La última Valkiria
Siguieron su camino hacía la cueva de los cristales de la verdad. Esa guardiana de cuatro patas, era increíble, había dejado rastros para que ellos pudieran continuar.
-Eyra...- habló con su amiga en sus brazos -Estoy cansado- ella se había dormido -¡Despierta!- la movió un poco -¡Maldición!- exclamó y sus compañeros, voltearon a verlos -¡Dante! ¿¡Uso magia contigo!?-
Preguntó con cara molesta, matándolo con la mirada.
-No lo sé...- contestó preocupado -No lo recuerdo...- se encontraba estático -Estaba en trance, no lo sé-
-¡Eres un idiota!- exclamó, furico -¡Sufrió drenaje mágico por tu culpa!- acomodó a su amiga en sus brazos -¿¡Sabés lo que eso significa en su estado!?-
-¿¡Mi culpa!?- apoyó una mano en su pecho, gritando igual que él -¡Mira como dejaste a Ivi!- la señaló. Ella tenía su rostro con cortes y hematomas -¡Y ella sufrió drenaje mágico por mi culpa!- dijo con retórica.
-¡Eres un asco!- exclamó con rabia -¡Somos un asco!-
Agregó enojado con su amigo y con él mismo.
-¡Ya lo sé!- le arrebató a la chica de los brazos -¡No tienes que decirlo!-
-¡Dámela!- intentó quitársela de nuevo, pero él, la alejó -¡Tú lo único que has hecho es lastimarla!-
Habló en todos los sentidos posibles que podía abarcar esa palabra.
-¡Basta!- se interpuso entre ambos, por si pasaba a mayores, ya que él, quiso retrucar -¡Eyra no es un juguete!- miró a su amigo -Devuélvesela, Dante- pidió con calma.
-No- respondió serio, abrazándola contra su pecho.
-Ella quería que Seth la llevara-
-Me perdonó- expuso con un nudo en la garganta -Puedo cargar con ella-
-¡No es cierto!-
Estaba enojado con él y no sabía porque. Aunque imaginaba que, era para proteger a su mejor amiga.
-Dante...- se acercó y le tomó el rostro -Por favor, este lugar es muy peligroso para nuestras mentes- mencionó como hace unos instantes -Seth y tú, son muy emocionales cuando se trata de protegernos... Por favor...- suplicó -Devuélvele a Eyra- él se rindió y la dejó en sus brazos.
-Cuídala- lo apuntó amenazante.
-No tienes que decírmelo- respondió igual, siguiendo su camino -Tú cuida a Ivi- mencionó a unos pasos de ellos -No quiero volver a lastimarla-
-¿Qué les sucede?- Cuestionó a su amigo a su lado.
-Culpa...- la abrazó -Eso nos sucede...-
El camino era largo, nunca imaginaron que ese laberinto era tan intrincado en ciertos tramos pero, ya estaban llegando. Las risas de un infante se escuchaban al fondo de un pasillo.
-¡Elliot!-
Corrió en dirección a la procedencia de la voz del pequeño, dejando a todos atrás.
-¡Ivi! ¡No!-
Exclamó en la espalda de su amigo, que corría tras ella para alcanzarla.
-¡Estás loca, alfa! ¡Podrías caer en una trampa!- gritó, intentado detenerla.
-¡Ivette!- no podían verla, era muy rápida -¡Maldición!-
La alcanzaron cuando se detuvo frente a una enorme puerta de piedra.
-No hagan ruido...- habló por lo bajo, escondida tras la puerta -No está solo...- aseguró -Alguien está con él...-
Todos la miraron expectantes y ella, ingresó rápidamente, dejándolos atrás, otra vez.
