Desterrado Parte 2
/Narra el autor/
Ya en la isla de los Marginados, Estoico estaba atado mientras que Dagur se mofaba de él.
Dagur: Parece que tus cuerdas estan muy apretadas - Decía mientras miraba a uno de sus Berserkers para que este atara con más fuerza al jefe de Berk - No te pongas tan cómodo Estoico. Miralo de esta forma, a esta hora mañana estarás de vuelta en Berk... o en el fondo del océano. Todo dependerá de tu hija.
Fue todo lo que dijo el jefe desquiciado de los Berkserkers mientras le daba una flecha con una nota a su segundo al mando. Le ordenó a este que lo enviara a Berk y que se asegurara de que lo reciban.
/Narra Astrid/
Al día siguiente, después de todo lo que sucedió por la noche, el pueblo estaba realmente molesto. Todos estaban en el Gran Salón mientras comenzaban a gritar totalmente coléricos por todo. La cosa parecía empeorar, todo era un desastre. La gente no dejaba de gritar y los gemelos solamente alimentaban ese caos con más gritos sin sentidos.
Bocón, apenas me vio y corrió hacia mi para llevarme al frente del salón.
La gente seguía gritando y preguntando, preguntando y gritando, gritando y gritando, preguntando y preguntando, y los gemelos seguian siendo unos idiotas.
Astrid: ¡¡¡¡CALLENSEEEEE!!!! ¡¡¡SE QUE ESTAN ASUSTADOS Y PREOCUPADOS!!! ¡¡¡YO TAMBIEN LO ESTOY!!! ¡¡¡MI PADRE, EL JEFE, FUE SECUESTRADO Y NO SÉ SI VOLVERÁ O NO!!! - Por dentro tenia ganas de llorar, pero... no me podía dar ese lujo, no ahora - ¡¡¡HAY QUE CONSERVAR LA CALMA, POR LO MENOS POR AHORA!!! ¡¡¡JURO QUE HARE LO QUE PUEDA PARA RESOLVER ESTO!!! ¡¡¡POR AHORA SOLO MANTENGANSE CALMADOS Y DEJENME RESOLVER ESTO A MI MANERA!!!
Gracias a mi discurso, todos se mantuvieron calmados, al menos por ahora.
/Narra el autor/
Mientras que en Berk todo era un caos, Patapez y Albóndiga volaban tratando de buscar alguna pista de los Berserkers que los pudiera ayudar.
Volaron por un buen rato y no encontraron nada... pero si algo los encontró a ellos.
Debajo del mar, consumiendo lo poco que quedaba de una isla, apareció el Grito Mortal. La criatura había crecido, aún más desde la ultima vez que se encontró con los jinetes. Ya era un dragón adulto en su totalidad.
Patapez esperó una oportunidad para que el dragón se fuera, y ni bien vio la oportunidad, se fue lo más rápido que podía en dirección a Berk.
/Narra Astrid/
Ya algo cansada fui a casa. Lo único que quería era relajarme aunque sea un poco. Solo quería eso. Quería refrescar mi cabeza para poder pensar con tranquilidad y así quizás pensar en un plan para salvar a mi padre y evitar que los Berserkers nos maten. Mientras daba vueltas en mi hogar, pude ver el hacha de mi padre encima de la mesa. Lo tomé y me pregunté si iba a poder salvarlo.
En eso, Bocón entra y me ve.
Bocon: No es fácil ser jefe. Debiste ver cuando Estoico tomó el mando. Era como un bebe yak tratando de ponerse de pie.
Astrid: Parece difícil de creer.
Bocon: Es cierto. De hecho, hubieron algunos que no creían que fuera bueno. Alvin por ejemplo. No dejaba de hablar sobre eso. Astrid, ser jefe no significa que todos deban estar de acuerdo. A veces tendrás que lidiar con los Alvin y los Patán que hay en el mundo.
Decía mientras me sentaba en la enorme silla que antes le pertenecía a mi padre.
Astrid: Siento que eso es todo lo que hago.
Notaba como Bocón pensaba en usar las siguientes palabras para animarme.
Bocón: Eran mejores amigos ¿Sabías?
Astrid: ¿Quiénes?
Bocón: Alvin y Estoico. Fueron inseparables desde bebés.
Astrid: *Sorprendida* ¿Y que pasó? ¿Qué cambió?
