Canaleros
La Fortaleza de los Canaleros, se encontraba a kilómetros del bosque de los Goblins. Ese lugar, era un laberinto sin salida para cualquier viajero inexperto. Consistía en una serie de túneles y pasadizos, interconectados entre sí, como ruta de escape de sus antiguos moradores, que eran parte de un grupo de bandidos y ladrones de tiempos pasados, que robaban a través de los canales subterráneos de la ciudad. De ahí su nombre.
Los viajeros, estaban exhaustos para ir a pie hasta su destino, después de la batalla contra los goblins. Por esa razón, decidieron descansar esa noche y en la mañana, continuar su camino.
-Come algo, Eyra-
Ella observaba a su prima, que se encontraba con su mirada perdida, al otro lado de la hoguera.
-Si, lo siento- comía despacio una presa de carne entre sus manos -Ivi se ve muy mal- acotó.
-La pelea con Seth le afectó bastante- miraba a su amiga -Ella puede llegar a ser muy terca, cuando quiere-
-Si, se siente muy culpable por lo que pasó con Elliot- se incorporó, despacio -Hablaré con ella, tú vé por ellos-
-Bien. No deben estar muy lejos, aún no ha anochecido del todo- caminó en dirección al bosque.
-No fue tu culpa lo que pasó, Ivi- se sentó junto a ella -No debiste correrlos así-
-Ellos no tienen nada que hacer aquí, Eyra- arrojó leños a la hoguera -Y mucho menos, un niño tan pequeño-
-Tú amas a ese niño, primita- le acarició el cabello -Él es tu héroe, te salvó de ser asesinada o evitar otras cosas que hubiera hecho ese goblin contigo-
-Lo sé...- su voz se quebró -Pensé que había muerto por salvarme- cubrió su cara, para no quebrarse más de lo que estaba -Fue aterrador, creí que no iba a volver a verlo nunca más- secaba sus lágrimas, frustrada -
Es un niño, se supone que yo debo cuidar de él no, al revés-
-Ivi...- se arrodillo delante de ella y la tomó de los hombros -Él...Te llamo mamá...- tragó saliva, no le gustaba ver llorar su prima por nada del mundo -¿Te das cuenta lo que eso significa?-
-Él ya tiene una madre y esa, no soy yo- desvío la mirada -Maldita bruja arruinó mi vida, quitándome lo que yo más amaba-
-Ella no arruinó nada- le secó las lágrimas -Aún estás a tiempo de recuperar lo que te quitó - sus ojos cambiaron -Esta vez, ganarás tú-
La abrazó con fuerza, para compartir con ella esa visión que había llegado a su mente.
En otra parte del bosque, un hombre de tristes ojos azules, caminaba abrazado a su hijo de regreso al auto. El pequeño, lloraba sin consuelo sobre su hombro, desde hacía mucho tiempo.
-¡Ivi ya no me quiere!-
Abrazaba a su padre, hablando entre ahogos por el llanto.
-No digas eso, campeón- carraspeó para acomodar su voz -Ella te quiere mucho, sólo que, no quiere que estés en peligro- tragó saliva, sabía que ya no volverían a verla -Por eso nos vamos a casa-
-¡No quiero ir a casa! ¡Quiero estar con Ivi!-
-Yo también- abrazó al pequeño con fuerza y escondió su rostro en él -Vamos a estar bien, hijo- dijo, acariciando su espaldita.
-Por supuesto que van a estar bien- apoyó una mano en su hombro -Tú nunca te rindes, ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué te vas?-
-Estoy cansado, Dante- miraba hacía la nada, todavía, abrazado a su hijo -Estoy cansado de buscar la felicidad y nunca encontrarla-
-Seth...- se posicionó delante de él -No pierdas otra vez a Ivi, como yo perdí a Eyra. Si tú te vas de aquí, ya no volverás a verla nunca más-
-Lo sé... Pero...-
-¡Pero, nada!- lo interrumpió -¡Sé un hombre por una vez y no seas un idiota como yo!- lo golpeó en la nuca con fuerza -¡Regresarás al campamento, podrás buena cara y finjirás, que no ha pasado nada! ¿¡Entendido!?- lo amenazó y él asintió, intimidado por sus ojos dorados -¡Oye! La mochila del niño se está moviendo-
Abrieron sus ojos de golpe. El pequeño dragón dentro del huevo, estaba por nacer.
