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El poder del Fénix

Los cuatro muchachos, habían sido liberados esa mañana. Ahora, se encontraban ingresando a la casa de uno de ellos, ya que toda su familia, estaba allí.

-¿Cómo habrán pasado la noche las chicas?- preguntó a los demás, el joven hechicero, al entrar a la casa -Alegra se veía muy mal ayer y...- se interrumpió, al ver a una chica morena y de ojos rojos, frente a ellos -¿¡Qué diablos haces tú aquí!?-

Preguntó furico, acercándose al ella, pero la punta de un cayado en su garganta, lo detuvo.

-No te atrevas...- habló amenazante -O no querrás que pateé tu trasero, como lo hice en la Torre cuando destruiste todo-

Era cierto, el único que pudo someter la furia incontenible de ese joven hechicero, fue él, que lo desarmó con solo levantar una mano.

-¿¡Qué haces aquí, gitano!?- cuestionó con asco y desprecio -¡No te alcanza con hacerle la vida imposible a tus hermanos, que traes a personas como él aquí!-

Habló a la chica con la misma actitud anterior, pero una mano, impactó en su rostro.

-¡Controlaté!- exclamó su hermana con ira -¿¡Cómo se te ocurre hablar así de una persona como Cam?!- lo zamarreó del cuello sin medidas. Él estaba aterrado -¡Tendría que decirle a Dante que te de una lección que no olvidarás jamás! ¡Así aprenderás a tratar bien a las personas!- sonrió al padre de su hija detrás de él -Deni está con tu madre en la cocina, Dante. Vé a verla, si quieres-

Soltó a su hermano con fuerza. El alquimista sonrió y corrió hasta allí, pero volvió.

-Hola, mi ángel. Te extrañé-

La besó en la mejilla y siguió su camino.

-¡Papá!-

El pequeñito llegó corriendo a él y lo abrazó.

-¡Hola, campeón!- lo abrazó con fuerza -¿Dónde está mamá?-

Su hermana lo miraba fijo, pero él, la evitaba.

-¡Aquí! ¡Buen día a todos!- besó a su esposo en la mejilla. Ella traía una bandeja en sus manos con varias tazas y galletas -Come algo, Sophi- se acercó a su cuñada, preocupada -Cam dijo que llevas varios días sin comer- ella negó, asqueada -Tienes que reponer fuerzas, come aunque sea una manzana-

Su esposo y su hermano, la miraban extraño. Ellas se llevaban pésimo, algo estaba pasando.

-No quiero Ivi, gracias- la observó triste -Estoy muy preocupada, lo siento-

Posicionó su cabeza en el hombro del gitano a su lado. Esa chica, se veía muy mal, parecía que había estado llorando por horas y a su vez, que cargaba con un gran dolor físico y emocional, en todo su cuerpo.

-Tienes que comer, gadji- la rodeó por los hombros -Ayer en la noche, te desmayaste repetidas veces, por favor, come algo-

La besó en la corinilla. Ella lo miró de reojo y su labio, tembló.

-Alegra-

Rompió en llanto, cubriendo su boca con ambas manos.

-Bien, ¿Qué está pasando aquí?-

El joven alquimista, interrumpió a su primo que iba a hacer la misma pregunta. Su prima y su hermana, se miraron entre si, sin saber que decir.

-Yo les diré- secó sus lágrimas, tomando valor de quién sabe donde, para acercarse a su hermano -Seth, yo sé que estás enojado conmigo, porque creés, que ayudé a Isabel a escapar de la cárcel...- él la miraba en silencio, escuchándola -Pero te juro, hermanito. Que no tuve nada que ver con eso...-sus lágrimas caían sin control y respiró profundo para calmarse -Desde hace un año o quizás un poco más, que no tengo contacto con ella, desde que me fui a Taflem a estudiar- miró al joven hechicero que los escuchaba -Tú sabes que es así, Sebastián- lo apuntó -Desde que llegue allí, no he parado de estudiar y tampoco, he viajado a casa-

-Es cierto- contestó serio -Y tampoco te acercabas a mi, eso era lo más extraño- miró al gitano. Se lanzaban chispas por los ojos el uno al otro -Estuviste todo el tiempo con él y es lógico, los dos son muy raros-

Lo apuntó. No se toleraban en lo más mínimo y él, no podía evitar insultarlo.

