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Capitulo 10
✨ Muéstrame tu yo verdadero (I)✨
NiK se mantuvo pensativo el resto del día.
Aún en la cena, su mente se quedó alejada mientras Eirene le daba comida y hablaba con la hembra Naky de su excursión. Él no podía dejar de pensar en la reacción de Eirene al ver el trato que recibían los ghinconianos de la raza de su progenitor. A él también le había hervido la sangre, pero podía manejar el impulso, la paciencia era importante cuando estabas en una misión.
Miró disimuladamente el perfil de Eirene mientras ella observaba la mesa donde estaban los demás. Las palabras que habían dicho Meissa y ella todavía retumbaban en su mente. Como el cuerpo de Eirene había luchado, los huesos de sus pantorrillas aún estaban adoloridos, el rugido de guerra... Todo, todo estaba en su cabeza. También como se había relajado con el juramento de su agrupación, como la frialdad había apagado el fuego de la venganza. Más que apagado, lo había dejado como una mecha, ardiendo lentamente. Pero NiK sabía que ese fuego sólo se apagaría si lograban desbaratar la mina y darle a los ghinconianos la fuerza de la libertad.
Por primera vez se preguntó por lo que habian pasado esas hembras. Después de todo, no conocía la historia de ellas. Tomó el plato que Eirene le ofrecía mientras pensaba en ello. NiK había creído que eran hembras delicadas y que se romperían fácilmente, no había pasado aún. Él empezaba a dudar que en verdad pasará.
La agrupación Ángeles Caídos eran más duras de lo que aparentaban.
NiK reconocía un retroceso al pasado. A él mismo le había pasado en su primera misión y no por eso se detuvo. Él podía ver esa convicción en Eirene.
Mientras mordía distraídamente la carne, decidió que averiguaría la historia de todas ellas.
Su primera oportunidad la tuvo esa misma noche.
Eirene lo había dejado con Lyra cuando se llevó a Yuta para ir a visitar a la hija menor de Net-Erei. La hembra era charlatana y él sabía que podía sacarle información si se lo proponía.
NiK la observó mientras ella limpiaba y afilaba detenidamente cuchillas sobre la pequeña mesa donde estaban sentados. Lyra tarareaba una canción de su planeta mientras parecía muy concentrada en su tarea.
-¿Qué edad tienes Lyra?- preguntó suavemente NiK mientras él también sacaba su espada y le daba filo con su piedra.
Lyra no levantó la mirada cuando contestó.
- Diecinueve ¿Y usted Comandante?
- Veintisiete -, él se mantuvo en silencio, tal vez esperando que ella hiciera alguna pregunta. Como nunca llegó, se lanzó él- ¿Desde que edad empezaste a entrenar con cuchillas?-, preguntó distraídamente.
Lyra lo miró de soslayo y él bajó la mirada a su propia espada. Ella apoyó su codo sobre la mesa y su barbilla en el talón de su mano, mirándolo directamente está vez.
- ¿Esto es un interrogatorio, comandante?
NiK ocultó su mueca. Él estaba demasiado acostumbrado a los interrogatorios directos.
Él alzó la mirada, sus ojos clavándolos en los de la hembra.
-Me gustaría conocerlas mejor-, dijo sinceramente-. No creo que hayamos empezado de la mejor forma.
Lyra alzó una ceja y luego soltó una risita.
-¿Qué le hace pensar eso?- preguntó con obvia burla.
NiK sonrió mientras seguía pasando la piedra sobre el filo de su espada.
-No soy un macho fácil-, Lyra resopló, pero él hizo como si no la escuchara-. Lo sé-, admitió-. Pero no soy malo, me preocupó por las personas que tengo bajo mando-. NiK clavó sus ojos tri-color en la hembra, notando la incertidumbre-. No sería un buen líder si no lo hago. ¿No lo crees?
NiK le mostró una media sonrisa a Lyra cuando lo miró asombrada. Él volvió a su tarea, decidido a darle el tiempo suficiente para pensarlo y que le respondiera.
La recámara se sumergió en silencio. A él no le importaba mucho, disfrutaba del silencio y la tranquilidad. Siguió concentrado en su tarea hasta que uno de los lados estuvo lo bastante filoso para cortar cualquier cosa. Volteó la espada y siguió con el otro filo. Lyra había estado con sus propias cuchillas y de repente empezó a hablar.
