/Narra el autor/

  Los chicos volvieron al entrenamiento al día siguiente.

Bocón: Muy bien, ahora...

Patapez: Bocón, no nos dijiste a que dragones vamos a enfretarnos. 

Bocón: *Nervioso* ¿Ah si? Disculpen, es que soy un poco despistado - Dijo para luego continuar con sus enseñanzas - Detrás de estas puertas verán a algunas criaturas que aprenderán a combatir. El Espantosus Cremallerus.

Patapez: +11, camuflaje X2.

Bocón: La Pesadilla Monstruosa.

Patapez: Poder de fuego 15.

Bocón: El Terrible Terror.

Patapez: Ataque 8, veneno 12.

Bocón: El Gronckel.

Patapez: Mandibula 8.

Bocón: *Irritado* ¡¡Ya cállate!! Y, el Alacambiante.

Patapez: *Susurrando* Sigilo 8.

Astrid: *Curiosa* Espera ¿Qué pasó con los Nadders?

Bocón: El último Nadder que estuvo aquí murió y desde entones no hemos podido capturar a otro para los entrenamientos. Por eso, en lugar de un Nadder estará un Alacambiante. Así, de paso, aprenderán a tratar, no solo con los dragones básicos, sino también con los más complicados.

  De repente, una de las puertas de una de las jaulas fue sacudida con brusquedad y un sonido peculiar salió del otro lado.

Patán: *Asustado* ¿Qué es ese sonido?

Bocón: *Tranquilo* Ah. Ese es el rugido de un Furia Nocturna.

Todos: *Sorprendidos* ¡¿Qué?!

Bocón: Si, un vikingo tiró una boleadora y logró capturarlo. Ahora esta encadenado y atrapado aquí. El impacto contra la tierra debió quitarles la aleta izquierda de su cola, ahora no puede volar.

Brutacio: *Emocionado* ¿El que mejor lo haga en el entrenamiento podrá matar al Furia Nocturna?

Bocón: No. El que mejor matará al Pesadilla Monstruosa. La cabeza del Furia Nocturna es un regalo para Astrid cuando asuma el mando de Berk.

Todos: ¡¿QUÉ?!

Bocón: Sip, fue una orden directa de Estoico.

Brutilda: *Celosa* Suertuda. Yo también quiero una cabeza de Furia Nocturna.

Astrid: *Burlona* Tranquila. Cuando tenga el mío, te dejaré verlo cuando quieras.

Brutilda: Tú...

  El maestro jaló una palanca y eso llamó la atención de sus alumnos. Al ver en dirección de las puertas, notaron como salía un Alacambiante.

Bocón: Hoy aprenderán a encontrar el punto ciego de los dragones. Tengan cuidado. 

  Todos comenzaron a correr mientras que el dragón los perseguía.

  El ruedo estaba lleno de obstáculos altos y bajos para que los jóvenes pudieran esconderse o despistar a su enemigo. Bocón se fue del estadio y quedó en una de las tribunas parar observar a sus pupilos,

  El dragón se camuflaba y atacaba por sorpresa a los chicos, tiraba ácido para acorralarlos pero siempre los perdía de vista.

  Astrid se detuvo un momento para hacerle un par de preguntas a Bocón. No se dió cuenta de que la criatura estaba en ese momento a lado suyo. El dragón estaba a punto de dispararle hasta que recibió una pequeña patada de cierto castaño. Luego de recibió un golpe en el hocico con el escudo y cuando lo vió fijamente, este lo guió hacia la jaula y todos vieron lo qué ocurría.

  Hipo vió fiajamente a los demás con disgusto y comenzó a sermonearles. 

Hipo: *Molesto* ¿Acaso esto les parece una broma? Los dragones no dudarán en atacarlos si se sienten amenazados. Si siguen jugando como hasta ahora, harán que los maten. La guerra de nuestros padres se volverá nuestra y eso no me desagrada. Deben elegir de que bando están.

  Luego de eso, el joven fue a la herrería a hacer sus tareas y luego fue a su casa, tomó sus cosas, las guardó y se llevó consigo un pescado, un escudo y el hacha de su familia, lo que hizo más lento sus movimientos.

  Al llegar a la cala, trató de buscar un lugar para esconderse de Nadder mientras que lo esperaba. Nuevamente, Astrid sorprendió a su amigo y este se enojó.

Hipo: *Molesto* ¿Acaso quieres matarme de un susto? Deja de hacer eso.

Astrid: *Molesta* Me abandonaste. No fuiste por mí para venir a investigar al dragón.

Hipo: Ayer y hoy por poco te mueres. Si te matan, tendremos a un jefe muy molesto y triste, y yo no quiero enfrentar al jefe molesto.

Astrid: No me voy a morir.

Hipo: Hoy me confirmaste lo contrario. Vé a casa, yo me encargo de esto y te contaré lo que vea.

  La rubia, ya molesta, le arrebató el pescado y escudo al muchacho y camino con el objetivo de encontrar a aquel Mortífero Nadder.