Bocón: Todo.
Ahora entendía más o menos porque nunca oí hablar de él. Me quede sin palabras al escuchar todo esto.
De repente, Patapez entró gritando a mi casa. Parecia asustado, aterrado. Le faltaba el aire mientras trataba de pronunciar palabras.
Patapez: Estaba patrullando con Albóndiga. El Grito Mortal. *Agarra a Astrid de los hombros* Lo vimos. Se esta abriendo paso... hacia Berk.
Mi mente se puso en blanco y corrí todo lo que pude hacia afuera. Solo podia ver kilometros y kilometros de agua en dirección al horizonte mientras me imaginaba a aquella criatura acercarse.
Astrid: ¿Cuánto tiempo tenemos?
Patapez: No mucho. Estaba por la isla Dragón cuando lo vimos.
Justo en ese momento llegó Hipo sobre Tormenta. Corrió para darme una carta, era de Dagur. Al parecer querían a Chimuelo antes de terminar el día o sino mi padre... no sobreviviría.
Hipo: Astrid, Cálmate. Sabes que es una trampa.
Astrid: ¡Estoy bien, Hipo! *Respira hondo* Perdón. Quédense aquí y preparense para el Grito. Yo me encargaré de salvar a mi padre.
Chimuelo era el mejor amigo de Hipo. Cada vez que iba a su casa, se los veía muy feliz a ambos. No podía romper aquel lazo, al igual que Hipo no podría romper nunca mi lazo con Tormenta. No quería hacerle eso, y tampoco quería lastimar a mi mejor compañero. Solo me quedaba una opción. Monté sobre Chimuelo y me dirigí rápidamente hacia el ruedo. Caminé lentamente hasta acercarme a la jaula en donde estaba Alvin.
Alvin: *Burlón* Hola... jefa. Veo que la charla con el pueblo salió muy bien. Hasta aquí pude escuchar tus órdenes ruidosas calmar al pueblo. Tienes el carácter de tu padre, sin ninguna duda.
Yo simplemente me limité a abrir la jaula. Alvin parecía confundido. Se preguntaba que era lo que iba a pasar.
Astrid: Me mostrarás una forma de ir a la isla de los Marginados. Iremos juntos, Alvin. Traeremos a mi padre de regreso a casa.
Minutos despues estabamos volando a gran velocidad en dirección a la isla de los Marginados. Alvin accedió ir conmigo y yo tuve que acceder a su oferta, cuando en realidad, muy en el fondo, sabía que no lo iba a cumplir.
Mientras sobrevolabamos el océano, la curiosidad movió mi lengua antes de que pudiera pensar bien las preguntas que quería hacer.
Astrid: Oye... escuche que tu y mi padre eran amigos ¿Qué fue lo que pasó entre ustedes dos?
Alvin: Bueno, tu padre y yo estabamos encargados de liderar las fuerzas para repeler los ataques de dragones... Cuando aún atacaban los dragones. Tu padre era el hijo del jefe por lo que estaba al mando. Yo solo era un soldado ¿Te suena familiar?
Astrid: *Molesta* No digas que somos Patán y yo, por favor.
Alvin: Así es.
Astrid: ¡¿Es un chiste?! Ese torpe solo hace tonterías. Eramos buenos amigos, pero desde que tenemos dragones no para de hacer tonterías que por poco nos matan.
Alvin: Exacto - Solo 6 letras, una palabra, hizo que me calmara y pusiera toda mi atención a lo que iba a decir - Una vez hubo un ataque de Pesadillas Monstruosas, tu padre y yo discutimos sobre como proteger la villa. Yo desobedecí sus órdenes y varios salieron... heridos. Las cosas no fueron lo mismo desde entonces. Cuando Estoico se volvio jefe, que me expulsara solo fue cuestión de tiempo.
Era casi como si la historia se volviera a repetir. Distintos nombres, pero misma situación. Aún recuerdo cuando en los ataques de dragón, Patán y yo hacíamos un buen dúo.
Por fin podíamos ver la isla a lo lejos. Nos acercamos lo más que pudimos cuando de repente, Alvin quería que nos sumergieramos. Al principio dudaba y me negaba, pero me recordó que esto lo elegi yo. Decidí confiar esta vez y le pedí a Chimuelo hundirnos. Bajo el agua notamos algo curioso. Había un tunel submariano, el cual usamos para infiltrarnos.