-Desde que tengo uso de razón entreno con ellas. Mí progenitor era un Naplen. Me dijeron que eran bueno con la puntería y ágiles, Minerva me enseñó hasta que pude manejarme sola y entrenar por mí cuenta.
NiK la observó hasta que ella se detuvo. Él volvió su mirada a la espada y comenzó a pasarle la piedra nuevamente.
-Nunca he peleado contra un Naplen, pero si he luchado al lado de uno-. Ella levantó la mirada para observarlo con interés. NiK se mantuvo con la mirada baja-. Son excelentes espadachines, en eso tienen razón. Pero también era bueno en general, un excelente tirador. Era bueno en esquivar, pero no tan hábil con la lucha directa.
-¿De verdad? Yo soy decente-, exclamó ella un poco impulsivamente.
NiK sonrió cuando la miró.
-Estoy seguro, tu capitana tiene muchos movimientos que no he visto.
Lyra rió divertida.
- Eirene es una excelente líder. Ella es capaz de todo por sus hermanas, lo mismo que nosotras. Fuimos criadas juntas, pero desde que tengo memoria ella ya estaba allí. Minerva dijo que primero reclutó a Eirene...- Ella de repente se detuvo y volvió a concentrarse en sus cuchillas.
NiK ocultó su mueca de desilusión, había estado tan cerca que le dijera algo de Eirene.
- Eirene es la mayor de ustedes ¿verdad?- dijo con ligereza, volviendo su atención a la espada.
Lyra hizo un ruido, NiK no podía saber si era de afirmación o no. Él volvió a intentarlo.
-¿Fueron entrenadas en algo en especial?
-¿Cómo qué?- Lyra lo miró con ojos peligrosos y él supo que estaba pisando terreno quebradizo.
-No lo sé... Cada una tiene su entrenamiento especial ¿o no? ¿O todas fueron entrenadas en lo mismo?
NiK mantuvo la mirada en la espada, pero podía sentir su cuerpo tenso mientras esperaba alguna respuesta por parte de la hembra.
-Fuimos entrenadas en lo mismo, absolutamente todo. Pero cada una se especializo en algo en concreto.
NiK actuó como si no le diera mucha importancia a la información, pero sentía que su corazón comenzaba a latir con fuerza.
-Ya lo creo... Exactamente ¿en cuáles? Tú eres con armas de corta distancia y Tabit en larga distancia.¿Y las demás?
-Bueno, Pleya es buena con planes, tiene la mente ágil y le gusta la naturaleza.
-Lo he notado ¿Qué edad tiene ella?
- Veinte, es sólo unos meses mayor que yo-. NiK asintió-. Luego, Meissa. Ella... Mmm.. ella puede hacer cualquier cosa. Podría ser una líder, pero carece de empatía... o eso cree Minerva.
NiK frunció el ceño, recordando como Meissa había estado preocupada por Eirene cuando ella había tenido el retroceso. No creía en lo más mínimo que la hembra fuera de ese modo.
- Obviamente nosotras sabemos que en realidad ella siente demasiado y lo oculta. Es tan buena en eso como Eirene.
NiK siguió afilando, aunque su corazón comenzó a bombear con la suficiente fuerza para que se notara un poco su agitación.
-Lo mismo que Eirene. Ella es súper emocional, le preocupa todo y piensa por todos-, balbuceo-. A veces eso le juega en contra. Después de todo no es como esos sucios y fríos Nakys-. NiK se detuvo con sus palabras-. Ella es tan responsable por nosotras, que se olvida de ella misma y su felicidad.
NiK levantó la mirada, Lyra parecía concentrada en sus cuchillas más que en él.
-¿Qué quieres decir con eso?- preguntó él con ligereza.
Lyra se encogió un hombro.
-Ella se olvida que es sólo una mujer. Ella sólo piensa como Eirene la Capitana de los Ángeles Caídos y no como Eirene la humana.
-Ella también es Naky.
Eso hizo que Lyra alzara la mirada y lo mirara seria.
-Ella puede parecer Naky, por fuera. Pero es humana, una mujer, igual que todas nosotras.