-¡Hola, Ivi!- exclamó el pequeño al verla. Él estaba en los hombros de una mujer muy hermosa de tés morena, al igual que sus cabellos y ojos -¡Mira, Valka!- señaló -Ella es mi nueva mami, se llama Ivette-
-Bienvenidos, cazadora y viajeros- su voz era serena y tranquilizadora -Estaba esperándolos, yo soy Valka-
Inclinó su cabeza hacía ellos, pero quedo atónita, al ver a esos apuestos muchachos. Hacía mucho tiempo que no veía hombres así.
-Tu voz- recordó, bajando de la espalda del hechicero -Yo te conozco...- la analizó con la mirada -Tú eres la entró a mi mente antes de ingresar aquí...- la señaló y observó un tatuaje en su antebrazo -Tú eres una Valkiria-
-Si, la última de ellas- entregó el niño a la cazadora e ignorandolas, acercándose a los muchachos -Un hechicero...- lo rodeaba como un buitre -Con los ojos tan azules como el mar Egeo. Nunca había visto a alguien como tú- mordió su labio, maravillada, ante tanta belleza de la naturaleza -Y tú...- se acercó al otro hombre presente -Un alquimista...- situó una mano en la mejilla de él -Uno muy exótico, de hecho, con el poder del fuego en su interior, el cabello y los ojos tan dorados como el sol-
Humedeció sus labios, mirándolo embelesada. Él era perfecto.
-Eyra...- murmuró un tanto impactada por el comportamiento de esa mujer -¿Qué está pasando aquí?-
Hizo un gesto gracioso al ver la cara de incomodidad de esos dos.
-No lo sé...- mencionó, aguantando las ganas de reír -Pero creo que ella, ha pasado mucho tiempo sin ver a un hombre- sofocó una carcajada.
-¡Ay! ¡Ni que fueran la gran cosa!-
Indicó desinteresada con un ademán extraño y rieron a más no poder del infortunio de esos dos hombres, al ser acosados por esa valkiria.
Ellos eran muy atractivos, pero no los veían como tal. Tenían su encanto, pero nada más.
-Chicas...-
Habló un poco incómodo, al sentir que esa mujer le tocaba el trasero.
-Ayudennos...-
Menciono con pánico, cuando ella, le tocó el abdomen con sus dedos al levantarle la camisa. Pensaban que iban a ser ultrajados y eso era lógico, no podían atacarla, era una valkiria, podría matarlos en un instante.
-Disculpe...- se acercó a ellos acomodando su voz, después de dejar de reír -¿Usted que hace aquí?-
Señaló a su alrededor, la inmensidad de esa cueva.
-Vivo aquí, niña- contestó con desinterés -Al igual que Arya-
Señaló a la perdiguera que dormía en un cojín.
-Es... Es suya- preguntó nerviosa, al imaginarse que tendría dueña.
-No, ella es como el viento...- se acercó al animal y lo acarició -No le pertenece a nadie, a menos que lo quiera...- miro a la cazadora -En eso se parece a ti, muchacha- la señaló -Y es muy valiente e inteligente, al igual que tú, vidente- se acercó a la chica y la miró a los ojos -Por eso te eligió... Tienes el alma de una valkiria, el espíritu de una cazadora y el corazón de una hechicera- colocó una mano su hombro -No dejes que la estrella oscura te mate...- asintió con determinación.
-¿Cómo sabe todo eso?- preguntó la otra joven, al pequeño que levantó sus hombros sin respuestas -Misma pregunta, pero a usted- la señaló.
-¿Quién creés que los trajo hasta aquí, cazadora?- cuestionó con retórica.
-¿Cómo?- preguntó inquieto, esa mujer, lo ponía nervioso -No entiendo, ¿Usted sabía todo esto? ¿Usted envió al troll, al demonio y a los Goblins?-
-Tuteame, cariño...- se acercó a él y lo abrazó por el cuello -Yo no haría algo como eso y menos, sabiendo que vendría aquí un hechicero tú- le acarició el pecho con su índice.
-Tú eres la encargada de detener a Zellas, ¿Verdad?- ella asintió, acercándose -¿Y por qué no lo haces?- tomó el rostro de él entre sus manos y rozó sus labios. Tragó grueso -Y terminamos con esto...- dijo con voz trémula.
