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Un regalo para Estoico

/Narra Astrid/

  Estabamos en Berk. Después de lo ocurrido con Thor Rompehuesos, papá me obligó a mi y a mis amigos a buscar su hacha. Esa hacha no era ninguna broma para él.

Astrid: Bien chicos, ya saben que hacer. Traten en lo posible rodear todo el area en donde se perdió el hacha de mi padre. Hasta que no anochezca o encontremos lo que "ALGUIEN" perdió, no podemos volver a Berk.

  Estuvimos casi todo el día buscando pero no hubo caso. Incluso nos metimos en el agua para ver si podíamos encontrarlo, pero nada. Parece que el hacha de mi padre terminó en lo profundo del océano.

  Al llegar a casa, no tuve más opción que contarle la verdad a mi padre y este estaba furioso. Esperaba lo peor pero él solo se fue a su habitación en silencio sin decirme nada.

  Al día siguiente, me fui temprano hasta la casa de Hipo para preguntarle acerca de un regalo para mi padre o si podía hacer un hacha similar. Al principio se negó porque según él no tenía nada que ver en todo esto, pero tras pedir un par de veces más, terminó aceptando a regañadientes. Un poco más y me vería obligada a amenazarlo. Fuimos directamente a la herrería y sacó tanto los materíales como los apuntes que tenía guardado. Encendió el horno y comenzó a dibujar para tener una idea de que tipo de hacha iba a hacer.

  En ese momentó llegó Bocón curioso al ver a Hipo y a Astrid despiertos tan temprano y en la herrería. Sabía que tramaban algo y quería saber que era.

Bocón: Hola ¿Todo bien? ¿Están planeando su boda?

Astrid e Hipo: *Sorprendidos* ¡¡¡BOCÓN!!!

Bocón: ¿Que están haciendo? Muchacho, no me digas que estás forjando la utilería para tu boda tu mismo. Que pícaro.

  Hipo se sonrrojo un poco. Solo trataba de mirar para cualquier lado para evitar responder y tambien quería evitar que lo viera. Por mi parte intenté callar a Bocón para que no dijera algo innecesario.

Astrid: Ujum. Bocón ¿Que haces aquí?

Bocón: Lo mismo podría preguntar yo ¿Que hacen aqui tan temprano?

Astrid: Estamos... em... bueno... - Tras intentar inventar una mentira o excusa, me rendí rápidamente y terminé diciendo la verdad - No encontramos el hacha de mi padre. Lo más probable es que ahora mismo esté en el fondo del océano. Quiero darle otra hacha igual para que así por lo menos se alegro.

Bocón: *Tranquilo* Oh, bueno. Eso explica todo. Por desgracia no se puede hacer otra hacha igual.

Astrid: ¿Qué? ¿Por qué?

Bocón: Esa hacha le pertenecía a su abuelo. Esa hacha asesinó más dragones que cualquier otra arma en esta isla. Su abuelo asesinó a decenas de dragones antes de ser transmitida a su padre. Luego, el padre de Estoico asesinó a cientos de bestias con ellas. Cuando tu padre se convirtió en jefe, su padre le heredó esa misma hacha y él la usó para aniquilar a miles de enemigos y monstruos.

  Era mi fin. Era casi una reliquia familiar y Patapez la usó descuidadamente y para colmo la perdio en el océano para siempre.

Astrid: ¿Ahora que voy a hacer? ¿Podría esto empeorar?

  Si, si pudo. De la frustación pateé una cubeta con agua que estaba cerca, luego de patearla se escuchó un sonido extraño. Mi pierna comenzó a fallar y algunas piezas se soltaron. Había olvidado hacerle mantenimiento hace meses. Bocón e Hipo saben hacerle el mantenimiento y cada vez que alguno me preguntaba por esto, yo siempre les decia que la próxima vez acudiría con el otro. Al final, pasó lo que pasó.

Hipo: Primero, necesitaba esa cubeta. Segundo, mantenimiento.

Astrid: *Frustrada* YA SÉ. *Respira hondo* Solo... ayudame con esto, por favor.

Bocón: Yo la ayudo. Tu, ve a llenar esa cubeta.

Hipo: Esta bien. Ahora vuelvo.

  Hipo se había ido a llenar la cubeta mientras que yo estaba sentada viendo como Bocón arreglaba mi pie. El saber que el arma de mi padre era tan preciada para él y que se perdió por culpa de uno de mis amigos me hacia sentir culpable. Quería compensarselo, pero ¿Cómo?

Astrid: ¿Ahora que haré?