-¿Y cómo son las mujeres humanas?- preguntó él confundido.
Lyra suspiró y dejó las cuchillas, apoyando sus brazos en la pequeña mesa, se acercó un poco más a él, como si fuera a contarle un secreto.
-Las mujeres humanas somos complicadas y ninguna se parece a la otra. Somos inseguras aunque no lo mostremos y nos gusta que nos den seguridad. A algunas les gusta tener el poder y a otras les gusta cederlo. Creemos en el amor, aunque no lo admitimos y somos testarudas y más fuerte de lo aparentamos.
-Y ustedes...
-Nosotras somos humanas en nuestra mayoría de genes. Podemos ser híbridas, pero sentimos como humanas.
Lyra le dió una mirada significativa y volvió a su asunto. NiK se quedó pensativo de nuevo, porque toda la explicación que le había dado Lyra... Sólo lo había confundido más.
•
Eirene volvió a suspirar cuando Bell se negó a ser examinada por Yuta.
-Es la última vez que te lo digo, hembra-, gruñó ella-. Déjalo hacer su trabajo.
-¡Pero señora!- chillo la adolescente-. Es un concubino, no puedo permitir...
-¡SILENCIO!- la cortó con violencia, su rostro transformándose en furia.
Bell bajó la mirada enseguida y tensó su cuerpo, tal vez esperando un castigo físico. Pero Eirene la miró desde su posición y luego le hizo una seña a Yuta.
-Hazlo-, le pidió con suavidad.
Yuta asintió y se acercó a ella con el láser médico. Uso su otra mano para introducir una aguja en su brazo y ver si podría tener alguna enfermedad oculta. Eirene se movió y se puso a su lado, observando ella misma los resultados. Ella asintió cuando Yuta termino.
-Gracias Yuta-, dijo con una leve inclinación.
Eirene se tensó cuando escuchó el jadeó de Bell.
-Señora, no tiene que darle las gracias a su concubino. Ellos no merecen que...
-¿Tú, niña, me enseñarás como manejarme?- preguntó entre cerrando los ojos.
Bell parpadeó.
-No quise decir eso. Yo...
-¿Qué?- preguntó cuando se mantuvo en silencio y desvío la mirada.
Bell negó con la cabeza.
-Gracias señora por su visita y preocuparse por mí.
Eirene no mostró la sorpresa, aunque no lo estaba tanto. Bell era muy amable con ella, pero con los demás se preocupaba muy poco. En un principio había creído que la hermana buena sería la mayor, por la actitud de la que tenía al frente. Pero ahora que había conocido a Nizi, no estaba muy segura cuál de las dos sería la espía. De lo único que estaba segura Eirene, era que la supuesta hija que estaba traicionado a su padre, era una excelente actríz.
-Mañana te quiero arriba y conmigo en la mina, Bell-. Ordenó y sin esperar una respuesta se dió media vuelta y caminó a la salida.
Yuta le abrió la puerta y espero a que ella saliera. Fuera de la habitación se encontraban dos guardias y ella habló sin mirarlos.
-Mañana la señorita se levantará y la quiero en mis habitaciones antes de ir a la mina de nuevo.
Los guardias se inclinaron y asintieron a su orden. Eirene y Yuta se movieron para ir de nuevo a su habitación. Pleya creía que necesitaba pasar tiempo con la hembra a solas, para saber si era la hija espía. Eirene primero empezaría con Bell, que era a la única que podía ordenar y mantener cerca sin levantar sospechas.
Había un largo viaje hasta la parte donde estaban sus habitaciones y ella miró al macho que la acompañaba. Yuta era atractivo y parecía dócil y de un corazón blando.
-¿Cómo te esta llendo con Lyra?- la pregunta salió antes de que ella se diera cuenta.
Yuta la miró confundido.
-¿Disculpe?
Eirene lo observó y trató de mostrarle una sonrisa, para que supiera que no estaba actuando. Ella tenía curiosidad, por lo que le habían dicho las chicas, pueden que hayan tenido una gran habitación para todos, pero sólo había cuatro camas. Los machos habían intentando que sus hermanas durmieran en la cama y ellos lo harían en el suelo. Pero las chicas eran demasiado inteligentes y testarudas para eso. Terminaron convenciendo para que cada uno de ellos durmiera en la cama junto con ellas. Sus hermanas no le habían dicho nada al respecto, pero quería creer que ninguno había intentando algo con ellas.