-¡Corre! ¡Corre! ¡Corre!- dijo él y regresaron a toda velocidad al campamento -¡Necesitamos lanzar el huevo al fuego!-
-¡Rápido! ¡Rápido! ¡Rápido!- decía su amigo.
Parecía que el campamento estaba a kilómetros.
-¡Alguien se acerca!- se incorporó en estado de alerta, delante de su prima -¡No te muevas, Eyra! ¡Son muy rápidos!- despertó a su espada.
Frente a ellas y totalmente sofocados, aparecieron, un rubio alquimista y un moreno hechicero, que hacían movimientos torpes y rápidos, buscando algo en la mochila del niño que llevaban en brazos.
-¡Atrápalo, Dante!- le arrojó el huevo a su amigo que lo atrapó al vuelo -¡Sabés que hacer!- él
Asintió y arrojó el huevo a la hoguera.
-¡No!- gritó el pequeño estirando su manito -¡Se quemará!- luchaba en los brazos de su padre -¡Mi dragón!- gritó con lagrimitas en los ojos.
-¡Todo el mundo al suelo, ahora!-
Gritó y así lo hicieron, cuando el huevo parecía a punto de estallar, tornándose completamente rojo y comenzando a vibrar en su lugar, por la presión en su interior.
Un destello azul, muy brillante, se percibió a los alrededores y una tremenda explosión, remeció el lugar, quedando todo en silencio.
Lentamente, levantaron la mirada, encontrándose, con un par de ojos zafiros muy tiernos, que nunca antes habían visto. El pequeño dragón Elmekiano, al fin, había nacido.
-Eres muy bonito- se incorporó, alejándose de los brazos que lo aprisionaban y acercándose a esa bella criatura -Tienes los ojos azules, como yo- estiró su manito para intentar tocarla -¿Cómo te llamas?-
En dragón, le entendía a la perfección a ese pequeño que le hablaba con ternura. Se acercó a él oliendo su mano con cautela y cuidado. Ambos querían conocerse, pero sin asustarse el uno al otro.
-Seth...- susurró despacio -¿Qué esta pasando? ¿Por qué Elliot habla así?-
Él se comunica con esa criatura de escamas negras, casi azuladas, en un idioma que ninguno de los adultos entendía.
- Está hablando el idioma de los duendes, Ivi.- sonrió, mirando a su hijo interactuando con esa criatura -Es el idioma que los amos de dragones utilizan, para comunicarse con ellos cuando son bebés- ella estaba atónita.
-¡Vaya!- exclamó sorprendido con la vidente en sus brazos -Ese pequeño, es genial-
-Si, es un gran niño- aseguró, asintiendo -Dante, bájame- él obedeció -Gracias- caminó hacia ellos -Elliot, ¿Quién es?-
Señaló a la criatura que él llevaba en sus brazos.
-Es Zafira- sonrió -Es mi dragón, tía-
-Es un hermoso nombre- acarició la cabeza de la dragoncita -Sus ojos son como el color del zafiro-
-Si- respondió serio y caminó, avergonzado, hasta la cazadora -Mira, Ivi- levantó el dragón hacía ella -Mi dragón ya nació-
Comentó con miedo de que ella lo rechazara, como siempre lo hacía su madre con él.
-¡Si!- exclamó con emoción, arrodillándose frente a él -¡Es muy hermosa, mi amor!- lo abrazó y besó en su carita, derramando lágrimas -¡Ella cuidará mucho de ti y será tu mejor amiga!- se sentó en el suelo, para sentarlo entre sus piernas -Siempre estarán juntos y cuando aprendan a volar...- narraba la historia moviendo su mano, imaginando que volaban -Viajarán más allá del horizonte y verán que el mundo, es cada vez más grande-
Su prima se sentó junto a ellos para disfrutar de esa hermosa historia, que con tanta ilusión, narraba.
-Gracias, Dante- su amigo lo miró sin comprender.
-¿Por qué?- preguntó perdido.
-Por no dejarme renunciar a esto-
Miró a su hijo y a esa hermosa muchacha, que eran los pilares de su vida.