-No seamos cínicos- sonrió triste -Tú no me soportas y no iba a acercarme a ti, sabiéndolo- él asintió -En fin...- Limpió una última lágrima -Siento mucho lo que les hice, a ti y a todos- miró al joven alquimista detrás de ellos -Y en especial a Trisha y Alegra. Lo siento- bajó la mirada, para no quebrarse de nuevo.

-Tranquila...- se acercó a ella y le despeinó la cabeza -No pasa nada, todo está bien entre nosotros-

Ella sonrió, sin despegar su vista del suelo.

-Gracias- levantó sus ojos despacio y miró a su hermano -Seth... Hermano...- tragó su llanto -Rose estaba viva- la cara de él, era de infinita sorpresa -Y no sólo eso, robó mi apariencia con ayuda de Isabel y secuestró a las chicas ayer en la noche a cambio de ustedes- señaló a los cuatro -Lo siento-

Lloró más que antes, se sentía tan culpable. Él entregó su hijo a su esposa y abrazó a su hermana con fuerza.

-No llores, brujita- él siempre le decía así -No es tu culpa- le besó el cabello.

-Tenemos que traerla de vuelta, Seth- se separó y lo observó a los ojos -Isabel es muy cruel, puede lastimarla y mi sello protector, no durará mucho tiempo-

-¿Qué?- preguntó consternado, el gitano -¿¡Qué hiciste que!?- ahora entendía sus desmayos e inapetencia. Estaba sufriendo drenaje mágico. Ella bajó la mirada -¡Sophia!- exclamó, apartándola de su hermano -¡Es por todos sabido, que las brujas del caos, se alimentan del poder ajeno!- la regañó -¿¡Quieres morir acaso!?-

-¡No me interesa! ¡Es mi hermana!- cruzó sus brazos, molesta -¡Y no me levantes la voz! ¡Si no quieres que vaya a pedirle socorro a mi padre!-

Él estaba indignado, no le había levantado la voz o al menos, no se había percatado de eso. La escena era tan graciosa, que todos la miraban divertidos, excepto dos jóvenes muchachos, que estaban con los nervios de punta.

-¡Si hay alguien que necesita socorro, justamente, no eres tú, gadji!- sonrió burlona y él negó con la cabeza -¿Por qué eres tan complicada?-

Ella no obedecía a nadie. Era tan indomable que le encantaba.

-Porque tú lo dijiste...- le acarició el rostro. Como adoraba a ese exótico muchacho -Soy parte de los gadjes, gitano- le regaló una triste sonrisa -Créeme, si fuera uno de los tuyos, lo nuestro, no funcionaría - lo besó en los labios -Estaré bien, lo juro- él suspiro.

-Muy bien- mencionó, resignado -Voy a fingir que te creo, por ahora- miró a todos -¿Cuál es el plan?- 

-No lo sé- contestó el joven Nicholas, por los demás -¿Cuál es el plan, Keilot?-

Cuestionó a los adultos que estaban escondidos tras la puerta, escuchando la conversación entre los más jóvenes.

-Papá...Soy papá- lo golpeó en la nuca al pasar -No me trates como si fuera tu hermano, Nicholas- advirtió y su hijo, se hizo pequeño -Tenme un poquito de respeto- él asintió, mudo -Y ustedes...- señaló a sus dos amigos hechiceros -Tendrían que hacer lo mismo con estos dos- señaló a los hijos de ambos.

-No molestes, cazador- lo empujó, sin moverlo un centimetro -Ya lo intenté y no sirvió de nada- aseguró él.