Bocón: Siempre podrás darle un regalo. Él te adora. Ahora está enojado y algo triste, pero eso no significa que te odia. Se le pasará y todo volverá a la normalidad. Pero si le das un regalo ahora, puede que el enfado se le pase antes de lo que crees.

Astrid: Un regalo ¿Eh? Lo voy a intentar.

  Bocón arregló mi pie. Apenas me levanté, me fui corriendo a buscar algo que pudiera alegrar a papá. Desde buscar armas, decoraciones, algo para cocinar, algun mueble. Algo, lo que sea, tenía que buscar cualquier cosa para hacerlo feliz.

  Reuní al resto del grupo y le pedí ideas para regalos.

Patán: Alguien como Estoico de seguro merece un regalo grande, asombroso, deslumbrante, magnífico. Debe mostrarle al Jefe lo que vale. Si yo fuera tu, le daría algo que mostrara magnificencia. Quizas, un retrato de mí o una escultura de mi.

Astrid: Se supone que es un regalo para Estoico el Vasto, no para las ovejas de Sven.

Patapez: Oh ¿Que te parece una biblioteca entera de libros acerca de dragones?

Astrid: No encaja con él.

Brutacio: ¿Que tal una trampa para osos?

Brutilda: ¿O un jabalí como mascota?

Astrid: No y no. Ambas ideas ya lo probé antes y no resultó bien.

Hipo: Y si haces algo de corazón. Es tu padre, él te adora. Cualquier cosa que le regales, y que esté hecho con todo tu corazón, le gustará.

Patán: Meh, demasiado cursi.

Astrid: Lamento decirte esto, Hipo pero Patán tiene... *Aguantando las ganas de vomitar* URP... Patán tiene... *Aguantando las ganas de vomitar* Urpgg... Patán tiene razón... Eso me dejó un mal sabor de boca. Puaj.

Hipo: *Sarcástico* ¿Ah si?

Astrid: Hablamos de Estoico el Vasto, el jefe de Berk. Quiero regalarle algo que reemplaze su hacha. Tiene que ser algo grande, algo especial, algo... algo...

Hipo: Ok. Bueno, si eso es todo, me voy.

Astrid: ¡¿Quéeee?!

Hipo: Sip. Si esto era todo para lo que nos reuniste, me voy. Tengo cosas que hacer. Tengo una agenda muy ocupada el día de hoy. Cosas que hacer, lugares que ir, maestros a quienes atender. Y además, dentro de poco tendremos que volver a la orilla, asi que tengo que terminar mis tareas antes del viaje.

Patán: Eso me recuerda que... em... yo tengo que ir a hacer cosas de Patán. Te dejo, prima.

Brutacio: Si, nosotros nos vamos.

Brutilda: Nosotros nos divertiremos por allá. Llamanos cuando se te ocurra algo.

Patapez: *Nervioso* Bien... bueno... yo...

  Agarré a Patapez del hombro antes de que siquiera se le ocurriera escaparse.

Astrid: Todo esto es por TÚ culpa, asi que no te irás a ninguna parte.

  Empezó nuestra misión para buscarle un regalo a Estoico.

  Primero tratamos de vigilar a Estoico para ver que era lo que le gustaba. Lo seguimos para todas partes y no se nos ocurrió nada. Después, le preguntamos a varios vikingos de la aldea acerca de sugerencias para un regalo para mi padre. Todas las respuestas eran distintas. Algunos sugerían comida, otros armas, otros armaduras, otros adornos, y algun que otro loco sugería la cabeza de un dragón, ya que era lo que más caracterizaba a mi padre hace tiempo.

  Fuimos de un lugar a otro, ya habíamos perdido todo el día y aún no tenía una idea clara. Cuando quise hablar con Patapez, este había desaparecido. Había escapado sin que me diera cuenta. Al final regresé a casa derrotada y cansada.

  Cuando llegué, intenté hablar nuevamente con mi padre, pero seguía siendo incómoda la situación. Al final no nos dirigimos la palabra en toda la noche y me fui a dormir. Ni siquiera pude volar en Chimuelo o en Tormenta. No sabía que hacer.

  Antes de dormir, Chimuelo se me acercó. Parecía saber en que pensaba y me animó un poco.

  Al día siguiente me levanté temprano e hice algunos preparativos, despues de eso volví a llamar a mis amigos.

Astrid: Hola chicos. Siento llamarlos aqui tan temprano. Por suerte mi padre no está en casa. Ahora quiero pedirles que me den su opinion sincera acerca de esto.

  Les entregué a todos un plato de comida que había preparado yo misma.

