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Valientes

-¡Eyra!- su prima gritó corriendo hacia ella, tumbándola en la cama -¡Estás bien! ¡Estás bien!- la abrazó emocionada -¡Odio que hagas eso de los sueños! ¡Desde que salimos de la capital he dormido como tres veces o quizás un poco más en este viaje!- se separó de ella y la miró con una gran sonrisa -Ya me parezco a mi madre en ese sentido-

-Si, lo siento- tocó el cabello desastroso de ella -Pero te necesito y lo sabés- asintió -¿Cómo llegaste aquí tan rápido?-

Rasco su frente, nerviosa, antes de revelarle la verdad.

-Seth me trajo- confesó, cerrando uno de sus ojos.

-¡Rayos!- agachó la mirada, tomando el puente de su nariz, un gesto que compartía con su madre -La visión era cierta-

Exhaló un fuerte y sonoro suspiro.

-¿Visión?- preguntó, ubicando su cabeza en el regazo de ella -¿Tú sabías que trabajaría en su casa?-

-Si, pero pensé que rechazarías el trabajo, al saber que él vivía allí- comentó mientras la acariciaba.

-En un principio, iba a rechazar la idea, ya que tenía que cuidar de un niño- hacía ademanes al contar la historia -Pero luego lo conocí y me enamoré de él- la miró con dulzura.

-¿De quién te enamoraste?-

Cuestionó, ingresando con su hijo en brazos. Ella le guiñó un ojo a su prima sin que él lo notará.

-Como te decía, Eyra...- suspiró, fingiendo estar enamorada -Zack es un chico tan atractivo. Si tú lo vieras, no te importaría que su cuerpo esté cubierto de vendas-

La cara de ese hombre de ojos azules, representaba simplemente, furia y enojo. Por el contrario de los demás adultos, que sonreían cómplices. No podían evitarlo, les encantaba hacer enojar a ese hechicero malhumorado con carácter explosivo.

-¡Hola tía Eyra!- la saludó con emoción en los brazos de su padre y ella, le lanzó un beso -Ivi es la novia de Zack, papá- comentó el pequeño con inocencia -El otro día, cuando jugábamos en el jardín, él llegó y le regaló una rosa muy bonita que le había robado a Eddie-

-Vaya, Ivi...- acotó su amigo, entre sorprendido y burlón -Pensé que aún seguías los pasos de tu tía Dea, pero veo que me equivoqué- su novia le lanzó una almohada y ella, una flecha que esquivó de milagro -Bien, lo siento...- se disculpó, riendo -Por cierto, hoy lo ví a Aarón al salir del cuartel y te manda saludos, dijo que quiere verte de nuevo-

Le guiñó un ojo, dando a entender otra cosa.

-¡Cállate, Dante!- exclamó sin un ápice de vergüenza -Hay un niño aquí, después hablaremos de eso- hizo un ademán desinteresado -Y Elliot...- miró al pequeño -Te dijimos con Zack, que guardaras nuestro secreto-

Le sonrió a ese pequeño que tanto quería. Todos los días lo quería un poquito más.

-¡Estás despedida!- se detuvo un momento -¡No! ¡Estás doblemente despedida!- dijo serio, matandola mil veces en su mente -¡No permitiré que haya morbo y depravación, en mi casa, por parte de los empleados o mi primo!-

-Tú no me contrastaste, así que...- levantó sus hombros con indiferencia -No puedes despedirme y mucho menos, presentando ese patético argumento-

Sus amigos, lloraban, literalmente de la risa. Esa cazadora, siempre encontraba la manera de sacar de quicio a ese hechicero que aún seguía enamorado de ella.

-¡Basta Ivette!- advirtió -Estas haciendolo a propósito, ¿Verdad?- ella asintió, guiñandole un ojo -Me lo imaginé- bajo a su hijo al suelo -Saluda a la tía, hijo-

El pequeño se acercó a la cama y estiró sus brazos hacía ella.

