No te vayas, no me olvides
La semana paso rápido para el alquimista de fuego y ahora, estaba allí, corriendo por la estación de trenes para no perder el suyo y regresar a Amestris. Hasta que, la imagen de un ser celestial de cabellos castaño y ojos esmeraldas, se cruzó en su camino. Ahí estaba ella, la vidente de sus pensamientos, leyendo, tranquilamente, un libro sobre una banca. Se veía como siempre, tan inmaculada como un ángel.
-Eyra-
Dijo su nombre en un suspiro, cuando se detuvo al acercarse. Ella apartó el libro de su rostro.
-Hola, Dante- saludó, sonriendo -¿Qué haces aquí?- preguntó, nerviosa.
-Pues, estoy esperando mi tren...- rascó su nuca, nervioso -Volveré a Amestris, ¿Y tú?-
La miraba como si fuera un espejismo, era tan hermosa y la extrañaba tanto.
-Voy a la capital, al cumpleaños de Elliot- guardo el libro en su bolso con sus manos temblorosas -Ivi, me invitó- sostenía sus manos y miraba alrededor -Después de allí, me iré a Alemhatam- no sabía porque le había dicho eso -No tengo nada que hacer aquí, renuncié a la Torre-
-Somos dos...- contestó igual -Ya no hay nada que me ate a este lugar, ¿Puedo sentarme?- ella asintió y le hizo un espacio en la banca -Estuve con NK, me dijo que habló contigo-
Evitaba mirarlo, si lo hacía, seguramente lloraría y no quería eso. Por el contrario, él observaba su perfil, adorándola.
-Si, me contó la verdad sobre su hijo- lo miró de reojo -Lo siento mucho- mordió sus labios, no sabia a decir -Lamento que te hayan utilizado así-
-Que nos hayan utilizado así, mi ángel- le apartó un mechón de cabello, colocándolo tras su oreja -Eyra, yo...-
-Nada, Dante...- volteó a verlo -Nada...- sostuvo una mano en su rostro -Nunca te olvidaré... - lo besó en la mejilla -Gracias por todo- sonrió -Fue lindo mientras duró-
Se incorporó, lentamente, mirándolo por última vez, colocando su bolso sobre su hombro y acercándose a su amigo, que la llamaba del otro lado del andén junto a la perdiguera.
-Yo tampoco, mi ángel- murmuró, viéndola conversar con ese hechicero -Seré feliz, si tú lo eres-
Sonrió con nostalgia y se encaminó hacía el llamado de su tren. Pasaría mucho tiempo antes de volver a verse, pero cada uno de ellos, necesitaba reencontrarse con la redención, para poder curarse.
-¿¡Cómo puede ser!?- caminaba de un lado a otro -¡Todos los malditos trenes retrasados!- exclamó al universo -¡Y además! ¡Seth y el señor Lancasters, no han llegado!-
Estaba hermosa para esa ocasión, enfundada en un traje de cazadora que le quedaba perfecto y esperando a los invitados del cumpleaños de su pequeño. Todos los empleados del servicio, la miraban caminar de un lado a otro, sin saber que decir.
-¡Ivi!- llegó emocionado -¡Mira esto!- levantó a su dragoncita hacía ella -¡Muestrale, Zafira!-
La pequeña criatura, lanzó una bolita de fuego de su boca.
-¡Es hermoso!- aplaudió con emoción. Ella siempre festejaba los logros del niño -¡Bien!- dijo, levantándolo en sus brazos -¡Es su cumpleaños! ¡Vamos a celebrarlo todos nosotros!-
-¿¡Qué!?- preguntó consternado el mayordomo -Ivi, aunque estás hermosa con ese traje y no puedo negarte nada vestida así...- la señaló completa -Nosotros no podemos hacer eso, somos el servicio-
-No me importa- mencionó sin derecho a réplica -Ustedes están aquí, así que, vé por el pastel- él murmuro entre dientes y salió de allí -Pasemos al comedor-
Todos obedecieron un tanto incómodos, pero igual lo hicieron. Ella tenía razón, no había nadie más allí y era una fiesta de cumpleaños.
-¡Feliz cumpleaños a mi!-
Cantó emocionado el cumpleañero, haciendo reír a todos. El mayordomo, colocó delante de él, un pastel gigante con cuatro velas encendidas, mientras los demás, entonaban esa canción para el pequeñito que alegraba sus días.
-¡Feliz cumpleaños, mi amor!- lo besó y lo abrazó, después de que juntos apagaran las velas -¡Te quiero mucho!- sacó una enorme caja de regalo escondida debajo de la mesa -¡Esto es para ti!-
El niño con sus hermosos ojos azules, brillando de felicidad, abrió ese enorme obsequio y quedando asombrado.
