Ella volvió por él
El día amaneció espléndido en la ciudad de Tabletom, un día más había comenzado y la joven mujer, hija de la Hechicera de la Luna y de un Vidente Milenario descendiente de los seres celestiales, no había parado de tener visiones de acontecimientos perdidos en el tiempo y de posibles futuros destinos.
-Buen día- saludó somnoliento, encontrándose con un par de ojos verdes, que él tanto amaba -Dormiste pésimo, ¿Verdad?- ella asintió, abrazada a él -¿Que sucede?-
Estaba preocupado, se veía muy pensativa y débil.
-Tu hija se llamará Denisse, acabó de soñar con ella- mencionó con una leve sonrisa -Tendrá el cabello dorado como tú y ojos verdes, muy oscuros, como su madre-
-Eyra- la tomó del rostro, levantando su cabeza -¿De qué estás hablando?- preguntó, perdido - Tú no puedes tener visiones conmigo-
-Posiblemente sea una visión de ella- respondió, nostálgica -Tendrá el nombre de mi otra vida-
-Es un hermoso nombre, siempre me gustó. Aunque, nunca pude llamarte así- la besó en la frente -Quizás, sea una forma de no olvidarte y recordarte a través de ella-
-No lo sé...- apoyó su mejilla en él -¿Algún día podre conocerla?-
-Si- respondió serio -Cuando viajes a Amestris, te la presentaré- trago saliva.
-Gracias- no sabía que decir -Primero, tengo que sobrevivir para conocerla-
-Vas a sobrevivir, no hay duda de eso- le acarició el cabello -¿Quieres desayunar?- ella asintió el silencio y él, se incorporó con cuidado -Te ves terrible-
Se encontraba extremadamente pálida y ojerosa, sin mencionar, que su cabello estaba opaco y sin vida, al igual que sus ojos. Era evidente que, la muerte acariciaba su espalda a cada minuto que pasaba.
-Estoy muriendo- miró sus manos y cabello -Aún así, tengo mucha hambre- intentó cambiar de tema, pero no funcionó -No me mires así, Dante- él estaba petrificado, mirándola, su imagen era perturbadora -Acabas de decir que voy a sobrevivir-
-Si, pero no puedo verte así- seguía de pie junto a la cama -Vas a vivir- mencionó con determinación -Así tenga que intercambiar mi vida por la tuya, vivirás- la apuntó, serio -Lo prometo, voy a morir por ti-
Con esas últimas palabras, salió a buscar el desayuno.
-Como si fuera tan fácil- dijo a la nada y volvió a acostarse -Me están esperando en el otro plano-
-¡Basta!- él le besaba el cuello, mientras ella, intentaba ponerse sus botas -Tenemos que ir por Elliot-
-No, quiero quedarme contigo- la abrazó, descansando su cabeza en ella -Soy el hombre más rico del mundo así, viviendo de tus abrazos- volvió a besarla -Por favor mi reina, un día más. No pido más que eso-
-No, vámonos- se separó de él sin mirarlo -Hasta que tu situación con Isabel no se solucione...- habló de espaldas -Lo que ocurrió anoche, entre nosotros, no volverá a pasar-
-¿Qué?- preguntó en shock -Pero... Ivette...ya hablamos de eso- sus ojos estaban muy abiertos -Te prometí que lo solucionaría-
-Eso dices ahora, pero...- volteó a verlo -Yo no seré tu amante en este viaje, Seth-
El rostro de él cambió por completo.
-¿¡Qué dijiste!?-
Pregunto con su voz ronca de rabia.
-Lo que escuchaste- respondió a la defensiva.
-¡Tú no eres mi amante!- gritó furioso -¿¡De qué demonios estás hablando!?- ella no se inmutó.
-Entonces, ¿¡Qué soy!?- preguntó igual que él.
-Eres... Eres...- la señaló y luego, despeinó su cabello -Lo qué más amo en este mundo, eso eres-
Ella se agobió por sus palabras y miró por la ventana con su cara peor que hace unos instantes.