No como era el comandante con Eirene.
-¿Cómo le esta llendo con mí hermana?- volvió a preguntar-. Sé que Lyra puede ser un poco... Intensa.
Eirene notó como las orejas de Yuta se coloreaban y miraba hacia otro lado. Ella miró hacia adelante y sonrió.
- Ella es muy inteligente, señora..
-Dime Eirene cuando estamos solos-, le pidió suavemente.
Yuta asintió mientras empezaban a subir las escaleras de piedra estilo caracol.
- Sé que es inteligente, pero puede ser muy...-, ella se detuvo buscando la palabra que se refería mejor a su hermana-. ¿Chispiante? ¿Extrovertida? No saben cuáles son los límites-, Eirene ocultó su diversión cuando Yuta tosió y casi se tropezó con el escalón-. Debes comprender que es su edad joven-, le pidió.
-Si, lo sé Eirene. Pero yo jamás...
-No te preocupes-, le cortó ella-. Sé que nunca te propasarías con ella. Más con su afinidad a los cuchillos y clavarlos en algunas cosas-. Eirene lo miró con una mirada significativa y notó como su garganta tragaba.
-Lo tengo claro-, casi gruñó él.
Ella asintió, pero Yuta no dijo más nada.
De sus hermanas, Lyra era la que más le preocupaba con los machos. No porque quedará embarazada, apenas entraban en las amazonas se les daba un dispositivo para no tener descendencia. Cuando ellas lo decidían, se les retiraba pero nunca antes. Era una forma de cuidarlas, ninguna de las otras razas sabían sacarlo y en parte servía para que no le hicieran lo mismo que le habían hecho a sus madres.
Eirene se perdió en sus pensamientos mientras seguían caminando. Ella jamás había querido tener bebés, mucho menos ahora que estaban en plena misión. Y no lo haría hasta que pudiera derrotar a los Nakys, pero de igual modo no había encontrado a nadie que le inspirar ganas de tener hijos. Eirene hizo una mueca interna al pensar en Zolo. Su cuerpo lo deseaba, ella no lo negaba, aunque era un imbécil la mayoría del tiempo. Ella se preguntó si sería tan malo experimentar con él esas cosas, después de todo no tenía la vida asegurada. Eirene sabía que cualquier cosa podía salir mal en la misión, no era la primera vez que trabajaba. Aunque las veces anteriores habían sido muchísimo más fáciles, ella era consciente de que los Nakys no eran humanos.
Podrían ser descubiertos, dañados en un ataque o envenenados.
Eirene se preguntó, ¿de verdad quería morir sin saber lo que se sentía tener un macho sobre ella?
Ella se mordió el labio, más que un macho cualquiera prefería al comandante. Aún recordaba cuando lo había visto en la recámara de su nave de guerra. Su cuerpo marcado y bronceado, el calor que desprendía su mirada dorada y cómo su cuerpo había reaccionado a todo eso. Sólo pensarlo hizo que su vientre se estremeciera. Eirene suspiró, decidió que no pelearía con ese sentimiento, después de todo ella también era humana y nunca había sentido esa necesidad antes. No tenía miedo a enamorarse, el comandante quería tener una hembra dispuesta y ella quería saber lo que era un macho excitado. Ambos tendrían lo que querían sin nada de sentimientos de por medio.
Eirene lo decidió.
•
NiK estaba acostado mirando la cúpula de tela cuando la puerta de la habitación se abrió. Escuchó atentamente a Eirene intercambiar unas palabras con Lyra y como la hembra menor se iba. Él se mantuvo en su posición, con las manos abajo de su cabeza y su postura relajada.
Cuando Eirene entro a la recámara ella activo una pequeña luz para moverse por la habitación. Él la observó distraídamente, viendo cómo se desataba su largo cabello a espaldas a él. Su mirada recorrió su espalda delgada y la curva de su trasero apretado. Sus ojos comenzaron a calentarse al ver el contoneo de su cabello y como caía como una cascada por su espalda, para tapar todo.
