Capítulo 16
/Narra el autor/
Estoico ordenó iniciar el ataque y las catapultas arrojaron piedras enormes que impactaron con el volcán, aparentemente, inactivo. Los proyectiles, al impactar, crearon un hueco en la base de la montaña. El jefe de Berk se asomó y con un gesto de su mano, ordenó a su gente que lanzarán una bola de fuego. La orden fue recibida y se hizo tal cual. La bola de fuego fue lanzada y se adentró al hueco, revelando así a la cantidad de criaturas que allí habían.
Los Vikingos iniciaron el ataque y todos los dragones salieron de la montaña. Lo raro fue que ninguno de los dos bandos recibió daño. Las criaturas volaron lo más rápido que podían. La personas que fueron espectadores de la huida, solamente celebraron creyendo que su batalla había terminado.
Estoico, incrédulo, no podía creer que se había terminado, así que fijo su vista a la dragona que había "salvado" a su hija y notó que está estaba asustada. Notando esto, llamó la atención de su pueblo y volvieron a ver el hueco. De las profundidades de la montaña, se escuchó un feroz, bravo y potente rugido. Todo el mundo se asustó por lo que escucharon y lo que siguió después los dejo sin palabras.
La gente trató de huir aún sin saber a qué se enfrentaban.
Un enorme dragón surgió desde las profundidades de aquella montaña y comenzo a descargar su cólera a todo lo que veía. Al distinguir por fin a sus invasores, comenzó a atacarlos. Los orgullosos guerreros comenzaron a huir hacia los barcos. En el camino, el jefe se dió de lo que iba a suceder y trató de detenerlos.
El dragón incendió todos los dragones, cortando así la ruta de escape de sus enemigos. Los barcos se quemaron y la gente ya no podía huir.
Bocón: Que bien que salió ese plan.
Estoico: *Enojado y frustrado* Fui un tonto.
Bocón: ¿Ahora que haremos?
Estoico: Distraeré a esa cosa. Podré ganar algo de tiempo si le doy a esa cosa algo que cazar.
El jefe estaba apunto de irse hasta que alguien apretó su puño. Era su amigo quien le dió un apretón de mano y con una mirada determinada.
Bocón: *Sonriendo* Te ayudaré a duplicar ese tiempo.
Ambos hombres, corrieron para distraer al monstruo y este los vió. El ruido que ellos generaban, solamente lo irritaba más y más. El dragón, ya molesto, se preparó para exhalar fuego hasta que un disparo de plasma impactó detrás suyo.
Unas criaturas volaron detrás del dragón y mostrando quienes eran. Eran los dragones de ruedo, y sobre ellos estaban los chicos.
Patapez: *Gritando* Miren. Estoy sobre un dragón. Todos estamos sobe dragones.
Astrid: ¡Patán, Patapez! ¡Busquen su punto ciego! ¡Brutacio, Brutilda! ¡Vean si tiene límites de disparo! ¡Enfurezcanlo! - Los gemelos acataron la orden pero comenzaron a molestarse entre ellos - ¡Solo háganlo!
Estoico seguía sorprendido al ver al Furia Nocturna que era la criatura que llevaba a su hija.
El dragón negro, llevo a la chica hasta uno de los barcos que estaban en la costa. En este barco estaba Tormenta atrapada gruñendo por ayuda debido a que las llamas estaban consumiendo su terreno. Astrid saltó para ayudar e Hipo se fue para ayudar a sus amigos.
La chica todavía estaba tratando de liberar a su amiga pero el lugar se comenzó a hundir. A duras penas logró quitarle algunas cadenas pero seguía sin ser suficiente. Ya sin aire en sus pulmones y con el exceso de esfuerzo por moverse en el agua, hizo que estuviera a punto de quedar inconciente.
Su padre, la sacó del agua para que pudiera respirar y luego volvió al agua para ayudar a Tormenta. Cuando la liberó, esta voló y lo ayudó a salir. Tormenta, una vez fuera, le indico a su amiga para continuar con la batalla y está accedió alegre. Antes de poder irse, su padre tomo su brazo.
Estoico: Hija... yo... yo lo lamento.
Astrid: No importa.
Estoico: No tienes que hacer esto.
Astrid: Somos vikingos. Es un gaje del oficio.
Astrid y Tormenta emprendieron el vuelo para ir con sus amigos para enfrentar a la reina del nido y liberar a los dragones y humanos de su ambición.
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