-De nada...- apretó el hombro de él con fuerza -No quiero que cometas el mismo error que yo cometí con ella- miró a la otra joven que reía a carcajadas por la locura de su prima -Nunca más volveré a verla después de esto y eso, mi amigo, es muy triste-
Lo palmeó en la espalda y se encaminó con ellas.
Había amanecido, el ambiente estaba brumoso a esa hora de la mañana. Pero el grupo de viajeros, no iba a detenerse por nada del mundo y mucho menos, ante la situación que presentaba la vidente desde la noche anterior.
-No ha despertado- la llevaba dormida en su espalda -Esto no es normal, nunca duerme de esta manera- comentó desesperado -Siempre es la primera en despertar... Eyra- la movió un poco, pero ella seguía igual.
-Espero que no esté en el limbo- dijo al resto, mirando al niño dormido en los brazos de su padre -Saben lo peligroso que es eso-
-Si, ya estuvo allí más de una vez- colocó la cabeza de su hijo sobre su hombro -En la torre, los antiguos inducían tanto su poder, que siempre lograban ponerla en tal estado que terminaba en el limbo- miró a su amiga, preocupado -El único que lograba sacarla de allí, era el tío Lai-
El limbo, el plano astral más elevado donde podían llagar los videntes de alto rango, para recuperar su poder y energía, después de una pérdida excesiva de magia. Lo malo de esa situación, es que el hechicero, una vez que logra llegar allí, es difícil hacerlo regresar después de varios días.
-Esto es malo- exhaló cansado -Detengamonos un poco, aunque sea, por unos minutos-
-Si- se sentó en el suelo tan cansada como su amigo -¡Dámelo!- estiró sus brazos moviendo los dedos, para que le diera al niño -Elliot...- susurró, besándolo y tocándole entre medio de los ojos -Elliot...Despierta-
Sonrió con ternura al ver los gestos que él hacía.
-Déjalo en paz, Ivi- acarició el cabello de su hijo -Estuvo toda la noche despierto jugando con su dragón- ella hizo un mohín con sus labios.
-Quiero que despierte-
Mencionó como si tuviera cinco años, él la tomo de la nuca y la besó en los labios.
-Basta... Déjalo dormir- sonrió cínico, al ver su cara por su repentino beso -No le hagas eso...-
Tomó la mano de ella que jugaba con los labios del niño, riendo a carcajadas.
-Se ven felices, ¿No creés?- había despertado -Cuando vuelvan a casa, las cosas se complicarán un poco, pero nadie va a lograr separarlos...- dirigió su verde mirada al hombre que la tenía en brazos -Ya no son unos niños. Son más fuertes-
-Si, pero Seth tiene una carta guardada bajo la manga- miró orgulloso a su amigo -¿Cómo estás? Pensábamos que estarías en el limbo-
-Nah, está muy lejos- explicó de buen humor -Con la poca magia que tengo, seguro moriría, antes de llegar allí- se acurrucó en él -Solo estoy muy cansada...- volvió a mirarlo -Tú, ¿Cómo estás?-
-No lo sé, me siento extraño- respondió, sin mirarla -Cuando lleguemos a la cueva de las almas, no sabré que hacer...- confesó -Si te vas, pelearé para traerte de vuelta, pero... No sé si querrás volver-
-Volveré...- afirmó con seguridad -Volveré, porque tengo que conocer a tu hija, es una promesa- él la miró con sus ojos dorados cargados de sorpresa -Quiero conocerla, Dante- miraba a su prima que peleaba con el hechicero -Todas las noches sueño con ella y no sé porque-
-No sé que decirte, Eyra- apoyó sus labios en la cabeza de ella -Mi hija, no tiene nada que ver contigo- descansó su mejilla después de quitar sus labios -Aunque, me hubiera encantado que así fuera-
-Ese es un comentario muy triste- rió para no llorar -Te olvidaste que yo no puedo tener hijos-
-No, nunca olvido cosas sobre ti- sostuvo su frente en ella -Nunca me olvidaré de ti-
Sus amigos bromeaban, mientras ellos los observaban en silencio. Pero de repente, un ladrido se escuchó a lo lejos, entre la bruma de la mañana.
