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El amor perdona

Estaba paralizado, con su taza de café a medio camino de su boca, mirándola con sus ojos dorados muy abiertos.

-Eyra...- murmuró, shockeado -No bromeés con eso, ángel mío- mencionó en el mismo tono.

-No estoy bromeando, Dante- contestó, seria -Ella es tu hija- aseguró.

-Permíteme...- volteó hacia la mesa de junto y bebió la cerveza de un solo respiro, que estaba consumiendo el joven sentado allí -Gracias, amigo- dejó unos billetes y volteó de nuevo -No es que no te crea, preciosa- sus manos temblaban sin control -Pero nosotros...- señaló a ambos -Hace más de un año que no estamos juntos-

Ella sonrió, parecía un niño. Se lo había tomado bastante bien, después de todo.

-¿Recuerdas lo que pasó entre nosotros cuando hicimos nuestro viaje hacía la Cueva de las Almas?- él asintió -Bueno, estoy segura que fue concebida allí o quizás, antes de eso- explicó, ruborizandose.

-Sí, nunca olvidé lo que pasó allí- algo en su mirada, había cambiado -No puedo creerlo...- Tomó las  manos de ella, por mero impulso y las besó -Antes de ese viaje, te habían dicho que no podías tener hijos, ¿Cómo es eso posible?-

Ella hizo un gesto gracioso que lo enterneció por completo.

-No lo sé...- respondió, sincera -Habrán cometido un error- levantó sus hombros sin respuestas -Cuando me fui de este mundo, la visión que llegó a mi antes de irme, me enseñó que Deni sería nuestra- aferró más su agarre en él -Por esa razón, te supliqué, que no me dejarás ir-colocó un mechón de cabello detrás de su oreja -¿Quieres conocerla?- preguntó, entusiasma.

-Sí, por supuesto- contestó como ella -Pero, espera...- la detuvo cuando se incorporó  -Quiero saber, ¿Por qué no me lo dijiste?- volvió a sentarse.

-Porque estaba muy dolida contigo, Dante- él asintió -Por esa razón, les prohibi indiscutiblemente, a mi familia y especialmente a Ivi, que te dijeran sobre ella, hasta que yo estuviera lista- explicó, incómoda -Tus padres y Trisha, quedaron maravillados con ella-

Volvió a besarle las manos, en agradecimiento.

-Comprendo. No voy a reclamarte nada, ni a ti, ni a nadie. Tenías tus razones y lo entiendo- sonrió, triste -¿Puedes ir por ella?- preguntó con impaciencia.

Estaba tan feliz, que sus ojos, parecían soles.

-No es necesario- señaló a la entrada de la cafetería -Ahí viene Ivi con ella-

Ingresaba apresurada con la bebé en uno de sus brazos y su pequeño hijo, aferrado a ella de la mano.

-¡Eyra!- estaba histérica -¡Lo siento!- mecía a la bebé en sus brazos -¡Despertó y comenzó a llorar! ¡Intenté calmarla, pero no sé que más hacer!- ella se incorporó y tomó a su hija entre sus brazos, para tranquilizarla -¡Ah! Hola, Dante- saludó, calmada, tomando a su hijo en brazos -Dile hola al tío, Elliot- el pequeñito obedeció.

-¡Hola! ¡Y gracias por traerlas!- los abrazó a ambos, por la emoción del momento -No te ofendas amiga pero, ¿Pueden dejarnos solos un momento?-

Ella asintió y lo besó en la mejilla, para luego, salir de allí, saludando a su prima con la mano.

-Ven- lo invitó que se acercará y él, lo hizo -A ver...Deni, ese hombre alto de cabellos y ojos dorados, es tu papá-

Habló a la pequeñita, que había abierto sus ojos, como previendo que lo conocería.

-Hola, preciosa- la saludó con dulzura, acariciandole el rostro con el dorso de su mano -Yo soy tu papá y te quiero mucho- la besó en la frente -¿Puedo?- ella asintió y la pasó a sus brazos con cuidado -Es hermosa, Eyra- levantó su mirada hacía ella -Gracias por esto-

Ella limpio una lágrima de felicidad que había escapado.

En el parque de la ciudad, una cazadora y su hijo, practicaban con el arco del pequeño.

-¡Mira, Mami! ¡Mira!- lanzó una pequeña flecha y dió justo en el blanco -¡Eso fue grandioso!-

Su madre, estaba consternada, la flecha había producido un destello azul, antes de llegar a la diana.

-Eso fue muy extraño, hijo- se acercó al blanco y la extrajo -Y tu padre o la tía Eyra, no estan aquí- observaba la flecha con cuidado -Odio estas cosas- se sentó en el suelo, abrumada, mirando a su pequeño -Por culpa de Seth, eres un Amo de Dragones-

El niño se acercó a ella y se sentó en su regazo.

-Mami, ¿Por qué no te gusta que sea un amo de dragones?- la dragoncita del niño, apareció en su hombro -Si quieres, puedo dejar de serlo- propuso con inocencia.

-No es eso, mi amor- escondió de nuevo a la dragona en su mochila -Es sólo que, ser un amo de dragones, es como ser un cazador alfa- acarició las manitos de su hijo con ternura -Cuando seas mayor, al igual que Zafira y aprendan a volar, ella te llevará al nido de los dragones y no volveré a verte por mucho tiempo- él se asustó -Hasta que las personas no necesiten de ti y los dragones que cuides o hasta que nazca otro amo como tú y te reemplace-

-Pero yo no quiero estar lejos de ti, mami- la abrazó, juntando sus mejillas.