-¿Escuchaste eso, Sebastián?- su hijo lo miró, irónico -Él sí respeta a su padre- abrazó a su sobrino por los hombros -Estoy orgulloso de ti, amiguito- lo zamarreó bajo su brazo.

-Dejame en paz, Lai- contestó, irritado -No estoy de humor para soportarte-

Tenía ganas de matarlo, era tan insolente cuando queria.

-¿¡Qué dijiste!?- tomó la oreja de su sobrino y la apretó con fuerza. Él le tenía terror a su tía Gaia -¡Repite lo que dijiste!-

Habló entre dientes y amenazante.

-Lo siento, tía... Lo siento- se disculpó, adolorido -No me castigues... por favor-

Todos los presentes, reían a más no poder de su infortunio.

-¡Que sea la última vez que te escucho faltarle el respeto a tu padre de esa manera! ¿Comprendes?- él asintió, asustadisimo -¡La próxima vez que lo hagas! ¡Te castigaré tan fuerte, que me pediras clemencia de rodillas! ¡Y sabés que hablo en serio!- su sobrino volvió a afirmar con la cabeza -Ahora, discúlpate...- lo arrastró de la oreja hacía su progenitor.

-Lo siento, papá. No volverá a pasar- lo miró con dolor. Su padre, aceptó sus disculpas -Ivi, ayúdame...- rogó a su prima que dió un paso hasta él.

-¡Ni se te ocurra!- advirtió con su dedo y ella, quedó estática en su lugar. Su tía Dea, era muy severa con ella -El castigo será compartido si lo haces y me importa un bledo, que tengas casi veinticuatro años y un esposo. Te castigaré y ya-

-No, tía...- se removió incómoda, retorciendo sus manos -No lo haré...perdón Sebastián, estás sólo en esta-

Caminó lentamente hacía su esposo, por si ella, hacía algo en su contra.

-Veo que ya todos terminaron con sus berrinches de niños chiquitos- miró a los jóvenes con sorna, el hechicero negro llamado Orphen -Pero ahora Ed, les explicará el plan que vamos a ejecutar al salir de aquí- acotó, serio.

-Si- dijo igual que su amigo -El plan, es que no existe un plan...- lo miraron, incrédulos -Atacaremos siguiendo nuestro instinto- caminó de un lado a otro, como si fuera un general -Si, tu también Cam- agregó divertido, cuando él, levantó su mano. Ese gitano, nunca seguía su instinto, era uno de sus principios -Somos un enorme grupo de fenómenos, ¿Qué nos podría pasar?- levantó sus hombros con indiferencia.

-¡Esto nos podria pasar!- la hechicera estaba histerica, peleando codo a codo con su amigo alquimista -¡Eres un idiota, Edward!- lanzó un rayo a la bruja que los había acorralado, gracias al poder de la piedra filosofal -¡Esa maldita! ¡Creó homunculos!-

Los hombres del grupo, se enfrentaban ferozmente con un gran número de homunculos, que no podían detener. Por el contrario, los jóvenes, encabezados por el alquimista y su primo hechicero, intentaba liberar a las prisioneras de las otras dos jóvenes brujas.

-¡Bueno! ¡Me equivoqué!- se excusó, materializando un muro entre ellos y su oponente -Ustedes acabaran con ella...- aseguró, mirando a las otras tres mujeres que se acercaban a ellos -Estoy seguro de eso...- ella asintió -Voy a ayudar a los chicos-

-¡Suerte, amigo!- levantó un pulgar hacia él -¡Ya me cansé de ti! ¡Bruja!- caminó iracunda con sus ojos cambiantes y chispas rojas en sus manos, lanzando lejos el ataque que recibió de su contrincante, con sus propias manos -¡Eyra!- miró a su hija detras de esa horrible mujer -¡Ya sabes que hacer!-

-¡La Tilt!- la inmovilizó con ese poderoso hechizo.