-¡Un arco!- exclamó a los cuatro vientos -¡Gracias, Ivi!- la abrazó con fuerza -¡Siempre quise uno!-
-De nada- juntó su mejilla con él -Ray, ¿Te molestaría cortar el pastel?-
La muchacha asintió y comenzo con su labor. Pero una persona muy voluptuosa y de cabello rubio, abrió, estrepitosamente las puertas del comedor, dejando a todos aturdidos y estáticos, observándola. Era Isabel, la madre del niño.
-¿¡Qué está pasando aquí!?- cuestionó con su voz chillona e irritante. Parecía que no había podido dormir bien por un largo tiempo -¡Hace más de quince minutos que estamos con mi madre en la puerta de entrada! ¡Y ninguno de ustedes, se digno a atendernos! ¡Inútiles!- ella siempre fue una grosera con sus empleados y con todo el mundo, en realidad -¡Ademas! ¿¡Dónde está Seth!?- miró a los presentes buscando una explicación, pero quedo atónita, al ver a esa cazadora en ese lugar -¿¡Qué haces tú aquí!?- la apuntó, histérica -¡Y abrazando a mi (remarco) hijo!- le arrebató al niño de los brazos de un tirón.
-Trabajo aquí- contestó con simpleza, mirando al pequeño que quería huir de su madre -Tu padre me contrató para cuidar de Elliot- ella abrazó a su hijo con posesión.
-¡De ninguna manera permitiré, que mi hijo!- la miró con furia -¡Sea cuidado por una cazadora vagabunda, mundana y corriente como tú!- indicó con asco y desprecio, señalándola -¡Ahora mismo solucionaré esto!- se dirigió hacía la puerta, forcejeando con el pequeño -¡Madre!- gritó por el pasillo -¡Mamá! ¡Hay un problema muy desagradable aquí, que tenemos que arreglar!-
Una mujer mayor, muy similar físicamente a la otra, apareció por el umbral de la puerta después de unos minutos.
-¡Ivi!- estiró su bracitos hacía ella -¡Ivi!- pidió una vez más.
-Isabel- habló firme, no le importó en lo absoluto que la hubiera insultado, sólo le preocupaba el niño -Es el cumpleaños de tu hijo, no sé si lo recuerdas...- ambas mujeres se miraron. Habían olvidado por completo la fecha de ese día -Pero lo que tengas que hablar conmigo, sera en privado, no aquí...- volvió a mirar al pequeño -Por favor-
-¡Por supuesto que sé que fecha es hoy!- refutó, irónica -¿¡Qué clase de madre creés que soy!?- agregó igual -¡Y por esa razón te quiero lejos de esta casa y de mí...!- se señaló a ella misma -¡Familia!-
-¡No! ¡Ivi!- lloró asustado al comprender sus palabras -¡No te vayas!- volvió a pedir por ella, una vez más.
-¡Basta, Elliot!- lo zamarreó con violencia -¡Tu mamá soy yo, no ella!-
Apretó los dientes y sus puños con fuerza, sino se detenía, iba a matarla.
-¡Isabel!-
La detuvo su madre. Ella estaba interpretando un espectáculo delante de la servidumbre y eso, no estaba bien.
-Manten la compostura, yo me encargaré de esto- apoyó una mano en su hombro -Ven conmigo, muchacha- ordenó. Ella obedeció y caminaron juntas hacía el despacho de la mansión -Toma asiento- dijo al ingresar y la mujer, hizo lo propio -¿Cuánto quieres?-
Preguntó, extrayendo una chequera de un cajón, sin mirarla.
-¿Disculpe?- cuestionó perdida.
-¿Cuánto quieres?, Para desaparecer de la vida de mi hija, mi nieto y sobre todo, de mi yerno- escribía en la chequera, mientras hablaba -Dime la suma y te la daré-
-No quiero su dinero- contestó, digna.
-¿Esto estará bien? Creo que es más que suficiente- le acercó un cheque con una suma muy importante, ignorando lo que dijo -No se que te habrán hecho creer mi esposo y Seth, pero mi nieto, no necesita a alguien como tú en su vida- comentó con desprecio, señalándola -Mirate...- hizo un ademán con su mano -Eres vulgar, corriente, poco femenina y muy desalineada, ¿Qué podrías darle tú a mi nieto que mi hija no?-
-Amor y cariño, eso podría darle- tomó el cheque entre sus manos y lo hizo pedazos -Tiene cuatro años no, veinticuatro- le arrojó los papeles al rostro -Voy a largarme de este maldito lugar...- limpió una lágrima que se escapó, cargada de impotencia -Pero...- tragó saliva -Permitame despedirme de él-
-No, empaca tus cosas y largate, insolente-
Ella asintió mordiendo su lengua y salió del despacho, directo a su habitación. Empacó lo poco que tenía, hecha un mar de lágrimas, dentro de una pequeña maleta. Suspiró y salió de allí, sin siquiera voltear. Caminó por ese eterno pasillo hacia la salida, pero el grito de un pequeño, la detuvo.
