Hierro de Gronckle
/Narra Patapez/
Hoy estabamos siguiendo a un barco de los Marginados que fue avistado por la zona. Comenzamos a perseguirlos y todos pero los habíamos perdido. Cuando Albóndiga y yo por fin alcanzamos a los demás, les preguntamos que tal y Patán respondió algo enojado.
Patán: Bien hecho cara de pez, perdimos a los marginados por tu culpa.
Astrid: ¡Patán!
Patan: ¡Acéptalo, Astrid! Si lento y muy lenta no nos hubieran retrasado, entonces...
Hipo: Ya basta, Patán.
Patan: Obligame, Hofferson.
Astrid: ¡¡¡Basta los dos!!! Patapez, no fue tu culpa.
Patapez: No te preocupes, Patán tiene razón. Albóndiga y yo iremos al acantilado.
Astrid: ¿Seguro estas bien?
Patapez: Si, no se preocupen.
Hipo: No dudes en llamarnos si algo pasa.
Los jinetes se separaron y se fueron mientras que Albondiga y yo fuimos al acantilado. Comimos mientras nos quejabamos y nos deprimiamos. Al final, Albóndiga me ánimo y los dos juntos comenzamos a comer lo más rápido que podíamos. Al final, estabamos al borde de vomitar bayas y lava. Comenzamos a sentirnos mal y fuimos con Bocón para que nos ayudara. Albóndiga no podía vomitar y le pedí a Bocón que la ayudara. Él la revisó y luego dijo su diagnóstico.
Bocón: Es aliento de dragón - Dijo para luego buscar entre todas sus cosas una pluma. Mientras buscaba nos preguntaba el porque o como nos habíamos empachado por tanto comer. Yo trataba de explicarle de tal forma para evitar vergüenza - Comían para celebrar - Explicar eso era lo vergonzoso. Luego comenzó a hacerle cosquillas a Albóndiga y ella comenzó a vomitar lava por todas partes.
La lava de Albóndiga estaba por todas partes y Bocón y yo estabamos en el único lugar en donde la lava no alcanzaba. Ahora solo nos quedaba esperar hasta que la lava se petrificara para poder salir.
/Narra el autor/
Mientras los jinetes buscaban por todas partes a los Marginados y Patapez y Albóndiga estaban con Bocón, los Marginados navegaron hasta la isla de Berk de la forma más discreta posible y se adentraron en una cueva ubicada justo varios metros debajo de la misma aldea. Se adentraron aún más para ver los resultados de su plan y al parecer eran buenos resultados. Varios bebes de Susurros Mortales volaban por ahí mientras eran observados por quienes los pusieron allí.
Salvaje: Parece que el plan de Alvin esta funcionando.
En eso, uno de los Marginados le mostró uno cascaron de uno de los huevos, su tamaño y forma era distinto al de los demás.
Marginado 1: Este es distinto al de los demas.
Salvaje: Nunca vi un huevo de Susurro Mortal de ese tamaño - Levanta la vista y nota un agujero más grande que los demás y eso lo puso nervioso - O un agujero asi de grande - De repente los Marginados escucharon un rugido y los puso aún más nerviosos - Y no quiero quedarme a averiguar que fue eso.
Los Marginados salieron corriendo de alli mientras que arriba suyo se desarrollaba otra cosa.
/Narra Patapez/
Estaba cepillando a Albóndiga cuando veo a los demas aterrizar. Fui corriendo hacia a ellos y les pregunté que tal pero por la actitud de Patán fue fácil de deducir que no les fue tan bien como esperaban.
Se estuvieron quejando hasta que llegó Bocón emocionado con una espada en la mano.
Bocón: ¿Saben que es esto?
Brutacio: Oh. No me digas, no me digas.
Brutilda: ¿Una espada?
Brutacio: *Golpeando a su hermana* Te dije que no me lo digas.
Brutilda: Se lo dije a él.
Los gemelos comenzaron a pelear hasta que el herrero nos mostró cada detalle de la espada, lo liviana que era y lo resistente que era. Resultó ser que la espada fue creada con la lava de Albondiga vomito esta mañana. Al final, a todo el mundo le gustó lo poderosa que era la espada que pidieron armas, cascos y demás cosas con lo que Bocón nombró como hierro de Gronckel.
Había una larga fila de Berkianos afuera de la herrería, cada uno esperando su turno para tener algo con ese hierro de Gronckel. Uno por uno fueron pidiendo armas, armamento y otras cosas hechas con hierro de Gronckel, incluso Hipo lo usó para un escudo raro que estaba haciendo.
Seguimos y seguimos y la gente obacionaban. Era famoso y querido hasta que se terminó el hierro de Gronckel y Albóndiga dejó de vomitarlo. Estaba nervioso, no sabía que hacer y la verdad era que no sabía como fue que se formó en primer lugar.
Al final Bocón y yo fuimos al lugar en donde Albóndiga comió todas esas rocas y le terminé contando la verdad acerca de lo que en realidad pasó. Agarró uno por uno todas las rocas que habían, los metió a la carreta y fuimos a la herrería otra vez. Una vez allí probamos una por una todas las rocas. Primero fue la arenisca y Albóndiga terminó escupiendo algo que se volvio transparente y muy frágil. Luego fue una roca negra muy llamativa y cuando Albóndiga se lo comió, la temperatura comenzo a subir. Tuve que hacerle cosquillas pero no escupía. Al final regreso la misma piedra que comió. La gente comenzaba a molestarse y yo no sabía que más hacer hasta que la gente comenzó a animarme. De la desesperación recordé algo. Albóndiga había comido varias rocas distintas y eso debio ser lo que formó el hierro. Bocón y yo probamos mi idea y de repente varias cosas fueron atraidas y pegadas al cuerpo de mi dragón. Estaba atrayendo el metal y eso no era bueno debido a que la mayoría de nuestras armas eran de metal. Del miedo, ella salió corriendo sin control mientras todo lo de metal la seguía. Traté de calmarla pero era inútil. Estaba perdiendo la esperanza hasta que Astrid y Patán llegaron para ayudarla junto con sus dragones.
/Narra el autor/
Albóndiga terminó huyendo hacia el bosque, Astrid y Chimuelo la siguieron y cuando por fin la habían acorralado, Patapez llegó para tratar de advertirle sobre el magnetismo de su dragón. Astrid fue atraída y pegada al Gronckel debido a su pie de metal. Albóndiga voló lo más lejos que pudo y Patapez, frustrado y desesperado, no sabía que más hacer hasta que Chimuelo le señalo su espalda, aunque rugió un poco al principio.
Patapez voló a Chimuelo y juntos lograron alcanzar a la rubia y al dragón. Cuando ya estaban muy cerca tuvieron una conversación un poco incomoda hasta que...
Astrid: Perdón por no haberte ayudado.
Patapez: Esta bien.
Astrid: Debí apoyarte pero...
Patapez: ¿Me puedo concentrar?
Astrid: Patapez.
Patapez: Astrid no puedo.
Astrid: Patapez, mira.
Los jinetes vieron al fin al barco de los Marginados y se les ocurrió una idea para derrotarlos. Astrid y Albóndiga atrajeron todo lo de metal de los enemigos y cuando todo parecia perdido para el dragón de roca, Patapez y el Furia Nocturna contraatacaron. Después el gordito vikingo ayudó a su dragón para que dejara su magnetismo y esto hizo que todas las armas cayeran al barco, haciendole un agujero y esto lo hundió.
Al finalizar todo, Patapez se juntó con el herrero y le dijo que su obligación como jinete era más importante. Así, el vikingo aprendio una valiosa lección y sus compañeros también.
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