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XIII

Capitulo 13

✨ Muéstrame tu yo verdadero II✨

—¡La mataré!

NiK se despertó con el gritó de Eirene. Se sentó en la cama y agarró el mango de su espada, aún algo aturdido se bajó a tropezones de la cama y se lanzó hacía la sala. Entró con un deslizamiento de pies y la espalda lista, pero parpadeó al ver a todos sentados en distintos almohadones. Eirene era la única levantada y con una mirada furiosa.

Nik observó los rostros de los demás. Mich estaba junto a Meissa cerca a la mesa, cerca de una tableta, ambos mirándolo asombrados, Deiti estaba con la cabeza apoyada en la mesa. Pleya y Tabit levantaron la mirada de unos papeles, igual que Yuta. Lyra apenas le dió una mirada mientras limpiaba una de las cuchillas, Ainus se encontraba casi recostado cerca de la puerta y lo miró con diversión y los brazos cruzados.

Sus ojos confundidos volvieron a Eirene. Ella tenía una expresión feroz, su mano en su cadera le devolvía la mirada casi con odio.

—¿Qué pasó?— preguntó algo perdido y dejando que la espada volviera a deslizarse adentro de la funda.

—¿Qué pasó?— gruñó Eirene—. La hija mayor alimenta a un drabon con los niños ghinconianos. ¡Eso pasa! La voy a matar yo misma—, Eirene comenzó a caminar de un lado hacia otro, balbuceando en voz baja.

NiK no entendía nada. Lo último que recordaba era que Eirene había sido herida por una criatura extraña. Al parecer era un drabon. Él escarbó en su cerebro intentando recordar que había pásalo luego y como había terminado durmiendo en la cama cuando hacía sólo unos segundos había tenido a una Eirene inconsciente en sus brazos. Los demás comenzaron a levantarse, sus machos le hicieron un leve saludo que él contestó distraídamente, mientras las hembras se acercaban para hablar con Eirene.

NiK se tocó la sien cuando sintió un pinchazo, su mano identificó un pequeño bulto y frunció el ceño. Poco a poco los recuerdos volvieron con lentitud.

Él dejando a Eirene en el suelo para que Yuta la atendiera... Su furia y ganas de destruir todo... Eirene insistiendo en que no lo hiciera, pero ella estaba demasiado débil para hacer algo al respecto. NiK observó a las hembras salir una en una después de sus machos. Él notó como Meissa lo miraba por arriba de su hombro y ella sonrió.

NiK gruñó cuando recordó. Quiso ir a castigar a la hembra, pero ella ya se había ido cuando reaccionó. Eirene cerró la puerta con fuerza y comenzó a sacarse las armas sin dejar de balbucear con furia. Nik también estaba enojado, con ella por la orden de dejarlo inconsciente. Cuando ella dejó sus armas, él estiró el brazo para tomarla y la pegó a su cuerpo. Eirene no le dió tiempo de demostrarle su furia cuando cerró su mano en su cabello y obligó a su cabeza a bajar a su altura. Su beso fue salvaje y enojado, él le respondió con la misma fuerza, sintiendo su gusto dulce e intenso.

Eirene se movió, él simplemente se dejó guiar. Mientras ella caminaba hacia adelante, NiK retrocedía sin saber ni siquiera a dónde iban. La capitana cortó el beso tirando de su cabello y llevó sus manos al pecho de él, dándole un empujón lo suficientemente fuerte para que NiK terminará sentado en la cama.

NiK parpadeó, pero Eirene no perdió el ritmo cuando se sentó a horcajadas y volvió a atacar su boca. Las manos de NiK se apretaron en el trasero de ella y él gimió cuando su miembro comenzó a llenarse con la sangre que su corazón estaba bombeando con fuerza. Eirene dejó su boca para sacarle la camisa por sobre la cabeza, NiK la ayudó levantando los brazos.

Él gruñó cuando los dientes rectos de Eirene se cerraron levemente en su barbilla, la lengua húmeda nadó por su piel caliente. Su cuerpo tembló con el inesperado ataque, y se dejó guiar por el ritmo salvaje de Eirene. En un principio no había pensado en eso, pero él no la detendría.

Eirene lo instó a que se acostara boca arriba, ella quedó sentada sobre él, y lo observó con ojos negros llenos de calor. NiK prácticamente se estaba quemando con su propio deseo, y su expresión sólo hacía crecer su necesidad. Él daría cualquier cosa por sentir el cuerpo desnudo de Eirene de nuevo, de probar su dulce y espeso néctar, de enterrar su vara en su calor apretado y acogedor.