-Yo no puedo salir de aquí, amor...- respondió con fingida tristeza -Mi poder está sellado en esta maldita cueva...- renegó de su mala suerte -Nunca hagan enojar a Odin- advirtió y se alejó de él, frustrada -Ahora la única que puede acabar con ella, eres tú-
Se acercó, nuevamente a la cazadora, entregándole un arco muy hermoso en terminaciones de oro y plata.
-Gracias...- murmuró, maravillada -Es hermoso-
-Lo sé, fue tallado por los hijos de Ivald con el último rayo de luz de una estrella agonizante- la miró, sonriendo -Eres fuerte, cazadora, hubieras sido una gran valkiria- volteó a ver los muchachos -Bien, ahora quiero mi paga-
-¿Paga?- preguntó perdida, la otra muchacha -¿De qué hablas?-
-Yo les dí mi arma y quiero algo a cambio- contestó sin mirarla -Quiero a uno de ellos- señaló a ambos.
-Pues...- se acercó a ella al igual que la vidente, mirándolos, pensativa -Puede quedarse con los dos, ¿No, Eyra?-
-¡Ivette!- reclamó el hechicero, perdiendo la cordura -¿¡Qué estás diciendo!?-
-Estoy de acuerdo...- asintió, sin titubeos -Puedes quedarte con los dos pero, ten cuidado, Dante tiene la costumbre de ser infiel- lo señaló, burlona.
-Eyra, dijiste que me habías perdonado- indicó herido.
-¡Silencio!- levantó un dedo en su dirección, mirándolo -Estamos haciendo negocios aquí...- volteó a ver a la valkiria -¿Es un trato?- estiró su mano hacía ella.
-Dile adiós a papá, Elliot-
Sonrió burlona, mirándo a ese hombre que estaba shock. Lo habían traicionado las personas más importantes en su vida.
-Adiós, papá-
Levantó su manito, saludandolo como despida. Su pequeña dragona estaba sobre su hombro.
-Hola, ama- saludó, al ingresar a la cueva -Lamento llegar tarde, este lugar es terrible- negó con la cabeza.
-¿¡Quién es él!?- la valkiria volteó como un felino al escuchar su voz -¡Lo quiero!- Lo apuntó hambrienta.
Él tenía algo que los otros dos hombres no. Eso era, elegancia, buen porte y caballerosidad, como si fuera un príncipe o alguien relacionado con la realeza.
-¡Hecho!- estrechó la mano de ella -Fue un placer hacer negocios con usted, Valka- sacudió su mano de arriba a abajo -Ivi, procede...-
Indicó con su mano que entregara al dragón a su nueva ama.
-Esto sera duro, Amador- hacía todo el esfuerzo posible para permanecer incólume -Pero llegó el momento de decirte adiós- él no entendía nada -Ve con ella- lo empujó, levemente.
-¿¡Qué!?- preguntó con pánico, intentando no ser empujado -¡Pero... Ama!- no quería ir con esa mujer que lo miraba extraño -¡Tengo miedo!-
Aseguró, cuando ella lo tomó del cuello de su camisa con fuerza.
-Necesitamos privacidad en este momento- los despachó, mirando a los ojos de ese hombre que la volvía loca -Sigan el pasillo de la izquierda...- indicó con su mano, sin mirarlos -Al final, encontrarán un abismo que los llevará a la cueva de las almas-
Los cuatro viajeros y el pequeño, caminaron apresurados hacía el pasillo, antes de ver una escena no apta para menores de edad y para nadie.
-¡Vamos, Arya!- asomó su cabeza por el pasillo, cubriendo sus ojos y la perdiguera, la siguió -¡Que tengas una buena vida, Valka!-
La nombrada, la ignoró, haciendo un ademán con su mano como despedida, ya que ella, estaba muy entretenida con ese apuesto dragón.
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