-¡Ivi!- gritó a su hija, que apuntó con una flecha a esa bruja -¡Ahora!- le dió justo en el brazo, cuando pretendia atacarla -¡Dea!- su hermana llegó a su lado, al igual que sus hijas  -¡Chicas!- las miró de reojo -¡Drag Slave!- ordenó, materializando un arco entre sus manos.

Lo tensó, al igual que su hija, mientras las demás, pronunciaban ese destructivo mantra. Así fue, como madres e hijas, derrotaron a una de las tres brujas del caos y a la piedra filosofal que portaba, uniendo sus poderes a través de ese poderoso hechizo. Ya nunca más volvería a este mundo, su alma, vagaría por toda la eternidad en el espíritu del mundo.

Aunque, no imaginaron que lanzarían por los aires al resto de sus compañeros y que acabaría con los homunculos con ese simple ataque, según ellas.

-Creo... Creo... Creo que...- titubeó mirando al rededor, no había quedado nada y nadie en pie -Fue demasiado, mamá...- aseguró, esa joven cazadora.

Su madre, su prima y su tía, asintieron a la par. Estaban casi o más impactadas que ella.

Los cuerpos de los demás, se encontraban esparcidos e inconscientes por todo el campo de batalla, incluso, las de las otras dos brujas.

-Esto... Esto...- dijo una de ellas, precisamente, Isabel y se levantó como pudo con su cuerpo malherido, por el efecto de la magia. Su prima, en cambio, parecía muerta -Esto... no se ha acabado- caminó tambaleante, pero una mano en su tobillo, la detuvo -¿Sophia?- preguntó sorprendida. No pensó, que fuera tan fuerte -¡Suéltame!-

Intentó apartarla, pero no pudo. Ella la miraba con un ojo abierto.

-Hoy pagarás por haber hecho sufrir a Alegra- estaba a unos metros lejos de ella, inconciente y con varios golpes en su rostro. Además de eso, le habían cortado el cabello -No te lo perdonaré...- era evidente que la habían torturado, al igual que a su amiga -Así tenga que morir aquí, pagarás por lo que les hiciste... juro que te mataré...- cerró sus ojos -Reina llameante... Diosa del Fénix, aquí te invoco y juro, que acabaremos con nuestros enemigos, cuando tu llama llegue a mi mano y haga justicia...- abrió los ojos de golpe -¡Que llegue el juicio!- pronunció.

Un torbellino de fuego, rodeó a esa mujer por completo, al igual que al cuerpo inconsciente de su prima, quemandolas, como si estuvieran siendo condenadas a la hoguera, quedando sus cuerpos reducidos en cenizas.

Lo malo de todo eso, es que la joven hechicera que lo invocó, fue arrastrada al interior, al igual que ellas.

Cuando todo acabó, en su interior, se hallaba el cuerpo de una hermosa hechicera de largo cabello negro, levitando en el aire, como si fuera una hoja mecida por el viento. No parecía herida, todo lo contrario, estaba más radiante que nunca, como si hubiera renacido de las cenizas, en ese momento.

-¡Sophia!-

Gritó su padre, incorporándose como pudo, aturdido y asustado, al igual que sus hijos, para correr hasta ella.

La magia del hechizo, fue muy grande y querían comprobar, que no hubiera sucedido lo inevitable. Ella levitaba con sus ojos cerrados e inmóvil.

-Te tengo, mi bella gadji- cayó suavemente entre sus brazos, cuando estuvo debajo de ella -Sabía que lo lograrias...- la besó en la mejilla -Por suerte, estás bien...-murmuró, estrechandola contra su pecho.

-¡Sophia!-Tocó el rostro de su gemela, que estaba muy cálido -¿¡Qué fue eso!?-

Preguntó preocupada a su padre y hermano. Ella no sabía nada sobre magia o alquimia.

-¡Mi niña!-

Apareció su madre, alarmada, junto a ellos.

-No lo sé... no lo sé, Alegra- dijo su padre y colocó una mano en la cabeza de su hija, besandola en la frente -No sabía que eras tan fuerte, mi brujita- murmuró orgulloso.