-¿Un perro?- miraba alrededor, separándose de él.
-¡Levi!- gritó llamando a su familiar, mientras sus ojos cambiaron -No, no es él. Está en la capital en la casa de los tíos- rió al hablarle -Si, Levi. Estamos bien- sonrió una vez más - Bueno... Cuídate- miró a su prima -Te manda saludos- rió, ese lobo oscuro, siempre pensando en ella -¡Eyra! ¡Cuidado!-
Gritó con pánico, al percibirbque algo se cercaba a ella a gran velocidad. Cayó al suelo, al ser embestida y arrastrada entre la espesura de la niebla, por algo que no pudieron ver.
-¡Eyra!- gritó buscándola, pero el ambiente estaba cubierto, completamente, por esa bruma repentina -¡Seth! ¡Has algo!-
-Viento-
Levantó su mano y la niebla, se discipó poco a poco. El cuerpo de su amiga se encontraba tendido en el suelo y con una enorme bola de pelos sobre ella, que la miraba a los ojos con curiosidad.
Estaban petrificados, pero para nada sorprendidos, siempre ocurrían esa clase de cosas cuando ella se encontraba con algún animal.
-Hola...- acarició las ojeras del perro que estaba sobre ella -Pensé que eras un monstruo, pero me equivoqué, eres un perro- miró el colgante en su cuello -Arya- movió la cola -Ese es tu nombre- aulló en respuesta a la afirmación -Tú eres la guardiana de la Fortaleza de los Canaleros, ¿Verdad?- ladró y lamió el rostro de ella -Eres hermosa...-
La abrazó y besó. Su nueva amiga, estaba feliz de recibir su cariño. Ese animal, tenía siglos viviendo allí completamente sola y sin nadie con quién estar. Pero ya era tiempo de irse, había encontrado a alguien más a quién cuidar.
-Eyra, ¿Estás bien?-
Se acercó, pero su nueva amiga, se posicionó frente a ella a la defensiva.
-Esta protegiéndola- levantó una mano para lanzarle un hechizo, si era necesario -No se acerquen-
La otra muchacha, caminó a su lado, ignorando su advertencia.
-Creó que hiciste una buena amiga- le palmeó el lomo al pasar y ella se sentó, meneando su cola -Arriba- tiró de su prima con fuerza.
-Si, se llama Arya- le acarició la cabeza -Es hermosa. Un perdiguero, guardianes mágicos de la fortaleza de los Canaleros. Pero creo que, ahora me protegerá a mi- tomó el rostro de su amiga entre sus manos -Tú vendrás conmigo, ¿No?- aulló de nuevo -Eso parece un si-
-Genial... Dos dragones, un lobo oscuro, un niño...- contaba con sus dedos -Un idiota...- señaló a su amigo hechicero con burla -Y ahora, un perro ¿Alguien más?-
Cuestionó con retórica a nadie en particular.
-¡Callate! ¡Estupido!- lo golpeó en el brazo -Quizás este perro nos ayude, se ve que es muy listo-
-Es hembra- aclaró la maestra de su hijo.
-Si, si. Lo que sea- mencionó indiferente y asqueado -No me gustan mucho los perros-
-Levi se parece a un perro- dijo su amigo.
-Si, pero no lo es- se acercó con cautela a ese hermoso ejemplar, que era de manto blanco y marrón, en sus extremidades -Además, pensé que te gustaban los gatos, Eyra-
-Ssshhh- le tapó las orejas a su nueva compañera -¿¡Cómo te atreves a decir algo así delante de ella!?- susurró por lo bajo, en tono exaltado -Lo mismo decíamos nosotros cuando empezaste a salir con Isabel y mira lo que salió de eso-
Señaló al niño en los brazos de su prima que lloraba de risa por la cara de él.
-¿¡Hoy es el día de molestar al hechicero, no!?- reclamó.
-Todo los días es el día de molestar al hechicero- aseguró con su típico tono irónico -Ahora, amiguita...- le tomó una pata para presentarse -Yo soy Dante y...- quitó su pata, totalmente desinteresada y caminó hasta las chicas que conversaban a unos metros de ella -Es una grosera y mal educada- acotó en shock, mirándola.