Al entrar por la cueva, llegamos al área en donde estaban todos los dragones capturados. Sin embargo, no eran los únicos ahí. Al parecer, Mildew desde hace un tiempo, trabajaba con Alvin, y este se encargaba de cuidar de los dragones y mantenerse en contacto con el jefe de los Marginados. Tenía ganas de golpearlos, si, pero la situación no era la ideal para rencores y golpes.
Astrid: Mildew, Mildew, Mildew. Si Hipo, el marginado de Berk, el adora dragones, te viera ahora mismo, se reiría de ti.
Mildew: Hola, mini jefa.
Astrid: Veo que cuidas muy bien de ellos.
Mildew: Debido a las circunstancias, las cosas han cambiado por aquí.
En eso noto un Susurro Mortal distinto a otros. Este estaba lleno de huevos a su alrededor.
Astrid: Ella puso todo esto.
Alvin: Sus huevos fueron los que pusimos en Berk aquella vez.
Astrid: *Se da cuenta* I-i-incluso un huevo grande y rojo.
Mildew: Tuve dudas sobre ese ¿Cómo resultó?
Astrid: Por Odín - Fui corriendo a buscar un Terrible Terror. Agarré una hoja del bolso que estaba en la silla de Chimuelo, escribí una nota y lo até a la pata del dragón - No soy una fanática de los dragones como Hipo, pero si se hacer cuentas simples. Es obvio que el Grito Mortal esta buscando a su mamá. Esa cosa come islas enteras como si fueran bocadillos y ahora mismo va hacia Berk. Sin embargo, creo tener un plan.
Chimuelo y yo fuimos y atacamos a pecho descubierto a todo Berserker y Marginado que encontrabamos. Los atacamos con todo lo que teníamos. Usaba mi espada para poder acabar con algunos mientras que mi dragón usaba las bolas de plasma. Al entrar al ruedo, busque por todas partes a mi padre, sin embargo me encontré con una emboscada. Logré mantenerme en pie por un buen tiempo, pero una jaula cayó sobre Chimuelo, atrapandolo perfectamente. Al final me rodearon y me llevaron junto con mi padre mientras me desarmaban y me ataban para quedar totalmente indefensa.
/Narra Hipo/
No teníamos noticias del Grito Mortal aún y todos estabamos esperando a lo peor mientras que nuestros dragones se alimentaban para tener todas sus cargas listas.
En eso entra Patán gritando con un Terrible Terror en su brazo. Agarré la nota y vi lo que Astrid me informaba. Al parecer había encontrado a la madre del Grito Mortal. Ella creía que era una buena idea llevar al Grito Mortal hacía ella y quizas con algo de suerte, salir ilesos. Sin embargo había un problema ¿Cómo la atraeríamos?
Patapez: Con la raíz de dragón.
Brutacio: Que idea más tonta.
Hipo: De hecho, no tanto. Los dragones de clase piedra con una dieta exclusiva de rocas no son afectados, pero el Grito no solo se alimenta de rocas de las islas, sino de su vegetación y de su población. Es una gran máquina de comer, por lo que lo afectara.
Patán: Si, pero ¿Cómo llevaremos la raíz a la isla de los Marginados? Si todos nuestros dragones se vuelven locos cuando se acercan a ella.
Patapez: No todos. Albóndiga no se vuelve loca con la raíz.
Todos miramos a Patapez y notamos como maldecía por haber abierto la boca y decir algo que lo perjudicaría. Al final agarró la raíz y el junto con Albóndiga se convirtieron en la carnada perfecta.
/Narra Astrid/
Mi padre y yo estabamos atados en el ruedo mientras que Dagur comenzaba a divagar sobre entrenar a Chimuelo y convertirlo en su más grande símbolo.
Mi padre no paraba de preguntar acerca de como resolver este problema y yo solo le respondí que era una sorpresa.
De la nada y poco a poco, soldados iban desapareciendo mientras Dagur no se daba cuenta. Era como si la tierra se los tragara. En eso, el suelo del estadio se abrió por la mitad mientras que una gran número de Susurros Mortales salían de la tierra. Cuando uno de ellos volvía para el ruedo, de su cola iban colgados Alvin y Mildew, quienes nos liberaron y a Chimuelo.