Eirene le mostró una media sonrisa sexy, que hizo que su miembro se agitara con aprobación, mientras ella se sacaba las muñequeras, luego siguió la gargantilla. Las manos de NiK no podían quedarse quietas, subían y bajaban por los muslos femeninos, desesperado por sentir la piel desnuda.

NiK se mordió el labio cuando Eirene apretó su centro en su vara, él podía sentir el calor y la humedad que comenzaba a filtrar de ella. Sus fosas nasales se llenaron de su exquisito olor de excitación. Sus ojos no se perdieron como Eirene bajó el cierre de su traje, bajando lentamente la parte delantera y mostrando sus pechos pálidos con sus picos rosas. NiK gruñó y no pudo contenerse más, se movió para intercambiar lugares con Eirene, poniéndose por arriba de ella. Con movimientos bruscos terminó de desnudarla y él se sacó el pantalón con la misma velocidad.

—Ela..—, gruñó cuando se sumergió sin poder esperar.

Eirene gimió tirando la cabeza hacía atrás, sus uñas arañando la espalda del comandante. Sentir la fuerte y gruesa polla de NiK entrar en ella era lo que necesitaba. Dejar de pensar, eso es lo que ella lograba cuando él estaba en su interior. Ella gimoteo más fuerte cuando NiK comenzó a moverse, entrando y saliendo de ella con lentitud. Su cerebro pareció perder contacto con cualquier cosa que no fuera las deliciosas sensaciones que provocaba NiK en ella.

Eirene movió su cuerpo bajo él, necesitando que se moviera más rápido. Quería tener un orgasmo fuerte y arrollador. Quería que su cerebro explotará de placer.

— Demasiado lento...—, se quejó mientras sus uñas se clavaban más en la carne del macho.

NiK gruñó, su cuerpo vibrando y haciendo que Eirene gimiera con impotencia. Ella gritó en protesta cuando él salió de ella de golpe. Su mirada fue directa a la cara de NiK con el ceño fruncido, pero él estaba sonriendo. Con un movimiento brusco e inesperado, NiK la tomó de las caderas y la volteó. Eirene jadeó mientras él subía su trasero, sus rodillas golpeando la cama.

—¡Oh si!— gritó cuando NiK volvió a embestirla—. No te detengas—, rogó hundiendo la cara en la ropa de cama.

NiK comenzó a follarla con la fuerza que ella había pedido, su cuerpo temblando con cada choque de sus carnes. NiK agarró sus muñecas y las puso en su espalda, haciendo que levantara un poco los hombros de la cama, pero ella no podía sostenerse. Eirene gimió más fuerte cuando sintió la dominación, su coño apretándose.

—¿Te gusta?— gruñó NiK. Él tomó con una sola mano sus muñecas y cerró la otra en su cabello, levantando un poco más su cara—. ¿Así Ela?

Eirene gritó cuando él comenzó a follarla con movimientos más rápidos y duros.

—Si. Si. Si—, gimio una y otra vez con cada embiste—. ¡Joder!

—Eso te estoy haciendo— jadeó NiK con la voz profunda.

NiK cambió de ángulo de repente y los ojos de Eirene se abrieron asombrados. Él estaba golpeando un nuevo lugar, que la hizo casi llorar. Sus pechos se agitaron cada vez que él entraba en ella, sus pezones duros se rozaban con la cama y los sonidos que hacían era cada vez más fuertes. El ruido de sus carnes golpeando, el ruido húmedo de la gruesa polla de NiK entrando en ella, los jadeos y gruñidos de él.

Era mucho... Pero no suficiente a la vez.

—¡Has que me corra! — rogó desesperada—. ¡Oh por favor! ¡NiK!

De repente las manos que la sostenían la soltaron, sus hombros golpearon la cama mientras el cuerpo de NiK se apretaba en su espalda. Una de sus manos se cerró en su cadera, sus dedos apretándose casi dolorosamente. La otra se instaló justo al lado de su rostro, haciendo un puño tomó la ropa de cama, y se impulso para seguir con sus movimientos.

— Maldita sea—, jadeó él mientras la mano que estaba en su cadera se moviera, rodeando su estómago tensó hasta que llegaba a su clítoris.

Eirene sintió el temblor en las piernas cuando NiK comenzó a frotar su clítoris con dedos húmedos. Él no salía mucho en esa nueva posición, pero la penetraba con la suficiente fuerza para que la cama enorme se agitara bajo ellos.  Las caderas golpeaban sus nalgas con más rapidez y su polla la estaba haciendo casi delirar.

—Vamos, Ela. Córrete duro para mi—, gruñó en su oído.