NiK la siguió observando mientras ella se movía hacia el otro lado de la gran cama. Ella dejó su sujeción en la pequeña repisa que había de su lado. Una de sus cejas se alzó al ver que se sacaba la gargantilla del cuello y la dejaba en el mismo lugar. Sus brazos se tensaron cuando ella se sacó el cinturón donde llevaba su espada y también el de su arma.
Los ojos dorados de NiK fueron a su rostro, notando como ella también lo observa cuando comenzó a desabrocharse las muñequeras. Su pecho vibró cuando vió en sus ojos negros un calor que jamás había visto. Se puso de costado, aún mirándola mientras ella dejaba las muñequeras con sus cuchillas en el mismo lugar. Se mojó los labios de pronto secos cuando Eirene bajó la mitad de su cuerpo y se sacó las largas botas.
Él no dijo ni una palabra. No podía ni aunque quisiera.
Eirene levantó su torso cuando terminó con eso y NiK se tensó cuando le sonrió. Tragó la saliva que se había instalado en su boca cuando ella se volteó lentamente.
-¿Podrías ayudarme?- dijo en voz baja.
NiK se sentó, mirando como ella corría su larga cabellera y le mostraba un cierre que antes no había visto. NiK se arrodilló en la cama y fue a ella a gatas, no podía creer lo que estaba pasando. ¿Eirene lo estaba seduciendo? Porque estaba funcionando, pensó cuando sus dedos bajaron el cierre, mostrando piel pálida y suave. Su miembro se endureció cuando su corazón comenzó a golpear fuerte en su pecho.
NiK se detuvo en su pequeña cintura y no pudo contenerse más. Metió su mano bronceada y la subió por la piel de la espalda. Él gruñó al sentir la suavidad y el notorio escalofrío que sufrió el cuerpo de Eirene con su toque. Metió la otra mano, maravillándose de como sus pulgares se juntaban cuando agarró su cintura por los costados. NiK se movió, acercándose más a su espalda y pasando su nariz por el hombro de ella, sintiendo su perfume dulce y almizclado de su deseo.
Él gruñó de triunfo.
Eirene intentó mantener su respiración constante, pero está se agitaba con cada toque de NiK. Ella sintió un cosquilleo bajo en su espalda cuando él pasó su lengua por la piel desnuda de su hombro hasta su cuello. Su estómago tembló cuando sus manos se movieron con suavidad hacía allí y comenzaron a subir por sus costillas. Jadeó cuando él llegó hasta el borde bajo de sus pechos, mientras él gruñía más fuerte.
-Tan suave-, murmuró él en su oido con voz ronca.
Eirene gimió yo sintiendo sus piernas inestables. Ella sólo podía concentrarse en sus manos mientras sentía que sus pechos se hinchaban y se ponían más pesados. Su centro también estaban reaccionando a sus toques, sintió como se mojaba y su clítoris se ponía palpitante. Ella apretó los muslos, intentando que esa sensación bajará, pero en todo caso sólo sirvió para que ella se sintiera más necesitada.
Eirene respiró con más fuerza al sentir que él apretaba su polla dura en su trasero y mordía levemente su lóbulo. Sus grandes dedos se cerraron con suavidad en sus pechos y ella se contoneo, apretando más los muslos.
— Dímelo Ela—, jadeó NiK en su oído—. Dí en voz alta que me quieres dentro de ti.
Eirene tragó saliva, sin poder hacer que su boca funcionará. Ella se tragó su grito cuando NiK la movió con violencia y en un parpadeó terminó en la cama de espaldas. NiK se cernío sobre ella, él uso sus rodillas para terminar de separar sus muslos e instaló las caderas allí. Mantuvo su torso alejado gracias a sus brazos a los costados de su cabeza.
Eirene parpadeó y lo vió. Sus intensos ojos estaban dorados y dilatados, su expresión parecía dura, pero no era enojo. Ella lo sabía, estaba excitado y ella se sintió poderosa cuando una de sus manos acarició su mejilla, NiK apoyándose en su toque.
—Te deseo—, su voz apenas un hilo audible.