  Al principio todos dudaron en comer. El primer en comer fue Patán, y... se desmayó. Los gemelos se obligaron entre ellos a comer su parte. Brutacio le dio a la fuerza su parte a Brutilda y Brutilda le dio a la fuerza su parte a Brutacio. Los gemelos comenzaron a vomitar mientras se seguían peleando, Patapez intentó escapar pero lo obligué a él y a Hipo a comer aunque sea unos bocados. Patapez parecía al borde de la vida y la muerte, e Hipo solamente tragó y me dio su opinión sincera.

Hipo: Sabe horrible.

Astrid: No puede saber tan mal.

Hipo: Pruebalo tu misma.

  Eso hice y la verdad si sabía algo mal, quizas se me pasó un poco alguna especia.

Astrid: Bueno, plan B.

Hipo: *Asustado* ¿Plan B?

  Mi plan B era buscarle un nuevo casco, sin embargo cuando entramos a la tienda, los gemelos hicieron que nos echaran. Puse en marcha el plan C, que era un paseo en dragón pero cuando le propuse la idea a mi padre, este se veía incomodo y triste. El plan D era un cartel de "lo siento" que tenía preparada de niña. Nunca pensé que iba a necesitar dicho cartel en toda mi vida, pero ahora iba a usarlo. Patán y los gemelos se iban a encargar de montar a sus dragones y desde el cielo mostrar el cartel, pero cuando estaban haciendolo, comenzaron a pelear y lo quemaron. El plan E era intentar suplentarlo en sus tareas pero él no me dejó, intenté insistir y al final terminamos peleando más.

  Era de tarde, practicamente estaba anocheciendo. Estaba deprimida en la plaza junto con Chimuelo, todo el día fue un desperdicio. Hubiera estado toda la noche así, de no ser porque Dalia, la madre de Hipo me vio y se acercó a mi.

Dalia: ¿Qué te sucede querida?

Astrid: Perdí el hacha de mi padre. Más bien, Patapez perdió el hacha de mi padre, ahora está molesto conmigo, no sé que hacer.

Dalia: ¿Y si le das un regalo?

Astrid: Eso intenté, pero no pude hacer nada bien.

Dalia: ¿Y si le das un regalo del corazón? Él te...

 Astrid: Te adora, si lo sé. Ya me lo dijeron varias veces.

Dalia: Es porque es verdad. Él te quiere muchisimo... - Ella me miraba con dulzura. Respiro hondo y luego habló - Su fueras madre, y tus hijos cometen un error ¿Los odiarías?

Astrid: Claro que no.

Dalia: Ahora piensa ¿Tu padre dijo que te odia?

Astrid: ... No.

Dalia: Dale un regalo que sea de todo corazón, y verás.

  Eso me puso a pensar y al final me decidí.

 Astrid: Gracias. Por cierto ¿Donde está Hipo?

Dalia: Está con Bocón, están terminando unos pedidos de último minuto.

  Fui hasta la herrería. Allí encontré a Hipo y a Bocón. El viejo herrero se alejó para que pudieramos hablar en privado. Le pedía Hipo que me ayudara a forjar un hacha. No iba a ser una reliquia familiar, tampoco sería la mejor hacha, pero quería mostrarle a mi padre cuanto lo respeto y quiero. Hipo me vio y sonrió.

  Durante una semana, Hipo y yo nos quedabamos hasta tarde en la herrería haciendo el hacha de mi padre, de vez cuando Bocón nos ayudaba.  Hipo me enseñaba lo básico y yo hacía las partes sencillas, luego él se encargaba de las partes más complicadas y pulía los detalles. Luego de forjar, pulir, armar y afilar, por fin estaba lista. Era cási idéntica al hacha de mi padre, pero también se notaba un poco que no era la mejor hacha. Aún así, fui y se lo lleve a mi padre, una vez que estuvo lista.

Astrid: Sé que esta no es tu hacha, se que no es la mejor hacha del mundo, se que aún es imperfecta y sé que nunca podrá reemplazar el regalo de tu padre y el padre de tu padre, pero es mi muestra más sincera de arrepentimiento y respeto. En serio lamento mucho lo que ocurrió.

  Mi padre tomó el hacha y luego me abrazó.

Estoico: Yo también lamento haberme portado mal contigo, hijita. Me entristecio demasiado perder esa hacha pero para mi, tu siempre serás el mejor regalo que podría tener. En serio, gracias por esto, se nota que le pusiste mucho corazón.

Astrid: Aunque no está bien hecha.

Estoico: No importa, siempre podemos ir a pedirle a Bocón que le haga unos arreglos. Sin embargo, esta será la mejor hacha que blandiré, sin importar su aspecto. No por como está hecho, sino por quien me lo entregó y por su esfuerzo.

Astrid: Te quiero, papá.

Estoico: Y yo a tí, hija mía.

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