-Bien...- rió por su cara -Como no tiene interés de conocerlos, ¿Puedes llevarnos hasta la fortaleza, Arya?-
Preguntó. Ella aulló al iré y la niebla, desapareció.
-Vaya...- miró hacía el frente, en donde se apreciaba un muelle dentro de un enorme claro -A Levi le serviría aprender algo como eso-
Ese animal, era increíble, caminaba muy segura delante de ellos, sintiéndose, la guía y reina del lugar.
-Aquí termina el camino...-
Habían llegado al extramo del muelle y la fortaleza, se encontraba en medio del claro, muy lejos en donde estaban.
-Bien... Tendremos que nadar- miró a la cazadora de reojo, que miraba el agua con pavor -Cierto... Tú no sabés- la apuntó con su dedo, burlándose de ella.
-Basta, Seth- advirtió.
-Arya, ¿Hay alguna manera de cruzar?- le entregó un objeto metálico a su nueva ama -¿Una alcayata?- preguntó confundida, mirándo su mano -Brillaran las alcayatas, canaleros cantaran...- recordó uno de sus sueños -¡Lo tengo!- exclamó, iluminada -¡Hay que pagarle al barquero!-
Arrojó la alcaya con fuerza al claro y una voz masculina, pronunciando un cántico, se acercaba a ellos en una barca.
-Se está... Se está...- tartamudeaba, señalando el navío -Se está moviendo sola-
Estaba pálida por el miedo. Ella odiaba esa clase de cosas.
-¿De dónde viene esa voz?-
Miraba alrededor, abrazando a su amiga igual de aterrado que ella, buscando al sujeto que cantaba.
-No lo ven, ¿Verdad?-
Preguntó a la vidente a su lado, que negó con la cabeza. Sobre la barca, se encontraba el espectro de un antiguo habitante del lugar, que cantaba una y otra vez las mismas palabras que la chica recitó.
-No se secaran los claros, nunca más...- movía su remo para llegar al muelle -Brillaran las alcayatas, Canaleros cantaran. Desperdiciando lingotes... Voy al trote y sé que no voy a llegar- remo una vez más -Perdiguero a donde vas...- miró al animal en la orilla y a sus próximos pasajeros -Suban...- ordenó, serio.
-Muchas gracias- sonrió al espectro.
-Dante...- susurró su amiga, aterrada -¿Eyra con quién habla?- miraba alrededor, aferrada al brazo de él.
-No lo sé...-
Contestó temblando como una hoja y pálido como un papel.
-Disculpe, señor...- él también le hablo a ese ser que los acompañaba -¿Usted nos esperará o volveremos a pagar?-
-Un pago... Un viaje- contestó, igual que hace unos instantes.
-Comprendo... Gracias-
Se sentó junto a su amiga, entregandole a su hijo y disfrutando, junto a ella, las caras de terror y pánico de los otros dos navegantes.
-Se volvieron locos...- cargó a la cazadora en sus brazos -Vámonos de aquí...- se acercó a la orilla de la barca -No te preocupes alfa, yo nadare por los dos- ella asintió, abrazada a su cuello.
-Si salen del bote... Morirán- advirtió el espectro sin mirarlos.
-¡No!- gritó poniéndose de pie, junto al hechicero.
-No salten...- no sabía que decir -El barquero dijo que, morirán si lo hacen- su amiga lo miró incrédula -¿Qué?- reclamó su gesto hacia él.
-¿¡Por qué mejor no les dices que se tiren y ya!?- exclamó sarcástica -¡Ellos no pueden verlo y les dices eso!-
-Bueno...- rasco su nuca, nervioso -Se me escapó...- se disculpó, avergonzado.
-Dante...-
Seguía en los brazos de él, mirándolos.
-¿Si?-
Cuestionó en el mismo tono que ella.
-Sentemonos... Pero lejos de ellos- Ordenó con cautela.
Él asintió, bajandola de sus brazos y caminando en reversa, junto a ella, para sentarse en el otro extremo de la barca, hasta poder desembarcar, saludando a ambos con miedo e incomodidad.
Los hechiceros, hicieron lo mismo que ellos, sólo que, permanecieron en silencio e intercambiando alguna que otra palabra con ese ser invisible, al que ellos, llamaban barquero.
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