-¡Ivi!- llegó a ella, llorando como nunca -¡No te vayas!- rogó, abrazando sus piernas -¡Prometo portarme bien y ser un niño bueno! ¡Quédate! ¡No te vayas!- a ella, se le rompió el alma.
-¡Elliot! ¡Ven aquí!-
Su madre intentó apartarlo, pero la detuvo.
-Isabel, por favor...- rogó, mirándola a los ojos -Tiene cuatro años, es muy pequeño. Déjame hablar con él- suspiró abrumada por tenerla allí -Por favor... - suplicó una vez más.
-Cinco minutos...- indicó, levantando los cinco dedos de su mano -No más...- ella asintió.
-No llores, mi pequeño gran valiente...- se arrodilló delante de él, lo abrazó y luego lo apartó, para secarle las lágrimas -Tengo que irme, porque tú, ya eres un niño grande y no me necesitas más- él negó entre hipitos, moviendo su cabeza -¿Recuerdas el primer día que yo estuve aquí y derrotamos a los monstruos del armario?- asintió con nuevas lágrimas en sus ojos -¿Recuerdas lo que te dije?- le limpió su mejilla al hacer la pregunta.
Los empleados de la casa, observan la escena, enternecidos. Era un triste adiós para todos, esa loca cazadora, iluminaba sus días.
-Que era muy valiente, porque la fuerza, estaba dentro de mí-
-Muy bien- sonrió con tristeza -Ahora, tienes que ser más valiente, porque yo, ya no estaré aquí y tendrás que cuidarte solo, ¿Entiendes?- él asintió. Ella sacó el dije de su cuello y se lo colocó al pequeño -Nunca te lo quites, mi amor y no me olvides, porque yo, jamás lo haré- lo abrazó por última vez -Siempre estaré contigo. Te quiero mucho- lo besó y miró a la mujer detrás de él, para que lo apartara -Adiós-
Susurró y tomó su maleta para encaminarse hacia la salida, mientras el pequeño, gritaba y pedía por ella, pero esta se abrió, antes de que pudiera hacerlo.
-Por fin llegamos, Seth- habló a su yerno detrás de él -Fue un día terrible, espero que no se hayan comido todo el pastel-
Rieron, pero dejaron de hacerlo, al ver a la muchacha destrozada frente a ellos.
-¿Ivette?- preguntó él, preocupado, al verla así y con una maleta en la mano -¿Qué ocurre?- ella ignoró su pregunta.
-Gracias por darme esta oportunidad, señor Lancasters- estrechó la mano del hombre frente a ella -Fue el mejor empleo de toda mi vida- su voz se quebró y carraspeó, para acomodarla, bajando la mirada y tomando el puente de su nariz -Lo siento...- dirigió su vista al otro hombre, por unos instantes -Adiós, Seth-
Salió de la casa, cerrando la puerta y sin decir más.
-Ivi-
Susurró al verla partir y volteó a ver a los demás, buscando una respuesta.
-¡Exijo una explicación!- el niño era cargado por el mayordomo, ya que ella, no lo toleraba y mucho menos, llorando -¿¡Qué hacía esa vagabunda aquí!?- se acercó a él e intentó abofetearlo.
-Ya me cansé de esto, Louis- detuvo el brazo de su esposa en el aire y el nombrado, asintió -Tú y yo...- tiró de ella, para verla a los ojos -Tenemos que hablar- mencionó con frialdad y con la voz ronca -¡Este es el último cumpleaños que le arruinas a mi hijo, bruja!-
Lo observaba consternada, siempre le tuvo miedo a esos ojos azules.
-¡Detenga el auto!-
Gritó desesperada al chofer del taxi, al ver a su prima caminando como un ente por la calle.
-¡Ivi!- la llamó.
Volteó al escuchar su nombre y corrió hacía ella cuando bajó del vehículo, abrazandose con fuerza.
-Ella... Ella- habló entre ahogos por el llanto -Ella, ¡Mi niño, Eyra! ¡Era su cumpleaños!-
Exclamó, totalmente rota. Había perdido a su pequeño.
-Lo sé...- le acariciaba el cabello, para intentar calmarla -Esa maldita bruja- la abrazó aún más, sabía cuanto le dolía -Ya no llores, vamos a la casa que mis padres tienen aquí- se separaron y le limpió las lágrimas -Todo estará bien, tu alebrije te está esperando- se acercaron al auto - Bájate, Alan- él obedeció como un soldado -Gracias por acompañarme- le arrojó su maleta que atrapó al vuelo -Adiós- lo saludó desde la ventanilla, sonriendo.
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