Todo el cuerpo de NiK tembló cuando gruñó desde el fondo de su pecho. Él apoyó sus codos y bajó con rapidez su traje por los brazos, dejando la mitad de su torso desnudo. Él hizo un ruido de deleite cuando vió sus senos desnudos y lanzó su cabeza hacía allí. Eirene jadeó cuando su boca se cerró en su pezón y gimoteo cuando sintió que empezaba a chuparlo con fuerza, como si quisiera sacar algo de él. Las manos de Eirene se quedaron trabadas en el traje y se movió, intentando liberarse. Quería tocarlo más que nada.
NiK soltó su pezón y gruñó:
—Quieta.
Su pecho subía y bajaba con su fuerte respiración cuando bajó la mirada para verlo. Parecía salvaje y, en vez de enojarse por la orden, sintió que su centro se apretaba y más humedad bajaba. NiK no apartó la mirada mientras iba al otro pecho y pasaba la lengua por el pico duro y necesitado. Eirene abrió la boca con un gemido silencioso, jamás se había sentido de esa forma.
NiK siseó.
—Que bien sabes, Ela. Quiero comerte— susurró sobre su pico y ella tembló al sentir el aliento caliente.
NiK mantenía las manos en su traje, pero levantó su cuerpo y se sacó la camisa por sobre la cabeza, dejando al descubierto su torso musculoso y marcado de cicatrices. Eirene aprovechó a sacar las manos de la manga de su traje y las subió por su marcado estómago. NiK tiró la cabeza hacia atrás y gimió.
—Si. Tócame Ela—, gruñó.
Eirene se mordió el labio mientras sus dedos se cerraban en los pezones de él y los pellizcaba con suavidad. El cuerpo de NiK tembló, su cadera tubo un tirón duro y la mirada de ella fue allí. Sintiéndose atrevida y drogada de excitación, bajo una de sus manos hasta allí. Apretó los dedos en el contorno de su gruesa polla mientras Nike tomaba aire con fuerza. Eirene no se detuvo allí, su mano subió y bajo por su pene cubierto por su pantalón, ella sintió que se movía mientras apretaba la cabeza.
—Maldita sea—, NiK apartó su mano de su miembro mientras se cernía sobre ella de nuevo.
Eirene sonrió al ver la desesperación en su mirada dorada. NiK bajó la cabeza y la beso con violencia. Su boca atacó la suya, su lengua entro en la cavidad, conquistando más que explorando y ella se rindió a su toque. Correspondió a su beso con la misma fuerza, los dedos de una de sus manos sumergiendose en su cabello y las uñas de la otra raspando en su espalda caliente.
Las de NiK fueron a su estómago y bajaron su traje hasta que lo sacó por sus pies. Él cerró sus dedos en las pantorrillas y las subió para que abrazara su cadera. Todo mientras su lengua no le daba descanso a la suya. Eirene estaba casi mareada cuando él por fin se separó de su boca.
Eirene gimió cuando los dedos de NiK tocaron su coño mojado, él gruñó mientras tomaba su barbilla y la obligaba a que lo mire. Su ojos voraces se clavaron en suyos, sin permitirle desviar la mirada. Su boca se abrió, mostrando dientes blancos y colmillos más marcados. Su rostro mostrando una cruda necesidad cuando pasó sus dedos por arriba y por abajo de su raja húmeda.
—Tan mojada—, tarareo—. ¿Entrará mí polla en en esta cosita?— gruñó cuando sumergió un dedo en su coño con suavidad.
Eirene gimió, cerrando los ojos, sus dedos cerrándose en el brazo de él que tenía más cerca.
—Que apretada estás, Ela—, murmuró cuando hundió su cabeza en el cuello de Eirene—. Tienes que estar más mojada para que no te lastime mí vara—, gruñó y comenzó a besar su cuello, allí donde se marcaba su intenso latido.
Eirene gimió más fuerte mientras él metía y sacaba su grueso dígito. Ella sabía que tenía que decirle que era virgen, pero no había forma que pudiera formar las palabras. Sus uñas se clavaron en la piel de su brazo mientras él ahora ponía su pulgar sobre su clítoris.
—Umm. Que pequeño es tu centro de placer, Ela. Igual que tu apretada funda. Debes saber muy dulce ahí ¿eh?
