Capítulo 5
/Narra Astrid/
Luego de arrebatarle el escudo y el pescado a Hipo, traté de acercarme lo más que pude. En eso, el escudo se atoró entre dos rocas y yo pasé por debajo para tratar de sacarlo por el otro lado. No funcionó. Dejé el escudo y fui a busqué al dragón cuando me dí cuenta de que estaba encima de una roca y a lado mío. Yo retrocedí y en eso solo pasó un pensamiento por mi cabeza "Estúpido Hipo".
Le mostré el pescado y la criatura no se acercaba, me miraba con ira. Le volví a mostrar el pez pero seguía enojada. Al voltear mi cabeza ví como mi "compañero" me miraba y estaba a ounto de salir para rescatarme, otra vez.
Al verlo detenidamente, recordé lo que había dicho antes. "Un dragón no dudará en atacar si se siente amenazado". Saqué mi espada y lo arrojé lejos, el dragón se acercó un poco pero me miraba fijamente. Con su hocico señaló mi falda y me sorprendí. Al parecer sabía que llevaba con migo un cuchillo oculto. Lo saqué, y lo tiré al piso, al ver a la criatura inconforme, lo levanté con mi pie y lo arrojé al lago. Una vez hecho eso, el Nadder parecía más tranquilo. Lentamente acerqué el pescado y este lo recibió.
Cuando ví sus ojos, supe que era una chica fuerte y ruda como yo, me sentí conectada a ella. Luego de que le dí el pescado, me vío atentamente y luego regurgitó un poco de su almuerzo. Me hizo señales con su cabeza para que comiera de eso. Volteé para ver a Hipo y me hizo señales para que lo hiciera. Un poco asqueada, le dí un mordisco a ese pez crudo lleno de saliva de dragón, para colmo, ella quería que lo tragara, así que con mucho valor y esfuerzo lo hice. Me asqueé mucho.
Luego de que comí un pedazo de eso, ella estaba más tranquila y se acercó un poco a mí, cuando intenté tocarla, huyó hacia otra parte de la cala.
Hipo salió de su escondite y casi en susurro me felicitó por lo que había hecho. Vimos al dragón acomodarse y traté de acercarme parar ver cómo dormía mientras que el otro miraba y anotaba desde lejos. Ella despertó y me miró seria. Traté jugar con ella pero no funcionó, luego Hipo trató de jugar con ella y con él también se enojó un poco.
Ambos estuvimos cerca de una roca mientras que ella, luego de su siesta, se acercó a nosotros y vió con curiosidad lo que hacíamos. Hipo comenzó a dibujarla en la arena mientras que yo le deba los detalles. Nos dimos cuenta de que ella se había levantado y que nos estaba observando, nosotros la ignorábamos y pretendíamos que no sabíamos que estaba atrás nuestro.
Escuchamos un sonido como si algo se hubiera quebrado o roto. Al voltear, notamos que el Nadder había roto una rama y con ella empezó a hacer algunas linea cómo si dibujara algo. Los dos estábamos rodeados. Cuando terminó, vimos una especie de garabato. Cuando él pisó una de las lineas, ella se enojó, yo pisé otra y también se enojó. Probamos poner un pie en donde no estaban las líneas y eso la calmó.
Caminamos por los espacios en blanco y nos reíamos, era como estar bailando con un dragón como espectador.
Finalmente, choque con ella y al girarme, cerré mis ojos y extendí mi mano. Sentí algo y al abrirlos ví el hocico de la dragona en mi mano, se alejó y se fue inmediatamente.
Al llegar con Bocón, escuchamos sus historias mientras comíamos. Yo todavía tenia el sabor del pescado en mi boca, así que traté de comer un poco de pollo. Hipo eligió un pescado para comer.
Las historias de Bocón eran geniales, nunca me cansaba de oírlas ya que él me las contaba antes de dormir cuando era una niña. En un momento, mi compañero y yo escuchamos algo nos nos hizo dar cuenta de algo.
"Un dragón derribado, es un dragón muerto"
Ambos salimos de ahí al mismo tiempo y mientras que caminábamos por el pueblo a oscuras, cada uno en dirección a su respectiva casa, planeábamos la forma de ayudarla.
Hipo: Mañana temprano vamos a ir a ayudarla.
Astrid: Si.
Hipo: Asegúrate de que nadie te siga. Debemos ayudarla sin que sospechen nada.
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