-Hola, mi hermoso príncipe- lo besaba con todas sus fuerzas -Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que fui a visitarte- miraba sus hermosos ojos azules -Todo por la culpa de la bruja de tu madre, por supuesto- agregó con rencor y su prima, río -Te extrañé mucho-

-Yo también, tía- la abrazaba del cuello -Ivi me dijo que son primas-

-Si, así es, cariño- acariciaba su regordeta carita, que aún tenía un leve rastro de la alergia a la mostaza -¿Y sabés otra cosa?- el niño la miró, esperando que hablará -Ella me dijo que te quiere mucho-

Acercó sus frentes, enfrentado sus ojos y moviendo la cabeza de un lado a otro, los dos a la vez.

-¿Cómo permites esto, Seth?- señaló a su amiga que le hacía cosquillas al niño -Ella apenas sabe cuidarse sola, ¿Cómo permites que cuide de tu hijo?-

-Créeme, amigo- apretó un hombro de él -Te sorprenderas, sólo espera y verás-

Afirmó, mirándola con orgullo. Ella cuidaba tan bien de su hijo, que cualquier persona que los viera juntos, pensaría que eran madre e hijo.

-¡Eyra!-

Gritó con pánico, sosteniendo el torso de su prima que se había puesto pálida y que había comenzado a toser sin razón. Parecía que le faltaba el aire o que se estuviera ahogando.

Los dos hombres, corrieron a la cama. Seth apartó al niño con cuidado, mientras Dante, no sabía que hacer, esos episodios lo aturdían por completo.

-Tía-

Susurro, mirándola asustado, ya que gotitas rojas salían de la boca de ella.

- Está empezando-

Comentó ahogada, cuando todo acabó, mirando su mano cubierta de sangre.

-No hay tiempo- su novio la destapó y la cargó en sus brazos -Vámonos- caminó hacía la puerta de la habitación -Ya empaque lo necesario hoy en la mañana...- descendía las escaleras, apresurado - Tenemos, más o menos, cinco días para llegar a Joilidin. Sino nos detenemos, tardaremos como mucho unos tres-

Comentó a los demás mientras lo seguían.

-Dante, espera- él parecía no escucharla -Dante- le tocó el rostro para traerlo de vuelta. Estaba ciego al bajar esas escaleras -Tranquilízate, sólo fue un susto, calmate. Podríamos caer-

Nadie sabía como, pero ella, transmitía paz con sus palabras. Eso era algo que había heredado de su padre.

-Silencio, Eyra- no quería escucharla -Hemos perdido mucho tiempo y tú estás cada vez peor- llegaron al final.

-Escúchame...- detuvo su andar -La cueva de las almas, no está a la vista del público o a cielo abierto, hay una serie de pistas e indicios que tenemos que seguir- él la miro de reojo -¿No es así, Ivi?-

Ella asintió.

-Si, recuerdan cuando estuvimos allí, antes de viajar hacia la tierra de los titanes- ellos asintieron -Pasamos cinco días buscándola y no pudimos encontrarla-

-No, tú pasaste cinco días buscándola- mencionó su amigo divertido, sentando a su novia en el sofa de la sala -Nosotros estuvimos todo ese tiempo disfrutando de las termas del lugar-

Limpiaba con cuidado el rostro de ella que aún tenía rastros de sangre.

-Si, esos malditos Goblins- golpeó su mano hecha un puño contra la otra -Juraron venganza, los desgraciados-

Su mejor amigo y su prima, rieron a más no poder, al recordar en las terribles condiciones en las que ella había vuelto, después de cinco días de encontrar nada.

-¿Te enfrentaste a un grupo de Goblins?- Cuestionó levantando a su hijo en brazos -¿Cómo sobreviviste a eso? ¡Tienen la costumbre de abusar de las mujeres después de atacarlas!-

-Bueno...- movía sus brazos en vaivén, un tanto avergonzada por su hazaña -En realidad, tienen la constumbre de abusar de las brujas o hechiceras- señaló a su prima -Yo soy una cazadora, no les fue muy bien conmigo-

Juntó sus dedos con inocencia, mirando hacía otro lado.