-Ya basta, Seth- frotó su frente, cansada de lo mismo -Entiéndeme...- lo miró a los ojos -Ya no tengo diecinueve años y no pienso volver a llorar por ti-
-Lo sé...- suspiró, tirando de ella, para sentarla en sus piernas -Lo siento, no me gusta que hables así de ti- tomó la cadena que ella llevaba en su cuello -Tú nunca serias mi amante, mi hermosa cazadora-
Besó el dije entre sus manos. Era el mismo que él le había regalado hace años.
-De todas maneras...- miró las manos de él -Tendríamos que evitar este tipo de cosas delante de Elliot-
-Si, él es muy celoso contigo y no quiero generar una guerra entre nosotros por ti- la besó en la mejilla -Bien, ya vámonos, él enano debe estar esperándonos-
En el hotel, todo era un desastre, el pequeño Elliot de grandes ojos azulesa, había desaparecido en ese enorme lugar.
-¿¡Cómo que no sabés donde está, lagartija inmunda!?- zamarreaba al dragón con fuerza -¡Ivi y Seth, van a matarte! ¿¡Cómo pudiste perder al niño!?- estaba histérico.
-¡Suficiente, Dante!- intentaba separarlos -¡No es el momento para esto! ¡Tenemos que encontrarlo!-
-¿A quién?- preguntó su prima, abriendo la puerta de la habitación y dejando a todos inertes -¡Elliot!- ingresó, buscándolo -¡Elliot! ¿¡Dónde estás!?- caminaba como si estuvieran jugando a las escondidas - Está en el baño, ¿Verdad?-
Ninguno contestó, pero de todas formas, ella caminó hasta allí.
-Seth- se acercó a su amigo, que los miraba sospechoso -El lagarto infrahumano, perdió a tu hijo- lo acusó como si fuera un criminal.
-Maldición...- murmuró cubriendo sus ojos -Tiene la costumbre de despertar y deambular solo por ahí. Puede estar en cualquier lugar- miró hacía el baño -Prepárense...- avisó al resto -Se acerca el caos-
-¿¡Dónde está!?-
Se acercó furiosa al dragón y lo tomó del cuello de su túnica.
-Ama...- habló con terror -Lo perdí-
-Ivi...- se acercó con cautela a su prima, que parecía como ausente -Él es muy pequeño a penas tiene tres años, no puede ir muy lejos- tomó sus manos y las separó del dragón -Yo podría rastrearlo- propuso.
-No, tú no harás nada- mencionó impertérito, su antiguo novio -Seth, Amador y yo, saldremos afuera a buscarlo y ustedes- las señaló -Lo buscarán adentro-
-Bien- respondió sin ganas -Vamos, Ivi- sacó a su prima de allí.
-Empecemos por la cocina, siempre lo encontramos allí en la casa- sugirió tranquilo -Después, seguiremos por el jardín- todos asintieron.
-Vas a rastrearlo igual, ¿No es así?- ella asintió, sin mirarla -Eyra, no es conveniente que uses tu poder- la aferró de un brazo y la detuvo -Hoy te ves peor que nunca, ¿Qué está pasando?- le acarició el cabello con terror -Puedes contarmelo-
Se sentaron en el suelo del pasillo donde estaban.
-El sello mágico que aplique en mi, desapareció ayer en la noche- respondió, mirando la pared -Pero la razón de que me vea así, es porque los demás portadores de las otras Armas del Milenio, alrededor del mundo, están desapareciendo- dirigió su vista a una antigua fotografía -Llegará el momento en el que mi poder no será suficiente y el arma, me tragará-
-¿Te tragará?- preguntó confundida -Te transportará hacía su portal...- habló iluminada -Pero, ¿Para qué?-
-Para cederle mi poder a la estrella oscura. Somos los sacrificios que ella necesita para poder despertar y los únicos, que a su vez, podemos detenerla- tomó la mano de su prima -Cuando mi poder sea consumido por completo, mi alma será arrastrada hacía el otro plano- cerró sus ojos -Esto ya ha pasado antes y va a volver a pasar. Por esa razón, tenemos que destruirla antes de que eso ocurra-
-O sea que...- abrió sus ojos ante la verdad -Tienes que morir para detenerla- ella asintió -Y yo dejaré de ser una cazadora si tú te vas- acotó con su cabeza en el hombro de ella -No me importa eso, no me importa dejar de ser lo que soy, pero tú te irás-
Limpió una pequeña lágrima de su mejilla. Era horrible todo lo que iba a pasar, aunque harían todo lo posible para que eso no sucediera.