Eirene gritó su nombre cuando el orgasmo le recorrió de golpe, como si le hubieran hechado un balde de agua helada. Se le cortó la respiración al mismo tiempo que su coño se cerraba con fuerza. NiK gruñó, deteniéndose un momento para después caer fuera de su ritmo completamente y agitar su cadera contra ella casi con impotencia. Eirene estaba lloriqueando cuando NiK, con sus dedos, dió una palmada en su clítoris y ella volvió a correrse, su segundo orgasmo casi o más fuerte que el anterior. Estaba vez NiK fue tras ella, gruñendo con voz ahogada.

Eirene prácticamente se estaba ahogando con tanto placer, su rostro contra el colchón y el cuerpo caliente y pesado del comandante sobre su espalda. Ella podía sentir el líquido caliente del su liberación en su interior y, por alguna extraña razón, se sentía bien. Incluso a gusto.

Con un suspiro, casi saciado y feliz, NiK salió de ella y se volteó en la cama llevándola con él. Eirene hizo una mueca, su centro se sentía bastante sensible y sin contar cómo sentía que su semen bajaba por sus muslos mientras NiK la acomodaba en sus brazos. Ella aún estaba en una neblina feliz de post orgasmo, así que se dejó acomodar, apoyando su cabeza en el ancho hombro y suspirando con felicidad.

—Eso fue increíble—, susurró NiK con la voz ronca, mientras sus jadeos bajaban a una respiración más normal.

Eirene sonrió, acariciando su mejilla en la piel caliente y dejando a sus uñas raspar una de las cicatrices más marcadas en el torso de él. Ninguno dijo nada más mientras sus respiraciones volvían a la normalidad y se quedaban en silencio de nuevo. Eirene se quedó con la mirada fija en una de las telas que se agitaba suavemente de color blanco, sin dejar que nada interrumpiera su estado de tranquilidad. Pero no duró mucho cuando recordó al drabon.

NiK sintió el cuerpo de Eirene tensarse. Él se había quedado con los ojos cerrados, simplemente disfrutando del momento tranquilo y de paz. Él sabía que esos momentos no eran muchos, por eso los aprovechaba al máximo. Abrió los ojos y bajó la mirada a la coronilla negra de Eirene, notando hasta como la mano se había detenido con su caricia perezosa.

Su mano acarició su espalda pequeña y la curva de su cintura, disfrutando de la suavidad de su piel.

—¿Qué sucede?— preguntó con suavidad.

Era extraño que se preocupara con su pareja de sexo, después de copular. Generalmente, o por lo menos, las última hembra antes de Eirene, él termina el asunto y se iba casi corriendo. Lo pasaba bien, no iba a decir lo contrario, la hembra había sido divertida y experimentada, pero él no había sentido la necesidad de saber lo que sentía o pensaba ella. Cosa que no le pasaba con Eirene.

Quería saber todo lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento. Eirene era un enigma para él aún. Ella había sido virgen cuando se había entregado a él la noche anterior y esa misma tarde lo había atacado con tanta ferocidad que NiK no podría haber adivinado que la noche anterior ella había sido pura.

Eirene negó con la cabeza, respondiendo así pregunta. NiK frunció el ceño y con sus dedos hizo que mirará su rostro. Él se asombró al ver el dolor en su mirada, fue como un golpe directo a su estómago.

—¿Te he hecho daño, Ela?— preguntó con culpa, NiK había creído que lo había disfrutado. Cuando ella negó con la cabeza, él volvió a parecer confundido—. Cuéntame entonces qué sucede—, le pidió suavemente mientras las yemas de sus dedos acariciaban la mandíbula femenina. Cuando la vió dudar de nuevo, él suspiró—. Puedes confiar en mí, Eirene. No repetiré nada de lo que me digas.

NiK la observó mientras acomodaba uno de sus mechones tras su pequeña y redondeada oreja. Eirene se mordió el labio, su mirada dorado se clavó en su boca,el calor despertándose en su estómago. Ella, después de un suspiro que sonó a derrota, le contestó.

—Me siento culpable.

NiK se tensó enseguida. ¿Qué quería decir Eirene con ello?

—¿Por qué?— él gruñó cuando una idea le llegó de golpe a su cabeza—. ¿Tienes un macho esperándote en tu planeta?

NiK sintió como el calor del deseo en su estómago era sustituido con el calor de la furia. No podía conciliar el hecho de que Eirene fuera de otro macho, gruñó por sólo pensarlo. De repente unas ansias peligrosas de matar lo llenaron. Él podría matar al macho que intentará separar a Eirene de sus brazos en esos momentos.