Ella jadeó en respuesta, agitando la cabeza, intentando decirle que no se detuviera en lo que sea que estaba haciendo. De repente él se separó de ella, sacando su dedo de su vagina y sentándose. Eirene lo miró desesperada, casi había estado allí. Pero NiK se movió para acostarse boca abajo con su cabeza justo sobre su coño. Ella ni siquiera pudo reaccionar cuando él se lanzó a su raja y la besó como lo había hecho con su boca.
Eirene gritó y tiró la cabeza hacia atrás, apretando su coño contra su boca mientras el gruñía, agregando vibraciones que le hicieron temblar.
—¡NiK!— gritó cuando él cerró sus labios en su clítoris y chupó.
Eirene apretó sus dedos en la cabeza y frotó su coño contra la cara de NiK, completamente pérdida en las sensaciones. Uno de los brazos de NiK cayó sobre su estómago, intentando mantenerla quieta mientras él atacaba sin piedad su clítoris con su lengua. Eirene comenzó a gritar, sintiendo que podría morirse del placer que él le estaba dando. NiK murmuró algo, pero ella no podía darle sentido a sus palabras, estaba totalmente sumergida en lo que él estaba haciendo.
De repente fue mucho y sintió que podía explotar. Su cuerpo tuvo espasmos mientras lloraba su clímax. Unos segundos antes había estado tensa, pero cuando su orgasmo estalló, fue como si las fuerzas le abandonaran. Laxa, intentó recuperar el aliento mientras tenía temblores aún.
Eirene sintió que la cama se movía y apenas pudo juntar fuerzas para ver como NiK se bajaba los pantalones y los sacaba de sus pies con unas patadas. Ella tragó saliva cuando vió su enorme polla, su cabeza más marcada ancha y mojada, el tronco lleno de bultos de las venas. NiK tenía una enorme vara, pensó sin poder evitarlo y se asustó un poco. No sabía si podría caber el ella a la primera.
NiK estaba totalmente perdido en la lujuria. Sentía que estaba a punto de estallar con sólo el sabor de la funda de Eirene. Era tan dulce como él había olido y su liberación era espesa, caliente y abundante. Él estaba loco por sumergirse en su apretado calor. Miró con fascinación su raja rosa, tan suave y pequeña, y gruñó de satisfacción.
Tomó su polla en una de sus manos, de la cabeza saliendo más líquido. Estaba tan duro que temía pasar vergüenza de sólo sumergirse y acabar. Pero no podía detenerse.
Se acomodó entre las piernas de Eirene, su mirada acalorada en la entrada de su funda. Pasó la punta de su vara por toda su raja, ella tembló cuando tocó el centro de su placer. Con sus dientes apretó su labio cuando puso la cabeza de su polla en la entrada. Sus ojos clavados allí mientras empujaba un poco sus caderas para que entrara. Su mandíbula se aflojó y abrió la boca con lo bien que se sentía mientras Eirene gemía y hundía sus uñas en los huesos de sus caderas.
NiK tiró la cabeza hacia atrás mientras se sumergía de a poco. Estaba tan apretada, caliente y húmeda que casi le hace perder la conciencia. Él gimio fuerte mientras más entraba en ella. Los músculos de su funda se cerraron, intentando negarle la entrada y él gruñó con una expresión de dolor. Sus piernas estaban tan temblorosas, que tuvo que bajar su cuerpo y cernirse de nuevo sobre Eirene. Él jadeó con fuerza y se movió un poco más, las uñas de Eirene clavándose más en él.
NiK se detuvo de golpe cuando sintió la barrera y sus ojos se abrieron sorprendidos, bajando al rostro de Eirene. Ella no lo miraba, tenía los ojos cerrados con fuerza mientras jadeaba por aire. Su rostro estaba sonrojado y tenía una expresión de tensión.
—Eres pura—, gruñó sin poder creerlo, aunque él estaba tocando la prueba.
Los ojos de Eirene se abrieron y lo miraron sin comprender.
NiK no podía creerlo, su expresión mostraba eso. Sorpresa, estupefacción.
De repente quiso golpearse, todo tuvo sentido en ese momento para él. Todas las actitudes de Eirene cuando la tocaba. Ella era inocente.