-Si, tengo que hacerlo- secó las lagrimas de su prima -Pero, intentaré volver. Aunque, no creo que pueda- La abrazó. Estaba desconsolada -¿Sabés?, soñé con la hija de Dante- sonrió, inconscientemente -Es muy hermosa, se parecerá a él-
-Si- secó sus lagrimas -Él es un hombre muy atractivo, su hija será preciosa- exhaló profundo para recomponerse -Ahora, tenemos que buscar a mi niño-
Río por la costumbre de ese pequeño que tenía de desaparecer.
-No te preocupes- señaló detrás de ella -Ahí viene-
Él caminaba de la mano con una de las empleadas de la cocina, que lo acercó a las muchachas y se despidió, cordialmente, con una sonrisa.
-Elliot, ¿Otra vez? ¿Qué hablamos hace unos días?- preguntó tranquila, sentandolo en sus piernas -Además, ¿Qué tienes ahí?-
Señaló el objeto que él llevaba bajo su brazo.
-Es una roca- la levantó con sus manitos y se la enseñó -Es muy bonita. La señora de la cocina me la regaló -
La roca en sus manos, era de un color azul metálico muy hermoso y tenía forma geoide, muy similar a un huevo.
-Es muy hermosa- su tía tocaba la roca con sus dedos - Y, ¿Por qué te la regaló?- cuestionó, mirándola con detalle.
-Porque la roca me siguió, tía Eyra- las muchachas se miraron entre sí -Estaba en la puerta y se movió para venir conmigo-
-Rayos- se lamentó, frotando su frente -Eso no es una roca, mi amor-
-¿No?- cuestionó, sorprendido.
-No, mi pequeño príncipe- acarició la roca de nuevo -Es un huevo de dragón-
Los hombres del grupo, se encontraban en el merendero del lugar, siendo atendidos, amablemente, por las mucamas de allí.
-Bueno, Elliot ya está con las chicas- agradeció a una de las mucamas que dejó una taza de café en la mesa -¿Qué sucede Amador? ¿No desayunaras con nosotros?- Cuestionó confundido.
-Es que, nunca he compartido la mesa con humanos, hechicero- indicó con modestia -No sé como comportarme-
-¿Has visto comer a Ivi y Eyra?- él afirmó, a la pregunta del otro hombre con ellos -Bueno, así no- dejó su taza de café a un lado -Siéntate con nosotros, estarás bien-
Ofreció la silla delante de él. El dragón obedeció y comenzó a desayunar como si fuera un humano normal. A los pocos minutos, llegaron las chicas y todo fue un caos, como siempre.
-¡Seth!- irrumpió su paz, sentadose en sus piernas con fuerza -¡Esto es terrible!- hablaba apresurada con el niño en brazos -¡Muestrale a papá lo que tienes, Elliot!-
El pequeño le enseñó lo que llevaba en sus manos.
-¿Una roca?-
Cuestionó, indiferente, intentando seguir con su desayuno con la muchacha y su hijo en sus piernas.
-No, amigo mío- se abrazó a ella misma al sentir frío -Eso que ves ahí, es un huevo de dragón-
Explicó sentada junto al dragón y delante del alquimista.
-¡Vaya!- intentó beber su café y no pudo -Eso está muy bien, campeón- felicitó a su hijo -Ahora, ¡Pueden dejarme desayunar en paz!- reclamó a ambos.
-¡Qué grosero eres!- se incorporó, ofendida -¡Esto es malo! ¡Y tú, simplemente, te sientas a desayunar!- mencionó indignada.
-Ivi, esto iba a pasar- colocó su chaqueta en los hombros de la otra muchacha -Él es un amo de dragones, era por todos nosotros sabido que algún día, un dragón iba a elegirlo-
-El alquimista de fuego tiene razón, ama- bebía su té como el principe que era -Además, el dragón que lo eligió es muy fuerte- aseguró -Es un Elmekiano-
El padre del niño escupió su café sobre su amigo por la sorpresa de sus palabras.