Estoico: ¡¿Alvin?! ¡¿Mildew?! ¡¿Susurros Mortales?! ¡¿Ese era tu plán?!
Astrid: Lo aprendí del mejor.
Una vez liberados, unimos nuestras fuerzas para por fin ser capaces de derrotar las fuerzas de Dagur y a este último. Los tres peleabamos con todas nuestras fuerzas. Cuanda iba a ir por el Furia Nocturna y montarlo, el suelo comenzó a romperse, haciendo así un pozo profundo. Chimuelo cayó junto con los Berserkers y Marginados al mando de Dagur. Y mientras este intentaba montar a mi dragón, yo trataba de no caer desde la gran altura en la que estaba.
Chimuelo, de alguna forma, se libró de todos sus oponentes escaló todo lo que pudo. Cuando me dejé caer, mi dragón me atrapó en el aire, nos unimos y logramos evitar la caída, sin embargo seguiamos rodeados. Todos se acercaban listos para atacar, hasta que un disparo de Cremallerus los detuvo. Por suerte los demás jinetes llegaron, eso incluía a Patapez con el Grito Mortal a nada de devorarlo vivo de un bocado.
Astrid: Perfecto, logramos sobrevivir.
Hipo: Bien ¿Te parece si me encargo del plan o lo tienes todo arreglado?
Astrid: Solo sé que si el Grito y su madre se encuentran, puede que el Grito se calme.
Hipo: Bien, diriginos jefa.
Peleamos como podíamos tratando de evitar que el Grito, los Marginados y los Berserkers nos maten.
Cuando todo parecia calmarse, Dagur tomo de rehén a la madre del Grito Mortal. Si no le entregaba a Chimuelo, estaba dispuesto a matarla con tal de que murieramos todo. El loco volvió a acorralarnos.
De repente, Patán apareció en Colmillo sobre nosotros. Realizando un espectacular truco, ambos realizaron una especie de disparo seguro, el cual lastimó a Dagur y sus hombres pero no afecto al Susurro Mortal.
Cuando la madre escapó, logro detener a su bebe a tiempo. Ella junto a otras de sus crías se fueron lejos del archipielago, no sin antes que el Grito nos agradeciera de una forma... peculiar.
Cuando Patán aterrizó, yo lo estaba esperando.
Patán: Escucha, Astrid. Se que sigo expulsado y todo, pero déjame explicarlo. Yo...
Astrid: No hace falta que hables. No digas nada.
Patan: Se que fui imprudente y todo pero escucha por favor. Yo...
Astrid: Dije que no hace falta. *Me acerqué a él* Lo hiciste bien. Ayudaste sin poner en riesgo a otros. Y el hecho de que nos ayudaras apesar de estar expulsado, y que reconozcas tus errores, ya es un avance. *Estrecha su mano* Bienvenido de vuelta a la academia de dragones, viejo amigo.
Noté como quería llorar. Sin perder su orgullo, tomo mi mano mientras sonreía.
En eso, Dagur salió de la misma tierra con una lanza en su mano. Estaba preparado para atacarnos hasta que alguien lo golpeó y lo dejó tendido en el suelo.
Alvin: Hola Dagur ¿Te acuerdas de mí?
Luego de lidiar con Dagur, mi padre y Alvin hablaron. Hablaban del pasado mientras miraban el atardecer. Mi padre agradecía por todo, al mismo tiempo que aceptaba la propuesta de estrechar lazos con los Marginados. Ambos pueblos se volvieron aliados y más cercanos.
Ya estabamos en Berk y habían varias cosas que hacer y en que pensar. Dagur estaba encerrado, pero varios de sus hombres lograron escapar, entre ellos, Salvaje. Los Marginados eran amigos ahora, los Susurros Mortales junto con el Grito Mortal se fueron lejos y todo volvía a la normalidad en Berk.
Estoico: Escuche que tu grito silenció a todo el pueblo.
Astrid: *Nerviosa* Bueno... yo... es que...
Estoico: *Rie* No te preocupes, Astrid. Escuché de parte de todo el mundo que tomaste el control con carácter y firmeza. Estoy muy orgulloso de ti. Serás una gran líder algún día.
En eso vimos como Patán huía despavorido mientras estaba en llamas junto con Colmillo.
Todo había vuelto a la normalidad. Sinceramente no cambiaría esto por nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro