Muero de amor
Una semana había pasado desde que ella se fue de su vida.
Una semana después, volvió de Amestris a la casa que compartían, juntó sus pertenencias y sin decir más que unas últimas palabras, se alejó de él, para siempre.
Ahora estaba allí, en la habitación que era de ambos en donde aún seguía su aroma, sentado en el suelo y contemplando una vieja fotografía, que era el único recuerdo que quedaba de su amor en ese lugar.
Él jamás olvidaría ese fatídico día, en el que ella, se fue de allí.
-¡No puedes irte así, Eyra!- caminaba tras ella, totalmente roto, mientras recogía sus pertenencias en una caja -¡Escúchame, te lo ruego!- la detuvo, tomándola de un brazo, cuando estuvo apunto de cruzar la puerta -Por favor...-
Su suplica era desgarradora y ella volteó para escucharlo, una vez más.
-Dante, ya no tenemos nada de que hablar- sus ojos estaban perdidos en la tristeza y la decepción -¿Qué vas a decirme?- preguntó con retórica -Que luchamos por lo nuestro, ciegamente, navegando contra el viento, el mar abierto y el cielo gris, como un cuento de hadas- acomodó su voz, cuando se quebró -Pero no, íbamos contra la corriente y nuestro amor, no fue suficiente para seguir enfrentando a cada obstáculo que teníamos en frente-
Él la escuchaba con el alma en un hilo y ella, secaba sus lágrimas con frustración y amargura.
-Yo te amo- le tomó el rostro con ambas manos, temblando de nervios -Déjame remendar mi error, por favor- tragó saliva -No te vayas- suplicó una última vez.
-No...- se separó de él, lentamente, caminando en reversa -La herida que dejaste en mi, no se va y creo que, nunca lo hará- cerró sus ojos y apretó sus labios. Era muy doloroso -El destino no paró hasta que nos separó y sabés, a pesar de todo, me di cuenta que, no eras para mí- abrió la puerta tras de sí -Adiós, Dante-
Se fue y él, la dejo ir. Iba a morir de amor, lo sabía, el vacío que sintió en su interior al verla partir, no iba a desaparecer jamás y en su lugar, solo había dolor.
-Voy a morir de amor, mi ángel. Como me arrepiento en dejarte ir así- murmuró, acariciando la foto con su pulgar -Nada es lo mismo si tú no estás, me haces falta y tu ausencia es como una enfermedad, que me consume lentamente y lo peor de todo...- besó su imagen -Es que no me mata-
Un golpe se sintió en la puerta de entrada, guardó la fotografía en su chaqueta y caminó apresurado con la esperanza de que fuera ella, de que hubiera vuelto. Pero no, ese sentimiento, siempre fue peor su peor enemigo.
-¿¡Qué haces tú aquí!?- preguntó brusco, a la mujer frente a él con un incipiente vientre de embarazo -¿¡Vienes a comprobar el resultado de como destruiste mi vida!?- agregó igual -¡Pues, es esto!- se señaló completo con sus manos extendidas.
-Es cierto lo que dicen...- lo observó con desinterés -Dicen que has cambiado y puedo verlo- acotó en el mismo tono -Te ves terrible, ¿Puedo pasar?-
Él le abrió paso, estaba embarazada, no podía dejarla afuera.
-Si, cambié desde que ella se fue- caminó hacía la sala con la chica detrás -¿A qué has venido, Celine?- preguntó agotado, tomando asiento en un sofá -Si es para burlarte de mí, puedes irte y si viniste para hablar del bebé, no quiero saber nada hasta que nazca y lo lleve a Amestris- frotaba sus ojos para no verla.
-Hablé con ella- él apartó sus manos de sus ojos al no comprender lo que dijo - Hablé con la vidente- aclaró ante su confusión.
-Tu no tienes nada de que hablar con Eyra- la apuntó -Ella no tiene nada que ver en esto-
-Lo sé, pero ella tenía que saber, que este hijo no es tuyo, Pyro- le lanzó una bomba -Tan sólo, mírame...- tocó su vientre -Estuve contigo hace tres semanas y estoy embazada de mucho más tiempo que eso- comentó tranquila -Yo sé que arruiné tu vida y lo lamento...- se disculpó, arrepentida -Pero, solo estaba siguiendo ordenes del comandante, su padre- bajó la cabeza, totalmente, avergonzada -Él es un hombre casado y su rango es muy importante para la milicia, tu fuiste la solución más fácil que pudo encontrar para este problema-
-¡Lárgate de mi casa!- la corrió, antes de que hiciera una locura -¡Quiero que te vayas de aquí, antes de que pruebe mi fuego contigo y con ese maldita del comandante!- señaló hacía la puerta en advertencia.
-Si, lo sé- se incorporó, lentamente -Sé que no te interesa, pero me iré de aquí lejos de él, para criar a mi hijo sola-
-Tienes razón- la tomó de un brazo y la encaminó hacía la puerta -No me interesa-
La lanzó fuera de la casa e intento cerrar la puerta.
-Espera...- lo detuvo -Sé que tampoco me incumbe, pero habla con ella. Quizás, puedan solucionarlo-
Sostenía la puerta con las manos, para que no la cerrara.
-No, ya no hay solución para esto- apoyó su frente en el marco de la puerta -Yo ya estoy muerto para ella- mencionó con amargura -
Adiós, Celine- cerró la puerta y la joven, se fue de allí -Me voy...- caminó en el vacío de esa enorme casa -Ya no hay nada aquí para mí, regresaré a Amestris-
Era cierto, su vida ya no estaba allí, había terminado. Llegó el momento de comenzar una nueva en su país natal, volvería, para ser un alquimista estatal, aunque no quisiera.
-Bien...- llevaba una lista en su mano -Globos, velas, pastel, adornos...-
Leía en voz alta, mientras caminaba por uno de los pasillos de esa extensa mansión. Estaba muy emocionada, en una semana, sería el cumpleaños de su pequeñito y había planeando una fiesta a lo grande, no todos los días se cumplen cuatro años. Pero de repente y sin previo aviso, a sus espaldas, una mano cubrió su boca y otra, tomó su cintura, para introducirla a una habitación.
-Shhh- susurró en su oído -No grites, mi reina- dijo en el mismo tono -Soy yo...- le besó el cabello y aspiró su aroma -Te extraño, hace una semana que estás evadiendome- la soltó, lentamente.
-¿¡Por qué siempre haces eso, Seth!?- reclamó por lo bajo, completamente exaltada -Hace dos días, le rompí un jarrón en la cabeza a Zack por asustarme así-
-¿Cuál jarrón?- preguntó con gracia.
-Uno muy feo...- retorcía sus manos nerviosa, seguramente, ese jarrón era muy costoso -Que estaba sobre una mesita en el ala oeste-
-No importa- mencionó con desinterés, sentándose en una silla -Era el jarrón favorito de Isabel, hiciste bien en hacerlo pedazos, era horrendo- sonrió y suspiró tranquila -Ven- estiró sus brazos, pero ella, no se movió -¿Qué ocurre?- preguntó, preocupado.
-Este es tu cuarto-
Afirmó, mirando alrededor las fotografías de él y su esposa, junto a su hijo.
-Si, es muy perturbador, ¿No te parece?- se incorporó, acercándose a ella que se alejó -Ivi...- suspiró -¿Qué pasa?- intentó tocarla, pero volvió a apartarse -Vengó aquí, te busco, quiero tocarte, besarte y abrazarte, pero te alejas- estaba muda -¿Quiero saber lo que piensas? Dímelo, prometo no enfadarme- estiró de nuevo sus brazos.
-No...- se alejó, totalmente incomoda, estremeciendose -Yo soy la que sobra aquí...- mencionó sin mirarlo -Lo que pasó en el viaje y lo que hicimos después de eso...- se removió inquieta en su lugar -Cuando me castigaste por dejarte en vergüenza frente a los empleados, fue solo una ilusión- lo observó, triste.
-Otra vez...- frotó su rostro, abrumado -Mi reina, por favor, no digas eso- se acercó a ella y volvió a apartarse.
-Soy Ivette- aclaró seria -Cegaste por completo mi razón, Seth- marcó distancia entre ambos -Creaste un poquito de esperanza en mí, sabiendo que no estaba bien- sopló todo el aire en su pecho -Y al final, para que, si soy ajena a todo esto...- levantó un marco de una hermosa fotografía familiar, para enseñársela a él -A tu calor, a tu vida, a todo...Yo soy la que sobra aquí, en esta habitación- explicó abrumada -Probé de la manzana y no sirvió de nada, otra vez- cerró sus ojos, cansada de lo mismo -Siempre soy yo la de la mala suerte-
-Te dije que iba a solucionarlo- la aferró de la muñeca y tiró de ella, para acercarla a él -Te lo juro, lo solucionaré- le acariciaba el cabello, abrazándola -Por favor, no me ignores. Ha sido la semana más espantosa de mi vida- confesó sin querer soltarla -Voy a despedir a Zack, no me gusta cuando está cerca de ti- ella rió por sus celos absurdos.
-Si lo despides, me voy con él- la apartó sin soltarla -Me sentiría tan culpable, que me iría con él y lo sabés-
-Se quedará, entonces- intentó besarla, pero ella, movió su rostro -¡Oh! ¡Vamos Ivette!- reclamó molesto, aprisionándola.
-¡Basta!- lo alejó de ella -¿¡Qué te ocurre!? ¿¡Acaso no entiendes lo que acabo de decirte!?- exclamó exaltada y molesta -¡Ya no quiero amarte, Seth!- confesó sin filtros -¡Quiero olvidarte y enterrar todo esto! ¡Me gustaría ser fuerte como tú, pero no lo soy! ¡No puedo!- frotó su frente, nerviosa y lo miró -Cuando... Cuando el cumpleaños de Elliot pase, me iré de aquí y no volverán a verme- declaró -Es mi decisión y esperó que la respetes-
-No, porque nosotros, nos iremos contigo- aseguró en su lugar -Te guste o no, iremos contigo- sus ojos azules, reflejan obstinación -Elliot y tú, son mi familia y no voy a renunciar a eso-
-Has lo que quieras, de todos modos, ya me habré ido- pasó de él -No quiero que me sigas, tengo un cumpleaños que planear- salió de la habitación, sin siquiera mirarlo.
-¿¡Por qué eres tan difícil!?- Se tiró a la cama, abrumado, para poder pensar cubriendo sus ojos -A veces me asustan las cosas que dices, cazadora-
Monólogaba con el mismo, pero un cuerpo se arrojó sobre él, destapando su rostro.
-Porque te amo, hechicero. Por eso soy tan difícil- lo besó en los labios con pasión, abrazándolo -Y porque estoy enamorada de ti, aunque seas un hombre casado. Lo siento-
Sonrió, lo besó una vez más y cuando quiso incorporarse, él la metió a la cama de un tirón.
-Si, en una semana me iré, Alan- conversaban con su amigo en su oficina -Ya hablé con los antiguos y tú, ocuparas mi lugar- reposó su cabeza sobre sus brazos.
-No quiero que te vayas- le tomó una mano -Tu hija podrá crecer aquí y yo podría hacerme cargo de ella- aferró más su agarre, mientras lo miraba enternecida -Tú sabés lo que yo siento por ti- se sincero como nunca -A mí no me importa que ella sea hija de un alquimista-
-Lo sé y te lo agradezco, pero no es correcto- él asintió, intentando disimular su dolor -Además, a los antiguos no les gusta mucho la idea de que yo esté aquí- acarició la mano de su amigo con su pulgar -Y la verdad, que estoy contenta por eso- sonrió cinica -No quiero que mi hija esté cerca de este inmundo lugar- rió negando por su absurdes.
-¿A dónde irás?- preguntó interesado.
-Mi plan, es ir a la capital al cumpleaños de Elliot, auxiliar a Ivi y después, irme a Alemhatam- estiró su cuerpo -Trabajaré en la librería de mamá- sonrió como psicópata -¿Te imaginás? ¡Yo!- se señaló a ella misma -¡En una librería!- él rió.
-Si, serás extremadamente feliz entre tanto papel-
-Eso es lo que quiero- miró a la nada, imaginándo su vida allí, pero su cara, cambió -Él nunca sabrá de ella- tocó su vientre -Al menos que quiera conocerlo-
-Es tu decisión, Eyra. Nadie puede decirte que hacer con tu hija- se incorporó, mirándola -Bueno, voy a empacar mis cosas, en una semana, iré contigo a visitar a mi sobrino- caminó hacía la puerta.
-¡Pero yo no te invité a ir conmigo, Alan!- exclamó, antes de que se vaya.
-¡Eres mi amiga y estás embarazada!- refutó -¡No permitiré que viajes sola hasta la capital, adiós!- la saludó de espaldas.
-Está loco, Arya- habló con su perdiguera que dormía bajo sus pies -Pero al menos, no estaremos solas- la acarició con ternura.
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