-Yo tampoco, pero es tu destino- lo besó -Mira quién viene ahí-

Señaló a un hombre alto, cabello oscuro y ojos azules, que caminaba hacía ellos. Era el padre del pequeño, que había llegado esa misma mañana desde Keisalhima. Pero mientras lo esperaban, un sujeto detrás de ella, la hizo voltear.

-Hola, Ivi-

Saludó con una brillante sonrisa, el hombre pelirrojo y primo de su esposo.

Él la miraba hipnotizado y lascivos. Ella le encantaba desde hacía años, sin importarle en lo absoluto que, ahora fuera la flamante esposa de su primo.

-Hola, Aarón- se incorporó con su hijo en sus brazos -No sabía que estabas aquí en Amestris-

-Si, llegué hace tres días- indicó -En realidad, vine a hablar con Seth sobre la herencia de la abuela Tristini- la observaba con descaro -Que linda estás -

Tomó un largo rizo de ella y lo acarició entre sus dedos.

La abuela de ambos hechiceros, había fallecido hace unos meses y  dejándole parte de su fortuna, como herencia a sus nietos.

-Te dije en Totokanta el día que la abuela murió, que no quiero esa herencia, Aarón-

Había escuchado lo que dijo. Odiaba que estuviera cerca de su esposa y más, al observar como la miraba.

-Y no toques a mi esposa-

Le apartó de un golpe la mano del cabello de ella.

-Fue la última voluntad de la abuela, tendrías que respetarla- desde que se casó con ella, lo detestaba -Y te recuerdo que, ya lo hice-

Mencionó sugerente con respecto a ella. Él dio un paso, pero su esposa, lo detuvo.

-¡Por que mejor no te vas!- exclamó, tapando los oídos de su pequeño -¡Acaso no tienes un poquito de respeto por mi hijo!-

Estaba furiosa, lo de ellos sucedió hace más de tres años y ni siquiera recordaba lo que había pasado.

-Él no es tu hijo- refutó.

-¡Cállate!- lo abofeteó -¡De mi puedes decir todo lo que quieras!- le había entregado el pequeño a su padre -¡La verdad, que no me interesa!- lo apuntaba con su dedo -¡Pero no te permito que insultes a mi hijo!- volteó para irse y él, la detuvo con fuerza. Pero un puño en su cara, lo apartó -¡Estúpido!- mencionó, moviendo y frotando su mano, por el golpe que le dió -Vámonos de aquí, Seth- pasó de él, caminando furiosa.

-Si, mi reina- contestó como un soldado y mirando de reojo a su primo desmayado -Hijo, recuérdame en nunca meterme contigo y hacer enojar a mamá -

Comentó a su pequeño, mirando la espalda de su esposa.

-No-oh...- contestó con inocencia, mirando el cielo.

-Traidor- se tocó su pecho, dolido.

-¡Mamá!- ella volteó al escucharlo -¡Papá me está molestando y me dice cosas feas!- miró a su padre con una perversa sonrisa -¿Qué es un traidor?-

Preguntó inocente, haciendo un mohín.

-Madura, Seth- le quitó a su hijo de los brazos -Ya no estás en edad para pelear con un niño- murmuró, molesta.

-Ya verás, enano- advirtió a su hijo -Me vengare de esto- él lo miró burlón

-Madura, papá- le sacó lengua.

En una cafetería de la ciudad, el alquimista de fuego, estaba feliz. Había vuelto a ver a su ángel y además, tenía una hija con ella, no podía tener tanta suerte.

-Bien, ya es muy tarde- miró el reloj en su muñeca, después de terminar su pastel  -Es hora de irnos- se acercó a su pequeña, que estaba en los brazos de su padre -Mañana emprenderemos nuestro camino de regreso-

-¿Qué?- preguntó, impactado -No puedes irte Eyra, a penas y la conocí hoy- le entregó la bebé con cuidado.

-Es que, no planeaba quedarme más de tres días aquí- la colocó en la canastilla -Estamos muy apretados en la casa de los tíos, Seth llegó esta mañana- la ayudó a cargarla -Y yo tengo que volver a trabajar y Arya quedó sola en casa- él dejó dinero en la mesa y caminaron hacía la puerta.

-Sí el hospedaje es el problema, pueden quedarse en mi casa- ella le entregó la canastilla, para que la llevara -Tengo una habitación de huéspedes que no utilizo y no estoy en casi todo el día, así que, no las molestaré-

-No, Dante. No es correcto- negó su oferta.

-Claro que si, soy su padre- miró a la bebé que dormía, sin darse cuenta de nada -Y quiero que esten bien- sonrió al verla mover su boquita -Por favor, Eyra... piénsalo - suplicó con sus ojos dorados -Quiero pasar más tiempo con ella-

Se rindió. No podía negarle nada cuando la miraba así, con esos ojos dorados llenos de desesperación.

- Está bien- sonrió -Nos quedaremos hasta el fin de semana- suspiró -Pero primero, déjame hacer unas llamadas-

Buscó unas monedas en su bolsillo y corrió hacía una cabina telefónica.

-Muchas gracias, mi ángel- miró a su hija -Muchas gracias por darme a ella- tocó la mejilla de la bebé con su dedo.

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