paso más cerca de él—. Tendré que castigarte por eso.
NiK se mantuvo callado y expectante. Sólo necesitaba que se acercara un poco más. Nizi dió un paso más, sin dejar de apuntarlo y él tragó saliva cuando ella comenzó a sacarse el vestido. NiK se quedó con la mirada clavada en sus ojos, no deseando ver su cuerpo desnudo. En ningún momento sintió el fuego de la pasión querer despertar en su estómago. Pero si estaba rodeado de frío, esperando su momento exacto para actuar.
Nizi dió un corto paso más.
"Eso, acércate un poco más maldita", pensó NiK tensando su cuerpo para sacarle el arma.
Continuará...
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