-Ivi, por favor- reía limpiando sus lágrimas de la risa -El asesino de Goblins de esas tierras, quería casarse contigo después de eso-  aseguró su prima.

-Fue una gran hazaña- aseguró asintiendo y mirando orgulloso a su amiga -Tendrías que haber estado ahí, Seth- miró a su amigo -Había carteles y dibujos de ella por todos lados, ya que ese hombre, la buscaba desesperado por todo el lugar- ella se hacía la tonta -Jamás en su vida había visto algo tan sádico como eso-

-En eso tenía razón- afirmó, hinchando su pecho de orgullo -Pero después se puso muy intenso y tuve que rechazarlo- se acercó al niño, quitándolo de los brazos de su padre -No soporto a los hombres que pierden el orgullo y la dignidad por una mujer-

-¡Ivi es mía!- el pequeño, la abrazó del cuello, haciendo reír a todos -Si te casas con ese hombre, ya no te veré nunca más- miraba a todos molesto -¡Eres mía!- repitió, frunciendo su frente.

-No te preocupes, campeón- rodeó a ambos con sus brazos -Nadie nos quitará a Ivi-

Besaba la mejilla de la muchacha una y mil veces.

-¡Mía!-

Empujó a su padre, apartandolo de ella y besándola en la otra mejilla.

-¡Yo la conocí primero! ¡Enano!- reclamó al pequeño -¡Y no me la robarás!-

Levantó a la muchacha en sus brazos y su hijo, todavía abrazado a ella, lo golpeaba en el pecho.

-¡Eyra! ¡Ayúdame!-

Suplicó a su prima en los brazos de ese hombre.

-No, lo siento- subió a las piernas de su prometido, que la cubrió con una manta -Tú sabés que yo no me meto en tus conflictos con los hombres-

-Bruja- dijo con desprecio -¿Dante?-

Seth y su hijo, estaban cada vez más molestos y ella no sabía que hacer.

-No, Ivi- negó con la cabeza -Es una cuestión de honor, no puedo interferir en esto-

-¡Maldito! ¡Taidor! ¡Mal amigo!- exclamó, traicionada -¡BASTA!- gritó perdiendo la cordura y padre e hijo, detuvieron el conflicto -Yo soy de Elliot y lo sabes Seth, supéralo -

-¡Nunca!- la besó en la mejilla de nuevo -¿La compartimos, hijo?- le guiñó un ojo al pequeño y él, asintió -Gracias-

Los abrazó a ambos por última vez y los bajó al suelo.

-Bien, ¿Puedo hablar?- preguntó a ambos, que asintieron -En la Torre, hay un mapa en mi oficina que poseé los indicios hacía la Cueva de las Almas- respiró profundo, aún sentía el gusto a sangre en la boca -Pero hay un problema, yo no puedo ir allí porque se supone, que estoy enferma y Dante, no puede hacerlo, porque es un soldado...- miró con una gran sonrisa a su amigo y prima -Así que, todo depende de ustedes-

Ella frunció el ceño y entrecerró sus ojos.

-Eyra, sabés bien que, desde que mamá insultó y amenazó a los antiguos por tu culpa- la señaló con el niño en brazos -Toda su descendencia quedó desterrada de la torre- mencionó orgullosa de su madre -No es el caso de la tía Dea, ya que a ella, la admiran y veneran allí-

Su prima, sonrió aún más, formulando una idea en su mente.

-Yo podría ir ...- propuso -Y Alan podría facilitarme la entrada-

-Es que, no lo entienden...- indicó -Necesitan que yo vaya a ese lugar, ya que sería muy extraño que tú ingreses a mi oficina, sin que esté ahí, Seth-

Todos dirigieron su mirada a la otra muchacha, entendiendo su punto.

-¿Qué?- preguntó pérdida, ya que estaba jugando con el niño -¿Qué me ven?-

-Prepárate, alfa. Tú serás Eyra a partir de ahora- indicó su amigo, mirándola.

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