De repente un fuego, distinto a la pasión lleno su cuerpo. Rugió en su interior, sabiendo que sería el primero en tocarla, que sería el primero en sumergirse en ella. Él había sido el primero en probar su liberación.
Sus facciones se ablandaron y cerró sus manos en sus mejillas, acercando su rostro al de ella.
—Te dolerá, Ela—, murmuró con pesar—. Pero te haré sentir bien después—, juró cuando bajó la cabeza y la besó.
Se sumergió hasta que rompió su barrera. Eirene gritó en su boca y él se mantuvo quieto de caderas para bajo, pero movió su boca y lengua sobre ella. Uso todo el auto control que aún estaba en él para no embestirla con violencia. Sus manos temblaban cuando amasaron los pechos pálidos y llenos, apretando con los dedos sus pezones rosados y duros. Él hizo un ruido calmante cuando Eirene se movió incómoda bajo él.
NiK gimoteo y apoyó su frente en la de ella, intentando con todas sus fuerzas no terminar de enterrar su vara y reclamarla sólo para él.
—Shh, Ela—, murmuró—. Tan hermosa—, gruñó cuando una de sus manos dejaban su pecho para bajar y acariciar donde estaba su centro.
Encontró la pequeña perla y la frotó con cuidado, sintiendo como poco a poco ella iba aflojando sus uñas.
—Eso es—, susurró sobre su boca cuando sintió que comenzaba a mojarse de nuevo.
Volvió a besarla, está vez con más fuerza y cuando Eirene subió sus piernas para cerrarse en sus caderas quiso rugir de triunfo. Aún así, se mantuvo quieto, su polla palpitaba pero no se movió hasta que Eirene gimió y se retorció bajo él, pidiéndole que volviera a moverse.
NiK separó sus bocas por temor a morderla cuando obligó a sus caderas a ir hacia adelante, más hondo metió su vara y sintió que podía perder la cabeza. Eirene le apretaba mejor que cualquier cosa, su interior estaba tan caliente que podría haberlo quemado. Le costaba respirar cuando al fin se hundió hasta la empuñadura, quería correrse con tanta fuerza que endureció todo su cuerpo, su mandíbula tensa y sus brazos abultados por contenerse.
Las manos de Eirene fueron a su espalda, sus uñas raspando donde sea que llegará, sus muslos apretándose en sus caderas.
— NiK..—, se quejó cuando él no se movió.
NiK apretó los dientes mientras salía lentamente hasta la mitad de su polla y volvía con la misma tortuosa lentitud. Él gimió y ya no pudo detenerse. Mientras más le costaba respirar, más rápido se sumergía el Eirene. Sus dedos dejaron su centro y cerró la mano en la ropa de cama justo al lado del rostro de ella. Sus caderas comenzaron con un movimiento violento, en el fondo de su cabeza le gritaba una voz que estaba siendo demasiado brusco, pero no podía detener su instinto.
—Si, Ela—, se quejó tirando la cabeza hacia atrás.
Apretó los dientes cuando ella empezó a gritar, él gruñó en respuesta de cada uno de sus gritos y gemidos. Sus brazos temblaban y tuvo que poner su cabeza en el hueco del hombro de ella y apretó sus manos en las nalgas de Eirene. Levantando así sus caderas y haciendo la entrada más fácil y más profunda. Su cuerpo se curvó y tembló cuando sintió lo cerca que estaba la liberación. Eirene se puso tensa bajo él y corrió la cara sobre la cama para ver su rostro.
Eirene tenía la boca abierta, su cabeza tirada hacía atrás, ningún sonido salía de ella pero su funda comenzó a apretarse. NiK gruñó fuerte y largo cuando ella se corrió, su polla sintió cada espasmo y apretón y él la siguió, rugiendo sobre el colchón. Cada fibra de su ser tembló mientras depositaba su semilla en el interior de Eirene. Sus bolas se apretaron tanto que temió que reventaran, cada cabello de su cuerpo se puso en punta y su polla siguió agitándose hasta que su cuerpo se detuvo.
Casi no podía respirar, pero se aseguró de no aplastar a Eirene con su cuerpo.
Mientras volvía su rostro para verla, intentando recuperar el aliento con jadeos duros, se preguntó: ¿Qué más escondía Eirene?
Continuará...
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