-Pero esa clase de dragones están extintos...- limpaba su boca con una servilleta -Fueron masacrados hasta la extensión-
-Parece que no, idiota- limpió su cara con asco -Tu hijo tiene uno- miró al pequeño con orgullo -Felicitaciones, amiguito- abrazó a la chica que no dejaba de temblar -El dragón que nacerá de ese huevo será muy fuerte y único entre los suyos-
El pequeñito miró el huevo entre sus manos, sonriendo.
-Si, claro- dijo sarcástica, umtando una tostada con mermelada con mucha fuerza, después de sentar al niño en una silla -Felicitenlo...- mencionó en el mismo tono anterior -Cuando aprenda a montarlo y se largue de aquí- masticaba con rabia -Total, es un amo de dragones- arremeda igual.
-Ivi, no es tan malo como lo ves ahora- el alquimista le entregó una taza de café entre sus manos -Gracias, Dante- bebió un poco -Lo necesitaba, tenía mucho frío- él la beso en la mejilla y volvió a su lugar -Ser un amo de dragones, es algo poco común entre los hechiceros, tendrías que estar contenta por eso-
-Yo no soy una hechicera, soy una cazadora- la apuntó con una cuchara -Y sabés el conflicto que tengo con esa clase de cosas, a penas tolero ser un alfa... Imagínate esto- bebió su café con cara molesta.
-Tú no eres su madre, Ivette- acotó su amigo sin más -No entiendo porque el conflicto...-
Después de decir eso, su antigua novia lo fulminó con la mirada y su compañero, lo pateó con fuerza, mientras que ella, dejaba su taza despacio sobre la mesa.
-Tienes razón...- afirmó tranquila -Yo no soy su madre- miró al niño con nostalgia -Pero aún así, me preocupo por él- entregó una tostada al pequeño, que tomaba su leche en una taza más grande que su carita -¿No es así, mi amor?- él la miró de reojo con sus enormes ojos azules -Te quiero mucho- le murmuró en su oído.
-Yo también, Ivi- la abrazó juntando sus mejillas y le dió un beso -¡Papá!- gritó con emoción y sus ojitos brillosos -¡Ivi me dijo que me quiere mucho!- él sonrió.
-Lo sé, enano- dirigió sus ojos hacía él -La próxima vez...- advirtió -Cuida tus palabras, Dante-
Él trago saliva. Ese hombre daba miedo cuando hablaba así.
-Lo siento...- miró a su amiga -Perdóname, Ivi- ella asintió.
-Bueno, como ya esta todo aclarado pode...- detuvo lo dicho, cuando vió una vieja pintura en las paredes del lugar -No es cierto...- se acercó apresurada -¡Ivi! ¡Mira esto!- gritó eufórica.
-¿Qué sucede?- su prima señaló la pintura -Björn- Susurró sin aliento -Esto no es posible- acarició el cuadro con nostalgia.
-Nuestro fundador...Björn Helsing- leyó la placa debajo de la pintura -Disculpe, señorita- detuvo a una de las muchachas del servicio -Lo qué dice aquí, ¿Es cierto?-
-Si, así es- miraba el cuadro junto a ellas -Él fue el fundador de este hotel- sonrió -La historia de este hombre, es muy interesante...- las jóvenes la escuchaban con atención -El llegó a esta ciudad sin un solo centavo y forjó su fortuna, trabajando a sol y a sombra en una mina cercana- suspiró -Era un buen hombre, muy generoso. Dicen que estuvo profundamente enamorado de su esposa-
-¿Esposa?- cuestionó, confundida.
-Si, señorita. Su esposa, según cuentan, era una hermosa alquimista proveniente de Amestris- miró a la cazadora que había hecho la pregunta -Que viajó kilómetros para reencontrarse con su amor, después de varios años sin verse-
Ella respiró profundo, conteniendo el llanto y su prima, limpió sus pequeñas lágrimas con el dorso de su mano.
-Pensé que nunca más...- miraba el cuadro de ese hombre tan físicamente similar a su tío Keilot -Volverían a verse...- abrazó a su prima por los hombros -Ella volvió por él, Ivi-
Asintió con una triste sonrisa en su rostro. Su hermano, después de todo, fue muy feliz.
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