-Invocó a alguien- aseguró y cargo a su otra hermana sobre su espada. Se veía muy débil -Pero, ¿Quién?- preguntó al gitano, que se negó a contestar.

-Invocó a la diosa del Fénix- Respondió por él. Caminaba apoyado en su primo alquimista. Se daban soporte el uno al otro -No me imaginé que podía lograrlo-

-Lo hizo...- sonrió el novio de ella, orgulloso, mirándola -Se obsesionó, perdidamente, estudiando sin descanso ese hechizo, hasta que pudo lograrlo-

-¿Intercambió su vida como la tía Dea?-

Cuestionó el primo de él, mirando a su padre que caminaba con el alquimista de acero, aferrandolo bajo los hombros. El resto de sus familiares, también estaban heridos, pero no de gravedad.

-No, sólo canalizó su poder y creo que...- contestó su tía -Guardo un poco en su interior- su esposo se acercó y posicionó una mano en el rostro de la joven -¿Cómo está, Lai?- cuestionó.

-Muy bien, está dormida, quedó muy débil después del hechizo-volteó a ver a su cuñada -Gaia, ¿Harías los honores?-

Señaló a todos y cada uno. Se veían deplorables después de la batalla. Luego de eso, dió unos pasos a su esposa, para tomarla del rostro y acomodarle el cabello con cuidado. Por suerte, sólo tenía heridas menores.

-Claro, ¿Están listos?-

Preguntó y los presentes, afirmaron. Ella frotó sus manos y aplaudió, produciendo un enorme círculo de transmutación que los rodeó por completo. Se había convertido en una piedra filosofal, otra vez, en un hermoso espectáculo de luces azuladas, curandolos a todos en cuestión de minutos.

-Gracias, bonita...Aunque no me gusta que lo hagas, lo necesitábamos- la sostuvo de los hombros, cuando se tambaleó -¿Estás bien?- ella negó en silencio -Perfecto, sube-

Le dió la espalda y ella obedeció, subiéndose en él.

-Nunca me cansaré de esto...- acotó, el alquimista de fuego, mirando alrededor con la madre de su hija bajo su brazo -Nuestra familia es única...- mencionó, lleno de orgullo.

-Si y cada vez se hace más grande- contestó ella.

Observó a su hermano que cargaba en su espalda, a la hermosa princesa mundana que había ido a rescatar y de la que estaba, profundamente enamorado. También miró a su primo, que inspecciónaba con cuidado a esa bellisima mecánica de automóvil, que amaba desde niño y que ella, inconscientemente, correspondía. Por último y no menos importante, el amor más extraño del mundo, una preciosa hechicera poseedora del poder del Fénix, se había enamorado de un exótico gitano con espíritu de vidente. Por suerte, ella había despertado y conversaba con él.

-Ya todo terminó...- caminaba abrazada a su esposo -Ahora podremos vivir en paz- suspiró cansada, pero tranquila, al fin.

-Si, mi reina- la besó en la mejilla -Ahora si, ella no volverá jamás- sonrió a sus amigos -¿Ustedes que harán ahora?-

-No sé tú, mi amigo...- dirigió su mirada al hombre a su lado -Pero yo me cansaré con el hombre que amo y viviremos juntos- él sonrió, maravillaso -Y sí él no quiere...Pues, contigo Dante-

Su prima, su mejor amigo y ella, rieron a más no poder de la cara de ese pobre alquimista.

-Yo que tu, no me arriesgaria a eso, primita...- lo señaló con gracia -Tiene la mala costumbre de ser infiel- rieron aún más.

-¡Bueno! ¡Ya basta!- reclamó a los tres -¿¡De qué lado están!? ¡Se supone, que son mis amigos!-

-Siempre del tuyo, amigo mío - le apretó un hombro -Nunca lo dudes...- menciono burlón, su estimado compañero de aventuras -Ya vámonos... no hay nada que hacer aquí-

Caminaron de regreso a casa, junto a esa gran familia, para empezar una nueva historia, otra vez.

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