La expresión de Eirene cambió y lo miró primero asombrada, pero luego lo enmascaró y también le frunció el ceño.

—No—, casi gruñó—. ¿Crees que si hubiera tenido un hombre esperándome me hubiera acostado contigo?— ella apretó sus dedos en la piel del costado del torso de él.

NiK hizo una mueca por el dolor, ella le había pellizcado la piel. Pero era más grande su alivio. Eirene no era de nadie. Nadie la reclamaría ni intentaría sacársela.

Él sonrió.

—Lo siento— dijo ocultando su alivio y frotando su costado—. Dime entonces qué pasa.

Eirene peleó para salir de sus brazos, pero NiK también lo hizo para que se quedara. Pronto él estaba sobre ella, entre sus piernas, con su vara dura contra su estómago mientras la mantenía reducida con las manos encima de la cabeza. Ambos respiraban agitados, por la leve pelea y por la excitación.

NiK bajó la cabeza y la beso, sabiendo que ella parecía perderse cuando él disfrutaba de su sabor. Él también lo hacía, su corazón se agitaba, su estómago se apretaba y su polla se quejaba, pero besar a Eirene se estaba volviendo algo increíblemente adictivo. Él separó sus bocas y ocultó su sonrisa pretenciosa cuando la vio con ojos vidriosos, perdida.

—Dime, Eirene— pidió antes de morder su labio levemente.

Eirene gimoteo suavemente, su columna se arqueó, sus pechos contra el suyo, los duros pezones parecían pincharlo. Él gruñó un poco, pero no le daría lo que ambos querían hasta saber lo que le estaba molestando.

—Dime—, murmuró de nuevo.

—Yo.. — Eirene respiró profundo y desvío la mirada a un lado. NiK la observó de cerca, notando como sus facciones se volvían tristes—. Me siento mal por lo ghinconianos. Quiero ayudarlos, no quiero que sufran más a manos de ellos.

NiK aflojó su ceño fruncido y soltó sus manos para acariciar su cabeza con ternura.

—Lo estamos haciendo—, le dijo con suavidad.

Eirene lo miró y él un poco se asombró de ver sus ojos vidriosos. Jamás había visto un Naky llorar, él había creído que no podían hacerlo. Pero también recordó que la hembra bajo suyo no era completamente Naky. Era humana.

NiK sintió que alguien le apretaba el pecho de forma dolorosa al ver el sufrimiento de Eirene.

—¿De verdad lo crees? Siento que estamos jugando. Mientras ellos están sufriendo, yo... nosotros...

Eirene se detuvo cuando una lágrima traicionera caía por su mejilla pálida. Antes de que ella pudiera limpiarla, NiK bajó la cabeza y beso la gota, sintiendo el gusto salado.

—Te entiendo—, dijo con voz ronca al también sentirse afectado por los sentimientos que Eirene le estaba mostrando—. Eso no nos convierte en malos, Ela. Pronto los liberaremos—, juró justo antes de juntar sus bocas de nuevo.

Sus manos se cerraron en las mejillas de ella mientras profundizaba el beso, su lengua entrando a explorar la cavidad con pereza. Las de Eirene fueron a su cabello, sus uñas raspando ahora su cuero cabelludo. NiK gimió cuando sintió que una bajaba y apretaba su polla dura.

NiK separó sus bocas cuando Eirene volvió a poner la punta de su vara en la entrada de su feminidad. Él se alzó con la ayuda de sus brazos y la miró al rostro mientras entraba lentamente en ella de nuevo. Observando todas sus reacciones. Fascinado por lo bien que podía interpretar cada una de sus muecas, sus miradas y sus gemidos y peticiones. Eirene era tan transparente cuando él estaba en su interior..

Y mientras sus dedos se cerraban en sus manos, se dió cuenta que ella sentía mucho más de lo que de verdad mostraba. Eirene era más pasional que cualquier otra hembra que hubiera conocido. Ella se movió bajo él, encontrando sus estocadas, haciendo el ritmo lento casi una tortura.

Pero también se sintió más conectado a Eirene que con cualquier hembra del pasado. Ni siquiera estaba pensando en como su funda parecía haber sido hecha para él, ni como los pequeños dedos de ella apretaban con fuerza en sus manos.

NiK estaba perdido en sus ojos, en la mirada llena de calor que le estaba dando en ese momento. En sus gemidos suaves, sus palabras que lo instaban a moverse más rápido. Y mientras él hacía lo que ella le pedía, se aseguró de no separa sus ojos de los de Eirene.

Y Eirene tampoco lo hizo. Ni esa vez, ni la siguiente.

Continuará...

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